29 de diciembre de 2010

Me daré unas cortas vacaciones

Me daré unas cortas vacaciones;
cortísimas, a decir verdad,
serán desde hoy hasta el lunes próximo.

Tengan un hermosísimo fin de año.

Hasta entonces,


28 de diciembre de 2010

¡Caray, que todos los días encuentro algo fascinante!

Reconozco ruborizada que, a pesar de ser cielina, cada día me sorprendo fascinada con algo nuevo del carisma de don Giussani o con información desconocida e inesperada sobre el Movimiento al que pertenezco tan solo hace algunos meses.

Manuela Camagni murió en un accidente automovilístico. Durante la homilía en su funeral Julián Carrón, al recordar uno de sus rasgos más característicos apuntó que “era radiante, brillante, y con esa imagen permanece en nuestros ojos. Era la imagen de su vocación. Si vivimos para el Señor, Él nos lleva a una alegría y a una leticia que desborda nuestra imaginación, como hemos visto en Manuela”.

Hermosas palabras pero no resultan novedosas dichas acerca de alguien que se ha dejado sorprender por el Misterio y que vive haciendo memoria (conciencia) de El, hermosas pero a pesar de su belleza Manuela murió por lo que -para mi- todo lo que se podía decir sobre el suceso se había dicho ahí; más no estaba planeado que fuera así.

En la reunión de Navidad de los miembros de la Escuela de Comunidad leímos el Mensaje que el Santo Padre envió al Movimiento con motivo del fallecimiento de Manuela; tras su lectura y reflexión se me reveló un hermoso detalle: en la Familia Pontificia no solo Manuela era Memore Domini de Comunión y Liberación sino que muchos otros miembros de este grupo tan cercano al Papa lo son.

¡Wow!, pensé. ¡Ahora comprendo!. Ahora entiendo por qué el Santo Padre, como lo había hecho notar días atrás a algunos de mis amigos de Escuela de Comunidad, utiliza tan frecuentemente en sus intervenciones la semiótica del Movimiento. Claro está, no es debido a la cercanía del Santo Padre a mis amigos de CyL sino al contrario, es porque desde tiempo atrás mantenía el Cardenal Ratzinger con don Giussani una gran amistad ya que éste sometía todos sus escritos al Prefecto para la Doctrina de la Fe; es más, quizá desde los orígenes de CyL, Benedicto XVI conoce y –como vemos- se ha identificado con las propuestas de don Giuss y con el Movimiento.

Eso qué nos dice? Pues a mi me dice mucho, muchísimo, más no seré quien lo destaque porque conozco bien la “tusa con la que me rasco” y ya puedo imaginar a nuestros queridos comentaristas expresándose como acostumbran sobre los riesgos y peligros de los movimientos.

Pues bien, sobre el hecho de que la Familia Pontificia esté conformada en número significativo por cielinos podrán tener mucho qué opinar más no veo que haya mucho que puedan hacer; así que mejor nada más les dejo el enlace a la maravillosa entrevista que publicó La Buhardilla de Jerónimo a Monseñor Luigi Negri sobre la Liturgia, de quien –dicho sea de paso- me enteré hoy que es cielino y de los más antiguos, por cierto.

¡Caray, que todos los días en CyL encuentro algo fascinante!

27 de diciembre de 2010

El cristianismo: un camino humano

Me ha llegado esta entrevista que deseo compartirles y que he titulado El cristianismo: un camino humano.

Las respuestas que ofrece a Cope el sacerdote español y presidente del Movimiento Comunión y Liberación el padre Julián Carrón dentro del marco del Congreso Católicos y Vida Pública realizado en España este año y recogidas por el portal El sentido busca al hombre.com no solo ofrecen información valiosa para comprender el carisma del Movimiento sino que presentan un desafío al cristiano de nuestro tiempo y ya que, como cristiana, soy ávida de desafíos asumo que a ustedes también.


Entrevista a Julián Carrón
COPE.es

Usted ha querido empezar su participación aquí, en el Congreso Católicos y Vida Pública, con una frase de Dostoyevski,que es una pregunta: "¿puede el hombre europeo culto creer, seguir creyendo?" ¿Por qué ha querido empezar con esa pregunta?
Porque me parece que pone delante de nuestros ojos cuál es el desafío que tiene la fe cristiana para cada uno de nosotros que somos, como dice Dostoyevski, un europeo que ha estudiado, que es culto, que tiene la razón, que tiene la libertad y que, por tanto, se pregunta si es razonable hoy creer en Jesucristo. Hoy, cuando uno no quiere continuar simplemente creyendo por tradición, devoción o costumbre. Es decir, si verdaderamente es razonable creer en Jesucristo. Y sin dar una respuesta adecuada a esta pregunta, a nuestra adhesión a la fe le faltan los ingredientes fundamentales para que sea verdaderamente nuestra, humana y, por tanto, para que esté a la altura del desafío del tiempo en el que vivimos. No estaremos en condiciones de dar razón de esa fe cuando alguien nos las pide sin esta pregunta.

El cristianismo se encuentra en una sociedad plural, en España es evidente. Algunos reaccionan pensando que es el momento de retirarse a los cuarteles de invierno; otros piensas que es el momento de reaccionar con fuerza para recuperar el terreno perdido. ¿Estas dos interpretaciones son restrictivas? ¿No son adecuadas?
Son insuficientes, porque no son capaces en el fondo de interesar a la persona por lo que es el cristianismo. Ninguna de estas dos interpretaciones tiene su fundamento en aquello que será siempre el canon de lo que ha sido el anuncio cristiano: el Evangelio. Jesús se pone en la sociedad con un atractivo tan absolutamente irresistible que fue lo que fascinó a los hombres de su tiempo. Como dice Péguy, Él no perdió el tiempo en lamentarse de la maldad de su tiempo, no les reprochó sus males, simplemente cortó por lo sano -diríamos en español-. ¿Cómo? Haciendo el cristianismo, es decir, poniendo en la realidad de la historia una presencia humana tan absolutamente fascinante, la suya, que todo el que la encontró, cualquiera que fuera la decisión que tomara al final respecto a ella, tuvo que hacer las cuentas con ella, para rechazarla o para afirmarla, para adherirse. Pero a ninguno le dejó indiferente. Sin embargo, una posición ideológica normalmente deja indiferentes a todos menos a los de la parroquia, a los del propio grupo. No desafía, no plantea un interrogante al otro, no desafía su razón y su libertad. Por eso, no tiene nada que ver con lo que sucedió en la historia, y con lo que sucede hoy en la historia cuando uno encuentra un cristiano.

Estamos en un tiempo de crisis. Si usted tuviera que definir esta crisis. ¿Cómo la pintaría? Hablamos de crisis económica, es cierto, tenemos 4 millones de parados, hablamos de crisis ética; pero, ¿cuál es el fondo de esta crisis?
El fondo de esta crisis es mucho más profundo que todas estas cosas, que son en el fondo consecuencias. La gravedad de la situación, lo vemos sobre todo en la escuela, no es que falten recursos para la enseñanza -en un momento de crisis todos desearíamos tener más instrumentos- el problema es que los alumnos no tienen ningún interés por estudiar, por aprender. A esto no se puede responder únicamente con más medios, técnicos o económicos, sino que hace falta otra cosa. Por eso, hablamos hoy de emergencia educativa, que antes era una cosa que resultaba extraña y, sin embargo, cada vez más lo vemos como el pan de cada día. Lo mismo sucede respecto al trabajo: los problemas que se alegan son, ahora que es difícil encontrar un trabajo, qué recursos tiene la persona para poder movilizarse, para poder reciclarse, para adaptarse a la nueva situación; pero, ¿está dispuesta a esto? Y así podemos ir abordando todas las cuestiones. Cuando durante años el hombre ha sufrido esta pasividad, esta falta de energía para ponerse en juego con todo lo humano, con todos los recursos humanos de su persona, está en peores condiciones para afrontar la situación. Y, por eso, estamos delante de un verdadero desafío. Todos nosotros. Porque algunos piensan que es un desafío de la Iglesia, o que afecta solo al mundo religioso. Esto afecto a todos: a los partidos políticos, a las instituciones, a la escuela, a los sindicatos; es decir, afecta a todo aquello que tiene que ver con lo humano. Por tanto, que no se encuentren personas que puedan ponerse en juego con toda su razón y su libertad es una desgracia para todos. Algunos se frotan las manos pensando que es una desgracia para la Iglesia solo. ¡No! En este momento, es cuando podremos saber quién tiene la capacidad de despertar lo humano; la Iglesia tiene delante de sí la aventura más fascinante, como cuando empezó: poder mostrar que a esta crisis, a su naturaleza -que no es solamente ideológica, que no se debe reducir a reclamar un hueco dentro de la sociedad, sino que tiene toda la hondura del decaimiento humano, de la falta de interés de lo humano- pueda mostrar que en ella hay algo en condiciones de poder despertar, de poder interesar al hombre de nuevo. Aquí es donde tendrán que retratarse todas las realidades, incluidos los que se alegran de este deterioro. Y veremos quién se lleva el gato al agua.

