29 de diciembre de 2011

Incidentes en la Liturgia de Navidad

El otro día fue tan gracioso lo que sucedió, el padre Iraburu me lo recordó con su post. Les cuento.

Por aquello de que estoy por esta época del año sin ayudante y al cuidado de papá, quise asistir a misa de Navidad a las 6:30 am del domingo pero los cuatro templos que la celebran regularmente estaban cerrados; luego, desesperada pasé al último y ahí estaban por empezar.

El sacerdote se dirigió al frente del altar para incensar al Niñito y cuál no fue su sorpresa que el pesebre estaba vacío.

Con el incensario en mano, nos miraba sonriendo y miraba el pesebre vacío, luego miraba al sacristán que no entendía nada. Nos volvía a mirar, de nuevo al pesebre y al sacristán y así, hasta que a la tercera el sacristán se dio por enterado, por lo que salió –literalmente- corriendo a la sacristía a traer el Niño para incensarlo.

Eso no fue todo, la anciana que estaba al órgano cantaba en otra dirección de la melodía y así en cada canto. Llegué a preguntarme sobre cómo habría desarrollado la destreza para insertar a las estrofas del Gloria una melodía diferente a la del estribillo. 

Para terminar de hacerla, cuando la dulce anciana se puso de pie para leer las Preces le colgaba cual banderín de la parte trasera de sus enaguas el pañuelo que había colocado sobre su silla. Así fue a leer y así regresó a su órgano.

La Liturgia muchas veces se ve “adornada” con incidentes que no esperamos, muchas otras, casi preferiríamos salir de misa corriendo como el sacristán pero para nunca más regresar, pero eso, de ninguna forma le arrebata su carácter sagrado. En eso estamos clarísimos.

Tan claros estamos como que “a pesar” del Novus Ordo, de los despistes de sacristanes y los abusos en la Liturgia, ha sido éste el rito que ha conformado nuestra identidad católica, tan católica que es fiel al Magisterio y al Santo Padre, tan católica que comprende que ha de estar abierta a la realidad eclesial en su diversidad, motivo por el cual ofrece, dicho sea de paso y entre otras cosas, “preámbulos doctrinales”.

Tan clara, tan clara, como que esta Iglesia católica es el Cuerpo Místico de Cristo que prevalecerá sobre todo poder del mal.

24 de diciembre de 2011

Tal como en la gruta de Belén y en aquél pesebre

Me gusta pensar que la buena voluntad que vaga por el aire en esta época es real y que además es don del Señor ofrecido tanto a las almas que le aman como a las que le buscan aún a tientas.

Porque me van decir que por la Navidad hasta el más gruñón y más altanero de los hombres no se siente movido a bajar de su pedestal y participar de la Belleza y la Bondad que por el aire se respira? 

Es cosa curiosa esta conducta, este cambio de actitud, la verdad. Lo noto y no deja de asombrarme. 

Cierto, uno se puede explicar fácilmente esta conducta en un alma como la de san Francisco cuando quiso celebrar su Navidad en Greccio

Varios testimonios nos narran la génesis de su iniciativa, la forma en que la dispuso, la pasión, dulzura y emoción con que la celebró. Uno se lo explica de un alma como la suya; pero, cómo explicárselo de almas no así colmadas del amor a Dios? 

Pues no, uno no se lo explica pero el caso es que la conducta de los hombres por esta época cambia, lo cual es algo bueno; es casi, como una probadita de cielo, un poco como si la Liturgia saliera al mundo a desparramar la Gracia. 

Es como si, literalmente, la Misericordia se instalara en ese rinconcito en cada alma, aquél lugarcito ínfimo y mísero pero sagrado como es el de nuestra conciencia, para que -tal como en la gruta de Belén y en aquél pesebre- bañarnos con la Belleza de su luz, la dulzura de su Bondad y lo cierto de su Verdad.

