31 de agosto de 2010

Me gustaría ser cura


¡Alto!

Antes de escandalizarse, por favor, concluyan la lectura.

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Algo de lo que más profundamente me conmueve en esta vida es la vida que llevan los sacerdotes, en algunas cosas, pocas en realidad, sus vidas se parecen a la que llevo, como por ejemplo: el que vivo en castidad, que sin haber llegado a considerar ser virgen consagrada (porque no es esa mi vocación) -como ellos- me he ofrecido para que el Señor haga conmigo lo que quiera; vivo sola como ellos, cuido de los ancianos y enfermos (mi padre, espero que eso cuente), mucha gente cercana espera de mi un comportamiento intachable (lo cual la mayor parte del tiempo escasea), otra mucha espera que les atienda en sus necesidades emocionales y espirituales y, otro tanto -no sospecha- sino asegura, que me sobra el tiempo, cosa que ni en un cura ni en mi es cierta.

Esto, por mencionar algunas cosas que tenemos en común los curas y yo; sin embargo, con todo y lo que juzgo somos semejantes (no es verdad quiera ser cura, porque conozco bien -como mujer católica y soltera- mi lugar en el mundo) no nos parecemos tanto y es porque observo en ellos un halito de Misterio que es el que me conmueve, admiro y se me hace envidiable.

Leí hace poco en alguna parte que el cristianismo se “contagia” por envidia, me hizo tal gracia la frase que no la he olvidado y la recordé justo escribiendo esta nota. La traigo a colación ya que si, me parece que esas mujeres que –efectivamente- quisieran ser curas, lo que le pasa es que son unas envidiosas pero envidiosas con “envidia de la mala” en contraposición a lo que la gente suele llamar “envidia de la buena” y que es la que me suscitan los curas. Por supuesto, no creo que exista tal cosa como envidia buena o mala, pero ustedes saben, así se entiende la gente y por lo mismo espero haberme dado a entender: tengo “envidia de la buena” hacia ese halito de Misterio de los curas.

Pues bien, con mi “envidia buena” he observado en ellos algo que no estoy muy segura podré hacerles notar pero lo intentaré.

Uno observa al Papa, por ejemplo, que para mi es como un alcázar: sólido, inexpugnable, proporcionado, estratégicamente fundado y escrupulosamente pensado; veo este alcázar y lo que veo es a un hombre que ya no está exactamente entre los hombres como cuando era Cardenal. Está pero no está, pisa firme, habla, reza, llora, se enfada, viaja, abraza, come, consagra, escribe, pero nada lo hace como cualquier mortal, lo hace como Vicario de Cristo y eso se le nota. A veces, observándolo he llegado a pensar que estamos ante la presencia de un santo, tanto como muchos afirmaban de Juan Pablo II. En Benedicto XVI veo a un santo; quizá el más santo de los curas, quizá el cura más envidiable.

Y claro, aquí es donde me pregunto por qué no todos parecen envidiarle como le envidio yo, pero bien, eso sería tema para otra nota.

Luego, observo también a los curas más cercanos. Les iré nombrando por sus iniciales.

Por ejemplo, observo al padre G., un hombre de campo, sencillo, no muy brillante ni muy culto (dicho por él mismo), nada galán, socialmente torpe y además con grandes defectos como su impaciencia y sus escrúpulos excesivos que le provocaron de muy joven un infarto; en fin, un hombre que no tiene nada qué envidiar más que la gracia que le otorga el Orden sacerdotal y que ha hecho de él un cura excepcional.

Observo al padre S., ¡madre santa, qué geniecito! Cuán prejuicioso y cruel puede ser y sin embargo, una y otra vez reflexiona y se enmienda. No es capaz de admitir -ni con pistola en mano- que es un altanero, pero es de envidiar que la gracia del Orden, a pesar de su mal genio, sus prejuicios y crueldad, le ha evitado faltar a la caridad en el momento decisivo. De envidiar, realmente. Verdad padre S.? (De seguro que me leerá, por eso lo menciono, sshhh).

Observo al padre J. ¡Pobre hombre! Se mete en cada problema por gastar su estipendio en libros que ayúdeme el cielo a decir, pero ahí lo ven, siempre logra salir de los berenjenales en los que se mete y lo que es más admirable es que yo misma -con estos ojos- he visto de qué manera con una o dos frases de su arsenal de moralista graduado en Roma, le ha ayudado a poner en orden sus rollos emocionales/espirituales a cada desubicado como ningún otro podría haberlo hecho, en serio que si. Ninguna otra cosa podría hacer que una persona tan desordenada con el dinero sea capaz de ordenarle la vida a alguien con un par de frases, más que una persona revestida con la gracia del Orden sacerdotal. Cosa de envidiar, no cabe duda.

Como les digo, me gustaría ser cura, me gustaría parecerme a ellos mucho más de lo que -en son de broma- dije al principio que me parezco y si, les envidio, pero no les envidio (aunque mi envidia es “de la buena”) la gracia del Orden (porque se bien que les está reservada), les envidio su soledad, su desamparo, su humanidad -que en ellos es una exigencia- por lo mismo que son consagrados; sus defectos, carencias e ignorancia que pocos parecen estar dispuestos a perdonar, les envidio no tener nunca tiempo para pensar en si mismos, comer poco y mal, tener menos vacaciones que la mayoría, ser pobres, no tener casa, vivir lejos de parientes y amigos, tener siempre tanto trabajo que deberían multiplicarlos por diez, les envidio valer tan poco como valen para muchos en estos tiempos… y, encima, ¿estar alegres? Ciertamente, de envidiar.

Pero les envidio sobre todo no tener otro lugar en el cual reposar la cabeza al final del día más que el regazo de Nuestro Señor, que parece ser es -junto a sus múltiples defectos- lo único con lo que en verdad cuentan.



 
Esto es lo que me pone “verde de la envidia” y que conste que lo mío es “envidia de la buena”.

En este sentido es que me gustaría ser cura*.

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*Cura diocesano o religioso, en realidad no tengo preferencias :)))

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(Advertí que antes de escandalizarse debían terminar la lectura. Hicieron caso, verdad? Me doy cuenta que así fue. Muchas gracias)

30 de agosto de 2010

No se qué tiene Rimini

No se qué tiene Rimini y el carisma de don Giussani que a muchos nos hace pasar de estupor en estupor…


Claro, ahora habremos de esperar que publiquen las intervenciones (ignoro si lo harán, valdría la pena) para deslumbrarnos con la belleza de las que fueron del Metropolita Filaret y del Cardenal Erdó.


Aunque también puede escucharlas en este enlace haciendo click AQUÍ

29 de agosto de 2010

Gelatina con helado

Siempre he dicho que ciertos objetos poseen la cualidad de evocarnos -entre otras cosas- quienes fuimos, por ejemplo, la gelatina con helado (y ojalá pudiera ser, gelatina de fresa con helado de vainilla), me evoca tanto los días de vacaciones de verano al lado de mis primos como me trae a la memoria la niña que fui: una niña enfermita pero optimista, creativa y amistosa.

Fotografías, alguna ropa, olores, muebles, espacios, frases, gestos, mencionen lo que se les ocurra, todo ello posee esa rara cualidad que sirve para recordar tanto lo agradable como lo desagradable de la vida.

En lo personal, hace mucho tiempo tomé la decisión de que -cuando me asaltan recuerdos desagradables- recibirlos con calma y ponerlos de inmediato a un lado, porque hace mucho tiempo también concluí que, recordar y entregarle más de unos segundos a asuntos con los que me reconciliado, es una pérdida de tiempo.

Por lo tanto, si algún objeto me hace presente un recuerdo, opto por conservar y degustar solo los buenos recuerdos, sobre todo los que me permiten recordarme en los aspectos en que fui y seguiré siendo amada, querida, útil y necesaria; tal cuál Dios hubo de pensarme y me piensa. No hace falta dar mayores explicaciones, verdad?

Pues bien, así como la gelatina con helado, existen multitud de aspectos de la realidad que funcionan, no para recordarnos, si no para develarnos aquello que nuestro corazón anhela: el Infinito.

Cada ser humano venido a la vida llega con esa ansia y buscar satisfacerla, el medio que elige para hacerlo lo define su libertad guiada por su inteligencia de la realidad y su voluntad.

En lo que se refiere a la libertad que tan manida está y tantos dolores de cabeza nos dan a muchos, don Giussani -unos días atrás- me ha redondeado la idea: “Si tú eres “moral”, esto es, si estás en la actitud original con la que Dios te ha creado, en una actitud abierta a lo real, entonces entenderás, o al menos buscarás, preguntarás”.

Buscar y preguntar por el camino de la vida, como lo haría uno que ha perdido la ruta hacia su destino veraniego; un hombre libre buscará y preguntará: preguntará a los transeúntes, revisará su mapa, se orientará con los puntos cardinales, es decir, hará todo lo que esté a su alcance para llegar a su ansiado destino.