Usted ha dicho que, a pesar de esa crisis, sigue estando presente esa gran talla del hombre que expresaba, por ejemplo, Machado: "mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera". ¿A pesar de la crisis hay algo que no se llega a destruir del todo?
Absolutamente. Todos nosotros, como Machado, esperamos un milagro de primavera. Y esto, cualquiera que sea la situación en que nos encontremos, la posición ideológica, el momento de la vida, las circunstancias favorables o adversas en que nos encontremos. ¿Quién de nosotros no espera un milagro de primavera mediante el cual podamos verdaderamente ver cumplida nuestra vida? Como dice Antonio Machado en otro verso: "alguno podrá pensar que esto es un sueño", pero ¿por qué lo esperamos?, ¿por qué no podemos dejar de evitar desear este milagro de primavera? Esto es lo que constituye el ser humano, y esto muestra que, aunque el hombre puede decaer y lo humano puede ser reducido -tantas veces tantas realidades de este mundo intentan socavar este deseo minimizándolo, intentando distraerlo o llenarlo con cosas que en el fondo le dejan más insatisfecho o más escéptico-, nadie podrá nunca arrancarlo del corazón. Y, por eso, se convertirá siempre este deseo en el criterio de juicio para juzgar las cosas que encuentra en la vida. Al hombre le pueden tomar el pelo durante un cierto tiempo, pero aquí el problema es durar: el signo de la verdad es que aquello que te fascina, que te ilusiona, aquello que en un momento concreto te despierta un interés, dure.

¿Qué tiene que ver el cristianismo con ese deseo?
El cristianismo tiene mucho que ver porque es la única respuesta que dura. Todo lo humano, incluidas las cosas más bellas que puedan suceder -cuando uno ama a una persona, cuando uno empieza a trabajar-, con el tiempo decae. La única cuestión es si existe algo que no decaiga. El cristianismo tiene la pretensión, justamente por el origen -que no es humano, aunque se pueda encontrar en el rostro de los hombres de hoy que lo han encontrado-, tiene la pretensión de que dura en el tiempo y para la eternidad.

Usted sostiene que no cualquier tipo de cristianismo está en condición de responder al deseo del hombre. Por ejemplo hay un cristianismo identificado con la doctrina, o un cristianismo identificado con la moral, que no pueden hacer las cuentas con ese gran deseo del hombre.
Efectivamente. Un cristianismo reducido a esto no es capaz. Nosotros lo sabemos bien: durante años se ha trasmitido en la escuela la religión cristiana, pero ¿cuántos salían de la escuela ya con el juicio claro de que aquello no les interesaba? O lo vemos también en la vida de la Iglesia: ¿cuántas veces de un grupo de confirmandos, después de hacer tres años de catequesis, no queda ni uno? Es decir, nosotros sabemos por experiencia que hay un modo de hablar del cristianismo que no despierta el interés por el cristianismo. Parto de la experiencia española reciente, son datos de mi experiencia pastoral y de la experiencia que veo en torno a mí: si no se respeta la naturaleza del cristianismo tal y como se ha puesto en la historia, entonces este cristianismo no es capaz de prender el corazón. Sin embargo, yo veo en tantas otras personas -iguales que las demás, con el deseo reducido, sin interés por el cristianismo- que encuentran otro tipo de cristianismo, que se interesan por él justamente porque sucede esto: encuentran personas donde este cristianismo es vivido según su propia naturaleza.

Por la tradición española es muy fácil dar por supuesto qué es el cristianismo, o incluso identificarlo con la cultura, con la tradición, con un patrimonio histórico, con unos principios doctrinales...
Es facilísimo que se produzca esto. Yo lo he dado por descontado en mi propia experiencia, por eso entiendo perfectamente qué es lo que les puede pasar a muchos de los católicos españoles. Hace falta una lealtad muy grande con su propia humanidad para confesarse a sí mismo que, tras un cierto tiempo viviendo el cristianismo de un modo determinado, éste no es capaz de responder a las exigencias humanas. Uno tiene que confesárselo a sí mismo, y a veces no es fácil.

Dígame si le estoy entendiendo bien: ¿usted lo que dice es que hay que poner el cristianismo a prueba?
Evidentemente. El cristianismo está siempre a prueba, no es que haya que ponerlo. Está siempre a prueba delante de la exigencia del corazón, como toda la realidad está siempre a prueba, como la propuesta política o como la propuesta que hace un profesor. A sus alumnos les podrá interesar o no. El cristianismo no se libra de esta prueba. Y no simplemente no se libra, sino que Cristo se ha despojado de todo precisamente para someterse a esa prueba. Lo fascinante del cristianismo es darse cuenta de hasta qué punto Dios, despojándose de su capacidad y de su poder, se ha hecho hombre para respetar la dignidad del hombre, su razón y su libertad. Para decir: "mira, comprueba, si viviendo conmigo, si estando en relación conmigo, tú ves algo que te interese para vivir, para hacer tu vida más grande, más plena, más dichosa: aquello que tú no eres capaz de conseguir con todos tus esfuerzos, lo puedes conseguir si me sigues". Por eso está siempre a prueba. Es verdad que existe una condición: que yo me implique en una relación, en un seguimiento, en un lugar donde yo pueda hacer esta verificación. Pero el cristianismo está siempre a prueba, como todo, porque el hombre no puede evitar hacer constantemente el parangón entre lo que encuentra en la vida y las exigencias de su corazón. Es inevitable: no pasamos un minuto con una persona sin hacernos una idea, nos provoca rechazo o simpatía. Nada que entra en el horizonte de lo humano está sin poner a prueba lo que tiene delante. Por lo tanto, esta prueba se transforma en un juicio que hacemos inmediatamente, el juicio es contemporáneo. También Cristo se sometió a esto, haciéndose hombre. Tanto es así que desde el primer momento se expuso Él mismo a esta comparación. Cuando los discípulos, los dos primeros que le encontraron, Juan y Andrés, le preguntaron: "¿dónde vives?", Jesús les responde: "venid y lo veréis". Es desarmante en su sencillez. ¿Por qué? Porque dice algo absolutamente único: el Dios Todopoderoso se deja en manos del juicio, del criterio, de los dos primeros que lo encuentran: "venid y lo veréis"; si hay algo que ver interesante para vuestra vida lo veréis, y si no, pues lo veréis también.

Alguno podría decir: usted se está refiriendo a cuando Jesús de Nazaret invitaba a ver determinadas cosas y se veían milagros, pero estos no son los tiempos de los milagros.
Esta experiencia sigue sucediendo hoy como el primer día: cuando uno encuentra personas que despiertan un interés, un atractivo tal delante, no pueden no hacer las cuentas. Le pongo dos ejemplos. Hace dos semanas se ha celebrado en El Cairo un encuentro que es el culmen de una cosa que comenzó hace unos años con un amigo mío que fue a estudiar árabe a El Cario y se encontró allí con un profesor. Podemos imaginarnos cómo eran: un cristiano que tiene todos los estereotipos del árabe musulmán y un musulmán que tiene todos los estereotipos del cristiano occidental. Pero sucede un imprevisto: se hacen amigos. Comenzaron un camino en el que se descubrieron mutuamente. El profesor musulmán le preguntó a mi amigo cristiano por qué vivía su humanidad del modo en el que la vivía. El cristiano invitó al profesor musulmán a Italia, allí conoció el Meeting de Rímini y, fascinado por el tipo de humanidad que vio, quiso hacer algo semejante en El Cairo. El profesor musulmán ha invitado a muchos jóvenes egipcios a participar en ese encuentro. Esos jóvenes se han sentido también fascinados por la belleza de la relación que veían. El martes volví de Moscú, donde he conocido personas que no tenían nada que ver con la fe. La han descubierto encontrándose con personas que les habían fascinado. Algunos estaban bautizados en la Iglesia ortodoxa y se han interesado por el cristianismo como nunca lo habían hecho por unos amigos que lo vivían con intensidad y plenitud. Esto no es una cosa del pasado, esto sigue sucediendo. Podría estar horas contando historias de personas de todas las tendencias ideológicas, de todas las edades y de todas las latitudes que participan en este fenómeno.

