31 de enero de 2012

De Quepos a Cuba: una realidad impregnada de fe

He estado unos pocos días fuera de San José disfrutando de la invitación que me hizo mi hermana para pasar con ella la fecha de su cumpleaños en un hotelito en la región del Pacífico Central.

Quepos es el nombre del poblado que visitamos en cuyo distrito y tan solo a siete kilómetros de distancia se encuentra el Parque Nacional Manuel Antonio al que la Revista Forbes en 2011 ha colocado en su lista de los 12 parques más hermosos del mundo.

Nos aventuramos a conducir a más de 150 kilómetros a lo largo de la costa porque también teníamos la imperiosa necesidad de conocer esta región del país de la que tanto se habla dentro y fuera de nuestra tierra.

De camino reíamos al recordar comparándonos con nuestros primos quienes en Nueva York no llegaron a conocer la estatua de la Libertad sino hasta poco antes de sus veinticinco años. 

Pues bien, así como a nuestros parientes en NYC a este par de hermanitas ticas no las decepcionó su famoso parque ni el pequeño Quepos.

Tengo esta cosa curiosa que me sucede en relación a viajar. Amo viajar, cerca o lejos, pero no lo he podido hacer, por uno u otro motivo, con la frecuencia que hubiera querido. El caso es que, ante cualquier oportunidad en la que verdaderamente todo se confabula para que lo haga, salgo de paseo. Este ha sido uno de esas ocasiones y creo que lo será la peregrinación a Cuba por lo de la Visita del Santo Padre en marzo del 2012, aunque –por el momento- el cielo sigue teniendo la última palabra.

En relación a Cuba y, de rebote, en relación a Quepos, me doy cuenta que mi interés por Cuba no tomaría la intensidad que ha tomado de no ser porque ahí estará el Santo Padre, pero tampoco, que a Quepos lo hubiese disfrutado tanto si allí no me hubiera encontrado en Jesús con mis hermanos en la santa misa y, de paso, recordar a qué Madre pertenezco. 

Han de saber que “Manuel Antonio” no es solo conocido por la exhuberancia de su vegetación y vida silvestre sino por ser visitado con regularidad y desde todas partes del mundo por toda clase de turistas pero particularmente por personas homosexuales que han hecho de esa playa lugar de destino así como por nudistas quienes buscan pequeñas playas privadas para disfrutar a su gusto.

En pocos lugares de mi tierra, y quizá del mundo, podrían hallarse conviviendo estilos de vida tan contrastantes, por lo que, me ha gustado mucho que, tanto el párroco como los fieles pero también los lugareños, me hicieran caer en la cuenta de cuán hermoso es el mundo aún cuando los cristianos, inmersos en una realidad que los desafía constantemente, hacen de sus vidas y con la mayor soltura, un lugar de acogida pero, sobre todo, de Esperanza. 

Una realidad impregnada de fe fue lo que encontré en Quepos y, de seguro, hallaré en Cuba. 

Ansiosa estoy por comprobarlo.

21 de enero de 2012

Bendito Dios que tenemos fe

He de confesar que, en este proceso de perdón, en el que he tomado la decisión de entrar uno de los aspectos en los que he de prestar atención es en mi temperamento, porque, ¡vaya!, bien que han probado algunos lo fácilmente que puedo convertirme en una fiera! Y bien, que he tenido que probar las consecuencias como cuando un día de estos en que, echando para atrás y habiendo tomado todas las precauciones, golpeé ligeramente un auto que detrás de mi se detuvo abruptamente. 

Tan abruptamente como salí del auto enfadadísima y le reclamé al joven conductor de la siguiente manera y con voz estruendosa: - “Pero, ¡diay, muchacho! ¿Qué está haciendo usted parado ahí si me ve echando para atrás?”.

El caso es que el joven debe de haberse asustado mucho porque ahí mismo le pidió a su hermano que llamara a la Fuerza Pública.

Claro, da risa de solo imaginarme ante el oficial que me preguntó con rudeza tal cual si fuera yo un delincuente: - “Señora, ¿qué es lo que está pasando? Entrégueme sus documentos”. 

El asunto no pasó a más, ya que le confesé muy tranquila y sinceramente que me había enfadado mucho con el joven ya que se había detenido abruptamente debido a que su hermano estaba vomitando.

Pueden imaginarse la escena? Ríanse, no más, si para eso la cuento.

En fin, que en este proceso de perdón por el que transcurro y del que hasta ahora ustedes solo han visto el lado amable, aspecto importantísimo de cuidar será mi temperamento y con el, la impulsividad.

Cuéntoles estas cosas ya que como itinerario de fe espero que le sean de provecho a alguno y porque, de todas formas, tienen mucho que ver con la vida de fe de cualquiera tanto como podría tener que ver el pecado pero sobre todo los cuidados a veces tiernos y hasta jocosos con los que nos regala el Señor.