Se que el Señor es capaz de hacer algo así y me gusta pensar que los hombres, aunque sea por un corto período de tiempo y casi como uno solo, líbremente abrimos de par en par la puerta al Misterio en su amor infinito para que la vez lo repartamos a manos llenas.

Me gusta pensar que la Misericordia desparramada como la Liturgia por el mundo es lo que pudo haber movido a aquél desconocido que ofreció la gruta de Belén aquella noche de angustia y desconcierto en que José no hallaba un lugar para que la Madre reposara y diera a luz a su Hijo. La misma que movió a los pastorcitos a echar a andar para ver al Niño y la que desde tiempo atrás había movido hacia el mismo destino a los Reyes Magos. 

Todos aquellos que, aún sin estar muy claros de lo que sucede, así como nosotros que tenemos un poco de mayor claridad, somos esos pastorcitos, somos esos reyes magos, abiertos a una realidad que nos sobrepasa pero a la que, sin embargo, le permitimos hacernos echar a andar hacia el encuentro con el Amor.

El caso es que uno ve en las personas transformación asombrosa por esta época de la cual no queda más que dar gloria a Dios.


Para todos aquellos de ustedes que han dejado impregnar su conciencia de lo inexplicable del Misterio. ¡Feliz Navidad!


Y para los que todavía no, pues ¡anden!, ¡qué esperan!.

22 de diciembre de 2011

Si, yo soy Israel

“En algún momento se hará pasmosamente claro: sí, yo soy Israel. Soy el buey que conoce a su dueño. Y cuando entonces descendamos estremecidos del pedestal de nuestra soberbia, sucede lo que dice el salmista: el corazón se eleva, gana altura, y la presencia oculta de Dios penetra más hondamente en nuestra enmarañada vida. Adviento no es ningún milagro súbito, como prometen los predicadores de la revolución y los mensajeros de los nuevos caminos de salvación. Dios actúa con nosotros de forma muy humana, nos conduce paso a paso y nos espera. Los días de Adviento son como una llamada silenciosa a la puerta de nuestra sepultada alma para que tengamos la audacia de ir al encuentro de la presencia misteriosa de Dios, la única capaz de liberarnos” Joseph Ratzinger

Tras la lectura de esta cita del Papa reconocí algo hermoso de la vida y del Adviento, del cual, no se por qué, vengo con el telele de que se me figura como la vida misma: un camino de esperanza hacia la liberación.

Adviento es el camino de Israel por el desierto, el camino de cualquiera de nosotros por esta vida.

Hoy el Evangelio nos trae el Magníficat, ese gran “Si” de aquella jovencita que no solo descendió como mujer al fondo de la humillación viéndose embarazada fuera de su matrimonio sino de quien, por Llena de Gracia, en santa humildad dio la cara a esa realidad que la golpeaba en lo más profundo de su ser, en lo humano tanto como en lo espiritual.

Pues bien, anoche publicaron los nuevos nombramientos en la arquidiócesis, humillada de nuevo al constatar a la vez la humillación de tantos sacerdotes que sin parroquia siguen sin ser nombrados habiendo tanta necesidad. Ayer también corrieron voces que el Arzobispo deja su cargo el 23 de diciembre por lo que muy probablemente cuestiones importantes quedarán pendientes y de nuevo ayer, más frustración con lo de la FSSPX.

Por donde quiere que se lo mire este Adviento, como la vida, ha traído consigo a cada instante algo del dolor del desvalimiento de Israel en el desierto, pero a la vez, ha dejado en evidencia lo humano de nuestra condición y de nuestra infinita necesidad de Dios.

Qué puede, entonces, ser mejor que esta realidad que nos abruma? Nada, porque nos revela su Presencia.

Una presencia que posee aspecto humano en Su propio desvalimiento el cual se le anunció en el trajín por el que pasaron María y José horas antes, durante y después de Su nacimiento. Desvalimiento que acompañó a la Sagrada Familia durante toda su existencia.

