22 de febrero de 2011

Pausas en mi actividad

A mitad del 2010 pensaba que el 2009 había sido el año más duro de mi vida, para cuando llegó diciembre pasado respiré aliviada por haber superado lo que consideré el año más duro hasta ese momento. Del año 2011 solo llevamos dos meses y con creces está superando a los anteriores.

Me doy cuenta que no soy la misma que cuando Juanjo Romero y Bruno Moreno me empezaron a seguir en Blogger, tampoco soy la misma que llegó a InfoCatólica un tiempo después. No soy la que unos meses más tarde ingresó a Comunión y Liberación pero tampoco hoy soy esa persona.

Todo ha ido cambiando, para bien –indudablemente-, más la realidad está exigiendo de mi mayor presencia por lo que el ciberespacio, si bien es un aspecto de la realidad, en este momento no es el más importante.

Quisiera poder decir que me alejo por tiempo indefinido pero no quiero hacerlo ya que mi circunstancia y lo que puede estar moviéndome a decirlo podría cambiar de un momento a otro haciendo que tenga que morderme la lengua como en otras ocasiones; así que no diré que me alejo sino que haré pausas en mi actividad en la web tan prolongadas como sean necesarias.

Mi deseo y mi plegaria es que todo esto que estoy viviendo sirva para que al final de mis días mi vida sea una ofrenda de Belleza aunque sea en lo mínimo semejante a la Capilla Redemptoris Mater. Han visto que ha sido construida con variedad y multitud de materiales que por separado no tienen ninguna conexión? Pues eso mismo, tanto material inconexo que me ha sido entregado en estos tres últimos años va exigiendo de mi parte disponibilidad para que el Señor haga con ellos su obra.

No pido nada, en todo caso reciban toda mi gratitud por su generosa paciencia,

Maricruz


PD. Podría haberme alejado sin decir nada pero el mismo Juanjo me ha sugerido en otras ocasiones que no haga lo mismo que él y que diga algo; pues algo he dicho.
Gracias y saludos,

21 de febrero de 2011

Imposible jalarle más duro el rabo a la chancha

Cuando observo las fotografías de las chicas lesbianas besándose ante la Catedral de Lima (de mi Lima querida, de esa Catedral portentosa), cuando las miro –decía- me quedo pensando en lo que uno de esos besos implica para la vida de cada una de esas muchachas; pienso también en que –como sucedía hace algunas décadas- ser socialista por estas tierras era una moda y todo el que se preciaba de ser universitario lo era tanto como se precian estas muchachas hoy día de ser “evolucionadas”.

La cosa es que, el tiempo que habrá de transcurrir entre ese momento de “gloriosa” provocación ante la Catedral y el día que deban dejar este mundo nadie, ni siquiera ellas saben cuánto será, ni de qué calidad, ni cuál será su desenlace, más elijen –como eligieron los izquierdistas de otrora- ponerle un sello al tiempo en el atrio de la Catedral con un beso como quien marca su cuerpo con un tatuaje: para siempre y, como si ese “para siempre” del beso (o del tatuaje) que tanto estiman, fuera eterno.

Claro, y no habrá forma de convencerlas de que en el instante de un beso no se resuelve la existencia, ni la suya, ni la nuestra, la de nadie; porque lo que resuelve la existencia es, precisamente, lo que hay entre “beso #1” y “beso #2”, es decir: la disponibilidad para aprender.

Disponibilidad que implica dejarse sorprender por lo que el corazón verdaderamente clama; porque es mentira que el corazón clama por el tris que dura un beso, más… cómo podrían estas chicas enterarse si se aferran a los instantes en lugar de correr libremente tras la plenitud de vida que hay entre ellos?

Pues nada, que no habrá forma de que aprendan, tal y como no han aprendido lo socialistas -ni aprenderán- mientras unos y otras eviten mirar de frente las exigencias de justicia, verdad, bondad, belleza por las que clama su corazón.

Vaya, que –imposible- “jalarle más duro el rabo a chancha”, que –mejor- rezar por ellas, por ellos, por nosotros, por todos.

19 de febrero de 2011

De la nada de mi Trabajador Estrella y de mi propia nada...

Vaya! Les he mantenido al tanto de los progresos de mi Trabajador Estrella pero ahora vengo a compartirles la noticia de que abandona lo que emprendió con tanto esfuerzo a nuestro lado.

Alex obtuvo trabajo en nuestro proyecto agrícola porque –por encima de todo- es un magnífico trabajador, consiguió salir de un rincón abandonado al lado de un río donde vivía y había empezado a adquirir lo necesario para ir mejorando poco a poco su calidad de vida.

Ahora lo abandona todo. Lo hace porque, debido a su personalidad alcohólica, ha llegado a comportarse de forma que no podemos admitir por lo que los “encontronazos” que hemos tenido le han llevado a tomar la decisión de irse. Lo ha regalado o vendido todo, se ha quedado con “una mano delante y otra atrás” tal como llegó y parte para Pérez Zeledón a vivir con su hermana.

Uno se la pasa llamando la atención a las personas sobre cuán poco se miran a si mismas porque ha hallado que esa es la única forma de llegar a mirar a los demás con la misma compasión con que la mirada del Señor se ha posado sobre uno pero, la mayor parte del tiempo es en vano; pocos tenemos –realmente- la valentía de mirarnos y si conseguimos hacerlo somos incapaces de hacer buen uso de nuestra libertad sencillamente porque rechazamos la Gracia de Su compañía.

