31 de octubre de 2009

Corrección fraterna

Abordamos ahora una de las obras espirituales de misericordia más importantes-la llamada "corrección fraterna"-. Santo Tomás le dedica en la Suma Teológica una cuestión entera dividida en ocho artículos (II-II 33, I-8).

De primeras ya podemos ver que no es un tema a tratar a la ligera.



¿Qué es la corrección fraterna?
Se entiende por tal la advertencia hecha al prójimo culpable en privado y por pura caridad para apartarle del pecado.
LA ADVERTENCIA, o sea, la admonición que se hace a una persona para que se abstenga o enmiende de algo ilícito, ya sea con la palabra o de otro modo equivalente (v.gr., con un gesto, con la tristeza en el rostro, etc.).

HECHA AL PRÓJIMO CULPABLE, sobre todo si lo es por ignorancia o negligencia más que por maldad, ya que, en este último caso, la probabilidad de éxito es mucho menor y acaso resultaría contraproducente.

EN PRIVADO, o sea, de hermano a hermano, sin que e enteren los demás, a diferencia de la corrección pública o judicial, de la que hablaremos más abajo.

Y POR PURA CARIDAD, y en esto se distinque también de la corrección judicial, que procede del superior en cuanto juez y se funda en la justicia; y de la corrección paterna-intermedia entre los dos-, que procede del superior en cuanto padre y se apoya en su autoridad de tal.

PARA APARTARLE DEL PECADO, o evitar que lo cometa si se encuentra en grave peligro de incurrir en él.

Y citando un texto del P. Noble (En La vie spirituelle, citado pro Beringer, Repertorio universal del predicador t.15 p.250) donde expone la doctrina del primer artículo de Santo Tomás:

"... La corrección fraterna procede únicamente de la caridad fraterna. No es, pues, la justicia quien la exige, sino el amor; ella procura la represión del mal en cuanto el mal perjudica al mismo que lo ejecuta, y no en cuanto perjudica al bien común o al bien de un tercero. Únicamente porque amo a mi prójimo y porque deseo el bien de su alma y de cuanto sea garantía de este bien primordial, me esfuerzo en corregir sus faltas, sus imperfecciones y sus extravagancias. Esta benévola atención que prestamos a los defectos morales del prójimo, cuando se inspira en la caridad y cuando se ejerce con suavidad y con oportunidad, es una forma excelente de la limosna espiritual".

Según nos indica el libro "Teología de la Caridad", de Antonio Royo Marín, O.P. en cuanto a la materia de la corrección:

"De suyo, la materia propia de la corrección fraterna son los pecados mortales ya cometidos-que ponen al prójimo en grave necesidad espiritual-y los futuros que puedan impedirse con la corrección. Pero también los pecados veniales, que por su frecuencia o por sus efectos especialmente nocivos, ya sea para el pecador (peligro de pecar mortalmente), ya para otros (escándalo, quebranto de la disciplina, etc), le constituyen también en verdadera necesidad espiritual.

En cuanto a los pecados materiales, cometidos con ignorancia invencible, deben corregirse cuando producen escándalo, peligro de contraer malos hábitos o afectan al bien común. Pero, si se juzga prudentemente que la amonestación no producirá ningún efecto, hay que omitirla, para no convertir los pecados materiales en formales, a no ser que el bien común exija la corrección".

Corrección fraterna al superior

Según nos indica el libro "Teología de la Caridad", de Antonio Royo Marín, O.P.:

Aunque la corrección fraterna debe ejercitarse, de ordinario, con los iguales e inferiores, puede y debe dirigirse a veces a los mismos superiores (II-II 33,4). Escuchemos al P. Noble exponiendo la doctrina de Santo Tomás:

"¿Podemos nosotros ejercer la corrección fraterna para con los superiores? Sí, porque el deber de caridad se extiende a todos los que están ligados por la caridad. La caridad fraterna no se da únicamente entre iguales, sino que sube y baja. Pero en todo caso debemos observar las formas. Aunque nos creamos autorizados para advertir caritativamente a nuestro superior, no debemos olvidar que es nuestro superior, y, por lo mismo, debemos hablarle con mansedumbre y con reverencia; jamás con dureza ni con orgullo.

Los superiores, desde el momento que se percatan de su responsabilidad y de los riesgos de su autoridad, saben muy bien que pueden equivocarse o que pueden ser inoportunos en sus mandatos. Ellos, pues, aceptarán con agradecimiento los avisos que deben orientarles. Si son virtuosos, serán los primeros en reconocer que se les dispensa un gran bien con advertirles y que no son intangibles en todo" (P. Noble, citado por Beringer, l.c., p.253).
 
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Sobre información adicional a los temas:
Quién hace la corrección fraterna?
A quién se hace corrección fraterna?
Condiciones que ha de reunir.
Modo de hacerla.
Refiérase a [AN] Corrección fraterna, Catholic.net
 
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Extracto tomado de Catholic.net
Redactado por el moderador: siempremaría
(Ver más información en el mencionado sitio)

¿Acaso la santidad es algo que se pueda postergar?

- “Ay, mijita, es que si denunciáramos a todos los sacerdotes que no hacen bien las cosas muchísimas almas se quedarían sin el cuidado de su pastor”.

Con estas palabras me respondió un intachable sacerdote, muy amado y respetado por mi, dicho sea de paso, cuando le hablé de los abusos en la Liturgia en los que incurre un sacerdote conocido de ambos.

No tuve reparos en responderle: - "Padre, pues preferiría eso a que continúen faltando a su ministerio; eso preferiría, que nos quedáramos sin pastores a que continúen siendo escándalo y piedra de tropiezo para los fieles. Y claro, no incluí ahí: "piedra de tropiezo y escándalo para otros cristianos y muchísimos no creyentes".

No, si la cosa se quedara dentro de los límites de nuestra amada Iglesia quizá no sería tan grave, quizá hasta consideraríamos que es manejable el asunto, pero no, ya los trasciende, la gravedad del error está totalmente difundido.

Y es que, gratuito no es, que nuestro amado Pontífice ha declarado el presente año Año Sacerdotal.

Ahora bien, yo me pregunto: Continuaremos los fieles viviendo en comunidad como si no pasara nada? Seguiremos platicando de todo esto en las reuniones o en los pasillos pensando que es problema de otros el poner algún remedio?

Escuchen por favor, no, por supuesto que no, no estoy incitando a la rebelión, simplemente estoy cuestionando la vocación a la santidad [1] de los consagrados, pero principalmente nuestra de participación en la vida de la Iglesia [2].



Adónde se quedó nuestro sentido de pertenencia, o es que acaso ésta y en ella el servicio, se entiende como única y exclusivamente la catequesis, la caridad o la Liturgia? Acaso no compartimos una misma vocación como sacerdotes, profetas y reyes con los sacerdotes y estamos, en este sentido, compartiendo una misma suerte y que, si bien no compartimos el mismo grado de autoridad, si el de responsabilidad en el servicio?

Pues bien, hemos los laicos comprometidos dar un paso más allá abriendo nuestra mente a considerar esta exigencia de nuestra vocación y ponerla al servicio de nuestros sacerdotes y obispos, por la sencilla razón de que es parte de lo que implica el sacerdocio real de los fieles [3] que compartimos con los ministros ordenados.

En qué sentido? En el sentido de ponernos a su disposición no solo para orar por ellos y colaborar con ellos, sino también para acompañarles en su camino de santificación.

De qué manera? Pues me explico: el sacerdocio de Cristo, del cual están investido el clero mediante el Sacramento del Orden, no está ofreciendo en nuestro tiempo claro y firme testimonio de fidelidad y santidad. Ya no vemos tantos sacerdotes santos que nos permitan presentir a Cristo.

Y esto, no solo tenemos que empezar a llamarlo por su nombre: infidelidad; sino que debemos empezar por abrir las ventanas dentro del recinto de nuestra Iglesia para que entre la luz y denunciar.