Porque, no me van a decir que ese tonto accidente no fue suficiente para que caer en la cuenta de mis flaquezas y me propusiera corregirme poniendo un grito de auxilio al cielo? Claro que lo fue o es que acaso no confían en que me creo eso de que todo es para el bien de los que Lo aman? ¡Por supuesto que me lo creo!.

Esto último me ha quedado clarísimo hoy que escuché en uno de sus programas al padre Fortea, su charla trató sobre “El demonio como instrumento de santificación” (el cual espero escuchen porque está buenísimo como todo lo del padre Fortea). 

Se lo pueden creer? El demonio colaborando a nuestra santidad? Pues, ¡así como lo oyen!

De su charla lo que más hondo caló fue una frasecita suelta que utilizó refiriéndose al dolor que nos provoca el pecado de nuestro hermano, el cual, si bien es un mal objetivo, pues nada –decía el padre- que este hermano “ya hace bastante teniendo fe”.

De primera entrada como que saberlo no sirve de gran consuelo dado el sufrimiento que podría estar causando el pecado del hermano; pero es que, con un poco de control del temperamento, dejando impulsos a un lado y recordando el rostro del ofensor, no queda más que reconocer que, gracias a Dios al menos tiene fe ya que si no, pues, ¡madre santa!, qué sería de su alma pero también de la mía ante la tentación de odiarle y contra la cual me he propuesto establecer batalla con la ayuda de Dios, de sus ángeles y de sus santos? 

Pues nada, que estaríamos ambos en el Top 10 de los candidatos al mismitico infierno; por lo mismo, bendito Dios, que -ambos- tenemos fe.


Buenísimo para comprender con mayor perfección de lo que hablo recurrir a la última entrada del padre Iraburu. ¡Magnífica, le quedó!

20 de enero de 2012

El camino hacia la unidad pasa por el perdón

He leído la entrevista a Monseñor Nicola Bux en la cual trata acerca del tema del ecumenismo y me ha asombrado lo bien que se aplica lo que ha dicho sobre el pecado incluso en las divisiones dentro de la Iglesia.

Hablando de pecado, el mío propio y dentro de mi circunstancia, advierto que sin que éste me haya llevado hasta el fondo de mi miseria no advertiría mi necesidad de clamar al cielo por el don del perdón.

Quizá sea este uno de los secretos de los santos, quizá sea su pecado lo que más evidentemente con ellos tenemos en común en primera instancia.

Y, es que, me pregunto: qué sería de ellos si no hubiesen en su pecado llegado hasta el fondo de su miseria? Ciertamente, no hubiesen llegado a santos, mucho menos hubiesen aprendido a mirar, una vez reconciliados, lo que de bueno y verdadero existe en los demás.

En grandes beatos y sabios que tenemos a nuestro alcance, uno observa –por ejemplo- a Juan Pablo II, a Benedicto XVI o al propio Monseñor Nicola Bux y se pregunta: qué hace que estos hombres hablen con esa claridad acerca de conceptos como el pecado, la unidad, del perdón, etc., sino es porque han experimentado las consecuencias del pecado y que, por lo mismo, han clamado al cielo y visto regalados con el don del perdón?. Quién podría hablar así de algo que no ha vivido en carne propia?

Pues eso es a lo que voy, lo que nos une a ellos es el pecado, lo que nos separa es no haber reconocido nuestro pecado.

El día de hoy resulta muy oportuno que el Camino Neocatecumenal esté recibiendo instrucción y aprobación para aspectos específicos de su liturgia. Resulta oportuno que también La Buhardilla haya publicado esa entrevista así como que continúe habiendo roces tan dramáticos con los lefebvristas debido a que todo ello muestra diferentes aspectos y etapas sobre este camino hacia la unidad del que habla Monseñor Bux.

Veamos el caso del Camino Neocatecumenal. Cuánto no han sufrido por ser percibidos como una secta pero también por causa de su pecado? Cuánto no han debido clamar al cielo y cuánto don habrán recibido para que el día de hoy estén recibiendo agradecidos atención tan delicada del Santo Padre y del Magisterio? 

Ellos, con su liturgia “rara” han debido corregirse en innumerables ocasiones (y tendrán que seguirlo haciendo) hasta el punto en que lo que dicen y lo que hacen ha llegado a estar cada vez en mayor consonancia con el Magisterio. 

Su proceso prueba que han transcurrido el camino del reconocimiento de su pecado, del clamor por el don del perdón y haberlo recibido, lo que les ha conducido a mirar lo bueno y verdadero que existe en la Iglesia, su Madre y Maestra. 

Porque –respondan- quién ha visto jamás a alguien del Camino despreciar al Vicario de Cristo, aspectos del Magisterio o a otros movimientos eclesiales?.

Veamos el caso de los lefebvristas. Cabría con ellos preguntarse nada más si será que no han pasado de cierta etapa? No podremos jamás saberlo , más todo indica que ahí hace falta reconocimiento, clamor y perdón para recibir el plus del don por el que han puesto el grito al cielo. 