Si no le ahorró el Señor a Israel su camino por el desierto, si no se lo ahorró a su madre y a José, si no fue su voluntad nacer en cuna de oro y con cada detalle bajo control, por qué razón habría de ahorrárnoslo a nosotros? 

Que durante este Adviento y en la certeza de Su compañía lleguemos a exclamar: ¡Si, yo soy Israel!. Me reconozco impotente, desvalida y frágil ante una realidad que me sobrepasa pero también soy el buey que conoce a su dueño.

"Acompañantes de La Soledad" o lo que es lo mismo: el padre Carlos necesita que le echemos una manita

Le he quedado pésimo al padre Carlos Humberto el párroco de La Soledad ya que desde hace meses le dije que publicaría una entrada para informar en el extranjero de los trabajos que se vienen realizando en la restauración así como de las necesidades de su parroquia y no es sino hasta hoy que me siento a escribirla.

Muchos tenemos gran aprecio por el padre Carlos ya que siendo párroco de Guadalupe demostró ser un sacerdote con todas las de la ley: hombre de oración, de vida sacramental y de trabajo. 

No se trata esta entrada de resaltar sus méritos porque, aunque los tiene y muchos, de lo que se trata es de dar a conocer esta maravilla de templo el cual está localizado en el centro de la capital y es uno de los cuatro que sirven como referencia no solo para dar direcciones (en mi país no damos direcciones por calles y avenidas sino por hitos del entramado urbano y rural) sino que, en si mismo, ha venido siendo protagonista de importancia en la historia eclesiástica de nuestro país lo cual ya es mucho decir de un país tan joven como en nuestro. 

Su origen se remonta al año de 1849, cuando Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente solicitó al arquitecto Hugh G. Tonkin, el diseño de los planos de esta edificación con influencia neoclásica y que es la única en el país que posee un Baptisterio de mármol italiano así como verdaderas obras de arte en sus vitrales, las estaciones del Via Crucis, las imágenes, su órgano tubular, el cual –lamentablemente- tiene más de 20 años de estar sin uso. 

Afortunadamente el templo ha sido declarado patrimonio histórico en 1999 sin embargo, el deterioro que puede notarse a simple vista, hace que su restauración requiera de acción inmediata según consta en el dictamen de los expertos del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes.

Me voy enterando del esfuerzo del padre Carlos, así como de todos aquellos que colaboran con el, mediante facebook en donde no solo me echo una rezadita con él todas la mañanas sino desde donde le ayudo a divulgar sus necesidades para que almas caritativas que dispongan de tiempo y de dinero decidan echarle una manita.

Pues bien, el turno le llegó a mi blog albergado en InfoCatólica y a mis lectores de tantos lugares del mundo interesados en la promoción de la Liturgia para enterarse de que el padre Carlos en su parroquia los necesita

Para ello nos ha propuesto una campaña de recaudación de fondos a la que ha llamado “Acompañantes de La Soledad” la cual mencionó en un extenso artículo el periódico El Financiero y que acompañaron con múltiples y hermosas fotografías

Para hacerle llegar su ayuda llamen al teléfono de la parroquia (506) 2221 05 60 y pidan hablar con el. Pueden también contactarlo mediante facebook en su perfil o en el de La Soledad o, sencillamente, escribirle un correo a la siguiente dirección electrónica hrojas@iglesialasoledad.org o a la siguiente info@iglesialasoledad.org 

Espero que de mi blog surja al menos uno o dos “Acompañantes de La Soledad”, para eso, ruego al Señor que mueva las voluntades y los bendiga.

20 de diciembre de 2011

De perritos y bicicletas

Conversando con el médico veterinario Vilma Vargas, quien me ayudó recientemente con la intoxicación que puso fin a la vida de Bruno, el perrito collie que recogí de la calle tiempo atrás, llegamos a la conclusión de que la gran mayoría de personas que adoptamos perros lo hacemos sin tomar en consideración aspectos muy importantes tanto para que el animal tenga una vida de calidad sino para la propia calidad de vida del propietario, de su familia y sus vecinos.