Alexander, a pesar de que ha tenido coraje para mirarse, ya que se reconoce alcohólico, expresa sin reservas que prefiere el “guaro” a comer e incluso al bienestar de sus hijas y aunque reconoce que su vida está marcada por sucesos verdaderamente dolorosos elije vivir anclado a ellos.

Uno mira el caso de Alex y se lamenta que siendo como es escoja vivir esclavizado; uno se lamenta, sin embargo, uno también reconoce que la esclavitud de Alex no tiene mayores ni más graves consecuencias para él que para uno los diferentes tipos de esclavitud a los que voluntariamente se somete.
Tenga el Señor compasión de nosotros
y Su Gracia cada día nos permita hacer buen uso del don de la libertad.

Gracias, Señor, porque de la nada de mi Trabajador Estrella
he reconocido la vastedad y profundidad de mi propia nada…

Acompáñalo Señor, dondequiera que Alex vaya
y a mi -te imploro- tampoco me dejes nunca de tu mano.

14 de febrero de 2011

El culantro que estuve a punto de tirar

Qué les diré? El Señor cada día me sale con cada cosa, con decirles que se me pone de frente de manera tan pero tan evidente que se que les costará creerme. A mi me cuesta creerlo. Ya verán.

Ya saben que soy agricultora. El viernes pasado cosechamos 800 rollos de culantro y los enviamos a nuestro comprador, pero como el día estaba muy caliente, nuestro camión no tiene techo y ellos nos hacen esperar en fila para recibirlo durante cuatro horas, el culantro se deshidrató por lo que nos lo devolvieron todo.

Hoy lunes, a pesar de que lo hidraté y recupero su figura, se empezó a madurar por lo que desistimos de entregarlo porque también lo rechazarían, sus estándares de calidad son altos y hemos, a la brava, aprendido a conocerlos.

“Ostinada de la vida” (expresión muy tica que quiere decir totalmente fastidiada) quise tirarlo, pero no lo hice porque mi Trabajador Estrella, que es gente pobre y por lo mismo sabe mejor que yo lo dura que es la vida, me dijo que no lo hiciera por lo que le atendí ya que sus razones fueron muy buenas. 

De tal forma que me fui con él a regalarlo.

Nos dirigimos primero a la cocina del Centro Juvenil Luis Amigó y allí Olga -la cocinera- nos lo recibió echándonos mil bendiciones.

Luego, pasamos a una escuela pública y, mientras Alexander lleva las cajas a la cocina empecé a regalárselo a las mamás que estaban fuera esperando a sus hijos; cada una se fue con al menos cinco rollos. Se alejaban de mi echándome bendición tras bendición, deseando que el Señor nos reparara más.

Así pasamos por la siguiente escuela de la que en esta ocasión salieron las maestras y maestros así como las señoras encargadas de la limpieza y algunas madres, echándonos todavía más bendiciones.

Al final del recorrido, en la última escuela, únicamente había dos madres en la puerta. Alexander -como en las otras escuelas- entró hasta la cocina no sin antes regalarles unos rollitos a estas dos mamás.

Perdí de vista a Alex por un rato por lo que volví la mirada para otro sitio y no habían pasado tres minutos cuando una de las dos señoras se acercó a la ventana del auto y me dijo: - “Cuando las cosas van mal, uno lo que tiene que hacer es prenderse de Dios. Como dice en el Salmo 23. No tema, préndase de la mano de Dios, verá que todo le sale bien”.

No se qué cara le puse, creo que le debo haber puesto cara de idiota ya que recuerdo que no acaté más que decirle “Amén” y “Gracias”.

Cuando se alejó, sentí el pecho apretado, como si me hubieran dado un abrazo de oso de esos que no te dejan respirar. Me sentí raro a tal punto que tuve ganas de llorar por lo que bajé la cabeza y me tapé los ojos esperando sentirme diferente. 

A los segundos todo pasó. Poco después Alexander ingresó al auto contándome sobre el chorro de bendiciones que le habían echado las cocineras.

Lo que me pregunto ahora es: quién era esta señora? Yo nunca la había visto. Qué fue lo que la movió a acercarse a mí? No creo que haya deducido por la calidad del culantro que aquello representaba una pérdida, ni siquiera creo que haya notado que fue de mi auto que Alexander se bajó.

Esta señora, no podía conocer -ni siquiera sospechar- que lo me dijo realmente correspondía a un hecho real, era imposible que ni remotamente conociera lo cerca que estamos de vernos obligados a parar la producción y replantearnos nuestras metas, mucho menos el mar de angustia que estaba a duras penas sobrellevando desde el sábado de solo pensar que Alexander y Walter se quedaran sin trabajo. No había forma de que lo supiera, más se acercó y me dijo lo que me dijo y yo quedé como que me hubieran dado, no con uno, sino con media docena de bates por la cabeza.

Claro, pregúntenme ahora qué se hizo toda la incertidumbre?

Eso mismo, corrió por el drenaje con el agua en la que lavé las cajas vacías del culantro que estuve a punto de tirar.