Eso les habría ofrecido la posibilidad de no pretender imponer sus ideas y les habría abierto a reconocer sin condiciones todo lo verdadero y bueno que existe en la Iglesia.

Veamos el caso del grupo de la misa en nuestro país. Nosotros todavía ni siquiera nos hemos planteado que la división ha sido fruto de nuestro pecado. En ese sentido nos falta transcurrir hasta el fondo de nuestra miseria para llegar a reconocer lo bueno y verdadero en los demás.

Tal como he dicho al principio, lo que nos une a los santos y a los sabios en la primera etapa es el pecado, lo que nos separa en las posteriores es el no haber dado el paso del reconocimiento de ese pecado que nos conduciría hacia la unidad a través de la reconciliación; lo cual confirma Monseñor Bux en el siguiente párrafo que he extraído de la entrevista:

“Se debe reconocer que la realidad [nuestra realidad personal], contaminada por el pecado, produce divisiones, que deben ser continuamente atravesadas sin pretender esconderlas o amortiguarlas en nombre de una unidad imposible”.

Por eso es que, mediante este reconocimiento, tanto sabios como santos, con ayuda de la Gracia han recorrido el camino para “no imponer al otro algo que no es o no tiene” para que desde su interior haya nacido “la escucha de todo lo verdadero y bueno que existe en el otro para que crezca el don de la unidad que, no obstante [como hemos de recordarlo] nos viene de lo alto”

Está clarísimo, el camino hacia la unidad pasa por el perdón el cual es don que hemos de clamar al cielo.

A ver si nos disponemos a recorrerlo. Yo, la primera.

El Señor nos conceda la Gracia.

Amén

15 de enero de 2012

¿Existe razones para odiar a la FSSPX?

- “¿Tienes razones para odiar a los lefebvristas?”
- “No, no tengo razones para odiarlos".
Esta será la descripción de mi caso, pero podría ser el caso de cualquier otro católico sin afiliación al “tradicionalismo”, como de forma tan poco cristiana consiguen algunos sentirse cómodos clasificando a los católicos.


Hace unos meses, en mi habitual crítica a los afiliados a la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, me referí a la alabanza a Mons. Lefebvre que, sin medir las consecuencias, hacía una joven costarricense y de eso se han valido para afirmar que odio a la FSSPX.


La afirmación de mi supuesto odio circuló por la red cual “teléfono chocho” hasta que desembocó en la ruptura de la unidad del grupo que había creado años atrás para la promoción de la misa antigua.

Desde entonces, se han venido alejando de mí viejos conocidos, en cuenta, miembros de las asociaciones Una Voce de algunos países latinoamericanos a quienes, incondicionalmente, serví en varias ocasiones. Ninguno de ellos fue para venir a preguntarme si, efectivamente, los odio, sencillamente, dieron crédito a los rumores.

Al día de hoy, separada de todo grupo que promueve la misa antigua, sigo siendo blanco de burlas y críticas por doquier.

Si yo no fuera yo y solo fuera otra mujer a la que le sucede lo que me ha sucedido en torno a promover la forma extraordinaria de la misa probablemente saldría en su defensa, y lo haría no por ser mujer, sino por hacer honor a la justicia; pero como yo soy yo y, por donde quiera que se lo mire siempre sonará a queja el que uno salga en defensa propia, pues nada, que no me defenderé.

No me defenderé pero tampoco estoy dispuesta, en honor a la verdad, a dejar sin esclarecer ciertas cuestiones.

Para empezar: no odio a a los miembros de la FSSPX.
 
No tengo razones para odiarlos porque en primer lugar no conozco a ninguno en persona, conozco tan solo a un terciario y únicamente he hablado con el por teléfono y, lo demás que conozco es únicamente por lo que leo sobre ellos en la red; de tal manera que, disculpen, quien diga que los odio está rematadamente loco, no solo porque no se puede amar ni odiar lo que no se conoce sino porque es un contra sentido que un seguidor de Cristo conserve odio en su corazón.

Aunque, es cierto, conozco personalmente a personas afiliadas al lefebvrismo, se hayan declarado o no. En nuestro grupo de la misa tuvimos a seis que emigraron al grupo que ha conseguido lo que originalmente nos propusimos.

Se alejaron debido a mi “supuesto odio a los lefebvristas” y lo hicieron sin escatimar en traiciones, burlas y maledicencia; por lo que, si habría que odiar a alguien sería a ellos quienes, tanto en mi país como en otros lugares del mundo no tienen, ahora que “saben de mi odio”, reservas en continuar con las traiciones, la burla y la maledicencia.

Como les dijo, si yo no fuera yo y solo otra mujer a la que le sucede esto, la defendería pero como solo soy yo, me limito a describir los hechos.

