17 de enero de 2011

Prejuicios, indignación e impulsos

Finalmente he comprendido para qué está en mi vida el Trabajador Estrella.

Si uno resulta ser buen observador de la realidad y espera ver en ella signos de la voluntad de Dios, de hecho que los encuentra, yo misma he hallado más de uno este fin de semana.

Y los hallé no únicamente porque observo sino porque estoy dispuesta a ceder ante los hechos y el hecho fue que seguí mis impulsos y me adelanté formándome un juicio que estuvo a punto de salirme caro. Me explico.

Por un pedido excepcional de culantro de parte de nuestro cliente tuvimos que buscar trabajadores extra para cosecharlo este fin de semana.

El sábado, resultado del cansancio acumulado me dormí por lo que mi hermano me hizo saltar de la cama intempestivamente ya que eran las 6am y los trabajadores estaban en la puerta pidiendo que les abrieran para entrar a trabajar.

Así, medio dormida, me vestí y salí a recibirlos. 

Les di la bienvenida, las gracias y los buenos días y tras eso, lo primero que hizo mi Trabajador Estrella fue mostrarme muy orgulloso su nuevo celular.

- Wow… Y cuánto te costó?, pregunté.
- Treinta cinco mil colones! Verdad que está bonito?, respondió.
- Alex, pero cómo es posible que usted gaste casi tres cuartas partes de su salario semanal en un celular?

A partir de aquí todo se estropeó al punto que unos minutos más tarde no me dirigía la palabra. Lo hizo hasta después cuando le supliqué que se “contentara” conmigo porque tenía que decirle algo.

Caí en la cuenta de haberme dejado guiar por mis prejuicios, mi indignación y mis impulsos cuando me dijo:
- Patrona, para que lo sepa, yo estoy muy orgulloso de mí por haber comprado ese celular.

Ahí tuve que admitir mi error. Me expliqué diciéndole que también estoy muy orgullosa de él por lo que ha venido alcanzando para sí mismo y para la empresa en tan corto tiempo. Le rogué que me disculpara y que entendiera que mi reacción fue un impulso por la indignación provocada por el hecho de que dispusiera de su salario de esa manera.

Afortunadamente, Alex comprendió y seguimos trabajando como si nada. Más tarde en el día incluso nos mimamos uno al otro con frases de gratitud y de confianza.

Ahora bien, todo esto para probar que la mayor parte del tiempo nuestras reacciones ante los hechos siguen impulsos y se sustentan en pre-juicios. 

En este proceso observo varias cosas:
Una, la indignación y otra, mis ideas pre-concebidas o prejuicios. 

La indignación descontrolada (impulso) surge de la idea pre-concebida que poseía acerca del uso que debería darle Alexander a su salario.

Si toman mi ejemplo y analizan estos dos momentos en sus reacciones ante los hechos durante su vida diaria, podrán advertir igual que yo, cuántos malos ratos podríamos evitarnos y cuántas discusiones inútiles también, como la que tienen los tradis con los católicos acerca de la beatificación de Juan Pablo II.

En los tradis, también es posible observar las consecuencias de sus prejuicios e indignación fuera de control: una total desgracia y miseria para la humanidad pero a la vez una reacción tragi-cómica, tanto como el síndrome de Tourette.

He descubierto que mi Trabajador Estrella está en mi vida para que detecte mis impulsos producto de la indignación y mis prejuicios; para los tradis, la beatificación de Juan Pablo II está para que ellos detecten los suyos. 

Claro, esto, si uno es buen observador y está dispuesto a ceder ante la realidad para descubrir en ella los signos de la voluntad de Dios. ¡Claro!.

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