El aspecto que discutíamos era el que las personas adquirimos perritos como si fueran objetos, es decir, asumimos que tener una mascota es como tener una bicicleta.

Quien desea tener la experiencia de salir los fines de semana a pedalear por lo regular no lo piensa mucho a la hora iniciarse en su pasatiempo; eventualmente, según su interés, su destreza y la satisfacción que adquiere, podría pasar de aficionado a verdadero experto, pero eso no sucede de la noche a la mañana ni a todas las personas que tienen aprecio por el pedaleo. Esta misma actitud la tenemos hacia las mascotas. 

Muchos de nosotros, con los perritos, nos dejamos llevar por el corazón por lo que no consideramos que introducir su presencia en nuestro entorno, muchas veces y sin darnos cuenta, se puede convertir en un grave contratiempo que afectará nuestra vida y la de otras personas; por lo mismo, es necesario que, antes de hacerlo, respondamos a la siguiente pregunta:

¿Tengo claro lo que implica a corto, mediano y largo plazo la adquisición o adopción del perrito que estoy introduciendo a mi familia y al vecindario como un nuevo miembro?

Sepan de antemano que aún respondiendo a la pregunta a cabalidad, no hay garantía de que el nuevo miembro sea la elección perfecta. Consideren que ese “ser adorable” los colocará, bajo diversas circunstancias, en un dilema moral y que habrá el desgaste emocional que, de sentido común, trae tener entre manos la vida de otra criatura a la que le tenemos aprecio.

El panorama no lo he pintado fácil porque es real.

Lo presento de esta forma para que no terminen tristes o desesperados tirando a sus mascotas a la calle, regalándole el “problema” a otra persona o, sencillamente, sacrificándolos, como quien tira su bicicleta al tacho de la basura; ya que estoy segura en que coincidirán conmigo: todo esto es cruel por cualquier lado que se lo mire.

Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4)” (Cat. 2417) Ser “administrador” implica planificación, organización, dirección y control de todo lo relacionado con la vida del animalito.

Es claro, no solo se trata de adoptar una mascota se trata a la vez de adoptar el papel de “administrador” de la Creación. Lo cual, no se a ustedes, pero a mi me suena como cosa seria. 

Y lo es, no solo en tanto que -como administradores- es “legítimo domesticar a los animales para que nos ayuden en nuestros trabajos y ocios” (Cat. 2417) sino que implica estar claros que “Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas” (Cat. 2418)

Esto último es lo que, antes que cualquier cosa, tendría que conocer un católico que desee tener un perrito; luego, solo le restaría informarse concienzudamente a través de tantos medios como hay disponibles acerca de aspectos muy específicos tal como es su capacidad de relacionarse con el ser humano y otros animales, su salud, su cuidado e higiene, alimentación, etc. 

He querido ofrecerles estas instrucciones que nacen de mi experiencia considerando que en esta Navidad algunos estén pensando regalar un perrito a sus seres queridos. 

Se las ofrezco, no más para que me ayuden, como a tantos otros que al igual o mejor que yo lo hacen, a cuidar de perritos sin hogar que terminan muertos de tantas formas crueles como existen.
No más que para que participen conmigo como administradores en honrar a Dios y darle toda la gloria en su Creación.


Nota: la perrita de la fotografía se llama Chuleta, es una de las más recientes adopciones, alguna vez les contaré su historia.

19 de diciembre de 2011

Es urgente me decida creer

He de admitir que la fe no me ha venido sirviendo para dar respuesta a la realidad. Así como lo oyen. 

Me refiero a que, de la forma en que la vivo, no veo diferencia entre mi fe y la fe de un católico no practicante y eso, que me la paso repitiendo esa frase de don Giuss que me gusta tanto: «En el modo que tenemos de vivir las circunstancias, decimos ante todos, quién es Cristo para nosotros»

Muchas de esas personas, con todo y todo, dicen con su vida más acerca de la estatura de su humanidad que la muy “buena de mi”. 