Así las cosas, y teniendo suficientes razones para odiar a los afiliados al lefebvrismo, porque espero que haya quedado claro que a la FSSPX no la odio, asumo que no he dejado lugar a dudas acerca de que establecer los hechos tanto en aquella entrada en la que los criticaba como en la presente, no implica odiarlos, implica la expresión de un legítimo anhelo de justicia ante un bien que consideré corría peligro o, como en este caso en que el bien de mi buena reputación ha sido arrebatado; lo cual, como les digo, en otras culturas, en otras religiones, en otro tipo de mujeres, seria suficiente razón para odiar a alguien, pero el caso es que a los afiliados a la FSSPX tampoco los odio.

Aborrezco y desprecio profundamente, eso si, todo el mal del que cada uno de nosotros es capaz y como parte de ello, reconozco el que se me está haciendo difícil perdonarles; pero, como tengo claro que mi miseria es mayor que la de cualquiera, he dejado en manos del Señor su conversión así como Le he dejado, desde hace muchos años, la mía.

Para terminar, y como siempre ha sido la intención, quisiera que los católicos con afiliación a la FSSPX reconocieran que su defensa está provocando mucho más daño a individuos y comunidades que el que sus defendidos continuen rechazando el preámbulo doctrinal.

No es razonable que por defender lo que consideran un bien dejen tras de si una estela de mal.

13 de enero de 2012

Blogeros con el Papa ¡Si hasta católicos parecen!

Vaya! Pero cómo es eso? Me has dicho que son gente alegre, amistosa, colaboradora, sencilla? Pero, qué bicho te ha picado? Que te he dicho que los católicos no existen!

Me he reído un poco por alguna bobería amarga que dijeron acerca del grupo de los Blogeros con el Papa porque desde dentro estoy que no me lo creo.

Debo ser sincera, me cuesta seguirlos. Es gente tan dinámica, creativa, interesada por todo, por aprender –sobre todo-, que me cuesta seguirles el paso. 

El caso es que ahí van los Blogeros con el Papa, creando grupos en facebook, renovando su blog, creando asociaciones, divulgando su actividad e invitando a cuanto amigo o conocido blogero católico conocen. ¡Es una gozada lo amistosos que son!. 

La idea fue del padre Joan Carreras del Rincón de quien tanto he venido aprendiendo, le apoya mi querido compatriota mitad español Néstor Mora y de ahí en adelante varios nombres que leo con frecuencia como el de Cristina Llano, Luis Javier Moxó Soto y un joven llamado David Pascual quien mantiene a todos actualizados. 

Los demás participamos y colaboramos en la medida de nuestras posibilidades a la vez que aprendemos unos de otros. La camaradería es de no creerla. ¡Maravillosa! 

¡Si hasta católicos parecen! 

Estos son algunos de sus sitios por si quien me lee es blogero y no se ha anotado pero también para le echen un vistazo y verifiquen que no exagero.

 
Ah, y por cierto…!

 Blogueros con el Papa

9 de enero de 2012

El Rezo del Niño

Ha sido una tarde de domingo más que encantadora la que hemos pasado ayer.

Un par de amigas y yo, cual tres reyes magos, seguimos las señas que nos condujeron directamente a adorar al Niño. 

El Rezo del Niño es una de las más antiguas tradiciones de la Navidad en mi país. 

Por esta época del año, doquier se escucha que hay Rezos del Niño y gente animada preparándose para asistir o para recibir a sus invitados.

Nosotros debimos coordinar para encontrarnos ya que vivimos algo alejadas una de la otra en la zona norte-este de la capital y nuestro amigo vive en la periferia sur. 

Nos esperaba un trayecto interesante por desconocido pero nuestro amigo tomó la precaución de darnos una dirección muy detalla para que pudiésemos llegar.

Así fue como salí de mi casa muy contenta a recoger a mis amigas. No hubo problema, ambas fueron puntuales, por lo que salimos a tiempo para aventurarnos por los caminos de Dios y llegar a la hora en que habíamos previsto. 

Con dirección en mano, seguimos las señas y llegamos sin problema. Al ver a lo lejos a nuestro amigo que nos esperaba frente a su casa, una de mis amigas dijo: - ¡No entiendo cómo es que los gringos se pierden cuando se les da una dirección!.

A lo que respondimos con una carcajada ya que en nuestro país nos orientamos por hitos en el casco urbano tal como les muestro a continuación:

“Llegas al centro de Alajuelita. Pasas el frente de la Iglesia. Bajas 200 metros llegas al MegaSuper (supermercado). Doblas a mano izquierda. Sigues la carretera 1 km. Pasarás una bomba (gasolinera), el hogar de ancianos, dos puentes. Después del 2do puente, como 300mts, vas a llegar a una calle muy ancha. Ahí la carretera se divide en 2. Tomas la de mano derecha, subes la cuesta inmediatamente. Te vas a encontrar con el Pali (supermercado) la escuela y la plaza. Cuando están en la plaza me llamas por teléfono para terminar de orientarte”. 