Hemos de llamarles a fidelidad en procura de su santidad mediante la corrección fraterna, en primer instancia, y que debe estar imbuida de caridad además de un celo profundo por la salvación de su alma, y en caso de que no exista enmienda, hemos de proceder a exponer nuestra queja al Obispo, o dicho en otras palabras, denunciar [4].

Pero denunciar, exactamente, qué? Denunciaremos la pérdida de la ruta de la vocación a la santidad de nuestros pastores, denunciaremos la pérdida del sentido del Misterio de nuestros sacerdotes, denunciaremos su infidelidad al Obispo, al Papa y al Magisterio y la Sagrada Tradición, y denunciaremos sobre todo el pecado, en cualquier forma en que se presente..

Ante quién presentaremos la denuncia? Ante el Obispo diocesano [5] en primer lugar, y si fuera necesario, se presentará la denuncia ante la Congregación de la Santa Sede que corresponda, según sea el caso de abuso en la Sagrada Liturgia o de infidelidad al ministerio sacerdotal. La Congregación para el Culto Divino y de los Sacramentos así como la misma Comisión Ecclesia Dei, reciben este tipo de quejas.

Pero no podemos, simplemente, no meternos en problemas y esperar a que todo se arregle, confiar en Dios y esperar? Si, claro que podemos, de hecho lo hacemos, porque nadie ha pretendido que todo esto cambie de la noche a la mañana y mucho menos contando únicamente con nuestro limitado esfuerzo para cambiar lo que años de deformación han provocado, claro que confiamos en la guía del Espíritu, oramos y esperamos, de eso no se tenga la menor duda; pero lo que no podemos ni debemos hacer es seguir disimulando y actuando como que no pasa nada, como que todo está bien, porque no lo está.

Pero es que es tan grave la cosa? Pues si, lo es. Sabemos que lo es no solo por lo que sale a la opinión pública, sino y sobre todo, por lo que unos y otros católicos alrededor del mundo probamos y comprobamos cada día desde nuestro compromiso apostólico. O es que acaso no todos conocemos de sacerdotes con novias, mujer e hijos, o de sacerdotes homosexuales o de sacerdotes protestantizados o de sacerdotes que se apropian de la Liturgia, o de sacerdotes que transforman el púlpito en tarima política… La lista es abundante, es que acaso no lo vemos o no lo sabemos?

Admitámoslo, todos, absolutamente todos, sabemos y vivimos en carne propia las consecuencias del pecado en el que incurre el clero en estos y otros casos, lo comprobamos en los católicos que terminan haciéndose protestantes o yéndose a otras parroquias donde no se sienten escandalizados; lo verificamos en otros católicos que simplemente dejan de serlo tornándose incrédulos y quien quita y si no, hasta descreídos; lo comprobamos en que nosotros mismos nos hayamos, muchas veces, sin modelos en quienes fijar la mira y presentir a Cristo.

No pidamos pruebas de la evidencia que tenemos ante nosotros, quitémonos la venda del escrúpulo y del temor, revistámonos de “la armadura de la fe” y arrebatemos de la mano de la infidelidad a su vocación a nuestros sacerdotes.

Para finalizar, por eso lo he dicho y lo repito, hemos de redescubrir nuestra propia vocación a la santidad y despertar nuestra conciencia de pertenencia a la Iglesia, hemos de disponernos a acompañar a nuestros sacerdotes y obispos en su camino de santificación, mediante la oración pero también mediante la denuncia, todo dentro de los límites en que nos movemos y que nos caracterizan a los católicos: los límites que nos establece la caridad, la prudencia y la justicia.

Porque, señoras y señores, si a mi un sacerdote, por más respeto y admiración que le tenga, me vuelve a responder: - “Ay, mijita, es que si denunciáramos a todos los sacerdotes que no hacen bien las cosas muchísimas almas se quedarían sin el cuidado de su pastor”. Me va a oír, palabra que me va a oír.

Hemos de llamarles a fidelidad y santidad ¡ya!

(¿¡Cuándo antes se había visto que el llamado a la santidad se conociera como algo que se podía postergar¡?)

***

Oración:
Dios, Padre eterno, que nos has llamado en Cristo, desde la creación del mundo a la santidad. Que en el día en que la Iglesia de Cristo celebra a Todos los Santos, sean ellos con María Santísima, quienes intercedan por todos nosotros, especialmente por tus consagrados, para que siempre estemos dispuestos a dar presta respuesta a Tu llamado. Amén.

***
Y se que sea ¡a Dios toda la Gloria!
(y sirva para nuestra santificación)
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[1] Esta santidad de la Iglesia se manifiesta incesantemente y se debe manifestar en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles; se expresa de múltiples modos en todos aquellos que, con edificación de los demás, se acercan en su propio estado de vida a la cumbre de la caridad; pero aparece de modo particular en la práctica de los que comúnmente llamamos consejos evangélicos. Esta práctica de los consejos, que por impulso del Espíritu Santo algunos cristianos abrazan, tanto en forma privada como en una condición o estado admitido por la Iglesia, da en el mundo, y conviene que lo dé, un espléndido testimonio y ejemplo de esa santidad. Lumen Gentium, n. 39
[2] De esta manera cada uno, en su unicidad e irrepetibilidad, con su ser y con su obrar, se pone al servicio del crecimiento de la comunión eclesial; así como, por otra parte, recibe personalmente y hace suya la riqueza común de toda la Iglesia. Ésta es la «Comunión de los Santos» que profesamos en el Credo; el bien de todos se convierte en el bien de cada uno, y el bien de cada uno se convierte en el bien de todos. «En la Santa Iglesia —escribe San Gregorio Magno— cada uno sostiene a los demás y los demás le sostienen a él» Christifideles laici, n. 28
[3] El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante. Lumen Gentium, n.10
[4]  De forma muy especial, todos procuren, según sus medios, que el santísimo sacramento de la Eucaristía sea defendido de toda irreverencia y deformación, y todos los abusos sean completamente corregidos. Esto, por lo tanto, es una tarea gravísima para todos y cada uno, y, excluida toda acepción de personas, todos están obligados a cumplir esta labor.Redemptionis sacramentum n.183
[5] Cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostólica, en virtud del primado del Romano Pontífice. Conviene, sin embargo, que, en cuanto sea posible, la reclamación o queja sea expuesta primero al Obispo diocesano. Pero esto se haga siempre con veracidad y caridad. Redemptionis sacramentum n.184

26 de octubre de 2009

"Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción"

Una oración digna de ser entrañablemente conservada.

Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú, ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.

Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serían inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.

Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.

A nadie engañará esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.

Por tanto, estoy seguro de que sería eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperó , Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.

En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción ; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.

San Claudio de la Colombiere
Acto de Confianza en Dios
Conclusión del discurso 682, (O.C. IV, p. 215).

24 de octubre de 2009

Hijo (a), ¿qué pides para ti?

Heredé de mi madre varios libros de Thomas Merton, entre ellos el titulado Vida y Santidad fue de los que mayores riquezas aportaron a mi espiritualidad.

Tengo la impresión de que, recientemente, Merton se ha tornado para algunos "creyentes" en una moda y que sus libros son utilizados por quienes oscilan entre las religiones o creencias orientales y el cristianismo, pero bien, cuando conocí a Merton -que fue hace más de treinta años- ni había Nueva Era, ni el budismo era atractivo para nadie, ni soñábamos con los encantadores sincretismos que se ven ahora, así que para mi Merton, firmemente arraigado en la doctrina católica como lo estaba en el período en que escribió el libro, fue un apoyo fenomenal para mi madurez y crecimiento espiritual.

Y por qué resultó así? Porque siempre he pensado que un alto porcentaje del llamado a la trascendencia -si es que pudiera tratarse porcentualmente- es el llamado a la santidad y Merton me ayudó a "aterrizar" este concepto.

Para explicarme recojo de la conclusión de este libro el siguiente fragmento:

"El cristiano perfecto, por lo tanto, no es el que es necesariamente impecable y situado más allá de toda flaqueza moral, sino el que, porque sus ojos están iluminados para conocer las dimensiones totales de la misericordia de Cristo, ya no está atormentado por los dolores y fragilidades de la vida terrena. Su confianza en Dios es perfecta, porque ahora sabe, por así decir, por experiencia, que Dios no puede dejar de asistirle (y, con todo, este conocimiento es simplemente una nueva dimensión de la fe leal). Corresponde a la misericordia de Dios con confianza perfecta.