El Papa en su reciente visita a España ha invitado a un diálogo entre la laicidad y la fe. Muchos cristianos están muy enfadados porque los laicos no quieren dialogar. ¿Qué haría posible este diálogo?
El diálogo es, evidentemente, una cosa de dos. El problema no es que el otro no quiera dialogar sino qué pongo delante de él para que le interese y para poder abrir así una brecha en su decisión de no dialogar. Este es el desafío. Imagino que muchos de los que se encontraron a Jesús no estaban inicialmente dispuestos al diálogo.

¿Entonces el problema de los cristianos es este?
No sólo de los cristianos porque siempre entra en juego la libertad del otro, pero no puedo decir que sea sólo culpa de los otros. Me pregunto si cuando estoy delante del otro le estoy haciendo presente, contemporánea, la mirada de Cristo, la experiencia que Él introduce en la vida para que pueda interesarse por ella o rechazarla. Recuerdo siempre la frase del poeta Eliot con la que todos los cristianos de todos los tiempos nos tenemos que medir: "¿Es la Iglesia la que ha abandonado a la humanidad o es la humanidad la que ha abandonado a la Iglesia?". Cuando el Papa nos está llamando a la conversión nos está diciendo que para testimoniar a Cristo, para ser transparencia de Él -como ha dicho en su visita a España- tenemos que hacer un camino humano, interior y de fe. No sé si algún católico español puede sentirse excluido de la llamada del Papa. Al menos yo no.

Usted ha definido el cristianismo como una belleza que hiere. ¿Por qué?
Porque la belleza hiere. Puedes estar sufriendo una circunstancia adversa pero no dejas por ello de disfrutar con la belleza de unas montañas o con el gesto lleno de conmoción y de caridad de una persona que te hace un gran favor desinteresadamente. En esos casos te sientes tocado, herido. Es lo que le ha pasado a muchas personas delante de la Sagrada Familia de Gaudí.

24 de diciembre de 2010

Cristo nos deja saber quien es

María, me refiero a María Santísima, pudo haber tenido claro desde el principio que su hijo era el Hijo del Altísimo pero aunque no lo tuviera totalmente claro, ella -la llena de Gracia- vivía atenta a sí misma, a las personas y a los acontecimientos, observaba y “conservaba todo en su corazón”.

Es probable que desde el momento en que tuvo a su hijo en brazos vislumbrara en su mirada algo extraordinario, pero aunque no, más tarde de seguro no fue únicamente el destello de la mirada de su hijo la que le conmovió sino la verdad irreductible de una Presencia excepcional en su hogar. Algo semejante ha de haber sido para José y para todos los que se encontraron con Su mirada, lo recuerdan?: la mirada de Aquél que calmó la tempestad, de Quien más tarde prometía el Paraíso al buen ladrón, la del Hombre que camino de Emaús les reveló lo que realmente había acontecido, venciendo el temor de aquellos hombres, su frustración, el fastidio y, de paso, haciéndoles ver quienes eran, haciéndoles de esa manera sus testigos. De la misma forma, la historia de la Iglesia conserva innumerables testimonios de hombres y mujeres cuyo corazón fue conmovido y transformado tras ese encuentro.

La Presencia de ayer, de hoy y de siempre de Cristo entre nosotros es lo que nos hace cristianos, Su Presencia es lo que hace del cristianismo “acontecimiento”, de tal forma que, «Si no aconteciera de nuevo ahora, no podríamos saber de verdad quién es Jesús. Pero, cuando vuelve a acontecer, venciendo en nosotros ese fastidio, empezamos a entrar en la realidad, en la verdad de lo real»

Un hombre milanés recién separado de su mujer este año decía: “A pesar de mi dolor, mi angustia, mi nada, recibí un abrazo que ha vuelto a despertar mi corazón. Fue como recibir una propuesta para mi vida. Me sentí, indignamente, objeto de una misericordia inmensa, fue como si me volvieran a dar la vida”.

Este hombre italiano es para nosotros testigo tanto como, particularmente este año, lo ha sido el Santo Padre en que “Nos ha dado testimonio de lo que Cristo es capaz de hacer en un hombre que esté disponible a dejarse generar por Él. [ ] Esto se ve [ ] en su inteligencia de la fe que llega a ser inteligencia de la realidad, en su libertad de presentarse en la realidad [ ]”.

Cristo está entre nosotros, está presente en cada celebración litúrgica, en la oración, en los sacramentos, pero también en la libertad de los testigos que abrazan desde la fe la realidad, a través de quienes Cristo nos deja saber Quien es.

De tal manera que testigos hemos tenido, somos o podemos llegar a ser, la vida de tantas personas nos lo confirma: «En el modo en que han vivido la realidad nos han dejado dicho (y nos dicen) quien es Cristo para ellos».

De tal manera que, así como María, a María Santísima me refiero, así como ella: “basta con tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de sí mismo (de las personas y los acontecimientos) para abrirse de par en par para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo. Para que Jesucristo sea en nuestra vida más que un mero nombre”.

Pues bien, ahora me detengo porque el caso es que me determiné a sacar un tiempito para venir hasta aquí nada más que para desearles Feliz Navidad, así que reciban todos en este día mis sinceros deseos de un feliz y conmovedor encuentro.

23 de diciembre de 2010

Ese lugar desolado que es nuestro corazón

Entré cerca de las medianoche del miércoles a facebook nada más que para terminar viéndome en la necesidad de escribir estas palabras.

Gran parte de mis contactos, no se si es por la proximidad de la Navidad (supongo que si), expresaba en su muro y de diversas formas sus sentimientos, preocupaciones o necesidades.

Agustino, por ejemplo, colocó un video a sus amigos para que comprendieran la razón de su tristeza, les dijo así:
“Bah, había escrito un montón para este enlace, pero mejor lo he borrado y les dejo este tema muy melancólico para que se detengan a pensar en el porqué de su tristeza…”

Otro de mis contactos daba gracias a Dios por su pobreza:
“Que orgullo ser pobre, que valor más grande tiene para mi la pobreza, con solo saber que el Niño Jesús nació pobre pero rodeado de tanto amor. Qué más se puede pedir?. Que riqueza espiritual tiene la pobreza”

Más allá en una reflexión de un sitio católico algunos comentaristas platicaban entre si pidiendo intercesión ya por un amigo y colega cuyo padre que necesita un transplante de riñón
“Please pray for my colleague and friend at work called Matthew whose father is ill and may require a kidney transplant that he will selflessly give. Pray for his father and that Matthew will have courage and comfort during this time”.

O ya por un hijo para que se mantenga sobrio así como para hallar un hogar:
“Im praying for him now- please pray for my son to stay sober and for us to find a home, thanks”

De esta manera seguí recorriendo en el silencio de esta noche cada uno de los post que colocaron mis contactos y el denominador común saltó a la vista.

Cuánta soledad, cuánta necesidad que parece imposible de satisfacer, cuánto dolor, cuánta pobreza y… ¡en las vísperas de la Navidad!

Para un cristiano que comprende que la Navidad no es otra cosa que el culmen del Misterio de la Encarnación, esta época del año sería como lo es para cualquiera otra persona: un motivo para disfrazar la vida de bienestar con regalos, fiestas, ropa nueva, comidas abundantes, viajes o lo que sea con la que la disfraza la mayoría, más como un cristiano comprende y además vive la Navidad de forma diferente, esta época del año es o tendría que ser, el período del año en que tomase mayor conciencia de su condición de desamparo, de su fragilidad, de su necesidad, dolor, soledad… Eso debería ser y no otra cosa.

Así que en buena hora que el mundo –año tras año- nos quiera engañar haciéndonos creer que puede subsanar nuestro desamparo porque, sin importar cuánto –año tras año- inútilmente en ello nos esforcemos, tarde o temprano caeremos en la cuenta de que no existe Bondad, Belleza o Verdad que no sea la que surge del encuentro entre un corazón infinitamente necesitado como el nuestro y el de Quien –por ser infinito- es el único que puede colmarlo.

Somos niños, somos los hijos de Dios, tan pequeños, frágiles y necesitados como el que más.

El Señor tenga compasión de nosotros y nos permita encontrarnos con El en ese lugar desolado que es nuestro corazón.

22 de diciembre de 2010

¡Oh, Jesu, qué risa tenemo!