13 de febrero de 2011

Es posible fiarse del ser humano (no es interrogante es afirmación)

Una nota breve sobre la confianza ya que ha sido algo de lo poco que me he atrevido a pedirle a Dios quien me ha dado tanto.

Se la pedí alguna vez tiempo atrás cuando habiendo hecho una indagación existencial intensa y escrupulosa descubrí que era una tremenda desconfiada, no me fiaba pero ni de mi imagen en el espejo; en ese entonces se la pedí al Señor por mucho tiempo y todavía lo hago.. 

Confianza fue lo que les faltó a Adán y Eva que no consiguieron fiarse del Creador cuando les dijo que aquél árbol no era para su conveniencia y desde entonces, seguimos llegando a la vida provistos de lo necesario para confiar y no lo hacemos o lo hacemos mal.

En este momento de la vida puedo decir que se me ha dado una confianza como la pedí: Tan grande y tan firme que ni siquiera yo, como mi gran imaginación, podría imaginarla. Y, muy agradecida estoy por ella, ya que ha colaborado significativamente a traer paz y seguridad a mi existencia.

En este momento de mi vida puedo decir también que he aprendido a reconocer a los desconfiados pero también a tenerles paciencia ya que un desconfiado no se fía pero ni de su sombra por lo mismo menos se fiará de lo que le digas y debido a esto, la única forma de ayudarles es dejándoles en evidencia -con gestos concretos- que son de fiar.

Pero, se puede uno fiar de un desconfiado? Pues si, por la sencilla razón de que es persona, por la razón de que tu también lo eres y que el Creador te ha confiado mucho: te ha confiado tu existencia, tus seres queridos, tu vocación, el trabajo, tus destrezas y talentos, etc. Mira que ha confiado tanto que ha dejado en ti su impronta divina para que seas capaz de confiar tan enorme y firmemente, más que de lo que tu imaginación podría imaginar.

Esa es la única forma de ayudar a un desconfiado, de esos de los que ahora hay tantos, tantísimos, aún entre los católicos ya que, cuando uno que dice tener fe la ha separado de la vida, está en si mismo dividido y tiende a desconfiar hasta de sus más profundas exigencias que, por desconfiado, no se da cuenta que tienen su origen en Dios.

Y es que, saben? No, no lo saben. No saben cuántas veces la gente me dice: “Fuiste la única que tal cosa…”, “Has sido la única que tal otra…” lo que me hace pensar, cosa que no pensaba antes de que me dijeran estas cosas, que estoy siendo de los pocos que confían en el ser humano en estos días.

El ser humano es un ser auténtico, aunque muy oculto para si mismo lo conserve, por lo mismo es posible hallar en él certezas, es posible fiarse de él. 

Lo hace nuestro Padre de los cielos y, contamos con su impronta divina, vaya!


Nota: con estas breves conversaciones no pretendo resolver los grandes problemas del mundo, ni siquiera espero que alguien me atienda, no más revuelvo la tierra y le echo abono con algo de lo mucho y bueno que se me ha dado; y es que, tengo claro, que el mundo se empieza a arreglar, arreglándolo desde dentro y trabajando duro en la parcela que se nos ha encomendado, no pretendo más.

10 de febrero de 2011

Tuve ante mis ojos a dos testigos

Caray, he venido pensando en varias cosas en estos días a raíz de dos visitas que tuvimos los de Comunión y Liberación-Costa Rica en estos días, una de de ellas -la primera- fue la visita del español Jesús Carrascosa, más conocido como Carras, de quien puedo decir que vive en Roma y que no solo está al tanto de todos los menesteres de Comunión y Liberación en la Ciudad Eterna, sino de todo aquello que está bajo su responsabilidad como Visitor del Movimiento.

La segunda visita, ha sido la del padre Diego Kessler, quien habiendo sido la cabeza de la planificación y Secretario del II Congreso Continental sobre las Vocaciones que se realizó en mi país la semana pasada, se dejó llegar este miércoles a nuestra Escuela de Comunidad dejándonos claro que no se hubiese permitido salir del país sin conocernos. El padre Diego, es un sacerdote diocesano argentino quién conoce el Movimiento desde 1989.

Pues bien, decía que estas dos visitas me han hecho pensar en varias cosas, la más importante es el que en sus personas quedó en evidencia la sencillez, alegría, humildad y hasta la soltura con que se permiten exponer la propia fragilidad estos dos hombres. 

Nuestro amigo Stive, de la Escuela de Comunidad, fue quien lo mencionó: Carras no reparó en mostrarse con sus virtudes y defectos, totalmente carente de lo que comúnmente observamos en personas que ocupan puestos de autoridad que es la protección de su imagen. Del padre Diego puede decirse lo mismo.

Escuchándoles hablar me sentía como escuchando a mi hermano de quien muchas veces he sido su confidente, la familiaridad que únicamente muestra quien confía y quien está seguro que no tiene ante su interlocutor nada que perder; actitud que, como dije, por lo regular la hallamos solo entre personas muy cercanas; pero, claro, lo singular del caso es que a Carras lo hemos visto tan solo dos o tres veces (ésta fue la primera vez para mi) y al padre Diego no le habíamos visto nunca antes y lo destacable del asunto es que ambos, desde el primer momento, se abrieron a nosotros –unos completos desconocidos- con soltura apabullante.