Para dichos hombres, verdaderos enamorados de Dios, todas las cosas, parezcan buenas o malas, son en realidad buenas. Todas las cosas manifiestan la misericordia amorosa de Dios. Todas los acontecimientos les sirven para unirse más estrechamente con Dios. Para dichos hombres, ya no existen los obstáculos. He aquí el significado de la “perfección espiritual” y la consiguen no los que tienen fuerza sobrehumana, sino aquellos que, aun débiles y defectuosos en sí mismos, confían perfectamente en el amor de Dios.

"...sus ojos están iluminados
para conocer las dimensiones totales
de la misericordia de Cristo..."
Y de dónde procede esta "iluminación"? De la experiencia de haber sido "misericordiado", del que Cristo ha puesto su corazón en el nuestro, en el de cada uno, en el tuyo y en el mío.

"Corresponde a la misericordia de Dios
con confianza perfecta".
La única posible respuesta a este acto de misericordia de Cristo es la confianza perfecta.

Y con confianza perfecta, esa que tanto pedí a lo largo de mi vida, se que Dios no puede dejar de asistirme en lo que respecta a mis "dolores y fragilidades". No deja de asistirnos a nivel individual y tampoco deja de hacerlo a nivel colectivo, como Iglesia, Cuerpo Místico de su Hijo Amado.

De tal manera que, todos aquellos que dudan o se sienten inseguros dentro de la Iglesia, es que dudan y se sienten inseguros de la misericordia de Dios, es un asunto meramente de perdón, de reconciliación con uno mismo y con Dios que de rebote afecta la reconciliación con los semejantes, favoreciéndola, por supuesto.

Para mi, que tiendo a simplificar extremadamente todo, el mayor problema del ser humano, desde el relato del Génesis hasta el día de hoy, se reduce a la dificultad que tiene el hombre para confiar, confiar de manera perfecta.

Confianza en los hijos, confianza en los padres, confianza en el jefe, confianza en los subalternos, confianza en el vecino, en los hermanos, en el transeúnte, en el conductor del autobús, en el cajero del banco, en el poder legislativo y judicial... confianza plena en el ser humano, confianza que deriva de la confianza en Dios.

Y no es esta la confianza que se tiene meramente en la eficiencia o responsabilidad con que nuestros semejantes cumplen con sus deberes de acuerdo a su conciencia y su cariño hacia lo que hacen o hacia nosotros, no, esta confianza es la confianza -la misma, porque procede de El- que Dios ha depositado en nosotros por el simple hecho de que "Dios todo lo hizo bueno", dotado de sus cualidades y por tanto, perfectibles.

Y es extraño, lo admito, es extraño que de esta confianza surja una tal seguridad y certeza que le permite a uno ubicarse ante si mismo, ante los semejantes y ante Dios de tal manera que, no solo nuestra humanidad se ve regalada, sino que la humanidad entera -tal cual es- con sus "dolores y fragilidades" es el objeto de nuestro amor, tal cual lo es de Dios.

Así es como, no solo empezamos a ser más humanos, sino también más semejantes a Dios en su Hijo amado, más semejantes a Cristo, más santos.

Y bien, para finalizar y para que pruebes un poco de Su misericordia y conozcas un poco más sobre tu humanidad, puedes considerar, o no, que esta reflexión podría, perfectamente, ser un susurro cariñoso a tu alma que llega a ti desde el Padre que te pregunta seguidamente…

Hijo (a), ¿qué pides para ti?



(A ver, déjame advinar. ¿Me pedirás confianza?)

23 de octubre de 2009

¡De asombro en asombro!

Recién salgo de InfoCatólica de leer a Monseñor José Ignacio Munilla en el que comenta -con el asombro de una alma ingenua- (como la mía) las sencillas y simpáticas frases de niños de catequesis que le llegaron a su correo en un ppt.

Le mencionaba a Monseñor en mi comentario que con su nota me había traído a la memoria los gloriosos años en que trabajé con niños, no solo en la catequesis, en el Museo de los Niños de mi país o en las actividades de estímulo a lectura que realizamos mi amiga Simona Trovato y yo en la Librería Internacional donde trabajamos, sino como voluntaria en aquél proyecto comunitario del Cuerpo de Paz en mi comunidad dirigido a la estimulación temprana en niños de escasos recursos en edad pre-escolar del que fui fundadora e instructora por varios años.

Le hice una breve referencia a estas actividades pero también a cómo fue que, desde estos diversos ámbitos en los que me relacioné con niños, Dios me fue conduciendo, poco a poco, de regreso a El.

En torno a esto, recuerdo que hace un par de días mencionaba, que dentro de mi proceso de conversión hubo una ocasión en que, mirando una fotografía de cuando tenía 13 o 14 años, me decía a mi misma que deseaba volver a ser esa niña; hoy, luego de tantos, tantísimos años como han transcurrido desde entonces, puedo asegurar que puedo mirar el mundo y en él a la vida con aquella misma mirada.

Pero es posible "Volver a ser como niños..."? Entiendo que la frase puede sonar melosa a más de uno, entiendo que cuando se nos incentiva a retonar a aquél estado, muchos se sientan ridículos o subestimados, es normal, pero lo que no es normal es que nos cerremos en la idea de que es ridículo sino además imposible, porque no lo es, porque el camino de conversión es, desde mi experiencia -y en la de más de uno, supongo-, un desandar el camino de la complejidad de la vida adulta.

Y para resaltar el hecho les informo que, en este desandar que ha sido mi vida, conseguí una brújula/termómetro super-hiper-mega eficaz, que no deja lugar a la menor duda y que utilicé para verificar si iba en la dirección correcta y cuánto iba penetrando en el camino de la recuperación de mi capacidad de asombro y ha sido ésta brújula/termómetro la oración del Padrenuestro.

Cada vez que lo rezaba, me decía a mi misma: -"Cuando pueda decir el Padrenuestro completo, sin que en alguna frase me frene o provoque incertidumbre de ningún tipo, cuando la pueda decir con plena soltura, sabré que Dios ha vuelto a ser mi Padre y yo su hija, su pequeña niña".

Así sucedió.

Y es que por favor, díganme quién no ha tenido heridas suficientemente profundas para que se le dificulte tener la confianza y seguridad para llamar Padre a Dios, con la espontánea naturalidad, el cariño y respeto con que un niño que se sabe amado llama a su padre? Yo no, claramente, y creo que serían muy pocos los que podrían; en fin, que luego de muchos años, de mucha historia, volví a saberme amada, amparada, protegida y preservada de todo mal por mi Padre, mi Padre Dios.

Por eso es que hoy me ha conmovido la nota de Monseñor Munilla, me han conmovido las frases de los niños que cita allí y que le llegaron en el power point, me conmueve que todavía haya gente como yo que se asombra con estas pequeñeces y que lejos de quedarse en el sentimentalismo, nos sirva para recogernos dentro de nosotros mismos y darnos cuenta que nuestra historia personal, la gracia divina, nuestra libertad y voluntad en colaboración con ella, logran recuperar para nosotros invaluables tesoros como es el de nuestra capacidad de asombro.

Pues bien, para no alargarme más (y para que comprueben que en esta vida -si uno ha perdido un poco del temor al ridículo- es capaz ir de asombro en asombro) justo después de leer a Monseñor Munilla, entré al facebook y un nuevo contacto, el señor Lorenzo Carvallo, había colocado este hermoso video que les dejo aquí.

A ver si consiguen atar cabos, saltar de asombro en asombro y, si lo logran, por favor, no se molesten en salir de el.



La coherencia de los sencillos:
“Querido Jesús: Ya no me he vuelto a sentir sola
desde que he descubierto que existes”. (Nora) -y yo-.

Tomado del artículo de Monseñor Munilla.

21 de octubre de 2009

Heridas que van sanando...