Vengo de pasadita únicamente a dejarles el tesoro que he hallado buscando en la web villancicos.

Miren la maravilla que encontré en este foro en el tema El Villancico Colonial en Hispanoamérica. Estoy segura que estarán de acuerdo conmigo que es una compilación extraordinaria.

De muestra un botón, el villancico titulado Eso Rigor e’ Repente (Eso digo de repente) (Guineo a 5) de Gaspar Fernandes (ca. 1566 - 1629), tomado del “Cancionero Musical de Gaspar Fernandes” localizado en el Archivo Catedral de Oaxaca (México) cuyo inntérprete es la Capella Reial de Catalunya - Hespérion XXI y cuyo Director el señor Jordi Savall. Las imágenes son del Convento de Santo Domingo de Guzmán (Oaxaca - México).



Eso rigor e’ repente:
juro a qui se niyo siquito,
que aun que nace poco branquito
turu somo noso parente.
No tenemo branco grande.
-Tenle primo, tenle calje.
Husie husia paracia.
-Toca negriyo tamboriiyo.
Canta parente.
Sarabanda tenge que tenge,
sumbacasu cucumbe.
Ese noche branco seremo,
O Jesu que risa tenemo.
O que risa Santo Tomé.
Vamo negro de Guinea a lo pesebrito sola;
no vamo negro de Angola,
que saturu negla fea.
Queremo que niño vea negro pulizo y galano,
que como sanoso hermano,
tenemo ya fantasia.
Toca viyano y follia,
bailaremo alegremente.
Gargantiya le granate yegamo a lo sequitiyo,
manteyya rebosico,
comfite curubacate.
Y le cura a te faxue,
la guante camisa,
capisayta de frisa canutiyo de tabaco.
Toca preso pero beyaco,
guitarria alegremente.
Sarabanda tenge que tenge,
sumbacasu cucumbe.
Ese noche branco seremo.
O Jesu que risa tenemo.
O que risa Santo Tomé.

[Traducción:] Eso digo de repente: juro que ese niño chico, aunque nace un poco blanco, de nosotros es hermano. No tememos al gran blanco. -Vamos primo, vamos baila. Husié, husiá, paraciá. Toca negrito el tamborcito. Canta, hermano. Zarabanda baila que baila, Zumba casú cucumbé.

20 de diciembre de 2010

Mater misericordiae

María, siempre vinculada a la Misericordia.

¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros? (Bernardo de Claraval, Sermón 1 en la Epifanía del Señor, 1-2)
("He aquí la esclava del Señor")

María, siempre vinculada a la Misericordia.

“Creo que por estos días estaba san José pidiendo posada”
(Carmen Ruiz).
San José con María, su mujer, a lomos de un burro tras semanas de venir “soñando caminos”, cansados, polvorientos, más “la Virgen sabe que el Niño está muy cerca. De Nazareth a Belén hay una senda, por ella van los que creen en las promesas".
("Hágase en mi según tu Palabra")

 María, siempre vinculada a la Misericordia.

Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca, tú que has disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la luz verdadera, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina contigo. (Bernardo de Claraval, Sermón 1 en la Epifanía del Señor, 1-2)
("Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros")


Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes,
in hac lacrimarum valle.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.

Video del Salve compuesto por Don Juan de Lienas
(Códice del Convento del Carmen).
Intérprete: Camerata Renacentista de Caracas
Directora: Isabel Palacios.
Imágenes: Fotografías de Leonor Solís Rojas (México).

Juan de Lienas, compositor mexicano que vivió aproximadamente entre los siglos XVI y XVII. Es, sin duda, uno de los más destacados compositores indígenas de la época colonial.
Sus obras conservadas en los archivos del convento del Carmen (cerca de la ciudad de México) y en los Libros Corales de Newberry (Chicago, EEUU), cuyas obras parece que fueron escritas para ser cantadas en el convento de la Encarnación fundado en la ciudad de México en 1595. Se conservan 20 piezas en latín entre las que destacan un Magnificat y una Misa de réquiem, ambos a cinco voces. (Lauderías y más…)

¡Habrá valido la pena!

Como algunos de ustedes sabrán, tiempo atrás estuve buscando la manera de que en nuestro país alguien se interesara en atender a un pequeño grupo de costarricenses que deseamos la Misa de Rito Extraordinario.

Con este objetivo, hicimos varias gestiones totalmente infructuosas que me ganaron algunos serios malos entendidos y la animadversión de algunas personas, pero bien, ese no es el punto, el punto es que este tema no está cerrado en mi país solo porque no hallamos el ambiente propicio.

De ambientes propicios es de lo que deseo hablar, deseo hacerlo llamando la atención sobre lo que, por ejemplo, la misa en el templo del convento de San Antonio de Padua suscita en los asistentes que es, a mi corto entender, lo que debería suscitar cada misa en cada parroquia del mundo.

A qué me refiero? Me refiero a no solo a que es una celebración muy concurrida, sino a que es una misa a la que confluyen personas de todas las edades, principalmente familias con niños, adolescentes o jóvenes universitarios, parejas jóvenes con sus niños de brazos, parejas de novios así como ancianitos al lado de sus hijos mayores, así como parejas de pensionados.

En este sentido estas misas de san Antonio son excepcionales, en ninguna otra misa he visto tal asistencia ni la diversidad de estratos sociales que se mezclan en ella. Tampoco he visto en otras misas el nivel de participación y colaboración que se observa en ella y eso, que ni siquiera es una parroquia, es solo un convento dirigido por un sacerdote franciscano y eso, que ni siquiera es un convento donde haya religiosos jóvenes, son todos mayores tirando a ancianos y, eso que apenas son cuatro de ellos. Tampoco son religiosos que realicen una animada actividad pastoral, tienen su catequesis y su grupo de Liturgia y pare de contar.

El caso es que el atractivo de esas misas no está en lo pastoral de ninguna manera. En qué radica, entonces?

A mi humilde entender, radica en lo que me llevó a asistir a misa a ese lugar que queda tan lejano de mi casa y que es la dignidad con que se celebra la Sagrada Eucaristía.

Algunos tradicionalistas han hecho la observación de que el templo no es lo que se puede decir un templo apto para celebrar la Misa Tradicional y tendría que darles la razón, sin embargo, el que no sea apta y que aún así sea tan digna y concurrida también desmiente la idea de que una misa digna debe cumplir estrictamente ciertas condiciones.

La dignidad de esta misa radica en el oficio del sacerdote quien la conduce de principio a fin de manera decorosa, con cariño, con extremo cuidado en el orden, en las rúbricas, en las normas litúrgicas. No está de más mencionar el magnífico cuidado que pone el sacristán en todos los detalles, así como el coordinador de Liturgia y los laicos que colaboran en la proclamación de la Palabra. Es la única misa que conserva un maestro de capilla, un señor español que escoge los cantos según el tiempo y se esmera lo indecible en cada momento de la celebración.

En síntesis, la misa en san Antonio de Padua, es una misa donde uno va a rezar, a estar en la presencia de Dios, a profesar que lo que cree es cierto. Es una misa de donde no me sorprendería salgan magníficos católicos al mundo cada lunes a impregnar la vida con el encanto y la gracia recibidas en esa celebración.

Ambiente propicio en Costa Rica para la Misa de Rito Extraordinario es prácticamente inexistente, pero en cambio existen templos donde se celebra con dignidad la Sagrada Eucaristía y me pregunto, si al final, éste no sería el ambiente propicio que andamos buscando? Me parece que si.

Algún día, estoy segura, podré asistir a una Misa de Rito Extraordinario en mi país y lo haré no solo sabiéndome acogida sino aprobada por quienes tienen el conocimiento y la autoridad para no solo acoger y aprobar nuestro deseo sino fomentarlo tal como lo indican tantos documentos magisteriales.

Por el momento, que es tiempo de Adviento, conservo la esperanza y para cuando llegue ese momento sabré que habrá valido la pena hacer el sacrificio de viajar cada domingo lejos de mi casa para ir a misa así como la animadversión que me gané por –sencillamente- expresar este deseo. ¡Habrá valido la pena!.

19 de diciembre de 2010

Canción para el enemigo

No se si lo había mencionado antes, pero me parece el colmo que entre hermanos en la fe, entre aquellos dicen creer en el mismo Dios exista censura.