“Si, por el contrario, no estás ya en esa postura original, si estás alterado [ ], falseado, bloqueado por el prejuicio, entonces eres “inmoral” y no podrás entender [la consecuencia no es que vayas al infierno o seas incoherente (o que no llegues al destino de tus vacaciones), no: ¡es que no puedes comprender!]”

Y no se a ustedes, pero el “no comprender” me puede quitar el sueño varias noches consecutivas al grado de llevarme al límite de petrificarme; pero aquí siempre reacciono: el temor, la angustia, el desvalimiento, la soledad, cuando se hacen presentes me remiten, inevitablemente, a Aquel que me ha regenerado y, entonces, comprendo.

Por eso apenas he abierto hoy los ojos me he venido a hablarles de la gelatina con helado, porque así como tantos objetos como existen poseen la cualidad para evocar gratos recuerdos, la realidad toda en cada ínfimo detalle, nos ha sido ofrecida como don para remitirnos a Aquél que satisface nuestro anhelo.

En aquella época al lado de mis primos, la gelatina contenía azúcar y el helado de vainilla también (así como toda la crema de leche que requiriera para deleitarse), justo como debía ser; sin embargo, las cosas han cambiado, ahora la gelatina debe ser dietética y el helado de yogourt, pero -qué más da- acaso el diagnóstico del médico no forma parte de la realidad a la que estoy abierta y que me ha revelado cuán querida, amada, útil y necesaria soy?

¿Se dan cuenta? ¡Hasta el diagnóstico del medico!
¡Cada ínfimo detalle nos abre de par en par a Cristo!.

25 de agosto de 2010

Nada que defender ante la realidad

Algunos de los que me leen aquí o me siguen en facebook me han pedido que les hable de Rimini así como de Comunión y Liberación.

Una cosa que debo dejar clara y que me la enseñó Diego, nuestro responsable, es que el vínculo deseable con CyL debería generarse a partir, no de la palabra, sino de la amistad, claro está, mediante el contacto personal.

Pues bien, Diego también dice que Internet no es lo que se podría llamar un “contacto personal” pero a cómo estoy viviendo esta experiencia en InfoCatólica así como lo que me han llegado a conocer algunos en facebook, tal parece que lo que he venido diciendo o haciendo ha suscitado en algunos de ustedes el interés; por lo mismo y tomando en cuenta que algunos me consideran su amiga, pues sin mayores contemplaciones les invito a leer este fragmento del texto de los Ejercicios Espirituales que estaremos realizando durante los primeros días de setiembre. Lo he leído anoche y me ha provocado un gran impacto, no veo la hora en que el padre Miguelón llegue a mi país para poder comentarlo con él y con mis amigos de la Escuela de Comunidad.

Espero que así como a mí, les ofrezca pistas sobre la forma en que enfrentamos la realidad.

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«La libertad no se demuestra tanto en el momento llamativo de la elección; la libertad se pone en juego más bien en el primer y sutilísimo amanecer del impacto de la conciencia humana con el mundo [es decir, en el impacto con la realidad]».

Por eso me impresionó tanto, desde que la oí por primera vez, esta historia de Elsa Morante: «Había una vez un soldado de las SS que, por los delitos horrendos que había cometido, era llevado al patíbulo al alba. Le quedaban todavía por recorrer unos cincuenta pasos hasta el lugar de la ejecución, en el mismo patio de la cárcel. En ese recorrido, su mirada se posó por casualidad en el muro agrietado del patio, donde había brotado una de aquellas flores sembradas por el viento, que nacen donde pueden y diríase que se alimentan de aire y de polvo. Era una florecilla miserable, compuesta de cuatro pétalos violetas y de un par de hojitas pálidas; pero con aquella primera luz del alba, el soldado vio en ella, con su esplendor, toda la belleza y la felicidad del universo, y pensó: “Si pudiese volver atrás y detener el tiempo estaría dispuesto a pasarme toda mi vida adorando esa florecilla”. Entonces, como desdoblándose, escuchó dentro de sí su propia voz, pero llena de gozo, limpia, y sin embargo lejana, venida de quién sabe dónde, que le gritaba: “En verdad te digo: por este último pensamiento que has tenido al borde de la muerte, serás salvado del infierno”. Contar todo esto me ha llevado un cierto tiempo, pero allí duró medio segundo. Entre el soldado de las SS que pasaba por en medio de los vigilantes y la flor que se asomaba al muro había todavía más o menos la misma distancia inicial, apenas un paso. “¡No! –gritó para sí el soldado, dándose la vuelta con furia – ¡No voy a volver a caer en ciertos trucos!”, y, como tenía las manos atadas, arrancó aquella flor con los dientes, la arrojó al suelo, la pisoteó y escupió sobre ella»

En el primer y sutilísimo amanecer, en un instante, se juega este drama: «He aquí la alternativa en que el hombre casi insensiblemente se la juega: o caminas por la realidad abierto a ella de par en par, con los ojos asombrados de un niño, lealmente, llamando al pan, pan, y al vino, vino, y abrazas entonces toda su presencia [la presencia de la realidad tal como te viene dada] acogiendo también su sentido; o te pones ante la realidad en una actitud defensiva, con el brazo delante del rostro para evitar golpes desagradables o inesperados, llamando a la realidad ante el tribunal de tu parecer, y entonces sólo buscas y admites de ella lo que está en consonancia contigo, estás potencialmente lleno de objeciones contra ella, y demasiado resabiado como para aceptar sus evidencias [no lo que no está claro, sino las evidencias] y sugerencias más gratuitas y sorprendentes [cuando vemos que sucede en nosotros resulta verdaderamente patético: gente que insiste en que no hay hechos, simplemente porque no está disponible a reconocerlos, no porque no existan]. Ésta es la opción profunda que nosotros realizamos cotidianamente ante la lluvia y el sol, ante nuestro padre y nuestra madre, ante la bandeja del desayuno, ante el autobús y la gente que hay en él, ante los compañeros de trabajo, los textos de clase, los profesores, el amigo, la amiga… [cada uno puede añadir lo que quiera]. Esta decisión que he descrito la tomamos de hecho ante toda la realidad, ante cualquier cosa.

En esta decisión está claro dónde está la racionalidad, lo enteramente humano [¡lo plenamente humano!]: en la postura del que está abierto y llama al pan, pan, y al vino, vino. Éste es el pobre de espíritu, aquel que no tiene nada que defender ante la realidad».

23 de agosto de 2010

Ni humilde, ni fuerte

“Si comparas lo que eres con lo que debes ser, verás que lo que te falta, es mucho más que lo que tienes. Por eso debes ser más humilde por lo que te falta, que orgulloso por lo que tienes”


San Agustin

La anterior cita la descubrí colocada en el perfil de facebook de uno de mis contactos luego de que conversamos en privado sobre mi última entrada.

Cuando me decidí a emprender mi camino de Blogger no esperaba otra cosa que caminar con Cristo delante de mí. No esperaba que nadie me leyera ni siquiera que nadie me comentara, era un camino que emprendía en soledad y estaba planteado como un itinerario de fe que -si bien pude haber conservado privado- decidí exponerlo en caso de que fuera de utilidad para alguno.

Exponerse tan abiertamente al público no es sencillo, lo fue mientras suponía que nadie me leía, pero cuando ahora me doy cuenta de que me leen miles al mes, no se si la cosa parece tan agradable.

Es agradable en el sentido de que cuando alguien se descubre vibrando igual que tú y te lo comunica, es reconfortante; pero las más de las veces no es así.

A un Blogger, como personaje público (así como si de un actor de cine se tratara) se le juzga como si no tuviera historia, como si lo que es hoy no pudiera llegar a ser diferente mañana, se le lee y comenta muchas veces sin comprenderle ni tampoco se hace el esfuerzo por conocerle mejor. Así como de los actores (y como de los curas), la gente se fija del Blogger en su mente unos estándares con los que no está dispuesto a transigir.

Ser Blogger no es cosa fácil, como tampoco debería serlo, ser comentarista.

Me parece que únicamente personas con una gran humildad y además con gran fortaleza podrían llegar a ser, de hecho son (como el padre Guillermo Juan), magníficos Bloggers; por lo mismo, solo comentaristas con las mismas cualidades llegarían a magníficos comentaristas.

Como Blogger o comentarista no soy así, ni soy humilde ni soy fuerte, ni soy otras muchas cosas; por eso creo que mi contacto con su cita de san Agustín tiene razón: lo que me falta es muchísimo más de lo que tengo, por eso tiene razón al juzgar que mi orgullo se ve mal.

Sin embargo, debo añadir una cosa: de no ser porque reconozco la herida que significa mi falta de humildad, de no ser porque he reconocido que no puedo responder por mi misma a mis necesidades de seguro El no sería todo para mí.

Caray, y ahora -con toda la desfachatez del mundo- resulta que me declaro orgullosa de mi falta de humildad?

Aunque mi deseo es recibir Su ayuda para mejorar, probablemente moriré orgullosa, pero espero sin haber traicionado mi naturaleza por la que El ha pagado un altísimo precio.