Uno se pone a considerar la herida tan profunda en la unidad de la Iglesia que significó la separación de Lutero, Zwinglio y Calvino, una herida que ha derivado en asoladores males para el Cuerpo de Cristo, pero considera por otro lado, que sin esas heridas, no tendríamos hoy la oportunidad de verlas sanar de forma tan admirable.
Acoger en el hogar a los hermanos que estaban lejos le hace a uno pensar en la alegría del padre en la parábola del hijo pródigo, y no porque nuestros hermanos anglicanos sean hijos pródigos, sino porque -simple y llanamente- estabámos privados de la alegría de su compañía y porque quizá ellos también nos extrañaban.
El Primado de la Traditional Anglican Communion (TAC), el Arzobispo John Hepwort, del grupo anglicano más significativo que había solicitado desde hace dos años integrarse a la comunión plena con la Iglesia, lo expresa mejor que yo: "Quiero primero declarar que éste es un acto de gran bondad de parte del Santo Padre. Él ha dedicado su pontificado a la causa de la unidad. Esto hace más que corresponder a los sueños que nos atrevimos a incluir en nuestra petición hace dos años. Esto hace más que corresponder a nuestras oraciones. En estos dos años, nos hemos hecho muy conscientes de las oraciones de nuestros amigos en la Iglesia Católica. Quizá sus oraciones se atrevieron a pedir más que las nuestras". "Quizá sus oraciones se atrevieron a pedir más que las nuestras..."
Es muy posible, Su Excelencia Reverendísima, que así haya sido, porque, si yo me he llegado a sentir como mutilada por nuestras divisiones, cómo no habránse sentido aquellos quienes desde sus puestos en el Vaticano oran y laboran cada día por la unidad de los cristianos?
Ellos saben muchísimo mejor que yo de estas heridas y las dificultades para sanarlas, por supuesto que si, de tal manera que si esta sencilla y solitaria católica se siente jubilosa por gozar nuevamente de su compañía, cómo no habrán de sentirse ellos y con ellos todo el Cuerpo de la Iglesia pero sobre todo nuestra Cabeza, el mismo Cristo?
¡Te Deum laudamus! por la hora en que han emprendido el retorno a casa y bendita la hora en que las autoridades vinculadas con su retorno se han dispuesto a acogerlos.
Las heridas van sanando y digo yo, que si no fuera porque en nuestro amado Pontífice, nosotros y ustedes ahora, reconocen la autoridad de Pedro y en él la acción de la guía del Espíritu, que si no fuera porque nos une una misma fe y un mismo Espíritu, no tendríamos oportunidad de verlas sanar ante nuestros propios ojos, tal cual las debe de haber sanado Cristo con sus propias manos ante la mirada de todos.
Y pues bien, para finalizar, decir que me alegro particularmente porque con su llegada no solo llega sangre nueva a la Iglesia, sino que con esta sangre que se ha mantenido fiel a ancestrales tradiciones, se nos inyecta -en este momento en que tanto lo necesitamos- amor en la práctica de ellas, especialmente, en lo referente a la Sagrada Liturgia.
Por eso, no me cansaré de regocijarme y unirme al coro de los ángeles y los santos que junto a la Iglesia terrenal alaban y cantan: ¡Te Deum laudamus!
Te Deum laudámus: te Dóminum confitémur. Te ætérnum Patrem, omnis terra venerátur.
Tibi omnes ángeli, tibi cæli, et univérsæ potestátes.
Tibi chérubim et séraphim incessábili voce proclámant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.
...

19 de octubre de 2009

Salvifici Doloris

Números 1 al 13

El sufrimiento –penetrado por el espíritu de sacrificio de Cristo- es el mediador insustituible y autor de los bienes indispensables para la salvación del mundo “Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros…” Colosenses 1, 24 La alegría deriva del descubrimientodel sentido del sufrimiento… El sufrimiento… es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido “destinado” a superarse a sí mismo y de manera misteriosa es llamado a hacerlo. El hombre, en su sufrimiento, es un misterio intangible… … y exige que en torno a él se hagan preguntas de fondo y se busquen respuestas… El sufrimiento es algo todavía más amplio que una enfermedad y más complejo… Se puede decir que el hombre sufre cuando experimenta cualquier mal… y ¿Qué es el mal? El mal es… cierta falta, (limitación) o distorsión del bien Aunque el mundo del sufrimiento exista en la dispersión …contiene en sí un singular desafío a la comunión y solidaridad; y sin embargo, solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre… y se pregunta… ¿por qué? y sufre de una manera humanamente aún más profunda, si no encuentra una respuesta satisfactoria… El hombre puede dirigir la pregunta a Dios… Dios espera la pregunta y la escucha… Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está unido a la culpa…. no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo. El sufrimiento debe servir… para la reconstrucción del bien en el sujeto… Cristo nos hace entrar en el misterioy nos hace descubrir el “¿por qué?” en cuanto somos capaces de comprender la sublimidad del amor divino…

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El presente, es el trabajo final para el Curso Misterio de la Muerte, impartido por el Pbro. Jafet Peytrequin en la Carrera Teología para Seglares de la Universidad Católica Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente, San José, Costa Rica.

Originalmente fue elaborado por mi (Costa Rica) como una presentación en Power Point, más tarde musicalizado por Miserere mei Domine (España) y luego transferido a formato de video por Triniyajú (España); ambos, amigos católicos que he conocido en la Web.

Para verlo en pantalla completa, que es como mejor se aprecia el texto, se puede descargar pulsando AQUÍ

16 de octubre de 2009

La naturalidad de la Ley Natural

El ser humano es capaz de descubrir la ley que rige su naturaleza humana: la Ley Natural. La ley natural es ley de la razón, participación en la ley eterna, es ley de la persona, escrita por Dios en la naturaleza humana. Los principios de la ley natural se manifiestan en: la inclinación al bien,
a la conservación de la vida,
a la unión sexual y a la educación de la prole,
al conocimiento de la verdad conforme a la razón y la fe,
a la vida en sociedad. Apuntes del Curso Moral Fundamental Prof. Pbro. Jorque Pacheco, moralista
***
La mamá de Natalia le decía a Alicia, la organizadora del evento, que en algún momento en el pasado reciente, su hija había estado en contacto con una noticia o acontecimiento sobre el aborto en la que se mostraba la imagen del bebé Aído. La mamá narraba cómo a Natalia, de ocho años, le había impactado sobremanera el tamaño del bebé, a tal punto que se involucró profundamente en el tema del aborto que la condujo, inevitablemente a conocer – a tan corta edad- que existen mujeres que deciden arrancar de sus entrañas a un bebé “tan diminuto” y más aún, que existen gobernantes en países como España que piensan que eso está bien. La mamá comentaba cómo fue que juntas se habían dedicado durante meses a investigar sobre el aborto, habían estudiado, leído, consultado y finalmente redactado un discurso con el que Natalia participó en un concurso de oratoria en su escuela, el cual, por cierto, ganó.
Cuando llegó el momento, Natalia fue anunciada como primera intervención en el acto frente a la Embajada de España al cual fueron convocadas alrededor de ocho organizaciones costarricenses que luchan a favor de la vida desde diversos ámbitos con motivo de la Marcha del O-17. Natalia se acercó al megáfono y con la seguridad que da la experiencia lo tomó en su mano y empezó su oratoria. Su pequeño rostro moreno se transformó, ya no era una niña de ocho años, era una mujer –entiéndase bien, una hembra de la especie humana de género femenino-, hablando. En lo que decía se notaba cuánto se había involucrado intelectual y emocionalmente en el asunto, sus gestos, sus ademanes, el tono de sus voz y las palabras que eligió así lo confirmaban, a tal punto que no había llegado a la mitad de su discurso y ya a varios de nosotros se nos veía el rostro tenso, la garganta seca y los ojos conteniendo, no digamos llanto, era más que eso, era una especie de grito ahogado. Me llevé la mano a la boca, tal era la tensión y el asombro de verificar que en aquella pequeña niña, en ese instante –suyo, mío, nuestro y vuestro- la Ley Natural resplandecía en el esplendor de su verdad con una naturalidad pasmosa, escalofriante, seca, fuerte, firme y fría como una bofetada… Es Ley Natural que es ley de la razón, participación en la ley eterna, ley de la persona, escrita por Dios en la naturaleza humana. Natalia, ahí parada, hoy, nos dejó la certeza de su existencia y la esperanza que se nos entrega, el que una niña tan pequeña -una hembra tan joven de la especie humana-, reconozca su valor. Y digo yo, qué es lo natural que Natalia ha visto que muchos adultos han dejado de ver?¿Qué es? Es que digo, si la Ley Natural es ley eterna, si ha sido escrita por Dios en la naturaleza humana, si la Ley Natural es ley de la persona, si es ley de la razón… Razón, razón..., racional… (estas palabras se quedan resonando por unos segundos en mi mente). Si. ¡Si!.¡He ahí la cuestión!