Y ya ven? También censuro y no estoy muy segura (aunque lo sospecho) por qué razón lo hago, sin embargo “una mirada atenta, tierna y apasionada” de mi misma ha sido capaz de ayudarme a reconocer a Cristo y ese gesto tan sencillo lo ha ido cambiando todo, todo; bien lo tenga en este momento claro o no, pero todo ha ido cambiando y eso ha de ser porque…“Cristo es el hombre que nos hace hombres, que explica lo humano” como les ha dicho don Giussani en algún momento platicando con los Memores Domini del Movimiento.

Cristo no únicamente nos explica a nosotros mismos, sino a todo hombre, de tal manera que, es posible por esa ruta de las miradas abrazarse y abrazar la realidad y todo lo que contiene: lo que nos gusta y disgusta tanto de los demás como de nosotros mismos, por lo mismo, nos hace capaces de acoger a aquellos que nos aman pero también a aquellos que nos odian, nos desprecian o censuran, sean o no los de la propia casa.

Esa disposición surge de haber tenido un encuentro con Aquél de cuya mirada ya no podremos apartarnos jamás ya que nos fascina, seduce y desafía.

Así como para Juan y Andrés, para nosotros, tras ese encuentro en el que hemos sido mirados de esa forma, resultaría poco razonable rehusarnos a vivir en fidelidad a la mirada de Aquél, que como la Estrella, nos anuncia un hombre nuevo, completamente nuevo.

Como sucedió con Juan y Andrés, Zaqueo, la samaritana y tantos otros, para la fidelidad tampoco nos hace falta mucho: “basta con estar verdaderamente comprometidos con la propia vida, basta con tener cierta sensibilidad, aquella sensibilidad que la inteligencia realiza cuando se acerca a las cosas y acontecimientos con atención, con un afecto último del alma (¡un afecto último del alma!) que tiene que ver con vuestro destino” (L. Giussani)

Sumergidos en ese resplandor de gloria de la Estrella, embebidos de la mirada de Aquél que nos anuncia un hombre nuevo, es posible -verdaderamente- amar todo y a todos, enemigos incluidos, Claudio Chieffo da fe de ello y yo también:

Balada del amor verdadero

Yo te amo como Dios te ama
con la misma pasión, con la misma fuerza,
con la misma fidelidad que tengo.

Si bien mi amor es tan pequeño como un niño
solo sin la madre perdido en un jardín.

Yo te amo como Dios te ama
con la misma ternura, la misma fe,
con la misma libertad que tengo.

Si bien mi amor es frágil como una flor,
tiene sed de lluvia, muere si no hay sol.

Te amo y gracias a Dios
que me da la ternura, que me da fuerza,
que me da la libertad que tengo.


La canción para el enemigo termina siendo la canción para todo aquello que verdaderamente amas, que Dios ama.

No encuentro que exista mejor cosa en el mundo que haber visto la Estrella.

16 de diciembre de 2010

Ni siquiera es una mujer sobre un burrito, a punto de dar a luz y con su marido

Nadie debería. Nadie debería vivir en una habitación de cuatro paredes, en medio de ratones y el humo de una cocina de leña, sin agua potable, sin fluido eléctrico, sin inodoro y ducha. Nadie.

Así ha estado viviendo nuestro peón estrella, el famoso Alexander de quien les hablé días atrás.

Nos hemos venido enterando sobre su situación de a poco, por lo mismo, de a poco le hemos venido ayudando.

Ahora está construyéndose una pequeña habitación con ducha, inodoro, fluido eléctrico y agua potable en lo que es una pequeña construcción que quedó tiempo atrás sin uso en nuestro jardín.

Tampoco es que tengamos los dinerales para ayudarle de otra forma, pero ha sido muy oportuno que las ventoleras tiraran semanas atrás varios árboles enormes y que tengamos ahora la madera suficiente para que levante cuatro paredes decentes.

Contamos, además, con la losa sanitaria en perfecto estado que retiramos de un cuatro de baño que demolimos, puertas de baño y hasta las herramientas y materiales necesarios. Le daremos una cama que no utilizamos y el dispone además de una plantilla de gas que recibió hace poco de regalo.

No es que estemos tirando la casa por la ventana pero si es de reconocer al cielo la feliz coincidencia de que Alexander es hábil carpintero y albañil así como de que tenemos lo necesario para que se construya un albergue digno.

¡Cielo santo, con cuánto entusiasmo trabaja! No parece importarle el fuerte viento que le golpea el cuerpo, la lluvia y el frío, ni siquiera que le haya llegado la noche o que no ha comido.

Y, es que para colmo de males, saben qué le pasó a este desafortunado muchacho el fin de semana? Perdió su salario porque al haber olvidado la billetera se metió el dinero en un bolsillo de su pantalón que tenía un agujero. ¿Si no les digo?

El caso de Alexander nos tiene realmente conmovidos máxime que nos lo ha puesto el Señor en nuestra vida en los días cercanos a la Navidad.

Y, está bien, se los concedo, nuestro trabajador estrella no es perfecto, tiene -como todos- pequeños y grandes defectos y carencias; tampoco es mujer, ni siquiera es una mujer sobre un burrito, a punto de dar a luz y con su marido, pero tiene las mismas necesidades y para nosotros eso es más que suficiente.

13 de diciembre de 2010

Tu bien lo sabes, Capullito de Alelí

El sábado asistí a una actividad de académicos y estudiantes universitarios de la cual salí intelectualmente muy enriquecida pero también profundamente humillada y nada más que para encontrarme inmediatamente al salir de edificio con Jaime Reyes el hombre de la sierra que llega a casa a rajar tablas de los árboles que se caen en nuestro bosque por causa de las ventoleras.

Llegué temprano a la universidad por lo que tuve oportunidad de encontrarme con varios profesores, unos me ignoraron, otro me regañó y otros se limitaron a darme casi a regañadientes los buenos días. Mis excompañeros no fueron muy efusivos por lo que me pareció prudente mantenerme alejadita de los demás.

Pero, ¿que fue lo pasó? Pasó que días atrás había denunciado una situación que a nivel doctrinal no estaba clara y tal parece que, una sencilla pregunta que hice en una página de la Universidad en facebook y los subsecuentes comentarios, causaron gran revuelo a lo interno de la universidad.

La cosa es que salí de la actividad un poco triste pero por fortuna me encontré con Jaime Reyes quien luego de saludarme muy efusiva y cariñosamente, me invitó a su casa y prometió devolverme a la mía con las manos llenas de los deliciosos productos de su granja.

No obstante la alegría del inusitado encuentro, pasé triste el día sábado y el domingo desperté muy temprano y, como seguía triste, decidí salir para misa no más clarear el día. Justo al llegar al templo algo me despertó: - Caray, es domingo de Gaudete, me dije y, estoy triste. Vaya cosa, ¿qué significa esto?

Durante la misa caí en la cuenta que las circunstancias me estaban exigiendo realizar una profesión de fe: ¿Es Cristo Presencia para mí?

¡Por supuesto que lo es!

HabiéndoLe reconocido no me dejó otra opción que pasar el día en Su compañía.

Claro, ahora me doy cuenta, estuvo conmigo en la Universidad (recuerdo que antes de entrar le dije que fuera delante de mi) y estuvo conmigo hasta en la tristeza que me llevó a misa el domingo al amanecer.

Ahora había comulgado y no sería necesario más que continuar reconociéndoLe para que las horas del domingo transcurrieran vivas con el entusiasmo de ese reconocimiento y su alegría.

Pasé a comprar un magnífico pastel, pasé luego a invitar a mis hermanos y sobrinos a tomar cafecito en casa al final de la tarde (por cierto, todos preguntaban qué estábamos celebrando, solo yo lo sabía); pasé el día cantando, bailando y decorando mi casa para la Navidad; puse el árbol, saqué las figuritas del portal, almorcé a la carrera movida por la urgencia de terminar y hasta tuve tiempo para dormir una sabrosa siesta.

Al final del día llegaron los invitados y la pasamos delicioso, con decirles que hasta me di el gusto de hacerles escuchar una pieza hermosísima titulada “Capullito de Alelí” cantada por Caetano Veloso la cual bailé con los pasos recién adquiridos en mi clase de baile abrazada a mi perrita french poodle que por dejarse alzar en brazos es la única que se permite hacer el ridículo aceptando ser mi pareja en el bossa nova.

¡Qué día espectacular!

El padre Julián Carrón recientemente en Milán explicaba que “Cada circunstancia es ocasión para verificar qué es lo que nos llena la vida, por eso no es sino en la realidad que verificamos Su presencia, porque “una cosa es ver a Cristo vencer en nuestros pensamientos y otra muy distinta es verlo en la realidad””

¡Qué día espectacular!