“Esa naturaleza que nos empuja a desear cosas grandes es el corazón”
Lema del Meeting para la Amistad entre los Pueblos que se celebra en Rimini

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Para aquellos que no comprendan el estilo del blog les adelanto que es la forma que tengo para ejercitarme en “tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mí misma” para poder “abrirme de par en par y disponerme para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo”. Porque “sin esta conciencia incluso Jesucristo se convierte en un mero nombre".
L. Giussani

Para muchos quizá, mi estilo será la cosa más patética del mundo, sin embargo, para mi es parte, no de un hobbie, ni siquiera de una ocupación, para mi es parte de mi camino de salvación.

22 de agosto de 2010

Y que no le recen, porque ese no es Dios

Es tan claro el Evangelio de hoy que, siendo un “cristiano de los de siempre” o uno de esos “católicos sin religión” que tanto abundan y no entenderlo, es a lo que llamaría ser tonto o soberanamente soberbio.

No se si les pasa como a mi que con frecuencia algunos acontecimientos de la semana se iluminan con el Evangelio del domingo siguiente o con alguna cosa con la que trata el Santo Padre?. A mi me pasa y esta semana no fue la excepción.

Tengo a una persona a la que amo entrañablemente de la que podría decirse la vida le ha sido difícil, siempre están intentando cosas sin amedrentarse, pero siempre todo le sale mal y llora a mares y viene a mi en busca de consuelo.

Esta semana, una vez más vino a mi y cuando después de tratarla con la mayor ternura le recordé que ahí está el Señor para recurrir a Él, me ha respondido con un altanería de la que jamás la creí capaz. En tres frases nos mandó al Señor y a mi a freír tortillas.

Otro día, muy orgullosa otra mujer me decía: “soy católica más no fanática, católica más no practicante".

¡Qué cosas!, me dije.

“Y qué será lo que se supone que hace una católica no practicante? Decirse católica por el mero hecho de haber sido bautizada en la fe católica, pero no comulga, ni ora, ni recurre a los sacramentos, ni nada?", le pregunté.

Y añadí de seguido: “Porque eso es lo que hacen los protestantes: no comulgan, ni se confiesan, ni nada de nada. Así es como te llamas católica?”

Por supuesto que guardó silencio. Le debo haber parecido un energúmeno pero, es que, ¡ya basta!.

El Evangelio de este domingo es clarísimo, quien tenga oídos que oiga:

“Señor, ábrenos, somos los de tu barrio, los de tu pueblo, los de tu grupo…”; y Él respondió: “no os conozco”. Y ellos volverán a la carga: “pero ¡si hemos comido contigo, si hemos paseado por las mismas plazas, si somos tus paisanos!”. Y Él insistirá: “no sé de dónde venís, ni a dónde ibais, porque podemos pasar por la misma plaza, pero venir de lugares muy distintos y, sobre todo, encaminarnos a sitios muy diferentes… no os conozco”.

Dice Monseñor Sanz Montes, que es un hombre de Dios a todo meter, de esos que cada uno quisiéramos tener a cargo de nuestras diócesis -dicho sea de paso-, dice él:

“nos salvamos si entramos en el camino de Jesús, si pisamos sus huellas, si amamos lo que Él amó y como Él lo hizo, si tenemos al Padre y a los hermanos muy dentro de nuestro corazón, si nuestra vida tiene sabor a bienaventuranza”

Y ésto, ni lo está haciendo una que manda a su Señor y a su hermana a freír tortillas ni la que se llama a sí misma católica no practicante.

¡Que se vayan enterando!.

Que no por tontos se perderán de esa pequeña puerta pero si podrían perdérsela por soberbios, que parece es lo que respiran; respiran de su propio orgullo que ha osado fabricarse un dios hecho a su medida.

Estas mujeres se habrán preguntado: ¿Un dios a la medida de mi conveniencia, es Dios?. Claro que no se lo han preguntado y claro que no lo es, por lo mismo, que tengan cuidado, que no le recen, porque ese no es Dios.

Dios es Uno al que, pensando así de El y de si mismas, no podrían sostenerle la mirada.

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Y yo, Señor, te agradezco que se den de narices contra la puerta las veces que sea necesario, porque temprano, más que tarde (de eso me fío) se resolverán a pedirte que les abras y ahí estarás, recibiéndolas con los brazos abiertos y ellas, sosteniéndote la mirada.

21 de agosto de 2010

Nos preparamos para una comilona...


“La realidad no me ha traicionado jamás”
L. Giussani

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Así es, nos preparamos para reunirnos a finales de noviembre en fecha próxima a mi cumpleaños hacia final de noviembre.

Resulta que están ustedes ante un blogger en proceso de transición, pasando de ser bastante inflexible en lo social a ser flexible, tanto así, que me desconozco.

Lo que me encanta de todo esto es que -lo que ha venido sucediéndome en internet- está empezando a tomar tres dimensiones y lo maravilloso es que, quienes han venido tomando forma son las personas, precisamente.

Les cuento:

A partir de la iniciativa de pedir la Misa Tradicional en mi país, la gente que conocí en la pantalla del ordenador ha tomado cuerpo: he conocido a Andrés y hablado un chorro de veces por teléfono con John a quien llegaré a conocer próximamente; cosa que no ha sucedido antes porque sencillamente vive en una provincia un tanto lejana.

En relación a otras actividades en internet, he conocido a Gustavo y fue a partir de su visita el domingo pasado que se me ha ocurrido plantear la idea de una comilona en casa a mis contactos de facebook a la cual han accedido gustosos y entusiasmados.

Conversando con los amigos de CyL de este simpático y agradable proceso de flexibilización, le he planteado a Diego (nuestro amigo-tutor-catequista o como sea que se le llame) la invitación para que ese día también se dejen llegar a casa y le ha parecido fantástico, de tal manera que ha aumentado el grupo de los comilones.

Claro, no podían faltar los compañeros de Universidad que viendo lo que sucedía en facebook mencionaron -como quien no quiere la cosa- que sería una excelente ocasión para reunirnos. ¡Por supuesto que lo es!.

A cómo veo la cosa y haciendo cálculos -perfectamente- podríamos llegar a ser la pelotera como de unas cincuenta personas y quién sabe si no hasta más, pensando que parientes y amigos cercanos se llegaran a antojar.

¡Wow! No se para ustedes, pero para mi es un chorro de gente, montones. Una ocasión magnífica, un cumpleaños espectacular.

En fin, que -como les dije- están ante la presencia de un blogger en proceso de transición, pasando de gustar de la compañía de mascotas, pimientos y lechugas, a gustar muchísimo de la compañía humana.

Se los comunico para que se alegren conmigo y por mi, por todos nosotros.

Por cierto, el que la mayoría de ustedes estén al otro lado del charco o a unos grados al norte o al sur de mis coordenadas, que no sea un obstáculo, están cordialmente invitados.

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“…sólo tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mí mismo puede abrirme de par en par y disponerme para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo. Sin esta conciencia incluso Jesucristo se convierte en un mero nombre".
L. Giussani

19 de agosto de 2010

La eternidad está al acecho en cada apariencia

En todo ambiente humano nos vemos enfrentados a nuestra ignorancia o a la de los demás, máxime en nuestros días en los que, aún cuando la tecnología pone al alcance la información, las grietas de desconocimiento nunca consiguen llenarse y parece más bien que tienden a ser una amenaza que resquebraje nuestras -a veces- muy frágiles certezas.

El Meeting en Rimini tiene treinta años de celebrarse convocados por el carisma que nació en un joven seminarista que en una de sus clases escuchó decir a uno de sus profesores de seminario: “El Verbo de Dios, es decir, el objeto de las exigencias del corazón humano, el objeto último de los deseos de cada hombre - la felicidad -, se ha hecho carne".

Este joven es el padre Luigi Giussani, don Gius -como le llaman quienes le conocieron- y ahora nosotros que nos hemos visto atraídos por su testimonio.

Pues bien, para aportar un poco de fragua a esas grietas de desconocimiento en relación al carisma de don Giuss que ha tomado forma en el Movimiento Comunión y Liberación, pero también en lo que me interesa, sobre todo hoy llamar su atención y que es el Meeting de Rimini, es que me he dejado venir a ofrecerles dos acontecimientos:

Uno, la intervención de Luigi Giussani en el seminario “Movimientos eclesiales y nuevas Comunidades al cuidado pastoral de los Obispos", organizado por el Pontificio Consejo para los laicos. Roma, 18 de Junio de 1999

Otro, un video sobre el contenido cualitativo y cuantitativo del Meeting de Rimini del cual espero que obtengan la información que sirve también de relleno a esas pequeñas grietas pero que además despierte su curiosidad sobre este carisma de don Giussani.

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Intervención de don Giuss

Para quien es cristiano y ama con todo su ser a la Iglesia tal como ella es, y como su madre le ha enseñado a quererla, el escándalo es inevitable cuando percibe la caída, repentina y continuada, del porcentaje de personas que acuden a la Iglesia, como los medios de comunicación hoy ponen de manifiesto.