He ahí lo que Natalia ve con tanta naturalidad y que no vemos: para Natalia es natural ser racional, he ahí la cuestión, esto es lo que ha pasado con los adultos: ¡han perdido la razón!.

¡Y, vaya, que si que la han perdido!.

Hoy, después de un día tan intenso con esto de la Marcha ante la Embajada, un día tan caluroso y ajetreado, que fue precedido de apasionantes lecturas y participación en tantos blogs y foros de la Web, de tantas pláticas con gente conocida, hoy viernes, cerré a las 5 PM, asqueada con una de las narraciones más brutales, sino la más brutal, que he escuchado de un crimen por un testigo presencial. No, y no fue la narración de un aborto, fue la narración que hizo uno de los trabajadores de la construcción de nuestro invernadero a todos los que estábamos ahí presentes y giró en torno a cómo se desarrollaron los acontecimientos que dieron fin a la vida de un extranjero hace muchos años en un lugar al frente de mi casa. El crimen se suscitó dentro de un baile por un grupo de hombres ebrios y problemáticos que no tienen, para desgracia suya, ni siquiera la culpa de ser así, pero que por ser como son, andan provocando -con su brutalidad- más miseria y muerte que una pandemia. ¡Pobres vidas miserables! –y yo pensando en Natalia-. ¡Pobres mentes enfermas! –y yo recordando a Natalia-. ¡Pobres hombres mediocres y pusilánimes que no movieron un dedo para evitar la muerte de aquél pobre muchacho! -y yo con Natalia en mente-. ¡Pobres criaturas imbecilizadas por las pasiones y el alcohol! -y yo, con la dulzura del rostro de Natalia en mis recuerdos-. ¡Pobres desgraciados!.

(¡Dios tenga misericordia de ellos!) Si, si, si… (suspiro) Y yo, pensando en Natalia, pensando –dentro del asco y la repugnancia que me dejó este último suceso del día- en que si, en Natalia todavía hay esperanza para el ser humano, todavía la hay.

"Les aseguro que si ustedes no cambian
o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos".
Mateo 18, 3
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre,
me recibe a mí mismo".
Mateo 18, 5
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Créditos
La fotografía de Natalia la tomé de las que fueron publicadas
en la Web por la organización http://www.dejamenacer.org/

9 de octubre de 2009

La Belleza es silencio y escucha

Poeta y prosista, una de las más conocidas escritoras brasileñas actuales, Adélia Prado, 71 años, habló sobre lenguaje poético y lenguaje religioso en Aparecida, São Paulo, en el festival musical y cultural «Vozes da Igreja» (Voces de la Iglesia). La escritora brasileña Adélia Prado defiende el esmero en las celebraciones litúrgicas y la belleza como una «necesidad vital» que debe permearlas, y afirma que «una misa es como un poema, no soporta ningún maquillaje». «La misa es la cosa más absurdamente poética que existe. Es siempre lo absolutamente nuevo. Es Cristo encarnándose, sufriendo su pasión, muriendo y resucitando. No tenemos que añadir nada a eso, y sólo eso», enfatiza. Según la poeta, «la palabra fue inventada para que cale. Sólo después de que se profundiza la gente escucha. La belleza de una celebración y de cualquier cosa, la belleza del arte, es puro silencio y pura escucha» «No encontramos nunca en nuestras iglesias el espacio de silencio. Estoy hablando de mi experiencia, quiera Dios que no sea esa la experiencia aquí --comentó--. Parece que hay un horror al vacío. No se puede parar un minuto». «No hay silencio. Y al no haber silencio, no hay escucha. No escucho la palabra porque no escucho el misterio », dijo. Según la escritora minera «muchos de nuestros métodos son un intento de domesticar lo que es inefable, lo que no puede ser domesticado, lo que es absolutamente otro». «Porque el asunto es tan indecible, su magnitud es tal, que no tengo palabras. Y no tener palabras ¿qué significa? Que existe algo inefable a lo que debo tratar con toda reverencia». ¿Qué celebra la liturgia --se preguntó--. El misterio. ¿Y qué misterio es ése? Es el misterio de una criatura que reverencia y se postra ante el Creador. Es el humano ante lo divino. No tiene que situar esa actitud al nivel de las cosas banales o comunes». «No es el hecho de pasar del latín a la lengua vernácula, en nuestro caso el portugués, no es eso. Sino que en ese paso hubo un abaratamiento. Abaratamos el lenguaje y el culto se empobreció en lo que es su propia naturaleza, la belleza». «Es justo el pueblo el que tiene más reverencia por lo sagrado y por el misterio», subrayó. Para Adélia Prado, «lenguaje religioso es lenguaje de la criatura que reconoce que es criatura, que Dios no es manipulable, y que dependo de él para mover la mano». APARECIDA, martes, 4 diciembre de 2007 (ZENIT.org).-

Belleza y Liturgia

De la conversión de Paul Claudel
"Así era el desgraciado muchacho que el 25 de diciembre de 1886 fue a Notre-Dame de París para asistir a los oficios de Navidad. Entonces empezaba a escribir y me parecía que en las ceremonias católicas, consideradas con un diletantismo superior, encontraría un estimulante apropiado y la materia para algunos ejercicios decadentes. Con esta disposición de ánimo, apretujado y empujado por la muchedumbre, asistía, con un placer mediocre, a la Misa mayor.
Después, como no tenía otra cosa que hacer, volví a las Vísperas. Los niños del coro vestidos de blanco y los alumnos del pequeño seminario de Saint-Nicholas-du-Cardonet que les acompañaban, estaban cantando lo que después supe que era el Magnificat. Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda, que después, todos los libros, todos los razonamientos, todos los avatares de mi agitada vida, no han podido sacudir mi fe, ni, a decir verdad, tocarla. De repente tuve el sentimiento desgarrador de la inocencia, de la eterna infancia de Dios, de una verdadera revelación inefable.
Al intentar, como he hecho muchas veces, reconstruir los minutos que siguieron a este instante extraordinario, encuentro los siguientes elementos que, sin embargo, formaban un único destello, una única arma, de la que la divina Providencia se servía para alcanzar y abrir finalmente el corazón de un pobre niño desesperado: “¡Qué feliz es la gente que cree! ¿Si fuera verdad? ¡Es verdad! ¡Dios existe, está ahí! ¡Es alguien, es un ser tan personal como yo! ¡Me ama! ¡Me llama!”. Las lágrimas y los sollozos acudieron a mí y el canto tan tierno del Adeste aumentaba mi emoción".