Con estas señas llegamos perfectamente, por lo que hoy, recordando lo divertido que la pasamos, lo bello que rezó y cantó el coro, lo delicioso y oportuno de los bocadillos, lo primorosamente decorada para Navidad que estaba su casa, su inmenso y elaborado portal, lo espectacularmente acogidas que nos sentimos y lo excepcionalmente amadas por Dios que nos reconocimos en los rezos y cantos junto a María Santísima, San José, el Niño y nuestros hermanos, que me parece que salimos de regreso a casa habiéndonos quedado el corazón iluminado, como ha de haberles quedado a los reyes magos, con esa satisfacción de haber seguido la estrella y haber dado con aquél Niño, encarnación de la Esperanza. 

Ah, y lo que no les conté fue que las tres, al caer la tarde, también fuimos a misa. 

Si no les he dicho que la de ayer fue una tarde encantadora?

7 de enero de 2012

Evangelizar en centros comerciales


El otro día alguien me decía que cómo era posible que yo no estuviera trabajando para algún departamento de la Curia o de la Conferencia Episcopal y lo decía considerando la cantidad de ideas y actividad que genero desde las redes sociales y además que, con la ayuda de Dios, llega a plasmarse en la realidad.

Bien, no puedo negar que alguna vez lo he pensado, pero el caso es que difícilmente alguien en la CECOR (Conferencia Episcopal de Costa Rica) me soportaría y no porque no sean virtuosos es que, sencillamente, soy como un torbellino por lo que ninguna oficina resistiría mis embates; es más, no se los deseo ni recomiendo. Por esta razón es que mejor me dedico a buscar los recursos para echar a andar estas ideas por mi cuenta y con la ayuda de Dios.

En este sentido me ha dado mucha satisfacción haber coincidido con dos obispos italianos que han propuesto recientemente evangelizar en los centros comerciales. 

He venido madurando la idea hace meses y el concepto va en este sentido. 

Necesitamos más que nunca hacer a la Iglesia presente en el mundo y en ella a Cristo y en El a sus testigos, personas que hayan tenido una experiencia del Resucitado y que se hayan interesado en profundizar en la fe quienes presentarían a Cristo en su Iglesia al mundo en los centros comerciales.

La idea se gestó al observar la realidad, esto es, de verme sin mi actividad de la hidroponía, de conocer a mujeres en mi situación laboral pero también con la misma pasión y semejante formación en la fe, de ver espacios que se alquilan en los pasillos de los centros comerciales pero también de mi interés en los artículos religiosos, la música, el arte sacro y la catequesis así como esta labor que realizo de continuo que es gestionar ayuda para personas y proyectos.

El proyecto reuniría todos estos recursos hasta ahora sin conexión en un “stand” fácil de identificar como un sitio católico que alquilaríamos en los amplios pasillos de los centros comerciales. 

Empezar a pequeña escala e ir creciendo, si así el Señor y nuestras destrezas en la administración lo permiten, hasta ir “tomando” por así decirlo uno tras otro los grandes centros comerciales hasta culminar con la meta que me he propuesto que sería involucrar a los párrocos para que gestionen, con los parroquianos más influyentes y acomodados, el alquiler de uno de esos locales para erigir una capilla en donde se celebre misa y se ofrezca al menos el sacramento de la reconciliación. 

La idea me suena fabulosa y la completaríamos dando trabajo por horas a, particularmente, mujeres solteras pensionadas o con obligaciones sino que daríamos curso a su impulso misionero. 

Ellas (o ellos) se prepararían no solo para conocer los artículos que venderíamos sino a estar dispuestos a establecer un contacto auténticamente cristiano con los clientes, esto es, ofrecerles asistencia en lo humano tanto como en lo espiritual guiándolos hacia sacerdotes o especialistas católicos que les asesoren en sus necesidades. 

Mostrarían a la vez un rostro humano de la Iglesia dispuesto a acoger a todo tipo de personas y a hablar de todo sin vergüenza y sin escrúpulos. Conociendo la piedad popular, algo de teología, doctrina pero también de arte, música, latín y todo aquello relacionado con nuestra fe en términos generales, sin embargo, su testimonio cristiano sería lo fundamental. 

Podrán imaginarse la cantidad de actividades catequéticas y/o evangelizadoras que podrían realizarse tan solo siguiendo el calendario litúrgico? Imaginarán además lo que supondría que nuestros artistas y artesanos obtengan una red de distribución de sus artículos religiosos? Esto no más, entre otras cosas. 

Me resulta interesante no solo haber coincidido con dos obispos italianos, como mencioné arriba, sino tener este blog albergado en un portal tan frecuentado como InfoCatólica ya que, es probable, que la idea reciba aportes para mejorar sino que se difunda y quien sabe si hasta llegue a recibir no solo solicitudes de un puesto de trabajo sino de eventuales socios inversionistas. 