(Ahora, me parece, comprendo mejor la fascinación de Juan y Andrés).

“Porque tu sabes que sin Ti, la vida es nada para mi.
Tu bien lo sabes Capullito de Alelí


10 de diciembre de 2010

Aquél que no comete errores en su trabajo

Venía pensando en escribir sobre cuánto me ha cambiado la agricultura pero además creo que hablaré sobre cuánto podría estar cambiándonos el trabajo cuando es realizado como medio para alcanzar una meta sobrenatural y con amor como respuesta al amor de Dios.

Iba a empezar mencionando que ahora, desde que me dedico a la agricultura y que en muchas ocasiones he estado a punto de lamentarlo, estoy cayendo en la cuenta de cuán perfectamente articuladas han estado las circunstancias que me han conducido al día de hoy.

En cuanto a los lamentos son de muchos tipos y de diferente magnitud, como por ejemplo, no me gusta para nada permanecer todo el día en botas de hule, tampoco me gusta en lo que se están convirtiendo mis manos ni tener que utilizar guantes de latex y mascarilla para “cocinar” los “elíxires” para el cuidado de las plantas. Por el rumbo de los lamentos, he llegado también a poner objeciones sobre algunas de las decisiones de mi hermano-gerente así como a arrepentirme de mi falta de prevención y de cuidado.

En fin, que si de de objeciones y arrepentimientos se tratara la lista no sería únicamente larga sino muy pero muy deprimente.

Pero resulta que soy hija de Dios y además, desde hace mucho tomé la decisión de que nunca daría oportunidad a situaciones adversas –sea del origen que fueran- para que me desviaran de lo verdaderamente importante que sería el que mi vida en cada pequeño detalle sea expresión del trabajo de Dios.

Me doy cuenta que con ese pequeño gesto realicé un acto de libre adhesión a la voluntad Divina y estoy consciente de que “en medio de las limitaciones inseparables de nuestra situación presente, porque el pecado habita todavía de algún modo en nosotros, [como cristianos es posible percibir con claridad nueva] toda la riqueza de [nuestra] filiación divina, cuando [nos reconocemos plenamente libres] porque [trabajamos] en las cosas de [nuestro] Padre, [nuestra] alegría se hace constante porque nada es capaz de destruir [nuestra] esperanza”.

Con estas palabras de san J. Escrivá de Balaguer que he hecho mías doy gracias a Dios este viernes de Adviento porque habiendo hecho memoria de mi he reconocido la mano de Dios en todos los detalles empezando porque el gran privilegio “que es poder [mediante el trabajo] amar trascendiendo así lo efímero y lo transitorio. [Poder] amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido”.

Amar tanta condición adversa en lo material y humano que hemos enfrentado durante estos dos años, así como y –principalmente- por el amor que brota de nuestro corazón al reconocer que inmerecidamente hemos sido regalados con un destino sobrenatural, un motivo que sostiene nuestro trabajo, nuestras penas y alegrías, uno que nos posibilita “amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo, que nos constituye miembros de su familia que nos autoriza a hablarle también de tú a Tú, cara a cara”.

“Sólo al final de la historia [ ] «Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas, no habrá ya muerte, ni llanto, ni grito de fatiga, ni habrá más dolor» (Ap 21,4). Pero ya ahora, en la historia, la santificación del trabajo [ ] es, esencialmente, trabajar por amor, con un amor que es correspondencia a aquel «Amor que Dios nos tiene» (1 Jn 4,16), y la alegría es fruto propio del amor: de amar y saberse amado; saberse amado, no por cualquiera, sino sobre todo por Aquel cuyo amor no puede equivocarse al amar”; por Aquél que no comete errores en su trabajo.

Notas
Citas tomadas de El concepto de santificación del trabajo Artículo publicado en AA.VV., La misión del laico en la Iglesia y en el mundo, en “VIII Simposio Internacional de Teología", Eunsa, Pamplona,1987, pp. 881-891. Y forma parte del libro: Fernando Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cap. XIII, Eunsa, Pamplona 2000, pp. 261-271.

7 de diciembre de 2010

“Pues mijita, no se preocupe, porque no es nada"

Hace pocos años se me presentó la oportunidad de ofrecer hospitalidad a uno de los hermanos de mi padre, un tío que -tan solo un año menor que él- era viudo, estaba muy enfermo y completamente arruinado.

Según me cuenta mi padre, su hermano desde niño se “salía del canasto” y, según pude confirmar trayéndolo a vivir con nosotros, nunca cambió.

Leyendo a los comentaristas en el artículo de Bruno recordé lo que me trajo tío de regalo el día que llegó a vivir con nosotros.

Recuerdo que sacó una bolsita plástica arrugada que traía envuelta en un trapito viejo y un poco sucio.

Dentro de la bolsita observé varios objetos, no se de dónde los habrá sacado porque nunca le pregunté, pudieron haber pertenecido a su mujer o -sencillamente- los tomó de un basurero, pero estaban mugrientos, viejos y olían mal.

Eran artículos religiosos como estampitas, un rosario de plástico, un librito de primera comunión y varias cositas más.

De primera impresión aquellos objetos me dieron asco.

Ignoro si el esfuerzo que hice para disimularlo surtió efecto, me imagino que si y si no, estoy segura de que tío en cambio supo ese día y en otras ocasiones más tarde disimular y perdonar mi falta de delicadeza y buen gusto.

Tomé el paquetito de sus manos, abrí la bolsita plástica y fui sacando uno a uno cada pequeño objeto.

Conforme lo iba haciendo aquél buen hombre me iba diciendo que había recordado que yo creía en Dios y había pensando que esas cosas serían importantes para mi.

- “Claro que si, tío, son importantes para mi y veo que usted sabe cuánto. Le agradezco que después de tanto tiempo lo recordara y me haya traido estas pequeñas bellezas. Son un verdadero tesoro para mi".

- “Pues mijita, no se preocupe, porque no es nada".

Bien sabía yo que no eran nada, pero bien sabía a la vez que adquirían para mi en ese momento el valor del tesoro que fue haber hallado y la dicha de hospedar al tío más viejo, feo, sucio, desarrapado y pobre que pocos podrían llegar a tener y quien -en la misma medida en que fue viejo, feo, sucio, desarrapado y pobre- ha sido la persona en este mundo que mejor me ha enseñado en qué punto del camino empiezan a caminar juntas y de la mano la verdad y la belleza.

¡Vaya que si!


5 de diciembre de 2010

Mil rollitos de culantro

Existen, en realidad, pocas cosas que pueda enseñar a alguien. De lo poquito que puedo transmitir que me parece tiene algún valor es sobre la mirada que echo sobre la realidad bajo la luz de mi amor por Dios, por su creación, por mis hermanos.

El otro día me encantó leer que el Santo Padre dijo: “quien ama a Dios es impulsado a convertirse, en cierto sentido, en un teólogo, uno que habla con Dios, que piensa sobre Dios y que intenta pensar con Dios”.

Sobre que amo a Dios no tengo dudas, pero ni de lejos me considero teólogo más sin embargo reconozco que hablo con Dios, pienso sobre Dios e intento pensar con Él de tal manera que las palabras del Santo Padre me animaron a continuar amándoLe.

Hablando sobre mirar la realidad ayer ésta se confabuló en contra mía, no en la magnitud en la que se confabuló para quienes necesitaron en España viajar por avión, pero si, todo ayer dió la impresión de estar en mi contra.

El viernes habíamos enviado a nuestro comprador nuestros primeros quinientos rollitos de culantro junto a las lechugas de cada semana y también ese día habíamos preparado mil rollitos adicionales que salieron temprano el sábado para sus bodegas y que, luego de casi siete horas de estar esperando que les recibieran, no les permitieron ingresar porque estaban mal empacados.

A la dos de la tarde estaban los mil rollitos de culantro de vuelta en casa y no fue sino hasta seis horas después que pudimos reenviarlos empacados correctamente solo para que al llegar nos dijeran que no podían recibirlos si no hasta el día siguiente; de tal manera que hoy van de vuelta los mil famosos rollitos de culantro viajeros.

De forma excepcional, durante la mañana había pasado cosechando un pequeño pedido de lechuga, fumigando los bancales y el invernadero así como limpiando el laboratorio, la planta de procesamiento y la bodega. Hube de atender también hasta el mediodía a treinta estudiantes que habían pedido cita para conocer y aprender de nuestro proyecto de hidroponía.

Este sábado, como dato adicional, era el aniversario de la muerte de mi madre y también el día en que habíamos planeado a salir a almorzar en familia para celebrar el cumpleaños de mi padre y el mío y no pude ir por verme obligada a quedarme re-empacando el culantro.