En relación a esto, fue –precisamente- el padre Diego quien mencionó una anécdota de don Giuss durante su visita a la ciudad de Córdoba, en la cual -durante una conferencia- uno de los asistentes insistía en hacerle ver a don Giuss que el día anterior había explicado algo de distinta forma. Don Giuss al principio no comprendía cuál había sido su error pero una vez lo hizo sencillamente dijo: - Ah, si, me equivoqué, continuando su exposición sin que nadie –mucho menos él- le diera al suceso la menor importancia.

Teniendo a Carras y a Diego Kessler ante mi y comportándose con la misma soltura, considerando -además- que tienen años de estar en el Movimiento me hicieron recordar a Manuela Camagni, la Memore Domini que murió este año en un accidente de tránsito y que servía en las habitaciones del Santo Padre junto a otros Memores del Movimiento. 

Recordando la pesadumbre del Santo Padre por su muerte, caí en la cuenta de que es muy probable que Manuela, quien tenía treinta años de estar en el Movimiento, quizá mostraba una obediencia, sencillez y apertura a la realidad tan novedosos e inusuales como los que hemos reconocido en Carras y Diego Kessler que, quizá por haber hallado en los Memores esas cualidades, fue que el Santo Padre los eligió como miembros de la Familia Pontificia y, quizá también, por verse privado de improviso de lo que Manuela aportaba como familia suya a sus días es que el Santo Padre se manifestó tan apesadumbrado.

En fin, mi intención es nada más llamar la atención sobre un detalle: Carras, Diego Kessler y Manuela Camagni, para mostrarse -sin censura- tal como son, debieron recorrer un camino en el cual, toda esa baraúnda de ideas preconcebidas que nos impiden vernos tal cual somos y es la realidad, se fueron desmoronando hasta dejarlos tan vacíos de si mismos que fue posible para Cristo colmarlos.

No le veo otra explicación al Misterio de cuya Presencia tuve ante mis ojos a dos testigos esta semana.

7 de febrero de 2011

Sin Dios no existe forma de pensar correctamente

Sin Dios no existe forma de pensar correctamente, es por eso que tan frecuentemente nos equivocamos en nuestros juicios; para empezar, cuántas ideas, personas, situaciones rechazamos sabiendo que Dios todo lo hace con sabiduría y por amor?

Me dirán, claro, que por muchas razones hemos de rechazar ideas, personas, situaciones y tendrán razón, pero las rechazaremos -no por ellas mismas- sino tras analizar que contienen el potencial o explícitamente nos hacen daño físico, emocional o espiritual. 

Lo que pasa es que muchas veces nos adelantamos en nuestros juicios.

Por poner un par de ejemplos: un día de estos un católico me decía que la misa tendrían los sacerdotes que hacerla menos aburrida y el otro día también me decía un ateo que el costo del viaje de un joven costarricense a la JMJ es excesivo y que el dinero debería utilizarlo para otra cosa de mayor provecho.

Según analizo las cosas, ambos juicios no se diferencian en nada, surgen del mismo fondo común que es el que ambos piensan sin Dios; de tal manera que en expresiones como estas es donde podemos apreciar que muchas veces un católico no se diferencia en nada de un descreído.

Ahora bien, ambos expresan claramente un rechazo de la realidad sin siquiera analizar si ella contiene el potencial o explícitamente hace daño físico, emocional o espiritual.

Por lo que observo, ante la realidad generalmente seguimos nuestro primer impulso que, por lo regular también, es el rechazo; sin embargo, observen una cosa: ante el imperativo del Señor, Zaqueo pudo –perfectamente- no haber bajado del árbol, la samaritana pudo haberse devuelto a casa con cántaro vacío en mano y Pedro jamás habría bogado mar adentro y echado las redes.

De tal manera que es imprescindible evitar reaccionar desde nuestro primer impulso; hemos de detenernos, observar y analizar con detenimiento las ideas, personas y situaciones que la realidad nos presenta para no equivocarnos, para darnos la oportunidad de aprender a pensar con Dios. 

Y es que, fíjense nada más, cuando pensamos con Dios (asumo que más de uno y en más de una ocasión lo hemos hecho) el efecto de nuestras acciones es que nuestra razón confirma un acto de justicia, que nuestra alma obtiene la paz, que se afirma la Esperanza y que vivimos alegres. 

Justicia, paz, alegría y Esperanza tendrían que servirnos como variables de verificación que nos confirmen que hemos seguido un razonamiento según Dios o, dicho con otras palabras, que hemos permitido a la Gracia colaborar con nosotros.

Claro que, siempre habrá personas, que para su estilo de vida sea imprescindible vivir siendo injustos, sin paz, tristes y sin Esperanza; ya lo sabemos, de todo hay en la viña del Señor.

5 de febrero de 2011

Pan de panadería

En mi tierra le llamamos “pan de panadería” al pan que venden los panaderos no en la panadería sino en la “pulpería”, que como ya ustedes saben, no es una tienda donde venden pulpos sino una de víveres y abarrotes.