Claro, que para todo hay gente. 

Hace poco una querida amiga me decía que para ella son “ligas mayores” en el camino de santidad la manera en que me expongo ante ustedes en este blog. Si eso fuera cierto, lo habrían hecho muchos santos, lo malo es que no creo recordar ninguno que lo hiciera; por tanto, esto que hago no es virtud sino defecto tanto como lo es eso de andar distraída de lo que acontece por no despegar el ojo de lo que a corto, mediano o largo plazo podría acontecer.

Para ilustrar lo que quiero decir les traigo una cita de Peguy que hallé en el editorial de Páginas Digital del pasado 18 de diciembre: “navegamos constantemente entre dos curas: los curas laicos y los curas eclesiásticos: los curas laicos que niegan lo eterno de lo temporal; y los curas eclesiásticos que niegan lo temporal de lo eterno”
 
Obvio, el poeta francés ha hecho referencia a los curas pero, vamos, que para lo que quiero decir, curas o no, viene de perlas. 

Qué quiero decir? A ver, expliquémoslo en relación al Adviento. 

Quiero decir que le he venido dando una importancia desproporcionada a “las realidades últimas” (adviento escatológico) lo que me ha distraído de vivir con mayor plenitud, año tras año, las “realidades temporales” (adviento natalicio). Dicho de otra forma, he vivido distraída de “lo temporal” por concentrarme en “lo eterno” lo cual ha redundado en un profundo “resentimiento contra el mundo tal y como es donado” De ahí que haya pasado largo tiempo enfrentada a tantos que viven su fe de la misma forma. 

A quién me refiero? Pues, me refiero a todos aquellos que tienen algo que objetarle a la realidad, tal y como yo.

Muy en el fondo, esa la lucha ha sido contra mi misma, ya que la razón me decía una y otra vez, que aquella forma de conducirme no estaba siendo, precisamente, expresión de creer “que el hombre y la creación del hombre y el destino del hombre y la vocación del hombre y el pecado del hombre y la libertad del hombre y la salvación del hombre [tienen] cierta importancia”
 
Y, es que -nada más- preguntémonos: ¿de qué manera podrían haberse enterado de la veracidad y profundidad de mi fe si la forma en que los enfrento la desdice? 

Creo que coincidirán conmigo: el meollo de la cuestión es que mi vida ha venido diciendo más acerca del “conjunto de ideas que dan fundamento y consistencia a mi fe” pero no ha dicho nada o muy poco acerca de “quien es Cristo para mí”. 

Pues bien, con este hecho ante mis narices, he de reconocer que he sido conducida a través de este Adviento hacia la Navidad. 

Este trayecto ha constituido “la forma que [ha tenido] el Misterio de Dios para descubrir [me] y educar [me] en el principio [de que mi] razón -cuanto más es fiel a sí misma- más reconoce que no puede explicar exhaustivamente el origen último ni de las cosas ni de las personas y, menos aún, de los acontecimientos” 

Hasta el día de hoy no lo había comprendido de esta forma y, no creo que tampoco lo comprenda en un instante ni en su totalidad, pero viene al caso para explicar las implicaciones que tiene para la propia vida el que nos planteemos la siguiente pregunta: ¿Qué son “las vidas de “Benazhir Bhutto, ministro de las minorías en Pakistán asesinado [ ], o la de los monjes del Atlas protagonistas de la película De dioses y hombres”?

Se los responderé desde el trabajo que la realidad me ha exigido durante este Adviento: Sus vidas son algo más que la referencia a un conjunto de ideas, son el testimonio de vida de personas realistas; tal como la vida de tantos santos que acogieron la realidad tal cual les fue donada; tal como la vida de paciente realismo de Quien, siendo Dios, nació de mujer, en quien -por cierto- tal parece es urgente me decida creer; a ver si el don de la fe con que he sido regalada incide en la realidad, a ver si consigo llegar a decir con mi vida quien es Cristo para mí.