8 de octubre de 2009

La medicina de Dios

He venido siguiendo de cerca las directrices que a lo largo de los últimos años ha dirigido nuestro amado Pontífice a sacerdotes y laicos en torno a una de las prioridades de su Pontificado “hacer del encuentro personal con Jesucristo la razón fundamental de [la] propia existencia”. En términos generales y como corresponde a su investidura de Pastor ha señalado en la Audiencia general del miércoles 07 de octubre del 2009 que «Sólo desde la fidelidad a Cristo puede brotar la verdadera renovación eclesial» Citando a San Juan Leonardi, el santo sacerdote farmacéutico, Benedicto XVI añadía: "la renovación de la Iglesia debe llevarse a cabo por igual en los jefes y empleados, por arriba y por abajo; debe comenzar por quienes gobiernan para extenderse después a sus súbditos". Estas palabras han encontrado eco hoy en mi, particularmente, porque días atrás recibí en el buzón de correo la respuesta del Vicario de Pastoral Litúrgica de la Curia Metropolitana a mi consulta sobre las directrices del Arzobispado y de la Conferencia Episcopal de mi país sobre retomar el uso de ofrecer la comunión de rodillas y en la boca. Su respuesta, para ser fiel al mensaje que contiene, debo señalar que se resume en: “Si, pero no”. Estará de más describir mi asombro? No, no lo creo. Y no lo creo porque existen documentos del Magisterio y de la Sagrada Tradición que apoyan y aconsejan el uso de dicha costumbre hoy abandonada, y también porque el Santo Padre en su Magisterio ha sido claro en relación a que "Es necesario volver a empezar desde Cristo".[1] Pero, cómo volver a empezar desde Cristo si Cristo para muchos es hoy –sin temor a exagerar- una directriz administrativa antes que un acontecimiento? Cómo empezar desde Cristo si para muchos el Hijo del Dios Altísimo en el Banquete de la Eucaristía no es sino el acompañamiento de un menú cuyo plato fuerte es la reunión social y la charanga? Cómo empezar desde Cristo, si Cristo hoy es para muchos sacerdotes el recurso para atraer a los fieles hacia su muy particular forma de interpretar la doctrina? Cómo empezar de Cristo si no es Cristo (ni la Liturgia) fuente ni culmen en sus vidas (y hasta colocan obstáculos para que continue siéndolo en las nuestras)? El Papa, citando a San Juan Leonardi, añade: "la renovación de la Iglesia debe llevarse a cabo por igual en los jefes y empleados, por arriba y por abajo; debe comenzar por quienes gobiernan para extenderse después a sus súbditos". Y, cómo empezar por Cristo si quienes gobiernan han ido, paulatinamente, conformándonos a su mentalidad centrada en sus personas, gustos e intereses particulares en lugar de ser -en fidelidad a Cristo y a su Iglesia- guía y compañía en nuestra configuración a Cristo? Me dirán que un dejo de desencanto y frustración se descubre entrelíneas en mi texto, y tendrán razón, y la tienen porque después de varias semanas haciendo consultas en diferentes instancias del clero diocesano en mi país, la respuesta unánime ha sido: “Si, pero no. Si, sabemos lo que dice el Magisterio; si, sabemos lo que pretende el Santo Padre; si, sabemos lo que dice la Sagrada Tradición, pero…; pero, en nuestra diócesis hacemos la cosas diferente”. Claro, ante esta realidad y calidad de respuesta me da por preguntarme, y con toda la razón, acerca de cómo es posible que nuestros Obispos hayan caído en tal desidia, por no llevar la expresión hasta el extremo de llamarla desconfianza o peor aún, desobediencia? Qué clase de formación recibieron que les hace considerar que sobre la doctrina están autorizados a colocar su muy particulares razones pastorales? Desconocen o a sabiendas ignoran que sobre las normas particulares de las diócesis existe una ley universal que las supera? Qué sucede con nuestros Obispos y sacerdotes? Será que realmente han perdido de vista a Cristo? Será posible que hayan descuidado hasta tal punto su relación con él, en la oración personal y Litúrgica? Será posible que no vislumbran el atentado a la unidad de los bautizados que infringe su actitud? Ahora entiendo por qué descubro cada día católicos que, ante la incertidumbre y desconfianza que suscita la indefinición de criterio de nuestros pastores, han encauzado su fidelidad al Papa y a la Iglesia hacia la seguridad que les ofrece nuestra amada Madre María Santísima, la canalizan también hacia –lo que me parece poco saludable- achacar lo que se les hace incomprensible a la influencia de Satanás entre los hombres; otros, que no hallando del todo razones, achacan la causa de estos sucesos al Final de los Tiempos y viven su vida de fe injustamente sometidos a la zozobra y el resquemor. Y, por último, están los otros que, analizando los acontecimientos a la luz de Cristo, no desean ni procuran otra cosa que mantener fija su mirada en El, confiar y esperar, orar y actuar desde los ámbitos de su vida diaria, son éstos los que suscitan entre los hombres, tal y como el Papa propone y según San Juan Leonardi sugiere que: "Es necesario volver a empezar desde Cristo", lo que constituye indefectiblemente –como bien señala nuestro amado santo farmacéutico: "la medicina de Dios”. Su Santidad destacó en este día, que "la figura luminosa de este santo invita a los sacerdotes en primer lugar, y a todos los cristianos a tender constantemente a la santidad”. Porque, “Sólo desde la fidelidad a Cristo puede brotar la verdadera renovación eclesial. Sólo los santos [ ] que se dejan guiar por el Espíritu divino, [ ] renuevan a la Iglesia y contribuyen de manera decisiva a construir un mundo mejor”.[2]
Y por eso me pregunto: ¿qué estamos esperando -estimadísimos Obispos y sacerdotes- para "volver a empezar desde Cristo", qué esperamos para tomar confiados y obedientes "la medicina de Dios"?
-------------------------------- [1] http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=4447 [2] Ibidem

5 de octubre de 2009

Prioridades del Pontificado de Benedicto XVI


El Cardenal Angelo Bagnasco, Arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, durante la Asamblea Plenaria del episcopado europeo que está realizándose en estos días en París, pronunció un interesante discurso que ofrecemos ahora en nuestra traducción al español.

***

Ofrezco a continuación lo que dentro de su Discurso el Cardenal destaca como las prioridades del Pontificado de Benedicto XVI.

Habla de que se advierte desde el segundo año de su pontificado, y que se ha ido acentuando, una representación mediática reduccionista que infravalora al Papa como testigo y predicador del Evangelio y sobredimensiona al Papa intelectual y político, enfatizando en intervenciones suyas potencialmente conflictivas, descuidando los temas de fondo que son los que revelan sus prioridades.

El Cardenal Bagnasco literalmente señala: “Estas bien conocidas prioridades pueden ser brevemente recordadas. (la numeración es mía)

1. La primera está representada por Dios mismo, por la relación con Él y por la fe en Él a través del Señor Jesucristo que nos lo ha revelado.
a. En esta perspectiva, se puede hablar también de una prioridad “cristológica”, manifestada particularmente en el libro “Jesús de Nazaret” que lleva a Benedicto XVI a reafirmar con fuerza que Jesucristo es el camino a Dios Padre, nuestro único Salvador, la verdadera sustancia de la fe cristiana.

2. La Iglesia debe hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios.

a. Esta misión se realiza sobre todo a través de la oración, personal y litúrgica,
b. y requiere preocuparse por la unidad de los creyentes: la oración y la unidad de los creyentes son ulteriores prioridades del actual pontificado que implican a todos, cada uno según la propia responsabilidad.

3. Una última prioridad que parece oportuno recordar aquí concierne a la clarificación de un auténtico concepto de libertad, necesario para la vida de la persona y para el bien de la sociedad.

a. Al respecto, Benedicto XVI, rechazando toda ética y concepción referibles a lo que ha definido como “dictadura del relativismo”, subraya que la libertad de la persona es relacional por naturaleza y no puede excluir la responsabilidad hacia el otro. La libertad es tal, se puede observar, sólo en relación con el valor inalienable de cada vida, de la paz, de la justicia, de la solidaridad y de todos los bienes humanos fundamentales, a cuyo aprecio y respeto debe ser educada.

Si se ignora o descuida este cuadro de prioridades en el cual se colocan las diversas intervenciones del Pontífice, es difícil evitar representaciones parciales y engañosas, críticas ideológicas y preconcebidas, lecturas dirigidas a hacer decir al Papa aquello que con toda evidencia él no dice, hasta alimentar incluso formas de ostracismo extrañas a la dialéctica democrática.