Pues bien, hoy se me antojó comer pan de panadería y mientras me lo comía recordé que de niña mi abuela me enseñó a comerlo untado de mantequilla y “sopeadito”, o sea, mojadito en el café caliente. A mi me gustaba mucho y no se si porque de verdad era rico o porque rico le parecía a mi abuela que tanto me cuidaba y me quería.

Este recuerdo me trajo a la vez a la memoria lo que me dijo Daniel, el mejor amigo de mi sobrino más joven, cuando tenía 14 años. Daniel me dijo: 

- “Totús, se acuerda cuando usted nos dibujaba con tiza en la calle aviones, carros, autobuses, ambulancias, patrullas con sus sillones, puertas, manubrios, perillas y ventanas para que Juan y yo jugáramos cuando éramos chiquitos?”.
- “Caray, Dani, qué memoria! Lo había olvidado! Y cómo es que lo recuerdas?”
- “Lo recuerdo porque era muy bonito jugar así; sentíamos que todos esos dibujos eran vehículos que existían.”

Comiéndome el pan esta mañana pensé también en cuántos gestos que hacemos de adultos los hemos “heredado” de quienes nos cuidaban de niños, son muchos, muchísimos; por ejemplo, mi padre jugaba con mi hermano y conmigo en sus días libres tumbados los tres en su cama escuchando música clásica creando historias según la melodía; más tarde conocí que este tipo de música establece en el cerebro las conexiones necesarias que, entre otras cosas, le permiten al niño desarrollar su sentido tridimensional del espacio; el cual a la vez, con mi gesto de los dibujos en la calle, heredé a mi sobrino Juan y a su amiguito Dani. 

Este tipo de gestos heredados pasan completamente inadvertidos para la mayoría y es una lástima porque son esenciales para poder decir que uno se conoce a sí mismo y que, además, comprende la realidad en la que vive, porque sucede que mucho de lo que acontece lo abordamos con gestos de los que desconocemos su origen y por tanto tampoco llegamos muchas veces a comprender por qué razón provocan lo que provocan, sea esto agradable o desagradable, conveniente o no.

Desde niña, en mi soledad, como en mi soledad de adulta he puesto a disposición de estos pensamientos mi inteligencia porque he visto los beneficios que ha traído a mi vida, entre ellos está el haberme ayudado a reconciliarme con mi pasado pero también el haberme abierto el corazón para comprender la semántica del padre Luigi Giussani. Y es que, ojalá, fuera únicamente que colaboró a que la comprendiera sino que con ella me aproximó a mi propia humanidad, pero más importante que eso, me aproximó a Cristo en la suya. 

Qué de gestos habrá heredado Nuestro Señor de Santa María y de San José, se han puesto a pensar? Muy probablemente de Ella heredó esa capacidad de silencio ante Pilato cuando éste le preguntó “Qué es la Verdad?”; y de José ese gesto juguetón pero firme con que mandó a Zaqueo bajar del árbol.

De estos y de muchos gestos del Señor ya conocemos las consecuencias espero que, si eres de los que prestan poca atención a los tuyos y a los Suyos -con esto que te he dicho- te intereses por conocerlos.

Por mi parte has de saber que, como con el pan de panadería y los dibujos en la calle, seguiré ejercitándome en descubrir los gestos que he heredado y que a la vez heredo, para poder afianzarme en la realidad sin perderme de vista, para saber de dónde vengo y hacia dónde voy, para afianzarme en la Esperanza; que parece ser fue, para lo que al fin y al cabo sirvió, comer hoy pan de panadería.

4 de febrero de 2011

Esto es hermoso...

Esto es hermoso, tan hermoso que no he podido evitar dárselos a conocer. 

Hoy llegué cansada del invernadero, sumamente cansada, me duché y jugué un rato con mis perros en el jardín a la vez que admiré caer la tarde en silencio. En cuanto cayó la noche me acerqué a la computadora y hallé el enlace a este texto primoroso, tan primoso que no pude evitar ponerlo entre sus manos.

Lo leí y sencillamente todo mi cansanció cedió como de porrazo. Advierto que su hermosura, tiene ese poder.

Una magnífica lectura para el fin de semana. 

¡Buen provecho!


Huellas N.1, Enero 2011
LECTURAS / Para la escuela de comunidad
Virginidad, plenitud de uno mismo
Mauro Grimoldi

En el último capítulo de ¿Se puede vivir así?, don Giussani invita a descubrir la dimensión más verdadera del amor, esto es, de la relación con toda la realidad. Para acompañar el trabajo sobre estas páginas, hemos esbozado un recorrido entre prosa y poesía, que parte de Jacopone da Todi y llega a las recientísimas palabras de Benedicto XVI

Hablamos de virginidad, de esa integridad y perfección que nos devuelve a nosotros mismos, que hace de la vida una vida de verdad, que nos devuelve íntegra la realidad. Debemos hablar de esa “pobreza enamorada” que sabe amar todo y no fuerza nada. «Pobreza enamorada, ¡grande es tu señorío!», exclama Jacopone da Todi, hasta decir que el hombre que libremente ha ligado su libertad a la libertad de Dios, posee todo como si no poseyera, como si ya no hubiera distancia entre tierra y cielo:

«Después que mi querer se entregase a Dios,
dueño de todas las cosas,
Él transformó mi amor por ellas
en una cortesía enamorada»
(Jacopone da Todi, Pobreza enamorada)

Virginidad, ¡pobreza enamorada! ¡Nos llevas hasta la profundidad y las alturas del amor! Eres la juventud nunca perdida, que permaneces en el fondo del ser, más bella ahora que antes, juventud que «amas, y no esperas ser amada: ante cada flor que se abre, o fruto que madura, o párvulo que nace, al Dios de los campos y las estirpes das gracias en tu corazón» (Ada Negri).