10 de diciembre de 2011

¡Ay, Señor! ¡Cuanto me he reído! (con lo de las píldoras para las castas)

¡Ay, Señor! ¡Cuanto me he reído!

Estos investigadores y fabricantes ya no saben qué inventar! Ahora resulta que el “alto precio de la castidad” es pagar con ganarse un cáncer y que la solución urgente para tantas mujeres castas, la gran mayoría monjas, será sus benditas píldoras

No se cuándo ha salido la noticia y si he llegado tarde para hablar de ella, la cosa es que me ha llegado el día de hoy por correo, por lo que –cuando se me pasó la asfixia de tanto que me he reído- no tuve más remedio que venir a comentarla.

Ustedes me dirán, pero no es cosa por demás ridícula y absurda, que se le pida a la Iglesia que atragante a sus monjitas con esas píldoras para arrancarlas del eventual sufrimiento y muerte por cualquiera de esos temibles cánceres que les anuncian?

Es que, hasta tal punto desconocen de qué va ser mujer y monja, la oración, el trabajo pero sobre todo la castidad? Ni qué digamos si tendrán idea de qué va la Gracia! Será que hasta tal punto ni siquiera se preguntan por qué ha de ser que las monjas no cambian su vida por otra cosa? Cánceres anunciados y todo!

Pues queda visto, no saben nada, nadita de nada. Y, ni tampoco se lo preguntan. ¡Típico en estos casos!. 

Precisamente le decía a mi amiga Lorca uno de estos días conversando sobre el tema de la Gracia recibida en la oración, el sacrificio, el trabajo y creo que de paso de la castidad ya que ambas amigas solteras somos castas. 

Pues le decía que ahora consigo comprender por qué razón las monjitas, sobre todo las contemplativas, rara vez abandonan esa vida que para la mayoría del género humano es inhumana. Que lo entendía justamente por la Gracia recibida que es más valiosa que toda la salud del mundo empaquetada en seda y sujeta con hilos de oro.

Qué bien que le vendría a cualquiera de esos científicos y farmacéuticos que ahora encuentran una potencial fuente de ingresos en los conventos del todo el mundo, qué bien que les vendría un solo año de vida en un convento; no mas para que probaran de primera mano los efectos de la Gracia que ahí se respira, del cielo que ahí se anuncia, de la alegría, gozo y de la fortaleza que, no obstante castas y enfermas, es Dios quien la da lo que jamás podría hacer ninguna pildorita. 

Ni las monjitas ni yo, soltera y casta, creo que tampoco Lorca, estaríamos dispuestas por temor al sufrimiento de un cáncer, tomar las benditas pildoritas, mucho menos cambiar la vida que llevamos sin recibir lo que recibimos del Señor, que es lo más gustoso, consistente y verdadero que jamás podríamos haber conocido en esta vida.

Y, ciertamente, mucho más saludable que todas las pildoritas de este mundo!

Queda dicho!. Que se atengan!. Que no solo las monjitas han protestado!

Y, además, que no solo ellas se niegan a tomar las benditas pildoritas!

¡Ay, por amor a Dios! Si curadas de dolores, padecimientos y achaques ya de por si estamos por mujeres sin necesidad de ser castas. ¿Y creen que pueden venirnos a las castas con ese cuento? 

¡Cielos, que me parto de la risa de nuevo!

8 de diciembre de 2011

Ella, en su Hijo, "ha vencido al mundo"

Mirando de cerca de Nuestra Santísima Madre y creyendo en que fue preservada desde el nacimiento de la culpa original y por tanto es de todas las criaturas la llena de Gracia, uno, como mujer, se pregunta cómo habrá sido de María, en su condición de mujer, su vida cotidiana en relación con José y su Hijo, con sus amigos y familiares, sus vecinos, los comerciantes, los extranjeros de aquellos tiempos. 