¿Cómo no intentar comprender que algo no funciona? Y esto no se puede relacionar, de forma moralista, sólo con la libertad del individuo. Se despierta en el corazón la impresión de que la infidelidad al Espíritu afecta incluso a algunas expresiones de quienes enseñan el catecismo, cosa que - por la confianza concedida a ciertos valores y opiniones propios del clima descristianizado que nos rodea - se puede llegar a valorar como un signo de los tiempos, en lugar de leerse a la luz del misterio de Cristo. En suma, este “algo” que falta no atañe a la naturaleza del don de Cristo. ¡No es un defecto de origen!

Se trata, por el contrario, de una reducción de lo que Cristo ha querido obrar entre los hombres, todos debilitados por el pecado original: Cristo vino por esto.

La decisión de seguir a Cristo pueden llevarla adelante hombres que consideran su dedicación a la Iglesia a la luz del poder terreno, conservando así el origen y la dinámica de la acción de todos, incluidos los no cristianos; y, de este modo, la ausencia de sentido del Misterio traiciona la naturaleza del acontecimiento mismo de Cristo.

De hecho se puede ser fieles a la letra de la Tradición sin recibir una educación en un método cristiano que permita conocer los fundamentos de todo lo que hay en la Iglesia.

Pensando en los comienzos de mi propio camino quisiera observar que el estímulo para renovar surgió en mí precisamente de la fidelidad a los términos de la Tradición, a la enseñanza y a la práctica de la Iglesia. Entré en el Seminario jovencísimo, persuadido de que Comunión y Confesión eran consecuencias necesarias del Bautismo. Era un joven seminarista, un muchacho obediente, ejemplar, hasta que un día ocurrió algo que cambió radicalmente mi vida. Fue cuando un profesor me explicó en el Seminario la primera página del Evangelio de Juan: “El Verbo de Dios, es decir, el objeto de las exigencias del corazón humano, el objeto último de los deseos de cada hombre - la felicidad -, se ha hecho carne". Mi vida se vio literalmente invadida por esto: la memoria de ello persistentemente repercutía en mi pensamiento, y me estimulaba para valorar la banalidad cotidiana. El instante dejó, desde entonces, de ser banal para mí. Todo lo que existía, todo lo que era bello, verdadero, atrayente, fascinante, hasta como simple posibilidad, tenía en aquel mensaje su razón de ser, adquiría la certeza de una presencia que constituía la esperanza de poder abrazarlo todo.

Lo que me diferenciaba de los que me rodeaban era el anhelo y el deseo de comprender. Éste es el terreno en el que ha arraigado siempre nuestra devoción a la razón.

Me interesé por los estudiantes porque las relaciones que tuve ya desde mis primeros tiempos de profesor en el Seminario eran todas con estudiantes. No elegí yo un ambiente específico donde decir ciertas cosas; simplemente me encontré allí.

Un día coincidí con tres chicos en el tren, yendo a Rímini. No les conocía y les vi terriblemente ignorantes y cargados de prejuicios respecto al hecho cristiano. Ésta fue la razón que me llevó a pedir a los superiores abandonar la enseñanza de la Teología en el Seminario para dedicarme a la tarea de estar presente entre los chicos de las escuelas de Milán.

Lo que les decía no nacía de un análisis del mundo estudiantil, sino de lo que me habían dicho mi madre y el Seminario. Se trataba, en síntesis, de hablar a otros con palabras tomadas de la Tradición, pero asumidas conscientemente y comunicadas hasta en sus implicaciones metodológicas.

¡Lo que hacía lo habría hecho en cualquier otro lugar de la Iglesia! Aquello que sentía y veía era algo nuevo, que no había intuido antes más que en los textos de los Padres y de los Papas. El tomar conciencia de ello nacía de una experiencia. Las mismas palabras del Evangelio y de la Tradición las leía de un modo nuevo.

La diferencia entre los integristas, los tradicionalistas y nosotros es que, mientras ellos querían devolver a todos a la condición anterior para salvar las formas antiguas (imitando mecánicamente a sus padres), nosotros pensábamos que, justamente para salvar la Tradición, era necesario comprender en qué consistía su contenido, mostrar su razón de ser y el ejemplo de cómo vivirla. Yo “entendía", y otros conmigo, que Cristo estaba allí, presente.

Procuré aclararme, explicarme esta gracia de conocimiento y reflexión que había recibido. Muchas veces no me sentía aceptado por las parroquias o las asociaciones oficiales; sin embargo, de la imagen que me venía nacían una alegría y una seguridad en el hecho cristiano incomparables, convirtiéndolo en un hecho que colmaba todo el corazón y lo abría a toda la realidad de la Iglesia en el mundo. Y dicha certeza, esperanza y apertura se transmitían a los chicos que empezaban a seguirme.

Estaba brotando un modo de sentir la presencia de Jesús en la Iglesia como respuesta total y totalizante a las preguntas del mundo.

Me di cuenta muchos años después, justamente a través de la confrontación con la autoridad de la Iglesia, siempre buscada y querida, de que mi deseo y la pasión que sentía en mi corazón por esta novedad de vida eran una gracia particular del Espíritu, lo que se llama carisma. Fui viendo con claridad cómo el carisma es la forma concreta en que el Espíritu hace nacer en el corazón del hombre una comprensión y un afecto por Cristo adecuados a un determinado contexto histórico. Y quien lo recibe “debe” colaborar con el mandato de Cristo: “¡Id al mundo entero!". Del don que se le hace a un individuo comienza una experiencia de fe que puede resultar, de algún modo, útil para la Iglesia.

Comprendo que haya formas expresivas que le resulten a uno más interesantes que otras, pero puede darse un carisma que traduzca y comunique con conciencia clara aquello que San Pablo afirma de la criatura nueva; no sólo de la inteligencia nueva o del corazón nuevo lleno de caridad, sino integralmente de ¡la criatura nueva! Y esto mediante una reafirmación de lo que es el método cristiano. Igual que Dios se hizo presente en el hombre Jesús de Nazaret, también nuestra fórmula para sentir cómo vibra el Protagonista de esta historia es verificar su Presencia integralmente humana, lo que da origen a algo que en su totalidad llega a ser germen de un hombre distinto y semilla de una sociedad distinta.

La dinámica consistente en reconocer y verificar la Presencia de Cristo nos vuelve a todos creativos y protagonistas y nos descubre cómo la actividad del cristiano es, por naturaleza, misionera; es decir, comparte el método mismo de Cristo, que creó la Iglesia para darse a conocer a todo el mundo. El fin de la existencia cristiana es, entonces, la gloria humana de Cristo en la historia.

Por eso amamos todas las formas de vida cristiana que la Iglesia reconoce y estamos dispuestos, dentro de nuestros límites, a colaborar con cualquier iniciativa. Todo lo que hacemos sólo podemos concebirlo como misión: es el destino último de cada una de nuestra acciones.

Nuestra certeza, fuente de alegría, es que pertenecemos a la Iglesia, de cuya autoridad - tal como se manifiesta a todos los niveles - dependemos; pidiendo que se nos reconozca dispuestos a sacrificar incluso la vida, pero, por encima de todo, dispuestos en cada momento a convertir nuestra mente y nuestro corazón abandonando la mentalidad mundana.

Por esto, nuestra concepción moral, que reconoce el sometimiento del hombre al pecado original, desea atravesar la apariencia de cada cosa, en la simpatía profunda por Cristo presente, para afirmar el Significado último, para que la relación con todo se vea como signo del Destino e invitación hacia Él.

El cristiano es por ello un hombre que percibe cómo la eternidad está al acecho en cada apariencia.

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El video sobre el Meeting de Rimini lo encuentran haciendo click AQUÍ, no me ha sido posible insertarlo debido a que no está disponible este recurso en youtube, pero igual me doy cuenta que si don Giuss les ha llamado la atención se atreverán a hacer ese click decisivo.

Buen día.

18 de agosto de 2010

Como hablar con un ateo

Desde qué momento hablar con un católico es como hablar con un ateo?

Desde el momento en que el católico pierde de vista en Quién tiene fundamento la Creación, su vida, la de sus semejantes, el desarrollo de los acontecimientos, el sentido de la muerte y la misma Salvación…

Lo desconcertante, es que –hoy por hoy- existen muchísimos católicos-ateos con los que no se puede hablar, en todo ven amenazas y enemigos, tal como los ateos.

Sumidos en profunda desconfianza que raya en desesperación.

Se radicalizan, exigen y reclaman, por supuesto, sin obtener beneficio, claro está.

Vuelvan, por amor a Dios, su mirada hacia sí mismos.

Enfrenten, por lo que más quieran, su Yo al Tú de Dios, a ver cómo les resulta.

Habrá tensión, es indudable, pero –se los aseguro- es la única vía para desentrañar la incertidumbre y tornarla seguridad, la desconfianza en confianza absoluta y la convicción en acción que rinda frutos.

Y, para estar alegres, caray! ¿Que no se supone que los santos son gente alegre?