Has florecido, juventud entera, virginidad, siguiendo el rastro de la Verónica, cuando ella se abría paso entre la multitud, en el camino del suplicio de Cristo, entre la gente que la miraba acercarse a Cristo: «Tu nombre nació mientras en tu corazón se imprimió el retrato: se hizo retrato de verdad. Nació tu nombre de aquello a lo que mirabas» (Karol Wojtyla). Mirabas a un Hombre, Verónica, como lo miraban los discípulos, como lo miraba Pedro cuando dijo: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna», de vida verdadera, entera, perfecta; vida deseable que nadie sabría imaginar o inventar, pero que reconocemos porque es la vida que podemos ver, oír y tocar.

«Una vez alguien habló abiertamente, nos dijo todo», escribe Montale, «y fue inabarcable», porque ningún pensamiento podía definirlo, contemplarlo, preverlo. Inabarcable, pero real y verdadero.

¿Comienza aquí la virginidad? ¿Cuándo nos ha sucedido, nos sucede o nos sucederá también a nosotros, distraídos, poco fiables, mentirosos, poder decir «Señor, tú sabes que te amo», como niños que encuentran refugio en el regazo de su madre? Virginidad posible también para nosotros, si podemos repetir cada día:

«He aquí el lugar del mundo donde todo se vuelve fácil,
la pena, la partida, e incluso el acontecimiento,
y el adiós temporal y el abandono,
el único rincón de la tierra donde todo se vuelve dócil…
He aquí el lugar del mundo donde todo se hace niño,
y sobre todo ese hombre viejo con su barba encanecida,
y sus cabellos revueltos al soplo de la brisa,
y su mirada modesta y antaño triunfante.
He aquí el lugar del mundo donde todo se hace novicio,
y esa vieja cabeza y sus necedades,
y estos dos brazos endurecidos en los gobiernos,
el único lugar de la tierra donde todo se hace cómplice.
E incluso ese gran simplón que se hacía el astuto,
(es vuestro siervo, oh primera entre las siervas),
y que giraba entorno en un sabio orbe,
y que llevaba el agua a su molino.
Lo que por todas partes es una resistencia
aquí no es más que seguimiento y compañía;
lo que por todas partes es prosternarse
aquí no es más que dulce y larga obediencia…»
(Charles Péguy, Oración de residencia)

Por Ti se puede dejar todo, porque tu voluntad es nuestra paz: «In sua volontade è nostra pace: / ell’è quel mare al qual tutto si move / ciò ch’ella crïa o che natura face» (En su voluntad se encuentra nuestra paz: ella es el mar al que todo se dirige, lo que Él crea y lo que hace la naturaleza), escribe Dante en el canto III del Paraíso. Contigo nada se pierde, sino que todo llega a cumplimiento. De Ti viene ese fulgor de perfección que resplandece en los actos, en la palabra, en la mirada de esas criaturas que hacen de nuestra vida un canto que canta así: 

«¿Es acaso el vivir el objeto de la vida? ¿Quedarán atados los pies de los hijos de Dios a esta tierra miserable? ¡No vivir, sino morir, y no fabricar la cruz, sino subir a ella, y dar lo que tenemos sonriendo! ¡Esa es la alegría, esa es la libertad, esa es la gracia, esa es la juventud eterna!» (Paul Claudel, La anunciación a María)

Como la joven de la que habla Giacomo Leopardi en una página memorable del Zibaldone:

«Verdaderamente, de los dieciséis a los dieciocho años una joven tiene en el rostro, en los andares y en la voz, un no se qué de divino, que nada puede igualar. Tenga el carácter que tenga, o el gusto que tenga; alegre o melancólica, caprichosa o discreta, vivaz o modesta; esa flor purísima, intacta, fresquísima de juventud; esa esperanza virgen, incólume, que se lee en su rostro, en sus actos, o que vosotros, al mirarla, concebís en ella o por ella; ese aire de inocencia, de ignorancia absoluta del mal, de las adversidades, de los sufrimientos; esa flor, en suma, esa flor primerísima de la vida; todas estas cosas, aún sin enamoraros, aún sin interesarse por ella, imprimen en vosotros una impresión tan viva, honda e inefable, que vosotros no os saciáis de mirar ese rostro. Y yo no conozco cosa que más que esta sea capaz de elevar nuestra alma, de transportarnos en otro mundo, de insinuar una idea de ángeles, de Paraíso, de divinidad, de felicidad. Todo ello, repito, sin enamorarnos, es decir, sin movernos a poseer ese objeto».