Ya ven por qué digo que no habría oficina que resistiera mis embates?

Feliz fin de semana!

6 de enero de 2012

Des-balance 2011

Antes que todo, una santa celebración de la Epifanía 2012
Venid, ¡venid naciones todas!, venid y postraos.
¡Aclamadlo todos los pueblos!, porque la fidelidad del Señor es eterna.
¡Venid, venid a Belén!
¡Venite adoremus Dominum!


Ni por asomo seré exhaustiva en cuanto al balance de mi blog, no solo porque no lo considero necesario sino porque no poseo herramientas para presentar estadísticas detalladas.

En todo caso, al recurrir al concepto de “balance” lo que intentaré es poner en evidencia algunas cuestiones que me interesa.

Por ejemplo, las entradas más leídas son siempre aquellas sobre Liturgia las cuales reciben visitas de España, Argentina, México, Estados Unidos y, por supuesto, de Costa Rica.

Que mi blog lo estén leyendo mis coterráneos si no que disputen el segundo y tercer puesto con los visitantes de Argentina y México resulta interesante. El primer lugar, salvo por excepcionales casos en que los ticos se lo han arrebatado, lo ha ocupado siempre España.

Otros temas en los cuales el número de visitantes únicos ha subido considerablemente ha sido en aquellas entradas donde he hablado sobre asuntos prácticos tal como asistir a misa con niños y aquellas donde he descrito mi vida de fe dentro de la vida cotidiana en un país del tercer mundo las cuales sospecho han sido populares por los detalles pintorescos propios de nuestro lenguaje y de nuestro país..

El caso es que, siendo la Liturgia lo que captura mayor audiencia, indica un par de cosas:

- Muchos lectores están interesados en el tema
- Muchos están interesados y siguen nuestras gestiones en relación a la misa tradicional

Esto último queda en evidencia ya que esas entradas son las más comentadas y editadas (por razones obvias) lo cual indica que es determinado grupo y nivel de lectores quienes desean mantenerse al día sobre lo que tengo que decir.

Si me dejara guiar únicamente por quienes comentan para decidir si continuo compartiendo o no mi experiencia sobre Liturgia tendría que concluir que, definitivamente, valdría la pena abandonar el tema; pero, dado que existe un porcentaje de lectores que no comenta (el 90% aproximadamente) quiere decir que de ninguna manera debería descuidar o desistir de tocarlo.

Si me dejara guiar únicamente por el trabajo que dan estos comentaristas, lo poco constructivas, nada gratificantes y poco cristianas (valga la redundancia) que son sus comentarios, una mente que se orientase por el sentido común, rápidamente abandonaría la idea de publicar sobre dicho tema; pero, como no es para ellos para quien trabajo, sino para Cristo en la Liturgia, para la Iglesia y el Santo Padre, pues nada, que seguiré hablando.

Y, si además, me detuviera a considerar la magnitud de enemigos, desprecios y humillaciones que me proveen estos comentaristas incluso allende InfoCatólica (otros blogs, grupos de facebook, mi propio muro de facebook, mi vida diaria, etc.), claramente, alguno tendría que venir a recomendarme, y yo atenderle, en ignorarlos completamente.

Lo que hago pero sobre lo cual tampoco obtengo ningún resultado ya que la solución tendría que venir de ellos debido a que, si tanta ignorancia plasmo en lo que digo y si tanto desprecio merece por ello mi persona, pues nada, que serían ellos quienes deberían ignorarme, pero no lo hacen ¡y, sabrá Dios, por qué!

(¡Dios lo sabe!, no les quepa la menor duda y, ¡yo lo sospecho!, tampoco lo duden)

En fin, que haciendo uno balance de su blog, llega a preguntarse acerca de qué tipo de necesidad (uno, siempre pensando en lo demás) será la de personas que insisten en comentar determinado contenido en cada entrada que escribo sobre Liturgia?

Lo único que me queda claro es que es gente necesitada que otorga sin sospecharlo y, como ha quedado claro, desbalance en el balance anual a mi blog.

Si fuera estadista sabría qué hacer, pero como solo soy una mujer católica que acoge la realidad tal y como se presenta, pues nada, que seguiré leyéndolos (y editándolos).


¡El Señor me ampare!

4 de enero de 2012

Flotando en agua en una cucharita

Conozco una mujer católica funcionaria del Ministerio de Hacienda, esposa y madre de cuatro hijos quien después de su trabajo o muy temprano en sus días libres sale para el templo con su sagrario diminuto para hospedar en el al Señor a quien caminando llevará sobre su pecho por las calles de mi pueblo, haga frío o calor, a los enfermitos y ancianos que se le han encomendado.

Como ella, existe un pequeño ejército de hombres y mujeres, la mayoría adultos pero algunos jóvenes también, quienes conforman el equipo de Ministros Extraordinarios para la distribución de la Comunión mejor conocidos como MEC.