17 de agosto de 2010

La dictadura de los magistrados

En nuestro país, a diferencia de España, no nos caracterizamos por poseer la cultura del blog; sin embargo, a cómo se van dando las cosas con los medios de comunicación, cada vez más ticos y, además, ticos católicos, recurrimos a este medio.


Este es el caso de Carlos Alonso Vargas Dengo quien tiene un blog al que ha llamado “He visto bajo el sol” en el cual, recientemente, ha colocado una entrada a la que ha titulado “La dictadura de los magistrados".


Le he pedido su autorización para publicarla y ha accedido con la condición de que conserve el texto intacto y -como es natural- otorgue el crédito correspondiente.

Don Carlos Alonso, es costarricense, filólogo y traductor, tiene 34 años de casado y tres hijos adultos y dos nietos; desde hace muchos años se ha caracterizado por su labor como laico comprometido.

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La Sala Constitucional (“Sala IV”) de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica prohibió hace tres días la realización del referéndum que, con más firmas de las necesarias y con el aval del Tribunal Supremo de Elecciones, se iba a efectuar en diciembre próximo para que los ciudadanos dijeran si estaban de acuerdo o no con el proyecto de ley de “uniones civiles de personas del mismo sexo”. El argumento de la Sala: que no podía una mayoría tomar una decisión que afectara los “derechos” de una minoría.

Dejemos para otra ocasión la discusión del tema de fondo (la unión civil de homosexuales), y más aún la cuestión de si realmente a lo que estaba en juego se le puede llamar “derechos”. Dejemos también de lado el dato de las encuestas, según el cual un 70% de los votantes se habría opuesto a esas uniones, con lo cual se habrían proscrito prácticamente para siempre.

Vamos más bien a otro asunto, y es el criterio y razonamiento que empleó la Sala IV al acoger el recurso contra el referéndum. Lo enuncio de nuevo: los homosexuales (hombres y mujeres) son una minoría en desventaja, y es inconstitucional que una mayoría en ventaja (los heterosexuales) tome una decisión (previsiblemente negativa) que afectaría los derechos de esa minoría. Yo no soy abogado ni soy experto en la Constitución, pero hasta donde sé la Constitución no dice nada de eso. Y hasta donde —quizás ingenuamente— he creído hasta ahora, Costa Rica es una democracia, y en una democracia manda la mayoría, aunque pueda estar equivocada. Alguien, tal vez con cinismo pero con acierto, ha definido la democracia como “la dictadura de la mayoría”. Obviamente esa mayoría no puede decidir absolutamente cualquier cosa; tiene que ajustarse a los márgenes de la Constitución. O puede eventualmente aprobar una nueva Constitución. Pero la mayoría es la que decide, y obviamente siempre decidirá algo diferente a lo que quería la minoría.

En una situación como esta, en teoría la mayoría habría podido aprobar las uniones civiles de homosexuales. En ese caso, ¿se le habría reprochado el decidir sobre los derechos de la minoría? No; se la habría felicitado, y todos felices. Eso prueba que la decisión de la Sala IV fue una decisión política, no una decisión jurídica ni de sentido común, puesto que era previsible que las uniones homosexuales serían rechazadas, y fue solo por eso que la Sala prohibió el referéndum en cuestión.

Es paradójico que, mientras que se supone que en una democracia el pueblo es el “soberano” y toma sus principales decisiones por la mayoría de los votantes, la Sala IV le niegue al pueblo este ejercicio de la democracia directa y afirme que una decisión así solo es potestad de la Asamblea Legislativa. Este es, ciertamente, el primer poder de la República; pero lo es precisamente porque sus diputados (57 en número, según la Constitución de Costa Rica) son los representantes elegidos por el pueblo (el “soberano”) para legislar en su nombre. Y no tiene sentido que algo que pueden hacer unos representantes o delegados (los diputados) no lo pueda hacer quien los delega (el pueblo).

La única explicación es entonces, de nuevo, que esta decisión de la Sala IV tiene una motivación política en vez de estrictamente jurídica o constitucional, dado el contenido o tema de fondo del malogrado referéndum: un proyecto de ley para legitimar “uniones civiles” para parejas del mismo sexo. Los liberales secularistas (para designar de alguna manera a quienes impulsan la agenda favorable a los homosexuales, el aborto, la eutanasia, etc.) saben muy bien —y parecen haber persuadido de ello a los magistrados de la Sala Constitucional— que el común de los ciudadanos rechaza esa posibilidad. La rechaza porque, probablemente, a fin de cuentas la conciencia y los valores de la mayoría de los costarricenses (incluso de muchos que solo son católicos de nombre) todavía se apegan a la moral cristiana. De manera que hay que hacer hasta lo imposible para evitar que sea esa mayoría con conciencia moral cristiana (que sin duda sería calificada como “conservadora” y “oscurantista”) la que tome una decisión así, ya que no hay forma de persuadirla de cambiar su sistema de valores.

En cambio, es mucho más fácil persuadir a una mayoría de los diputados, ya sea simple (29) o de dos tercios (38), de tomar una decisión favorable a los “liberales secularistas”. Es más, una buena parte de ese trabajo ya está hecho; ya hay un número de diputados que están dispuestos a luchar por la aprobación de ese proyecto de ley. Y a muchos otros será fácil convencerlos, porque sin duda querrán estar a la moda y optarán por congraciarse con esos liberales por razones políticas.

Pero si vamos más al fondo, nos damos cuenta de que la principal decisión ya la tomaron los magistrados de la Sala Constitucional. Su dictamen deja la puerta abierta para que el citado proyecto se apruebe en el Congreso; si ellos hubieran dictaminado lo contrario, habría sido el pueblo el que decidiera. Quiere decir que son los magistrados los que verdaderamente están ejerciendo el poder y tomando decisiones que corresponden al “soberano”. Y eso que los magistrados no son en absoluto representantes del pueblo: constitucionalmente son nombrados por la Asamblea Legislativa, sin intervención alguna de los votantes. En resumen, tenemos en Costa Rica, al menos en forma incipiente, una dictadura de los magistrados. Ellos son los que toman las decisiones fundamentales que dan forma a la sociedad, las que afectan los derechos de las mayorías y de las minorías.

Esa dictadura de los magistrados es un fenómeno cada vez más fuerte en las democracias occidentales. Yo diría que comenzó a manifestarse en 1973 cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos, en el famoso caso Roe vs. Wade, abrió la puerta al aborto en ese país. Desde entonces, pero más intensamente en los últimos cinco años, hay decisiones así —en diversos campos, pero sobre todo en lo referente a la moral sexual y a la bioética— que se han venido sucediendo en Europa, en Estados Unidos y en América Latina. El ejemplo más reciente, que antecedió por pocos días a la decisión de la Sala Constitucional de Costa Rica —y posiblemente influyó en ella—, es el de una corte californiana que sentenció que un referéndum efectuado hace un par de años en ese estado de la Unión americana, que prohibía los matrimonios homosexuales, era inconstitucional. Es un caso clarísimo (esta vez a posteriori) en que unos magistrados revierten una decisión del pueblo e imponen la suya propia.

Habrá que ver si, a la larga, esta emergente dictadura de las cortes y magistrados no termina por ser una de las palancas que acaben con la democracia tal como la conocemos y nos introduzcan en un caos sociopolítico comparable a la caída del Imperio Romano.

Carlos Alonso Vargas Dengo

16 de agosto de 2010

Mi corazón humano

No se cómo aproximarme a ellos

No se cómo aproximarme a ellos sin dejar de ser lo que soy.

Hablo de mis antiguos amigos, muchos de ellos ahora ateos y otros homosexuales. Pero, por qué o para qué querría hacerlo?

Les diré qué sucedió para que comprendan por qué se me plantaron entre ceja y ceja estos pensamientos.

Existe uno de estos amigos que cuando me encontró en facebook tras años -quizá décadas- sin saber de mi, en su alegría por encontrarme se soltó en poemas que me retrataban tal cual me había conocido: una Maricruz con un “sentido del humor agridulce terriblón con buen corazón” como él mismo lo llama y del cual no había vuelto a tener noticia hasta que él me lo recordó.

Su presencia gay en mi muro de facebook al principio fue un choque grotesco porque podía leer sus bromas junto al Evangelio de San Juan, a Santa Catalina de Sienna o seguido de alguno de mis contactos que pedía oración por su padre enfermo. Caen en la cuenta? Además, estaba muy atareada defendiendo la vida y –de paso- argumentando contra la unión de personas del mismo sexo. Por todo esto me sentí impelida a recurrir al recurso que ofrece facebook de ocultar su presencia en mi muro, es decir, a ponerlo de nuevo fuera de mi vida.

Sin embargo, lo saqué un buen día de su ocultamiento y algo de lo primero que descubrí fue una fotografía simpatiquísima que subió de un toldo rosado con la que él, que es diseñador gráfico, probablemente ilustraría una noticia sobre una boda gay y –palabra- que me desternillé de risa, máxime que él mismo hacia mofa del toldo y de la boda ridícula. De seguido pensé: “¡Eso se vería genial en mi jardín!”. “Una boda gay?”, me imaginé y , en seguida, me desternillé de risa de nuevo.