Virgen, es decir, incólume; no sólo en el sentido de “intacto” sino, como sugiere Pietro Citati en su libro sobre Leopardi, en el sentido etimológico de “entero”. Así se aparece Beatriz a Virgilio en el canto II del Infierno: la hermosura de esa criatura, cuyos ojos resplandecen más que estrellas, dispone al poeta mantuano a obedecerla espontáneamente, antes incluso de conocer el motivo de la inesperada visita. Sólo hay una pregunta que no puede dejar de dirigirle, para correr después a cumplir la misión que ella le ha confiado: ¿No temes –le pregunta– por tu incolumidad mientras caminas sola por este abismo de mal, por este centro tan lejano del lugar de tu bienaventuranza? Beatriz no tiene miedo porque, responde, sólo hay que temer las cosas que tienen poder para corromper, y

«Dios con su gracia me ha hecho de tal modo / que vuestra miseria no me toca / ni llama de este incendio me consume»
(Dante, Infierno II)

De igual modo avanza la voz de Jerónima en el corazón malvado de Miguel, como un rayo de verano en una cueva nocturna, habitada por las alucinaciones soñadas en una enfermedad: «Vi, un día, a una monja de la Misericordia aventurarse sola en el recinto rojo de los condenados al suplicio» (Oscar Milosz, Miguel Mañara). Así es la voz de Jerónima: terrible por su inocencia.

Este reflejo de integridad, de perfección, entrevé Umberto Saba en el amor de Lina, su mujer: él, que ha conocido todo amor humano y habla de sí mismo como de nacido de oscuros sucesos, por ella, y sólo por ella, querría comenzar de nuevo, elegiría vivir de nuevo:

«La amé por la altura de su dolor;
fue todo para mí en este mundo,
y nunca presumió de ello,
y supo amarlo todo, más que a sí misma»
(Umberto Saba, Ed amai nuovamente)
Todavía más eficaces resultan los versos en dialecto friulano de Giacomo Noventa:
«Hay en tus ojos – Ojos de hebrea
Como una luz – Que me consume»
(Giacomo Noventa, Gh’è nei to grandi – Oci de ebrea)

En estos ojos yo me avergüenzo de haber mirado, porque tú respondes a mi vicio con toda la gracia de tu buen corazón, porque tratas mis ganas como si mis ganas fuesen amor. ¿Eres una sierva, o la tuya es la devoción de una santa? Es un hecho que yo, que me creía un hombre libre, me encuentro atado a tu señorío.
Antes de que aparecieras, escribe de nuevo Noventa en otra poesía, el sabor del pan y la luz del cielo eran inciertos; contigo, el pan cotidiano es hoy una gracia; gracias a ti sé, conozco la cercanía de Dios (cfr. Giacomo Noventa, El sabor del pan).

Pero si es verdad lo que escribe Jacopone da Todi en Vergen plu ca femena (Virgen, más que fémina), es decir, que «cada hombre nace enemigo», en María, en santa María beata, la única en cuya naturaleza no hubo pecado, se reconstruye esa amistad original con la propia vida, con la de los demás y con la del cosmos, destrozada por la extrañeza del pecado. En ella, la «vida eterna» ha plantado su morada en este mundo, y lo creó de nuevo: «El verbo que crea todas las cosas habita en ti, Virginidad». Ante el anuncio del ángel, Jacopone convoca al mundo, a toda la «gente», que en un silencio cargado de agitado desasosiego, invoca el “sí” de María. De nuevo, Jacopone: «Ayúdanos, Virgen, porque el mundo se hunde si tú tardas en responder». Se hunde el mundo si tu respuesta no llega solícita, María, «fuente viva de esperanza» (Dante, Paraíso XXXIII)

El ideal de perfección alcanza así su vértice ardiente: María es más que una mujer que ha decidido conservarse intacta en vistas a una donación nupcial futura. En María, como observa Giacomo Biffi en Canto nupcial, «el presente y el futuro coinciden»: Dios, el Destino al que tiende toda criatura, habita en ella en su presente de mujer. De este modo María es madre, «supremamente fecunda porque es supremamente virgen, es decir, porque es supremamente poseída por la potencia del Altísimo».

Esta fecundidad abraza todo el mundo, la Ciudad de los hombres, como declara la historia de Pierre de Craon. En el primer crepúsculo del día, el constructor de catedrales se despide silenciosamente de la casa que le ha hospedado. Se marcha, marcado por la oscura flor de la lepra, solo, antes de que el sol despierte a hombres y animales. «No vivo igual que los otros hombres», dice a Violaine, que sorprendentemente le espera para despedirse de él, «siempre bajo tierra, en los cimientos, o en el cielo, con las campanas» (Paul Claudel, La anunciación a María). Pierre de Craon construye la morada de Dios y de los hombres. Esperanza es el nombre de la iglesia en la que está trabajando. No es empresa pequeña, porque, como escribe T.S. Eliot en los Coros de “La Piedra”, «donde no hay templos no habrá hogares, aunque vosotros tenéis refugios e instituciones, precarios alojamientos mientras se pague el alquiler, sótanos hundidos donde cría la rata o viviendas sanitarias con puertas numeradas o una casa un poco mejor que la de vuestro vecino».
«¡Qué destino! El hombre que lleva grabado en su piel el sello de la corrupción está llamado a rescatar el mundo, la ciudad de los hombres que, sin templo, está condenada a la ruina.