Este es un servicio originado durante el último medio siglo, fruto más que vilipendiado del Concilio Vaticano II, puesto a disposición, antes que del presbítero, de los enfermos y de los ancianos-enfermos; aunque me parece que, más que servicio, es un apostolado ya que implica no solo un llamado sino una repuesta, por tanto, es una vocación.

Servicio del que, por cierto, se ha abusado. Han abusado de el, tanto laicos como sacerdotes. Los primeros cuando lo realizan con afán de protagonismo y los segundos, cuando se apoyan en los MEC para obtener un poco de tiempo libre o para asuntos “más importantes” o de “interés personal”.

De que han sido también objeto de crítica despiadada de parte de católicos excesivamente escrupulosos, prejuiciados y por de más, desconocedores de la doctrina, pues también; pero, ni los abusos ni las críticas le restan valor a lo que hacen, porque cuando lo hacen bien y a conciencia, su servicio es de los más importantes dentro de una comunidad parroquial.

Lo menciono porque, por ejemplo, en este pequeño pueblo hasta hace muy poco, un gran porcentaje de la población que –como es obvio- con los años ha ido disminuyendo, ha estado conformado de personas adultas mayores de 70 años a quienes he visto ser asistidos por los MEC tanto en sus mejores como peores momentos.

Muchos de ellos eran de misa frecuente, otros no, pero por lo mismo, el que hayan estado recibiendo en sus casas al Señor por varios años, ha de haberles servido para valorar la salud del cuerpo pero sobre todo la del alma.

Esto, aunado a las visitas del sacerdote para ofrecerles el sacramento de la reconciliación, ha constituido para ellos, tal como lo ha mencionado el Santo Padre “una ocasión propicia y preciosa para redescubrir la fuerza y la belleza de la fe” que llegan a apreciar no solo los ancianos y enfermos sino toda su familia y hasta el propio MEC.

Porque, como sabrán, no es solo llevarles la comunión, existe un breve rito que junto al enfermito y su familia el MEC celebra en lugar digno y preparado con anticipación.

A mi, que me perdonen, pero cuando llegue a vieja y no pueda levantarme de la cama, que me envíen al Señor en manos de uno de estos hermanos; ojalá y fuera posible a diario porque, lo que soy, sin el Señor no me quedo, así esté con la cabecita “ida” y petrificado cada músculo de mi cuerpo. 

Que me lo ofrezcan flotando en agua en una cucharita, como lo hacía yo, cuando lo ofrecía a la centenaria Emérita, quien ya murió.

3 de enero de 2012

La Iglesia es torpe


- ¿Torpe, yo?.
- Si. Es hora de que te vayas enterando!


Bien, lo aclaro: no es que la Iglesia sea torpe, pero si muchos de sus miembros, unos más que otros pero, muchísimos sin duda lo somos.

A qué viene el tema? Pues viene en el cauce por el que nos conducen los prejuicios. 

En este sentido puedo decir que, si de algo me ha servido conocer el carisma de don Giuss, ha sido para aprender a identificar prejuicios, los propios y los ajenos. Con los ajenos no hay nada qué hacer pero igual uno se mete y lo hace en un 50% por metiche y en el otro 50% por caridad, lo cual –obviamente- no es lo ideal pero igual se entiende que nadie es perfecto y que, más que por esfuerzo es por gracia de Dios y voluntad, que ese porcentaje llegará a cambiar. 

El caso es que, por el momento, intentando inclinar la balanza de lado de la caridad, he venido para mencionar que, con esto de los prejuicios ajenos, uno no encuentra razonable que existan temas que no se desvinculan, por ejemplo: 

- el que un sacerdote o laico que diga amar el rito antiguo se haga sospechoso de herejía y por tanto, sujeto de excomunión.

Otro ejemplo: 

- el que si la FSSPX no llega a un acuerdo con la Iglesia se perderá para siempre el rito antiguo y no habrá forma de llevar almas al cielo a través de la Liturgia.

Poseo bastantes de estos ejemplos pero, por el momento, mencionaré solo uno más, el cual sería:

- que existe justificación para la improvisación en el novus ordo por razones pastorales e –incluso- el considerar que, en cuanto ellas sean “de buen gusto”, hasta puedan llegar a forma parte del rito. 

Es obvio que este argumento no tiene ni pies ni cabeza y que existen decenas de instrucciones clarísimas en el Magisterio que lo tirarían por el suelo en un dos por tres, sin embargo, continuamos viéndonos obligados los laicos con formación en Liturgia a ofrecer explicación tras explicación a otros laicos con menos formación sobre el por qué, cuándo y dónde dice que:

- los monaguillos pueden dar la comunión
- el coro está autorizado a entonar cantos “litúrgicos” con ritmo de bolero o de salsa
- la misa se puede celebrar vistiendo solo el alba y la estola o, lo que es peor, disfrazado de Darth Vader
- Y un etc.., etc., etc., tan interminable como puedan imaginar.