No fue si no hasta entrada la noche que conseguí almorzar como la gente luego, eso si, de un reconfortante baño caliente.

Buscando después de eso un momento de solaz me vine al ordenador y hallé a Bruno discutiendo sobre El buen gusto y la fe católica y unas horas después leí el artículo de Luis Fernando sobre Esperanza y conversión que echaron luz sobre lo que en principio iba llamar en esta entrada “un absurdo sábado”.

Echaron luz en este sentido:

Si mi amor a Dios no me alcanza para abrazar la realidad y descubrir en ella la Verdad y la Belleza en cada acontecimiento es porque en algún momento por hablar únicamente conmigo misma dejé de hablarLe, de pensar en El pero también de pensar con El.

Ahora bien, no es que haya dejado de amarLe pero haber colocado lo contrariada que estaba en el centro de toda mi atención constituyó un claro y flagrante obstáculo que me impuse en mi camino de conversión y que me impidió reconocer a Cristo.

No se, pero, se dan cuenta? A veces no hace falta ni siquiera un gravísimo pecado, a veces, tan solo rechazar la realidad tal y como se presenta lo constituimos –como a mis rollitos de culantro- en obstáculo para reconocer la Verdad y la Belleza.

Estoy segura que lo del producto mal empacado me podría volver a suceder más poseo capacidad para ir poco a poco corrigiendo las carencias del proceso, claro que si, tanto como estoy segura de que la Gracia me capacita para cada vez con menor frecuencia perder de vista el horizonte infinito de mi destino

Esto es lo que hace el Tiempo de Adviento conmigo, ésto y el dejarme impregnado en las manos y, cual mirada arrobada de Cristo, el aroma del culantro en el alma, ya ven?


3 de diciembre de 2010

Comunión sin liberación

Les traigo la narración que hace el padre Carron del diálogo que tuvo con un miembro de la Fraternidad Comunión y Liberación en uno de los encuentros. Diálogo que me parece valioso y fácil de comprender aún para quien no conoce o no se identifica totalmente con el carisma de don Giussani. Espero que les resulte tan inquietante y revelador como yo lo ha sido para mi.

Entonces yo seguí provocándole: «Y, en tu opinión, ¿por qué falta esta experiencia de comunión? ¿No estáis todos juntos en la Fraternidad?». Podríamos decir también: ¿No estamos todos juntos en la compañía, en la comunidad? Entonces, ¿por qué? Aquí está la clave: ¡Porque hay una forma de vivir la comunión que no lleva a la liberación! Y éste es un dato que reconocemos en nuestra experiencia. Él me respondió: «La razón es que nos cuesta mucho que esta pertenencia se convierta en un juicio real». Le dije: «Perfecto, ésta es la cuestión. ¿Por qué falta este juicio real? ¿Por qué no (me) afecta [ ] este juicio real?».

Respuesta: «Yo creo que es porque nos cuesta percibir que todo se nos ha dado [ ]». Y yo: «Pero, si todo está ya dado, entonces no falta nada. Entonces la pregunta es: ¿Por qué muchas veces esta comunión no nos libera? Yo comprendo que podamos estar juntos y seguir diciendo que es difícil imaginar cómo me mira Dios, y es verdad, es difícil imaginar cómo me mira Dios; pero sólo antes del encuentro [ ]. Antes del encuentro sí, pero después del encuentro no. Es decir: si volvemos al mero sentido religioso, a antes del acontecimiento de Cristo en nuestra vida, entonces no podemos imaginar cómo nos mira Dios. Pero Zaqueo [ ] comprendió cómo había sido mirado, san Pablo comprendió cómo había sido mirado, la pecadora comprendió cómo había sido mirada, y por eso pertenecen a ese lugar que se llama comunión. Esto genera la comunión y genera la liberación. Podemos seguir hablando de la comunión, podemos seguir estando juntos sin que el juicio real, sin que la mirada que se ha desvelado en el encuentro haga mella en nuestra persona y en nuestra forma de mirar, y esto se ve por el hecho de que la liberación no llega.

Por eso no basta con estar juntos para vivir la comunión cristiana; es necesario que nuestro estar juntos esté completamente impregnado por la novedad del encuentro, es decir, por el juicio, por la mirada que nos ha alcanzado, por la que pertenecemos a esta comunión y por la que este lugar es un lugar de comunión».

Y luego añadía yo un segundo punto: «Este dejarse abrazar no es un hecho mecánico. Si cada uno de nosotros no se deja abrazar cada día, no reconoce aquello que ha encontrado, si no se vuelve suyo (memoria, esto se llama memoria), esa mirada desaparece de su horizonte y, en un momento dado, le lleva a decir que no sabe cómo le mira Dios. Y en el momento en que ya no sé cómo me mira Dios, ya no hay liberación.

Y esto puede suceder perfectamente: podemos vivir durante años dentro de este lugar, que podemos seguir llamando comunión, sin el juicio que genera la comunión.


Extraído del documento:
Asamblea Internacional de Responsables de Comunión y Liberación
LA THUILE , 28 DE AGOSTO - 1 DE SEPTIEMBRE DE 2010

1 de diciembre de 2010

Un peón "de a de veras"

Caray, saben qué? A veces es tan pero tan difícil hallar un buen motivo para escribir en el blog que resulta desalentador y no porque no existan sino porque no consigo verlos.

Me explico: Paso todo el día en el invernadero con las manos metidas en sustancias nutritivas para las plantas, entre baldes, arena, fibra de coco y arena; conversando y trabajando junto a gente adorablemente sencilla y trabajadorcísima que cuando llego a la web y leo una tras otra nada más que noticias espeluznantes, enseguida –como de un portazo- cierro la pantalla y regreso a lo que me rinde satisfacción y con lo que estoy en capacidad de lidiar.

Así pasan los días sin aparecerme por el blog, apenas si comento en los demás sitios y así también es como -sin quererlo- voy perdiendo interés en escribir y, lo que es peor, interés en prestar atención a la vida para descubrirle buenas razones para dar gracias.
Pues bien, a falta de haber estado atenta he hecho hoy -no un pequeño esfuerzo- para encontrar un buen motivo para una entrada y lo hallé, el mismo consiste en la dicha que me ha llegado en un joven trabajador que contraté el lunes pasado.

Para que comprendan el motivo de mi alegría les resumo en una palabra nuestra situación en cuanto a la contratación de personal de campo: desastrosa.

Hace como mes y medio creíamos que habíamos dado con los trabajadores ideales, una familia de inmigrantes muy eficientes, inteligentes y sin miedo al trabajo duro, pero no, no fue así. El padre resultó ser todo esto pero también un señor patológicamente controlador quien tan solo tenía una semana de estar trabajando y ya se estaba tomando atribuciones que no le correspondían, por ejemplo, disponía de su tiempo y del de sus hijos para irse a trabajar a otros lugares el día y hora en que se le ocurría. Fatal, sencillamente, un desastre.

Bien, tras este fiasco, me quedé –de nuevo- sin un buen peón, por lo que el lunes –desesperada- informé a mi hermano y gerente que colocaría un rótulo en el portón buscando trabajadores y cuál no fue mi sorpresa que a media mañana me llaman para decirme que me busca afuera un muchacho. Era Alexander.

Alexander tiene dos hijas, desde hace meses está sin trabajo estable por lo que su esposa con sus niñas tuvieron que irse a vivir con la abuelita materna mientras su padre lograba estabilizarse, pero la estabilidad no llegó y así es como han pasado meses y meses y la familia no se ha podido reunir.

Esta situación, por supuesto, le ha traído además de triste, desesperado. Tomó inmediatamente mi oferta (que fue buena a pesar de que yo todavía no conocía su situación) y al día siguiente llegó a las 6am tal y como prometió.

Tengo tan solo dos días de tenerlo a mi lado y no quepo de la alegría. Es magnífico trabajador. En varias ocasiones me ha dicho que todavía no se cree que haya conseguido trabajo fijo, que espera poder quedarse mucho tiempo y que está feliz porque por fin podrá comprarle algo a sus chiquitas.

Entre una cosa y otra, ayer me di cuenta de que no traía su merienda como acostumbran los peones. Fue cuando rajatabla le pregunté si tenía comida en la casa y me dijo que no. La cosa es que me he venido ocupando de que se alimente por lo menos de aquí al sábado que se le pague. Hoy, por cierto, que estamos de temporal y hace un frío de espanto, le he servido un plato abundante de sopa de pescado con verduras que me imagino le ha sentado muy bien.