Si, tal como San Zenón de Verona (+372), quien he leído citado por el padre Iraburu, llegó a decir que «el Señor habitó en un verdadero estercolero, esto es, en el cieno de este mundo y en medio de hombres agitados como gusanos por multitud de crímenes y pasiones» (Trat. 15,2); quiere decir, que la Madre compartió con el Hijo esa situación horrorosa. 

Por lo mismo, se habrá ella aireado, como el Señor con los de su tiempo (Mt 17,17), con sus vecinas, el tendero o sus familiares? Habrá llorado como su Hijo (Lc 19,41-44) ante la resistencia y el rechazo? 

Por supuesto, es por ello que llega uno también a preguntarse que, si “el pecado del mundo causa en Cristo un horror permanente” cómo será para la Madre reconocer que el mundo se vuelca, a la vez, en odio criminal contra su Hijo? 

Ha de ser para ella un dolor infinito. Y, no solo eso, ella misma, en su barrio, entre sus vecinos ha de haber sido alguien a quien también odiaran.

Desde su Inmaculada Concepción, trae la Madre este dolor consigo, el que continuará sufriendo en su Hijo y por nuestra causa hasta la Parusía. 

Mirando de cerca a Nuestra Santísima Madre, la Inmaculada, la Llena de Gracia, en uno -bajo su condición de mujer- se afirma la Esperanza ya que ella, en su Hijo, ha “vencido al mundo” (Jn 16,33).

¡Me gusta tu corazón!

Había una mujer temible, muy pero muy temible, tan temible como yo. 

Era, no obstante, una mujer que amaba y servía a Dios. Una mujer quien, a pesar de lo temible que era, amaba a su prójimo y le servía.

Un día, se enfermó y no le daban trabajo por culpa de su enfermedad. 

Fue como entonces tuvo una gran idea: tomó la herencia que le había dejado su madre y la invirtió en un negocio en el cual, uno de aquellos a los que tanto amaba y que nombró su administrador, la hizo perder todo lo que tenía.

Sin embargo, la mujer temible, no se desanimó.

Otro día, tuvo una gran idea para servir a Dios pero uno de aquellos a los que tanto amaba se apropió de ella, sacándola adelante pero de pasó arrebatándole su buena fama ante los hombres, pero no ante Dios. 

La mujer temible, lo sabía, por lo mismo tampoco se desanimó.

En una nueva ocasión, tuvo otra gran idea para servir a Dios, pero debido a la fama que se había ganado, uno de aquellos a los que tanto ama debió pedirle que se hiciera a un lado para no perjudicar aquella grandiosa idea que se le había ocurrido.

La mujer temible, se retiró. Regresó a su casa, sola y en silencio; por supuesto, ahora, un poco desanimada.

Lo triste de la historia no es que la mujer se haya desanimado sino que hoy en día existen algunos de aquellos a los que tanto amaba que se complacen en que se haya debido retirar sola y en silencio sin trabajo, sin dinero, sin sus ideas y sin su buena fama. 

Desconozco el desenlace pero, conociéndola, asumo que de su desanimo también saldrá. 

Y, saldrá, nada más porque se que ama y se sabe amada, por lo que jamás se agotará para ella la fuente de sus ideas para servir a Dios y a aquellos a los que tanto ama.

Siendo esto así, dinero y fama, pues vaya, ¿a quién le interesan?

Esta, como les digo, es una historia verdadera, la de una mujer muy pero muy temible, tan temible como yo. 

En este tiempo de Adviento, con el telón de fondo de aquella voz que clama en el desierto, allanemos el camino del Señor, animándonos unos a otros a vivir esta espera con corazón abierto, generoso y agradecido. 

Con un corazón que al menos tenga alguna semejanza con el de esta temible mujer.

Claro, ahora entiendo su expresión de desconcierto cuando uno de aquellos a los que tanto ama, recientemente, le dijo: ¡Me gusta tu corazón!