En este tipo de derivas mediáticas se incluyen algunas polémicas recientes, como por ejemplo las que siguieron al célebre discurso de Ratisbona, al Motu Proprio que permite el uso de la liturgia preconciliar, a la remisión de la excomunión a los cuatro obispos lefebvristas, a las aclaraciones acerca de la naturaleza del diálogo interreligioso, o a las consideraciones sobre los límites del uso de preservativos realizadas durante el viaje a África.

En todos estos casos, una representación correcta habría permitido superar los malos entendidos y aclarar el alcance efectivo de intervenciones que, lejos de justificar algunas ásperas críticas que se registraron, en realidad desarrollan coherentemente algunas directrices del pontificado y las prioridades antes expuestas.

Tomado de: La Buhardilla de Jerónimo
Fuente: Papa Ratzinger Blog

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Ahora bien, mi pregunta para ustedes es: ¿Teníamos claro los católicos hasta este momento las prioridades del Pontífice? Existe algo que desde su apostolado o carisma pueda hacer para apoyarlas y divulgarlas? Está dispuesto a hacerlo?

Pueden dejar sus respuestas como comentarios, se les agradecerá.

(He de admitir que el recurso de hacer preguntas lo he tomado de María Lourdes Quinn en InfoCatólica, con esto deseo no solo darle el crédito que se merece sino de alguna manera disculparme por mi falta de originalidad. Gracias.)

Y que sea…. ¡A Dios toda la Gloria!

4 de octubre de 2009

Me uno al gesto de repudio

InfoCatólica, un sitio web español que alberga diversos blogs católicos ha sido víctima de un ataque de un hacker la madrugada de este domingo. Nuestro amigo Miserere mei domine, propietario del blog Misterio Cristiano, ha repudiado públicamente este ataque, por lo que mi blog novato se une a su repudio. No es posible que personas que disienten con la Iglesia, sus representantes o sus fieles seguidores, no sean capaces de utilizar sus cualidades humanas para controlar las pasiones que les conducen a infringir este tipo de daños materiales. Invocamos a Dios Todopoderoso para que nos capacite -tanto en el aspecto espiritual, como en el material- con lo necesario para hacer frente y sobrellevar este tipo de intrusiones y amenazas. Agradezco a Miserere mei domine su gesto porque esto es ante todo, un momento que exige de nosotros solidaridad. Y que sea... ¡A Dios toda la Gloria!

Una visión antropológica

He llegado a la conclusión de que los principales motivos para la división entre seres humanos son de índole antropológica, que se ven impregnados por los aspectos de índole psíquico de las historias personales de individuos o comunidades. Las famosas diferencias que vemos los católicos con los no-creyentes u otros cristianos tienen esa misma causa: la manera de vernos todos y cada uno, ante Dios, la Creación y nuestros semejantes. Y, según sea la magnitud y profundidad de las heridas emocionales de cada uno, esa visión antropológica toma un matiz diferente en cada individuo. De tal manera, que por eso es aventurado juzgarnos entre nosotros mediante etiquetas como ateos o creyentes, negros o blancos, ricos o pobres. Es un error garrafal, arriesgado y hasta peligroso para la convivencia humana. Cuando se mencionan términos como antropología, la mayor parte de la gente, no sabe bien a qué se refiere el término y por pereza o mero desinterés le re-huye y con ello, a la posibilidad de que éste le aporte una mejor comprensión de sí mismo y del mundo. Por eso me gusta aterrizar estos términos cuando me dirijo a las personas, porque visión antropológica no quiere decir otra cosa sino lo que mencioné arriba: la forma en que nos concebimos ante Dios, la Creación y nuestros semejantes. Como católica, mi visión antropológica, se fundamenta en el conocimiento que me ofrece el mensaje teológico del Génesis el cual me revela el origen y la finalidad de mi existencia. Lo que ocurra o elija hacer con mi vida entre estos dos momentos estará matizado por ese conocimiento. Para dar un ejemplo, si yo creo -por la Palabra de Dios que así me lo revela-, que tuve mi origen en “un pensamiento de amor de Dios” y que mi meta es “ser uno en Cristo con El”, el tiempo en el cual transcurra mi vida, se verá impregnado del conocimiento que deriva de este acto de fe razonado, de esta convicción. Lo grandioso de poseer y tener clara la propia visión antropológica es que le sitúa a uno en posición igual de clara ante los semejantes y sus particulares visiones antropológicas del mundo, de esta manera es más sencillo tolerar, confiar y esperar, en fin, de ser un mejor ser humano. Voy a otro ejemplo: la manera en que cada uno enfrenta la vida y en ella la muerte. Para un cristiano de firme convicción la vida es un camino, un proceso de configuración a Cristo en el que puede hacer bien poco, ya que sin el auxilio divino, sus esfuerzos no alcanzarían para mayores avances en la plenificación de su humanidad. Para una persona que prescinda de la referencia divina, la vida es un camino que ha de vivirse intensamente porque termina con la muerte, en vivir la vida pone su vida. Dos casos que ilustran lo que menciono son el de la vida de Mercedes Sosa y otro el de Tony Folley (ver datos sobre sus vidas en los enlaces adjuntos al final) Tratando de distinguir en ellos sus diferentes visiones antropológicas puede uno hallar más de un volado para echar en el saco, como por ejemplo, cómo se han situado ambos ante la vida en ella ante la enfermedad y la muerte. Veamos: Mercedes vivió una vida intensamente vivida, no se si es solo apreciación mía –debido a que no conozco de ella más que lo que encuentra uno por lo regular en los medios de comunicación- pero su vida transcurrió entre luchas y avatares que enfrentó echándoles el cuerpo con su talento y tenacidad, de la misma manera enfrentó su enfermedad y su muerte. En eso se le fue la vida y nadie puede decir que no fue una vida bien vivida. Sobre Tony Folley tampoco puedo decir que le conozco a profundidad pero se de el lo que su relato sobre su enfermedad y la manera en que enfrenta la muerte me comunican. Y tampoco nadie puede decir que su manera de enfrentarlos no es vivir la vida como se debe. Mercedes vivió intensamente habiendo colocado como centro de su existencia “la confianza en la balanza de su parecer”; Tony la vive colocando como centro de su existencia su relación con la Liturgia terrenal. La vida para Mercedes acababa con la muerte, Zamba para no morir expone de ella su convicción; la vida para Tony no acaba con la muerte, la muerte es solo un paso sobre el que ruega no hacer drama, tal y como concluye su artículo. Que esta comparación no suscite malos entendidos es mi interés, porque no se trata de juzgar sino de evaluar visiones antropológicas y con ello situarse uno mismo ante la propia, discernir cuál de las dos responde a sus más íntimas interrogantes y otorga la consistencia que se busca para hacer del propio camino, uno que lo conduzca hacia donde pretende llegar o se sabe llamado. Tanto Mercedes como Tony han transitado el camino que eligieron, la vida de Mercedes terminó hoy y la de Tony concluirá en algunos meses, sino es que ya terminó; ambos –es innegable- han transitado por ella con la mayor convicción, honradez y sinceridad, por lo mismo, es del contraste de sus respectivas concepciones acerca de su origen y de su meta que estamos llamados a adquirir una enseñanza. Este es el motivo de esta reflexión que espero logre aportar algo a quienes anden en búsqueda de la comprensión de si mismos. Y que sea... ¡A Dios toda la Gloria!