En medio de esto, mi corazón dio un vuelco; me di cuenta de una parte de lo que nos había vinculado años atrás, era ese “sentido del humor agridulce terriblón con buen corazón” y, fue entonces que -como una marejada- se me llenó el corazón de cariño que se desbordó por mis ojos en inusitados lagrimones.

Decíamos el otro día en la Escuela de Comunidad que antes que las palabras del testigo lo valioso son sus acciones; pero, entonces, qué dicen mis acciones en relación a mi amigo y en general hacia estas personas? Dicen que les desprecio. No dicen otra cosa; eso, exactamente.

Claro, entonces me pregunto: cómo he sido capaz de considerarme testigo del amor de Dios si les mantengo fuera de mi círculo. ¡Dah! ¡Qué enorme contradicción! ¿Se dan cuenta?

En el fondo, mi corazón me dice que tuve por mi amigo un gran cariño y que además lo conservo, pero mis acciones no expresan el sentir de mi corazón y lo que es peor, no expresan el profundo significado de mis convicciones.

De qué se trata entonces? De volver a relacionarnos como en otro tiempo? No, de eso no se trata, porque además es imposible, ambos hemos cambiado muchísimo; se trata de –como dijo mi amigo Gustavo y el padre JF hace unos días- buscar puntos de encuentro.

Pero… es eso posible? Es posible, claro que si; es decir, qué impedimento tengo para invitar a mi amigo a almorzar un domingo a casa? O qué me impide pedirle su dirección para llevarle un día de estos algunos de mis pimientos o lechugas recién cosechados y de paso darle un fuerte abrazo?

Me doy cuenta que soy perfectamente capaz de seguir pensando como pienso y creyendo en lo que creo pero a la vez ser más humana.

Por supuesto, lo que en seguida me pregunto es: cuándo y cómo fue que dejé de serlo que no me di cuenta?

Porque queda claro que he dejado de serlo y eso fue cuando empecé a dejar de ver a las personas como personas y las clasifiqué: “estos del lobby LGBT”, estos los “infames ateos”, estos los del “Estado laico”, estos los “católicos mediocres”, estos “los así” y aquellos “los asá”.

¡Santo cielo!. Caigo en la cuenta que es por esto, en buena medida, por lo que me he venido sintiendo mal conmigo misma.

Me he venido sintiendo miserable porque he venido alejando a muchas personas que me quieren, que son capaces –a diferencia de mí- de ver más allá de lo que pienso y creo e ir hasta el fondo de lo que soy y quererme por eso mismo.

Y encima, como para rematar, son las personas a las que -se supone- estoy llamada a amar con mi mejor amor, con el amor de Dios con el que tan generosa e inmerecidamente me ha regalado.

Padre querido, ¿qué es lo que he venido haciendo? Y yo que siempre te he pedido un corazón generoso. ¡Qué vergüenza! Sobre todo por tan a mano que siempre de mi he tenido mi corazón humano.

¿Mi corazón humano?

Si, mi corazón humano.

14 de agosto de 2010

María Cecilia de la Asunción

En Costa Rica el Día de las Madres se celebra el día en que la Iglesia celebra el Día de la Asunción de María Santísima; por lo mismo, para mi -celebrar en esta fecha a María- es celebrar a las madres.


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María Cecilia de la Asunción nació un día del mes de mayo en la ciudad de Alajuela en el año 1926.

Hija de don Enrique Riba Morella y doña Merceditas Muñoz de Riba. Quinta de seis hermanos quedó huérfana de padre cuando apenas tenía nueve años.

La fortuna que había alcanzado su padre antes de morir duró lo suficiente como para que María Cecilia -sin poder terminar el colegio- debiera a los 18 años ponerse a trabajar.

Con su inglés así como con unas clases de mecanografía y taquigrafía emigró a Venezuela donde alcanzó rápidamente el puesto de secretaria ejecutiva bilingue.

Desde aquél país enviaba dinero a una de sus hermanas para que le construyera una casa donde viviría a su regreso junto a su madre.

Así fue, madre e hija, regresaron de Venezuela y a partir de entonces María Cecilia se dedicó a lo que mejor sabía hacer: cuidar de su madre y traducir.

Un par de años después, a los 31 años, se casó con su novio de tres meses, el señor José Tasies Solís con quien fundó una familia sólidamente cimentada en la fe católica.

De ese matrimonio nacieron tres hijos, los cuales han sobrevivido a su madre, quien falleció súbitamente de un infarto doce años atrás.

María Cecilia de la Asunción Riba Muñoz no hizo nada fuera de lo común en su vida más que ser buena madre, pero eso si, cuando digo buena madre, es Buena Madre (esposa, hija, hermana, vecina, patrón…); del tipo de madre que deja escrito al margen de la página de uno de sus libros preferidos (Vida y Santidad, Thomas Merton) lo siguiente:

“Por tanto, si (por el bautismo) Cristo está conmigo, yo estoy desde ya, con Él en el cielo".

Del tipo de madre de quien he debido admitir que ha sido por su forma extraordinaria de amar por lo que he sido capaz de reconocer el amor de Dios.

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Permita Dios que existan en el mundo muchas madres así y aún mejores; madres como María Santísima, verdaderos testigos del amor de Dios; madres que reciban el premio de la gloria.

Amén

13 de agosto de 2010

Nick Connelly, un diácono permanente de armas tomar

Esta es la acción emprendida por Nick Donnelly, un diácono permanente del Reino Unido; su iniciativa es lo que llamaría la respuesta de alguien que ha estado atento a lo que dice su humanidad en relación a su circunstancia.

Conocer iniciativas como la suya, le hace a uno considerar que vale la pena echar a andar esas grandes ideas que se nos ocurren en favor de la Iglesia, de nuestros hermanos y, sin temor de parecer exagerada, en beneficio de la humanidad.

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Mientras se prepara la visita papal al Reino Unido, programada para los días 16 al 19 de septiembre próximo, se acaba de crear un nuevo sitio web que tiene como fin contrarrestar los ataques a Benedicto XVI.

http://www.protectthepope.com/ es el nuevo sitio web que defiende la figura del Papa Benedicto XVI y proporciona información y recursos para que los católicos respondan a los incidentes que constituyan una incitación al odio religioso.

El sitio web es una iniciativa de Nick Donnelly, diácono permanente de la diócesis de Lancaster, y autor de la Catholic Truth Society. Es también miembro del equipo editorial de The Catholic Voice of Lancaster, el periódico de la diócesis de Lancaster.

En el lanzamiento, Nick Donnelly afirmó: “Se dice que el anticatolicismo es el último prejuicio aceptable, y en un modo en el que nosotros los católicos hemos colaborado al ignorarlo, esperando que desaparecería. Pero los ataques personales al Papa Benedicto en el período preparatorio a la visita papal muestran que no ha desaparecido”.

“Desde 2006 –añadió-, tenemos el derecho legal de protegernos del odio religioso. Por supuesto la gente de este país tiene libertad de expresión, pero esto no significa que tengan el derecho a crear un clima de hostilidad y miedo. Se trata de proteger nuestros derechos humanos a la libertad de creencia y libertad de culto”.

El sitio web da información sobre la ley relativa al delito de odio religioso y proporciona a los católicos los medios para informar a la policía sobre incitamiento al odio religioso o actos de odio religioso que tengan lugar durante la visita del Santo Padre.

El sitio web también tiene un registro sobre anticatolicismo unido a su oferta de noticias para ayudar a aumentar la conciencia sobre el prejuicio anticatólico.

En su presentación, el autor del sitio web afirmó: “Cuando hablo con otros católicos sobre la visita del Santo Padre en septiembre, muchos expresan preocupación sobre su seguridad. El nivel de hostilidad sin precedentes, ridículo y hostil de ciertas figuras públicas y sectores de la prensa ha hecho que algunos católicos se sientan verdaderamente preocupados de que Benedicto vaya a ser avergonzado o incluso golpeado”.

“Tras siglos de anticatolicismo institucionalizado, algo a los que los católicos de este país son sensibles es el odio religioso, y hay gran cantidad de signos de que está alcanzando su punto más desagradable de nuevo”, añade.

“Es importante saber –advirtió- que no tenemos por qué sufrir más este tipo de abuso en silencio como hicimos en el pasado, sino que ahora podemos invocar la ley para protegernos como creyentes”.

“Hay también una gran cantidad de información errónea y mentiras que se venden en las secciones sensacionalistas de la prensa y, seamos francos, por enemigos de la Iglesia. Sí, todavía tenemos enemigos, no desaparecieron tras el Concilio Vaticano II”, señaló.

“El Santo Padre tiene su propio equipo de seguridad y la policía para protegerlo durante su visita. Nuestra preocupación en este sitio es proteger la reputación del Santo Padre y la verdad de la Iglesia católica”.

Por consiguiente, este sitio web emprenderá la tarea de “desafiar a las mentiras con la simple verdad, especialmente sobre la persona y las acciones del papa Benedicto XVI”.