5 de diciembre de 2011

Me ganó su corazón...

Es un hecho que soy temible y, aunque me da un poco de risa tan solo pensarlo, he de reconocerlo. Lo que me hace temible redunda en que, no pocas veces, soy un tirano. He ido poco a poco comprendiéndome y no ha sido una trayectoria fácil pero si muy saludable y solo gracias a la Misericordia Divina que no deja a los más débiles de su mano.

Así con lo temible que soy, no obstante, ganan mi corazón todo tipo de personas. Me ganan sus miradas, gestos y palabras que me remiten a la Bondad Divina aunque de ellas, esas miradas, gestos y palabras salgan solo muy de vez en cuando. Me ganan todos, a pesar de sus defectos. Me ganan hombres y mujeres pero también las criaturas de Nuestro Señor. El universo entero me gana por la Belleza de su corazón.

Así fue como me ganó el corazón de Nuestra Madre la Iglesia, me ganó el Santo Padre, la gente del pequeño poblado en el que vivo y en general, la gente de mi país y de todos aquellos otros países que he visitado; de la misma forma que me lo ganan a diario amigos y desconocidos. Hasta quienes están enemistados conmigo alguna vez se ganaron mi corazón, por lo que –pueden estar tranquilos- no lo perderán. 

Habiendo sido ganada desde niña por la creación entera por eso es que también desde la infancia me doy de narices no solo contra el muro del pecado ajeno sino contra el muro de mi propio pecado, lo cual -por pura Gracia- no me ha hecho una persona amargada, antes bien, una persona optimista y feliz. 

Debido a ello es que es interesante darse cuenta que todo le gana a uno el corazón. Me lo he llegado explicar leyendo a Julián Carrón al haber dicho “si vivimos la realidad en su verdad, podemos respirar en cualquier circunstancia”

Y cuál es la verdad de la realidad? “¡La verdad de [que] lo que tenemos delante es que nos es dado!”

Decía Ale Torres en su muro en facebook “Desearía con todas las fuerzas de mi alma estar en la cocina de mi casa horneando galletas, queque navideño, haciendo muffins y rompope. Poder invitar a mis amigos a que vengan a comer todo y pasar toda la tarde hablando sin tener ninguna preocupación disfrutando de este mes maravilloso. Gracias cuatrimestre ¡me lo estas ARRUINANDO!”

A nuestro estimado Alejandro la Navidad le ha ganado el corazón, el de su mamá y sus amigos lo han ganado, pero lo que Ale no ha conseguido ver es que gratitud le debe a su cuatrimestre, ya que -por contraste- le permite claramente reconocer el don que le es dado con la Navidad. 

Como a Ale nos sucede a todos, a unos más que a otros, a unos en un aspecto y a otros en otro, a una cierta edad o en el momento más inesperado. 

El caso es que la creación entera se ha ganado mi corazón y que, quizá por ese motivo es que, me perdonan que no salve las distancias, también me ha ganado el corazón de las decenas y decenas de perritos que he ido salvando del abandono de las calles durante años los cuales han vivido y muerto siendo parte de mi manada. 

Es el caso de Bruno, el que -como verdad que tengo por delante- me fue dado hace tres años. Es el caso de Bruno, mi perrito collie, al que enterré ayer; de Bruno, criatura de la cual me ganó su corazón.
“Imaginaos por un instante que reconociésemos cada cosa como dada, como don; pensad sólo en cuando os hacen un regalo, cómo os gusta, cómo os exalta, cómo estáis agradecidos, cómo os cambia la vida. Imaginaos que aprendiésemos a vivir la vida reconociendo todo como dado” Julián Carrón [1]



[1]La posibilidad de vivir la vida como una aventura”, Apuntes de su intervención en la Jornada de apertura de curso de GS. Mediolanum Forum, Assago (Milán) 29 de octubre de 2011

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