8 de abril de 2011

El post del sombrerito

El post del sombrerito dice así:

“Ya he enviado 4 sombreros saturnos o “sombreros teja” o capelli romani para distintos padrecitos en Costa Rica que ¡me los han pedido! ¿Será que vuelve la cultura del sombrero clerical a nuestra bella tierra?”

Quien lo posteó en facebook es un sacerdote costarricense muy querido que estudia en Roma y creo que lo hizo sospechando que generaría una discusión interesante pero más que eso, que probaría -entre otros- que los fieles necesitamos ver a los sacerdotes en sotana o clerman.

Para darles una idea he recopilado de entre los más de 115 comentarios  aquellos que mejor describen la tónica de la discusión:

Sacerdote: Antes muerto que ponerme una cosa de esas o una sotana!

Laico: [ ] el hábito no hace al monje pero definitivamente hace falta ver más sacerdotes “uniformados” en nuestras calles, en nuestros barrios, en las ciudades, tal vez no tanto como con sotana pero al menos con su cuello clerical, la verdad a veces ve uno cada “caso” que más parecen agricultores que van cosechar papas o cebollas que sacerdotes (hago la aclaración que no tengo nada contra los agricultores)

Sacerdote: "[ ] estos espacios de diversidades me gustan porque respeto a los que se ponen esos sombreros, a los que usan gorra, boina y a los que no usan nada!!!! No creo que nadie tenga la última o mejor verdad en eso, pues no estamos hablando de cosas de fe, sino de modas sacerdotales.

Laico: Ji, Ji, Retrocediendo el reloj, los fariseos peleaban por chuicas y chonetes y, el pueblo? No creo que el Cura de ars, Casaldaliga y Romero anduvieran buscando bonetes y roquetes.

Sacerdote: Hermano a ver si me envías uno, gracias. Dios te bendiga.

Laico: Hay pero no hay como ver a los sacerdotes con sotana, me encanta inspiran confianza y respeto ya se que el hábito no hace al monje pero definitivamente es otra cosa!!

Sacerdote: Interesante esta discusión, puede dar para todo, pero que sea más para conocer y amar las fuentes y la riqueza de nuestra amada Iglesia. Todo en la justa medida, sin ir a los extremos. Los sentidos hay que ayudarlos a percibir por medio de los signos y símbolos, sin romper la armonía de los mismos ni vaciarlos en elementos meramente externos. Lo fundamental es la fuerza de lo que se cree y el modo como se vive. El respeto a la sensibilidad del pueblo de Dios ya es un acierto.

Laico: Ya que casi todos se fueron por la vestimenta de los curas, yo no soy tan exigente de que siempre anden con el cuello, pero si al menos cuando la ocasión lo amerita. Hay cada padrecito tan fachoso que se para el sol a verlos, por lo menos usar camisas y pantalones formales, no aparecerse a celebrar la misa todos despechugados, con jeans, tenis, y alba toda abierta y picapollos.

Sacerdote: Bendiciones P. Sixto. Saludos a la distancia, me interesaría conseguir uno pero dará tiempo para semana santa y cuanto costaría? Por favor, contestarme al correo.

Para finalizar este extracto de la discusión cito una de las intervenciones del sacerdote posteador, dice así:

“Bienaventurados los pobres en el espíritu!!! Conozco a muchos hermanos sacerdotes-hasta con pena lo digo- que en la vida se han puesto un cuello clerical o una sotana y de austeridad no conocen ni el significado y si es por la falacia que esas vestiduras alejan a la gente del Cura, basta leer los comentarios de nuestros hermanos laicos que han participado en esta “polémica": ergo!!! No existe tal lejanía, por el contrario".

Y, para cerrar con broche de oro, lo que queda sería asegurarse que varios sacerdotes  (y laicos) lean el post de Eleuterio sobre la serie del Padre Iraburu acerca del Hábito y el clerman del cual extraigo la cita con la que concluyo:

“Conozco el proverbio que dice: ‘el hábito no hace el monje’. Pues bien, yo sostengo que es el hábito el que hace al monje. El hábito es, en efecto, para el monje y para los demás, el signo, el símbolo perpetuo de su separación, el símbolo de que no es un hombre como todos los demás… ‘Este hábito es una fuerza… es la fuerza del dominio de un amo que no suelta nunca a su esclavo. Y nuestra finalidad es arrancarle su presa. ‘Cuando el hombre haya abandonado este uniforme de la milicia en la que está alistado, encontrará la libertad de ser su propio amo; no tendrá ya una Regla que le oprima todo el tiempo, toda su vida; no sentirá ya la presencia de un superior al que tiene que pedir órdenes… ya no será el hombre de una Congregación, se convertirá tarde o temprano en el hombre de la familia, el hombre de la ciudad, el hombre de la humanidad. ‘Será necesario que el religioso secularizado se dedique a ganar su vida como todo el mundo. No pidamos más, así será libre. «Quizás durante algún tiempo permanecerá fiel a sus ideas religiosas. No nos preocupemos, dejémosle laicizarse él mismo solo; la vida le ayudará’” Ferdinan Buisso, diputado francés, Cámara de Diputados francesa, 4 de marzo de 1904.

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