A mí, la verdad me da mucha vergüenza venir a contar asuntos tan triviales a este sitio, pero es que al lado de tanta mala noticia me imagino que les alegrará que un joven padre de familia haya encontrado la oportunidad de trabajo estable que andaba con desesperación buscando.

Demos gracias a Dios que, aún a pesar de la crisis, algunos podemos ofrecer trabajo estable y bien pagado.

Alegrémonos por Alexander, por su esposa y sus hijas, pero también alégrense -aunque sea un poquitito- por mi; porque no es cuento, mis lechugas y yo merecemos -después de tantos meses de buscarlo- un peón “de a de veras".

28 de noviembre de 2010

Es mi deseo, nada más...

He observado que, por lo regular, la vida -aún para personas de fe- parece más algo que sucede y no algo que nos acontece, pasamos por sobre personas, actividades o situaciones como si de una autopista se tratara y no, como lo que en verdad son: don de Dios.

Asumo que es porque soy como soy y vivo además en contacto con la naturaleza que no he tenido chance (ni me lo he dado) de alejarme tanto de mi humanidad como para haber perdido las destrezas que me sirven para leer en los acontecimientos la guía del Espíritu que es necesaria para estar en comunión con mis hermanos en Cristo.

Me refiero a que, por ejemplo, diversos sucesos de diferente índole tal como una reunión de amigos, la falta de dinero, la condición de salud de alguna persona o ser querido, la alegría de los chiquillos de la casa, quizá una lectura, frases sueltas que escucha uno por ahí, una noticia o sencillamente nuestro estado de ánimo, etc. nos indican en qué dirección dar el siguiente paso hacia la consecución de una mayor humanidad o lo que es lo mismo, de una nuestra mayor configuración a Cristo.

El Adviento no solo es tiempo de preparación sino de espera y de espera escatológica además, por lo mismo, seamos sabios y con atención leámosle a la vida lo que nos tiene que decir en este período tan hermoso que se me semeja a “una vida dentro de la vida” gracias a que nuestra Santa Madre la Iglesia se ha esmerado en la Liturgia.

Vamos a ver cuántos de nosotros a partir de hoy nos dispondremos a detectar como verdaderos hermanos de Cristo los sucesos que nos irán indicando los pasos a seguir durante esta jornada que antecede a la Navidad.

Y esto nada más para que la Navidad no sea el final de una autopista sino el acontecimiento de gloria que en realidad es.

Ese es mi deseo para ese tiempo, hacerles notar la vida, eso nada más…



25 de noviembre de 2010

Nicaragüa, Nicaragüita

Durante el período en que salía del colegio y entraba a la Universidad me correspondió vivir la liberación de la dictadura de Somoza en Nicaragua.

Había conocido la amargura de su gente durante la dictadura y luego conocí la alegría desbordante de su liberación, por eso me duele tanto que hayan -sencillamente- caído en diferentes garras.


Los nicaragüenses en mi corazón y desde niña han tenido y tendrán siempre un lugar destacado,como estoy segura es el lugar que ocupan en el corazón de muchísimos costarricenses.

24 de noviembre de 2010

¡Ya deseáramos!

Peter Seewald perdió la fe a los 19 años, se lanzó al marxismo e incluso fundó un semanario de extrema izquierda. En 1993, cuando tenía 39 años y trabajaba para el «Süddeutsche Zeitung» recibió el encargo de entrevistar al cardenal Joseph Ratzinger. Comenzó a estudiar el personaje, lo entrevistó en Roma y aquel encuentro cambió su vida.
En 1996, una serie de largas conversaciones tranquilas dio lugar a «La sal de la tierra», un libro de gran éxito al que seguiría en el año 2000 «Dios y el mundo». La tercera aventura común, «Luz del Mundo» es el fruto de seis horas de conversación seis días consecutivos en Castelgandolfo el pasado mes de julio.
En el largo camino desde 1993, Seewald recobró la fe y se ha convertido en «entrevistador» oficial de Joseph Ratzinger. Es un individuo alto, de 55 años, que vive discretamente en la ciudad de Munich a un paso de la Marienplatz y no presume de su amistad con el Santo Padre.
Eso sí, al final de las entrevistas, Seewald le pidió grabar un saludo para sus hijos. El Papa accedió, y sus palabras están ahora en el contestador automático del teléfono de los niños.
Ignoro si conocían estos datos que hallé disponibles en Ecclesia Digital y, aunque de primer vistazo dan la impresión de ser insignificantes los he traido para señalar lo que para muchos será obvio, más me parece que para algunos otros no:

El Papa con Seewald ha estado conversando -al principio- con un hombre que a lo largo de su vida tuvo como único dios una ideología para -al final- haber conversado con un hombre convencido de lo razonable de la fe en Cristo.

Sospecho que, en lo acaecido en el interior del primer y último hombre, algo tuvo que haber incidido el impacto que suscitó en él la inamovible fe y confianza del Santo Padre, cierto?
Por lo mismo digo, ya deseáramos muchos haber recibido del Altísimo una fe y confianza de la calidad y magnitud de las del Santo Padre. 

¡Ya deseáramos!

Ya deseáramos y si no -al menos- deseáramos poseer el deseo de ese deseo, no creen?

Sospecho que, de ser así, a estas alturas habríamos ganado muchas almas para Cristo, muchísimas más de las que hemos de estar ganando con nuestras dudas y desconfianzas.

Notaron como no era trivial el asunto? Ya ven? Solo hacen falta ojos para ver y oídos para escuchar.

Pasen lindo día.

23 de noviembre de 2010

Sinceramente, de qué ha servido?


De qué ha servido que durante el fin de semana nos pasáramos discutiendo sobre lo que dijo el Papa sobre el profiláctico? Sirvió de algo ofrecer oportunidad al desconocimiento en el que estábamos, a la sospecha, a la duda entre nosotros y sobre el Papa, sus asesores, El Observador Romano y todo lo demás?

No ha servido de nada más que para dejarnos exhaustos y como unos reverendos tontos.

Ayer mismo coloqué la entrevista a Julian Carron sobre el reto del cristianismo en España, pocos fueron los que prestaron atención y varios los que se resisten a admitir que esta situación del cristianismo en la actualidad representa un reto; porque, estemos al tanto o no, tenemos un reto por delante que no superaremos con actitudes como la del fin de semana.

En este sentido me ha resultado oportunísimo y fascinante hallar lo que ha dicho Navarro-Valls en el Congreso sobre Católicos y Vida Pública, el mismo al que asistió el padre Carron, literalmente ha dicho [el cristianismo] “ya no debe ser visto como una tradición que salvaguardar, sino como la perspectiva de una vida futura que hay que recrear”.

Salvaguardar es lo que hizo la mayoría durante el fin de semana, pocos realmente confiaron en que no se trataba de otra metedura de pata del Santo Padre y ya ven? Ahí estaban Julian Carron y Navarro-Valls, ambas personas muy cercanas y queridas del Papa que como él nos plantean el desafío que es atrevernos a situarnos ante la realidad de manera diferente.

(Me doy cuenta con esto que, afortunadamente, no soy la única que así lo ha considerado)

Comprendan, el cristianismo ha dejado de tener en el mundo el lugar seguro y acogedor que hasta hace poco ocupaba, esta situación nos descoloca pero a la vez nos obliga a plantearnos preguntas que requieren de nuestra parte respuestas diferentes a las que usualmente hemos venido ofreciendo.

Respuestas diferentes a la que gran parte de nosotros ofrecimos en InfoCatólica durante el fin de semana.

Para terminar, la pregunta hoy no es si conseguiremos sobrevivir sino más bien si estamos en disposición de ser de nuevo impacto en la realidad.

Porque fíjense bien, nuestra generación no tendrá otra oportunidad como la que tiene en nuestros días para vivir nuestro cristianismo como realidad escatólogica, nunca antes necesitamos que Cristo fuese persona real tras quien caminemos hacia las realidades últimas.

Tal como lo veo, para avanzar hacia ellas se nos presentan dos opciones:

1. Atrincherarnos en la seguridad de una normativa moral y nuestras nociones de Dios o,

2. Con todo ello como fundamento ofrecer, como Cristo lo hizo, una respuesta de apertura e impacto a esta realidad tan exigente.

Cada uno sabrá cuál es la opción conveniente y tendrá que plantearse elegirla sobre la que prefiere para que todo lo que hemos pasado juntos sirva para algo.

Es mi humilde opinión.

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