No salíamos del asombro cuando al día siguiente de la caminata diputados, ministros, blogeros y ciudadanos laicistas en general empezaron a lanzarnos a la cara como reproche las palabras del papa Francisco.
Por qué recurren al papa? No recurren al papa porque algo de lo que haya dicho contradiga las acciones de la Conferencia Episcopal. Entonces, por qué lo hacen? Lo hacen porque –como colectivo- somos un hecho inexplicable. Un misterio.
Qué hace un ser racional instintívamente para explicarse un hecho misterioso? Pues, lo más normal es que eche mano de lo obvio tal como cuando le otorgábamos el origen de sonido y resplandor de los relámpagos al poder y furia de los dioses.
Si nosotros, personas de fe reaccionáramos no razonando sino tan solo instintivamente, sería como si, ante la incontrovertible presencia del Hijo de Dios vivo entre nosotros, echáramos manos de adivinos, brujos o santeros para dar una explicación a la gracia que nos mueve hacia la verdad, la bondad y la belleza. Absurdo. No es así?
Justamente, al no poder ellos explicar el hecho de aquella multitud apareciendo de la nada y actuando benévola y pacíficamente al unísono, echaron mano del papa tal como si de un dios se tratara. Acaso no fue éste, en síntesis, su reproche: “Ustedes caminaron por homofóbicos manipulados por los obispos. Mejor prestaran atención al papa”
Cielos! Homofóbicos? Manipulación? El papa? Qué tiene nada de esto que ver con lo sucedido? Pues eso: NADA.
No consiguen reunir en una sola idea el que Benedicto convocó al Año de la Fe hace un año justamente (dah!), que estamos en año electoral y que no es culpa nuestra el que hayan coincidido (dah), que el papa Francisco en su entrevista al padre Spadaro no ha dicho ni una sola palabra que no sea norma para la Conferencia Episcopal y para el pueblo santo de Dios.
Claro, tampoco consiguen incorporar a esa idea otro tipo de detalles no menos importantes como el que llegamos y nos fuimos actuando como un solo cuerpo con un mismo sentir habiendo dejado la ciudad limpia, sin haberle dado mayores trabajos a la Fuerza Pública aún a pesar de la enorme cantidad de jóvenes que asistieron, el que no hubiese habido exhibicionismo, consumo de alcohol ni drogas o que la infraestructura de la ciudad y del parque hubiese permanecido íntegra tras la retirada, etc. pero, por sobre todo, menos podrían explicarse nuestra cara de contentos de haberse atrevido a asomarse por el lugar o al menos haber visto las fotografías porque, ya sabemos que –de haber sido por la televisión- jamás se habrían enterado de nada.
Siendo lo que somos, un hecho inexplicable, en lo que falla el juicio que hacen estas personas es en lo que dije a un joven con el que dialogué por las redes:
“El que un hecho se te haga incompresible no te obliga a recurrir a la primera respuesta que se te ocurra o a la que te ofrezca algún ministro, blogero o diputado para explicarte la realidad. La misma, debería llevarte hasta el fondo de ti mismo en búsqueda de respuestas”.