Muchos sacerdotes, es obvio, que no han tenido buena formación litúrgica en sus años de seminario, lo cual –claramente- no ha colaborado para despertarles interés en el tema; pero existe algo más grave, no han tenido formadores, obispos o vicarios episcopales que les hablasen de forma explícita y firme sobre cómo celebrar dignamente de manera que hubiesen comprendido que la Liturgia local tendría que ser una réplica de la de Roma, la cual es la única forma con la que es posible ofrecer digno y justo culto a Dios.

Regresando a lo de los prejuicios, deseo mencionar que, donde quiera que uno se las encuentre, es interesante escuchar las razones que un ateo ofrece para calificar de “torpe” a la Iglesia, pero se vuelve todavía más interesante cuando no queda más remedio que admitir la razón que llevan.

Eso si, estamos claros que lo de los ateos con la Iglesia lleva su buen porcentaje de prejuicios; muchos de ellos están como yo, algo así como fifty/fifty, con esto de señalar los prejuicios en los demás. 

Es el caso de esta atea que nos ha llamado torpes, y que deseo que lean para que caigan en la cuenta al igual que yo que, prejuicios más o menos, lo suyo lleva razón. 

Que lo leyeran también, ojalá, formadores, liturgistas y el clero en general; que los laicos no se queden atrás, ya que -bien que mal- nunca es tarde para aprender a golpe y porrazo de los ateos sobre nuestra torpeza, tal como hemos debido aprender penitencia en otros temas no menos escandalosos ni menos graves. 


NOTA:
Deseo que, de paso, estén enterados que he renunciado a ser miembro activo de grupos costarricenses que estén dedicados a conformar asociaciones Una Voce. La razón es simple y la expondré en algún momento. Es debido a ello que me considero ahora con mayor libertad para hablar de determinadas cuestiones tal como ha sido el caso en esta entrada y lo será en las venideras.

1 de enero de 2012

Algo más bien muy humano

“Con el reconocimiento de esta presencia dramática, con esta presencia en la que habita corporalmente la divinidad, “empieza” algo nuevo*: hoy, a las once, a la una, a las seis[ ] En cualquier momento, empieza algo nuevo” Luigi Guissani

Lo que de Jesús debe de haber robado el corazón de aquellos sencillos pescadores y mujeres que se encontraron con el y que, dejándolo todo le siguieron, tuvo que haber sido no nada extraordinario sino algo más bien muy humano.

Muy humano en el sentido de que probablemente nunca antes alguien los había mirado a los ojos y les había llamado por su nombre de esa manera. 

Humana la forma en que Jesús, siendo varón, cuidaba de su madre así como de humano fue el respeto, cariño y caballerosidad con que trataba a las demás mujeres.

Algo muy humano en el sentido de que nunca habían visto a alguien enfrentarse con firmeza a escribas y fariseos pero a la vez ser capaz de demostrarles compasión. 

Tan humano como el simpático gesto que tuvo con Zaqueo, así como el inesperado trato que ofreció a la samaritana, a la anciana enferma, al endemoniado, al joven rico y a tantos como la Escritura nos narra se cruzaron por su camino. 

No es algo extraordinario lo que debe de haberles robado el corazón sino lo humano, así como es lo humano lo que de otros nos roba el corazón o nos conmueve.

Me refiero a la capacidad de amar de un padre, la de sacrificio de una madre o una hija, la de entrega de la enfermera o de un médico con vocación.

Y nos conmueve más cuanto más remoto parece podríamos obtener miradas o gestos muy humanos de distintas personas; como es el caso de un señor que conozco quien, a pesar de su escaso salario, se preocupó siempre por comprar carne a sus hijos por lo que sus jóvenes cerebros recibieron la proteína necesaria para desarrollarse y resultar siendo niños muy inteligentes. O como vendría a ser la de un patrón que se toma el día libre para cuidar a los hijos de uno de sus empleados porque la madre está cuidando al padre enfermo en el hospital.

El padre Mauricio Viquez lo resaltó muy bien en su homilía de hoy: nos hizo caer en la cuenta de la mirada tan humana que sobre los acontecimientos alrededor del nacimiento de su Hijo habría de haber tenido María Santísima. 

Lo suyo fue una mirada atenta y reflexiva sobre cada sorpresa, alegría y dificultad de aquella hora en la que el Misterio, Misterio de sus entrañas, quien no más abrir sus pequeños ojos, fue novedad que le robó el corazón. 

Si han conseguido caer en la cuenta de la magnitud del estupor de María y de la razón por la que guardaba en silencio todo aquello en su corazón, podrán comprender que no fue nada extraordinario lo que de Jesús robó el corazón de aquellos pescadores y de las mujeres, sino algo más bien muy humano.

¡Feliz  "algo nuevo"!

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