“Finalmente –concluyó el autor del sitio web— es importante que todos los católicos recemos por la seguridad del Santo Padre, por el éxito pastoral y espiritual de su visita, y por el bien de la Iglesia en este país. A este fin se ofrece una selección de oraciones para que se puedan imprimir y usar en estos días”.

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La noticia fue tomada íntegra de AICA on line

12 de agosto de 2010

Igual que morir para siempre

Todo este asunto en torno al referendum me ha tenido bastante triste.

Mi país -les diré- rara vez se divide no más en las elecciones presidenciales cada cuatro años y únicamente durante algunos meses; somos los ticos -en términos generales- muy unidos, solidarios, buenos amigos y compañeros.

Pero claro, tampoco es que el referendum tenga tanto poder como para dividir a un país, no; lo que fundamentalmente lo está dividiendo son las diferentes concepciones de ser humano que en Costa Rica hemos empezado a manejar.

Tengo la impresión de que mucho está cambiando mi país y que mucho será lo que debamos cambiar los católicos y cristianos en general. Deberemos -como dice mi amigo Néstor- establecer un nuevo tipo de relación con el gobierno y la sociedad.

Eso tampoco me entristece, porque ni siquiera logra entristecerme el que siendo los cristianos mayoría a veces parece que por solo expresar lo que pensamos sufrimos lo que podría sufrir una minoría marginal; en todo caso, verme obligada a cambiar radicalmente no lo considero un obstáculo sino un desafío porque el mismo contiene, además, todo el potencial de un bien ulterior. Así que por ese lado, tampoco me pone triste.

Me pone triste, nada más, el que hemos ido cambiando la forma en que nos concebimos los costarricenses.

Pero bien, dejando tristezas a un lado por el momento, deseo hacer del conocimiento de los estimados lectores, que hubo y seguirá habiendo (estoy segura por muchos años más) una mujer tica que se ha “emperrado” –como decimos aquí- durante largos meses en defender la concepción cristiana de ser humano, ella es la mujer que se aventuró a sacar adelante, prácticamente sola, el referendum.

Para esta mujer tica, como si no fuera suficiente para ella cargar sobre sus espaldas el ser mujer en un país sexista, también es abogado lo cual provoca aún más “roncha”. Además de eso, ha sido la mujer abogado que se ha expuesto ante la opinión pública para luchar por lo que cree, lo hace además como católica, para desventaja suya precisamente en un año que ha sido difícil para los católicos.

La mujer de la vengo hablando se llama Alexandra Loría Beeche, con quien entré en contacto por medio de un grupo de madres que participaron en la Marcha por la Vida y la Familia. Hace no mucho tiempo, por cierto, hablé con ella por teléfono y tuvo la cortesía de explicarme con detenimiento su propósito; de esa conversación me llamó mucho la atención que mencionó que todo lo necesario para sacar adelante la recogida de las 150mil firmas necesarias para convocar al referendum, trámites ante instancias gubernamentales, transporte, comunicación, papelería, etc., ha estado saliendo todo de su bolsillo.

Estoy consciente que muchísima gente la desprecia, pero aún así siempre que se requiere ofrece con muchísima dignidad la cara en los medios de comunicación que, dicho sea de paso, son favorables en su mayoría a la postura opuesta, por lo que la convocan al lado de personas que se esmeran por todos los medios en hacerla lucir lo peor posible no solo en el aspecto religioso y como miembro del Opus Dei, en su condición de mujer como en el aspecto profesional; sin embargo, ella se ha mantenido y se mantendrá firme en pie de lucha, según ha dicho a los medios recientemente.

Si los activistas gay quisieran –honrando el orgullo de llamarse ticos- ser honrados y celebrar esta victoria temporal con dignidad, deberían reconocerle a esta mujer haber sido una valiente y firme contendora.

Deseo hoy, rendirle homenaje como mujer, como abogado y como católica a la cual le ha correspondido vivir en un país que transcurre dentro de un proceso de grandes transformaciones tanto en lo jurídico como en lo moral, pero en el fondo y por sobre todo, en la forma en que se concibe.

Y es que saben? Eso es lo que al final de cuentas me tiene triste, porque desearía que nunca llegásemos a perder de vista que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, porque si llegásemos a perderlo de vista habríamos dejado –verdaderamente- de saber quiénes somos, para qué estamos aquí, para qué nacemos y para qué morimos.

Perder esto, no es ni tan siquiera comparable con la trivialidad de ponerse triste, perder esto sería igual que morir para siempre.

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Vale, pero basta de tristezas, porque como bien dijo un amigo recientemente:

“Menos mal que [ ] los tenemos a Jesús y a María. De lo contrario, no sé qué haríamos. Porque la verdad es que Ellos siempre “nos sacan las papas del fuego”.

11 de agosto de 2010

"Hombres de una sola idea"

De vez en cuando en mi blog simplemente transcribo textos que me han resultado relevantes en mi camino de humanización (o de configuración a Cristo, debería decir?), este es uno de ellos.

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Las deducciones no tienen poder de persuasión. El corazón normalmente no se alcanza a través de la razón, sino a través de la imaginación, por medio de impresiones directas, por el testimonio de hechos y acontecimientos, por la historia, por las descripciones.

Las personas nos influyen, las voces nos conmueven, las miradas nos subyugan, los actos nos inflaman.

Más de un hombre viviría y moriría por un dogma; nadie sería mártir por una conclusión.

Una conclusión no es más que una opinión, no es algo que es, sino algo de lo que estamos bastante seguros; y se ha observado frecuentemente que nunca decimos que estamos seguros y convencidos sin implicar que dudamos.

Para decir algo que debe ser, hay que admitir que puede no ser. Nadie, aseguro, morirá por sus propios cálculos, se muere por realidades.

Este es el motivo por el que depender de una religión literaria es algo tan frágil: parece buena cuando hace buen tiempo, pero sus doctrinas son opiniones, y cuando requieren que se sufra por su causa, las desliza entre sus folios, o las quema en su corazón.

Y esto, además, es el secreto de la desconfianza y la comicidad con la que los moralistas han sido tan comúnmente presentados. Dicen y no hacen. ¿Por qué? Porque están contemplando la perfección de las cosas y viven sobre una cuadrícula, mientras deberían estar realizando sus grandes máximas en lo concreto (…)

Para la masa, la lógica no es más que desesperar de convertir a alguien por un silogismo. Decid a los hombres que obtengan nociones de un Creador a partir de Sus obras, y, si se pusieran a hacerlo (cosa que no sucedería) acabarían cansados y aburridos por el laberinto que estarían trazando. Sus mentes quedarían hastiadas y saturadas debido a la operación lógica.

Los lógicos están más preocupados por concluir correctamente que por las conclusiones correctas. No son capaces de ver el final del proceso.

Pocos hombres tienen un poder de la mente que sea capaz de mantener rápida y firmemente una variedad de pensamientos. Ridiculizamos a los “hombres de una sola idea”; pero una gran parte de nosotros hemos nacido para serlo, y seríamos más felices si lo supiéramos.

Para la mayoría de los hombres los argumentos solamente hacen el problema en cuestión más dudoso, y considerablemente menos excitante. Después de todo, el hombre no es un animal que razona; es un animal que ve, siente, contempla y actúa.

Cardenal John Henry Newman
“No basta la lógica”
(Gramática del asentimiento, IV, 3)

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Ahora, claro, me viene a la mente la siguiente pregunta: cuántos de nosotros estamos dispuestos a jugarnos la vida por ser felices, jugárnozla por ser hombres y mujeres que han admitido haber nacido para una sola idea?


Un razonamiento nada lógico, más bien extremo, propio de un santo, no es verdad?

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El Papa explica la llamada universal a la santidad

7 de agosto de 2010

"Cuanto de verdad se ha dicho nos pertenece"

He recibido este correo que deseo compartirles.

Lo ha enviado uno de mis más entrañables contactos.

Creo que -como para mi- para ustedes serán sus palabras como agüita fresca (por aquello del verano en las Europas, digo yo)
¡Felices vacaciones!

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Hola, Maricruz

Gracias a Dios estoy bien. En estos días, con todas las noticias sobre las nefastas decisiones que se están tomando en tantos países me he sentido un poco agobiado. Tu post sobre acostumbrar los ojos a la oscuridad me ha venido muy bien, y además me ha provocado ganas de ir de camping (jajaja).

No es casual que muchas veces pensemos en los mismos temas para publicar en nuestros blogs. Creo que esto nos sucede por ser Iglesia, por tener la misma fe, porque vemos los mismos signos de los tiempos, es decir: por la comunión de los santos. Es parecido a lo que sucede en cualquier familia: normalmente, cuando un miembro sufre o goza, los demás también, y aunque cada cual lo exprese a su manera, en todos repercute el hecho. Y si la familia es atacada por cualquier circunstancia interna o externa, los hermanos suelen unirse para hacer frente a la situación.

Menos mal que en esta familia nuestra los tenemos a Jesús y a María. De lo contrario, no sé qué haríamos. Porque la verdad es que Ellos siempre “nos sacan las papas del fuego” (como decimos aquí, jajaja).