(ya va siendo hora que de que utilice a manera de firma el título de mi blog)

----------------------------- Nota: La biografía de Mercedes, aunque parezca mentira, la más completa la hallé en Wikipedia, de Tony pueden leer su artículo publicado por el Blog La Buhardilla de Jerónimo este sábado. De ambos sitios les dejo aquí los enlaces: Mercedes Sosa http://es.wikipedia.org/wiki/Mercedes_Sosa Tony Folley http://la-buhardilla-de-jeronimo.blogspot.com/2009/10/de-la-liturgia-terrena-la-liturgia.html

3 de octubre de 2009

Nadie quiere dormirse aquí (pero es hora, por favor, evitar el drama)

Soy católica, como ya todos saben, pero hubo una etapa en mi vida que solo lo fui de nombre, en esta etapa, cumplió un papel importante, la voz, la vida y las canciones de Mercedes Sosa.
Como católica, considero como muchos que "la vida es un libro útil para aquél que puede entender", pero además creo en algo no menos importante, en que la vida está salvaguardada por la Divina Providencia, y porque creo en ello es que pude reconciliarme con mi pasado, y reconciliarme significó reconocer que todos aquellos grandes acontecimientos o los pequeños detalles que dieron forma a la mujer que fui, como la música –por ejemplo-, fueron necesarios para dar forma a la mujer que soy.
Pues bien, Mercedes con su potencia, su fortaleza y amplitud marcaron una huella en mi vida, y porque agradecida estoy de lo que viví, agradecer a ella hoy quiero, y hoy, porque hoy, me he enterado que está pronta a dormir… y, “nadie quiere dormirse aquí...” [1]

Nadie quiere, Mercedes, nadie quiere. Unos porque no ven nada más allá de la muerte, otros porque no tienen esperanza y otros porque no desean que se acabe la fiesta. Y tampoco nadie quiere ver partir a ninguno, no vayan a sentirse solos, pero no están solos, tu no estás sola, mujer de sangre y fuego... y, por lo mismo,"nada me abruma ni me impide en este día que te quiera..." y dejártelo saber.

Zamba para no morir

Al día de hoy, sábado 03 de octubre del año 2009, la Negra está grave, los médicos anuncian “Mercedes Sosa se encuentra en estado de shock farmacológico”. El último parte médico informa que el "pronóstico es reservado".[1] Pues bien, antes de que te vayas, Negra de acero y vendabal, yo, que soy de las que creo que no cae un cabello de nuestra cabeza sin que nuestro Creador se entere; yo, que te escuché cantar frente a mis narices; yo, que vi revuelta mi existencia por tu voz y tus canciones, te digo “vete, Negra, vete, vete en paz. Estás lista, que nada te turbe, que nada te espante, vete en paz, que ya has hecho lo tuyo, has dejado la tierra impregnada del poder del fuego de tu corazón y de tu sangre. Yo, que creo en la vida después de la muerte, te digo, vete en paz".

Los biógrafos de Mercedes mencionan que “su registro vocal es de más de dos octavas y que su punto fuerte es la potencia con que afronta los graves” y no se equivocan, Mercedes vivió dentro de ese rango amplísimo, con esa potencia afrontó las tempestades, que no fueron pocas, ni leves. Hoy, en este día, me dejo venir hasta aquí para no más decirle a esta mujer arrolladora que no ha de morir, vivirá, ya vive entre nosotros.

Himno de mi corazón>
Nadie quiere dormirse aquí (pero es hora, por favor, evitar el drama [3]).
Que Dios Padre Todopoderoso, conforte su cuerpo y su alma y la conduzca plácidamente por el camino de la Misericordia hasta su Presencia, por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén. ---------------------------------- [1] Cantora, Himno de mi corazón. 2] http://noticiasmercedessosa.blogspot.com/

"...solo en relación con Él"

“Sólo saliendo de nosotros mismos y yendo hacia Cristo
—ha subrayado Benedicto XVI—,
sólo en la relación con Él
podemos llegar a estar realmente unidos entre nosotros”.
Mucho podríamos hablar sobre la unidad de los cristianos, pero es mucho más importante –un imperativo, diría yo- hablar de la unión que cada uno de nosotros desarrolla con Cristo.
Por qué? Porque de esa unión surgen todas las demás posibilidades de unión: la de la familia, la de los compañeros de trabajo, del barrio, de los grupos apostólicos, de las comunidades virtuales como ésta... Sólo en nuestra unión a Cristo, hay posibilidad de unidad y solo en Cristo, es posible la de los cristianos.
Y, es que me pregunto, no son también cristianos, por razón del Bautismo, los ateos, agnósticos, budistas, wiccanos y satanistas, etc.? No están incorporados también –de manera parcial e imperfecta por razón de su rechazo- a Cristo y a la Iglesia? Pues claro que si, aunque renieguen de él, los efectos del Bautismo en el alma no son algo de lo que se pueda prescindir mediante una apostasía. Según la doctrina del Bautismo, todos ellos son cristianos, cristianos renegados... pero cristianos al fin, cristianos a los que también estamos llamados a acoger, aún en nuestras diferencias.
La labor de acogida y donación es ardua con todos los que se encuentren fuera del cristianismo por elección, pero también lo es entre aquellos de nosotros –los cristianos- que no alimentamos una íntima, firme y perseverante relación con Cristo.
De tal manera que, si deseamos ver cambios importantes en las relaciones humanas, por ella debemos empezar.

Las «Exclamaciones del alma a Dios»

Capítulo 3
1. Considerando la gloria que tenéis, Dios mío, aparejada a los que perseveran en hacer vuestra voluntad, y con cuántos trabajos y dolores la ganó vuestro Hijo, y cuán mal lo teníamos merecido, y lo mucho que merece que no se desagradezca la grandeza de amor que tan costosamente nos ha enseñado a amar, se ha afligido mi alma en gran manera. ¿Cómo es posible, Señor se olvide todo esto y que tan olvidados estén los mortales de Vos cuando os ofenden? ¡Oh Redentor mío, y cuán olvidados se olvidan de sí! ¡Y que sea tan grande vuestra bondad, que entonces os acordéis Vos de nosotros, y que habiendo caído por heriros a Vos de golpe mortal, olvidado de esto nos tornéis a dar la mano y despertéis de frenesí tan incurable, para que procuremos y os pidamos salud! ¡Bendito sea tal Señor, bendita tan gran misericordia, y alabado sea por siempre por tan piadosa piedad!
Teresa de Ávila

1 de octubre de 2009

¡Los frijoles del milagro!

Qué vergüenza!. El solo haberme atrevido a titular de esta manera esta nota me hace sentir avergonzada y esto porque no soy de las que normalmente se atreverían a llamar tan irreverentemente milagrosos a unos frijoles pero es que, honestamente, no supe qué mejor título ponerle y les voy a contar por qué.
Recuerdan que mencioné que el domingo estaba muy emocionada por ir a la misa para comulgar por primera vez de rodillas y en la boca?Pues si, tiene que ver con esto el relato de los frijoles del milagro.
Resulta que en la dieta tica los frijoles son fundamentales, a mi misma no me gustan mucho, pero a papá si y una vez por semana los pongo en agua por 24 horas y al día siguiente los cocino en la olla de presión por 20 minutos no más.
El domingo, descubrí que había dejado los frijoles desde el viernes en agua y que estaban a punto de germinar, así que me apresuré en la mañana, antes de misa, para ponerlos a cocer como de costumbre. Los puse a las 9:55am a fuego medio y me fui a duchar para salir luego corriendo a meterme al carro porque se me hacía tarde para la misa.
De regreso de misa, a las 12:30 pm -más de dos horas después- venía de camino para la casa y en eso recordé que había dejado los frijoles cociendo a fuego medio y que solo necesitaba dejarlos por 20 minutos antes de que se deshicieran o se quemaran. Detuve el carro y con el celular llamé a mi hermana que vive al lado y quien muy asustada me dijo que iría a revisarlos.
Cuando llegué a casa, resignada a botar los frijoles a la basura, me encuentro con que ni se quemaron, ni se pegaron, ni les faltó agua, y se cocieron de la forma más tierna y deliciosa que jamás he podido hacerlo.
Le conté hoy martes a la señora que me asiste -y que por mucho tiempo cocinó para nosotros cuando yo trabajaba fuera de casa- y se quedó con los ojos cuadrados, dijo:  
-“Era para que se quemaran. ¿Más de dos horas a fuego medio y no se quemaron?”. 
-“Ajá". Asentí.
- "Y vea", señalé, "vea qué ricos quedaron los frijoles milagrosos”.
Ahí fue cuando afirmó de manera rotunda: -“Usted se fue para misa y el Señor se quedó aquí vigilándole los frijoles”.
Claro que si. Por supuesto que fue así.
Son o no son los esos los frijoles del milagro?

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