Hablando de otra cosa, o no, he visto en you tube un video de un cantante evangélico que me ha gustado mucho. Es una de esas cosas que a uno le gustaría compartir con otros a través del blog, pero sabes que no va a caer bien a muchos por tratarse de material evangélico. Yo, por mi parte, me repito aquello de San Justino “cuanto de verdad se ha dicho nos pertenece”. Te envío el link para que lo veas, si puedes.

Espero que te guste a ti también. Debajo te mando la traducción de la letra, porque está cantado en inglés.

Hasta cualquier momento.

Jesús y María te bendigan.

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Me reservo su nombre más no el enlace del video que es para lo que vine aquí.



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Estos son los días de Elías

Estos son los días de Elías
declarando la palabra del Señor.
Y estos son los días
de tu siervo Moisés,
la rectitud está siendo restaurada.

Aún cuando son días de grandes juicios
de hambre, tinieblas
y espada.
Todavía somos la voz en
el desierto gritando:
“Preparen el camino del Senor".

Contemplad: Él viene,
paseando sobre las nubes,
brillando como el sol,
al llamado de la trompeta.
Levanta tu voz (¡Oh Jesús!)

En este año de jubileo,
desde el Monte de Sión
viene la salvación.

Estos son los días de Ezequiel
los huesos secos
están cubriéndose de carne.
Estos son los días de
tu siervo David,
reconstruyendo un templo
de oración.

Y estos son los días de la cosecha
los campos están blancos
en el mundo.
Y nosotros somos obreros
en tu viña,
declarando la palabra del Señor.

Contemplad: Él viene
paseando sobre las nubes
brillando como el sol
al llamado de la trompeta.
Levanta tu voz (¡Oh Jesús!)
En este año de jubileo,
desde el Monte de Sión
viene la salvación.

El que es, El que era, y El que viene.
El que es, El que era, y El que viene
El que es, El que era, y El que viene.

Compositor y cantante: Paul Wilbur

6 de agosto de 2010

Acostumbrar nuestros ojos a la noche

De las experiencias que más me deleitan es permanecer más de una hora sin fluido eléctrico porque me da la sensación que salí de paseo fuera de mi casa. O es que acaso no es un deleite permitir a los ojos acostumbrarse a la noche y a los oídos a los sonidos de la oscuridad? Pues si, por eso mismo me encantan los apagones, máxime aquí en el campo, donde vivo.

Otra experiencia similar es cuando voy de campamento, no solo por estar obligada a utilizar fuego y una linterna, sino por verme libre de las comodidades del hogar, es todo un desafío para el cuerpo, la mente y el espíritu, eso también me emociona muchísimo.

Cuando voy a acampar tengo un ritual con el que me doy la bienvenida y que consiste en que, poco antes del crepúsculo me dedico a recoger palitos secos y algunas rocas en la playa para hacer un fuego en la arena; busco mi ollita, agua, una cuchara y la tradicional sopa de tomate para sentarme a disfrutar de la caída del sol preparándola y bebérmela lentamente hasta que aparecen las estrellas y quedarme ahí regocijándome hasta bien entrada la noche.

Dicho momento ante el crepúsculo constituye una especie de entrada a otro mundo, a requerimientos del cuerpo, la mente y el espíritu totalmente diferentes. Me parece que por lo que tanto lo disfruto es debido a que encuentro que se activa mi instinto de sobrevivencia el cual da la impresión de permanecer inactivo en el hogar bajo condiciones opuestas.

Ir de campamento, es uno de esos momentos felices, fáciles y baratos que uno es capaz de proveerse y disfrutar enormemente mientras los ojos se acostumbran a la noche y los oídos a los sonidos de la oscuridad.

En estos días, cuando -tras incursionar en el mundo de las noticias internacionales- me encuentro, una tras otra la información sobre las diversas acciones emprendidas en Argentina, Chile, Estados Unidos pero también en lo que incluso en nuestro país vamos andando en torno a la instauración como figura legal del matrimonio entre personas del mismo sexo y “viéndola venir” –como decimos en mi tierra- no puedo menos que admitir que –como cuando voy de camping- deben activárseme todos los mecanismos de sobrevivencia; y no solo los mecanismos de orden físico, sino –sobre todo- los de orden moral y espiritual.

San Pablo, tanto a los Efesios como a los Tesalonicenses les llamó hijos de la luz y les exhortaba constantemente a que –como tales- se comportasen a la altura de las circunstancias; y ¡vaya que debían hacerlo! debido –precisamente- a las circunstancias bajo las cuales fueron escritas sus epístolas.

Ahora bien, ni en sueños imaginó san Pablo lo que sobrevendría a los cristianos en los siguientes siglos, pero al menos había cumplido con su encargo, dejando testimonio de la Esperanza.

Ni en sueños podrían haber imaginado Castellani y Newman, quienes –entre otros- vislumbraron la entrada de la humanidad en este ciclo de decadencia moral que se me figura –sin temor a exagerar- un “cataclismo de tinieblas” que ha dejado ya de ser ese antiguo deleite de contemplar el crepúsculo sino una auténtica situación en la cual la mirada debe adaptarse a la insuficiente luz del día que nos presenta los objetos del mismo color y donde es prácticamente imposible distinguir la figura del fondo.

Pero bien, san Pablo no solo hizo una lectura oportuna y acertada de los signos de los tiempos sino que ofreció tanto a efesios y tesalonicenses como a la cristiandad toda, los instrumentos para una situación en la que el pueblo de Dios se viese desprovisto de las “comodidades del hogar”.

Muy bien lo ha dicho:

“Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. [ ]…pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el casco de la esperanza de la salvación. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo” (I Tes 5)

Creo que, dicho sea de paso, ahora comprendo el profundo valor que tenía para los primeros cristianos tanto la tradición escrita como oral.

Pueden imaginar el “cataclismo de oscuridad” que le sobrevino a los apóstoles aquél fin de semana de la muerte de su Señor? Y pueden compararlo con lo que significó para ellos la Resurrección y tener –además- la posibilidad de aferrarse a su experiencia y conservarla de forma oral y escrita?

Creo que así como para aquellos primeros cristianos, para nosotros no habrá otro período dentro de la Historia de salvación en el cual con mayor necesidad y vehemencia debamos aferrarnos a la Palabra de Dios que es la Luz para que sus hijos lleguemos a adaptarnos a las incomodidades “fuera del hogar” si no también la que nos permitirá acostumbrar nuestros ojos a la noche y nuestros oídos a los sonidos de la oscuridad.

Así sea.

4 de agosto de 2010

Renuncia a Jesucristo o vete de aquí

Aunque lo mío no son las noticias, he deseado traer hasta ustedes la situación que vive Jenniffer Keeton, no tanto para contribuir al escándalo general (que ya es bastante) si no para plantearles la misma pregunta que me hago cada vez que me entero de casos como el suyo:

¿Qué dice tu humanidad ante esto?

-oOo-

Una estudiante graduada en Georgia (USA) demandó a su universidad después le dijeron que debe someterse a un programa de rehabilitación debido a sus creencias sobre la homosexualidad y las personas transexuales.

La estudiante, Jennifer Keeton, de 24 años, pretendía obtener una maestría en orientación escolar en la “Augusta State University” desde el año 2009, pero las autoridades escolares le han informado que ella será expulsada del programa a menos que altere sus “principales creencias religiosas sobre la naturaleza y la conducta humana “, según una demanda civil presentada la semana pasada. (julio 2010)

En la demanda de 43 páginas se lee que la “Augusta State University” ha amenazado con expulsar a la señorita Keeton del Programa de Orientación Escolar, no porque su nivel académico sea pobre, ni porque tenga deficiencias en el rendimiento clínico, sino simplemente porque ha externado, tanto dentro como fuera del aula que tiene a convicciones éticas cristianas sobre cuestiones de la sexualidad humana y de la identidad de género “.

Keeton, según la demanda, fue informada por funcionarios de la escuela a fines de mayo que se le iba a pedir que participar en un plan de rehabilitación debido a que les preocupaba que no estuviera capacitada debido a sus creencias con relación a las personas homosexuales, lesbianas, bisexuales y transgénero.

David Francés, asesor de la Alliance Defense Fund, que presentó la demanda en contra de “Augusta State University” en nombre Keeton, dijo que ninguna universidad tiene el derecho de obligar a un ciudadano de cambiar sus creencias sobre cualquier tema. “La universidad le ha dicho a Jennifer Keeton que si no cambia sus creencias, no puede permanecer en el programa", “Ella ni siquiera tendrá la oportunidad de aconsejar a ningún estudiante, ni tendrá la oportunidad de obtener un título de orientación; será expulsada.”

Keeton, cree que la gente tiene “opciones morales” con respecto a su sexualidad. “Un estudiante tiene derecho a expresar sus puntos de vista dentro y fuera de clase sin miedo o la censura o la expulsión", dijo David Francés.

-oOo-

¿Qué dice tu humanidad ante esto?
Entrevista a Jenniffer Keeton

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