… y al final nuestra Sión
será una Sodoma perdida que danza sobre melodías sentimentales
hasta que el corazón le estalla, una Gomorra cansada
deslumbrada por su antiguo yo
y cuyos sueños más queridos, aunque todavía imperantes,
son sólo formas que no vuelven a reverdecer».
(Wystan H. Auden, L’età dell’ansia)

Para la obra de Pierre hace falta vivir en otro nivel: en la profundidad y en la altura de aquella pobreza enamorada que permite «poseer cada cosa con espíritu de libertad» (Jacopone da Todi, O amor de povertate). Dante llama país sincero al Paraíso, el país sin ficción, sin artificio, sin falsificación, enteramente puro. María es este País, y con ella, la Inmaculada, la Ciudad se convierte en morada humana:

«La mirada de María es la mirada de Dios dirigida a cada uno de nosotros. Ella nos mira con el amor mismo del Padre y nos bendice. Se comporta como nuestra «abogada» y así la invocamos en la Salve, Regina: «Advocata nostra». Aunque todos hablaran mal de nosotros, ella, la Madre, hablaría bien, porque su corazón inmaculado está sintonizado con la misericordia de Dios. Ella ve así la ciudad: no como un aglomerado anónimo, sino como una constelación donde Dios conoce a todos personalmente por su nombre, uno a uno, y nos llama a resplandecer con su luz»
(Benedicto XVI, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre de 2010).

1 de febrero de 2011

Ya lo se, es solo un chico más

Ya lo se, es solo un chico más, pero uno a quien estimo enormemente a tal punto que he tomado la decisión de apoyarle de esta forma.

Quién es? Es Mauricio Lobo Rojas (el chico al lado del chico de impermeable)

A Mauricio lo conocí cuando tenía aproximadamente 16 años porque colaboraba en la organización de actividades para los jóvenes de nuestra parroquia junto a dos grandes amigos seminaristas que había invitado el párroco para que hicieran su trabajo pastoral aquí.

En innumerables ocasiones trabajamos juntos y desde entonces nos hicimos muy buenos amigos, tan amigos que conozco a su madre y a sus hermanos más jóvenes, así como muchos detalles de su vida familiar que solo un buen amigo se permite confiar a otro.

Pues bien, a Mauricio lo perdí de vista por un tiempo pero solo para volverlo a encontrar realizando su proceso de discernimiento vocacional en el Seminario Luis Amigó de los Terciarios Capuchinos en el cual impartía yo lecciones.

Luego de eso lo perdí de vista de nuevo pero solo para volverlo a encontrar siendo el responsable de diversas actividades en el Centro Juvenil Luis Amigó y estudiando Orientación en la Universidad Católica.

Para que se den una idea a qué se dedica este chico les cuento que los religiosos que se forman en este seminario así como sus colaboradores aprenden para luego aplicar lo que han usado llamar la Pedagogía Amigoniana desarrollada por su fundador el Padre Luis Amigó y que se caracteriza por atender a lo largo y ancho del mundo a niños, adolescentes y jóvenes con problemas de conducta, entre otras cosas.

Pues bien, Mauricio está hace varios años trabajando allí y como fue seminarista le conocen de mucho tiempo atrás, tan atrás, casi tanto como yo.

Resulta que ayer, eufórico pero también preocupado, me escribió para participarme de la siguiente invitación que le hizo el padre Bartolomé:

Saludos Mauricio: Paz y bien.

Me han comentado que podrías ser un buen candidato para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid el próximo agosto y también al encuentro de jóvenes amigonianos que se tendrá antes de esto en Valencia.
Tienes que pensar cuanto antes si estás dispuesto a ello o no porque el pasaje habría que comprarlo ya. Seguramente los precios subirán y se agotarán las plazas…
Desde lo que yo pregunté en una agencia de viajes, es más barato viajar desde aquí a Alemania que a España. Nuestros hermanos de Alemania están organizando un encuentro de jóvenes amigonianos allí a partir del día 2 de agosto. Posteriormente, el 9 ellos irán a Valencia donde continúa el encuentro amigoniano y el 16 se desplazan a Madrid para encontrarse con el Papa. Te adjunto el itinerario que nos ha llegado desde España con todos estos datos.
En la agencia de viajes me han dicho que viajar a Dusseldorf, Alemania, pasar después a Madrid y regresar a Costa Rica desde el día 1 al 23 de agosto cuesta 1200 dólares. El tramo Dusseldorg - Madrid lo pagan nuestros hermanos de Alemania. Mientras que viajar ida y vuelta a Madrid cuesta más de 1700 dólares y sería desde el día 8 al 23 de agosto.
Por favor, dime si ya tienes decidido ir a la Jornada Mundial de la Juventud con nosotros y de qué días dispones para ello. Obviamente tienes que hablar esto con Fr. Oscar, Director del Centro para ver si te permite, por eso le estoy dirigiendo también a él este mensaje.
¿Qué itinerario ves más posible para ti el de Alemania o el de España? Todo esto con los días que se dice en el documento adjunto.
El pasaje tendrías que pagarlo tú, los gastos de estancia en Europa los pagarían nuestros hermanos de allí. Claro que si te decides a ir, nosotros adelantaríamos ahora el dinero y después lo vas pagando. Posteriormente con la experiencia vivida por allá seguro te sentirás más motivado a promover la Juventud Amigoniana aquí en Costa Rica.
Si aceptas esto y decides ir, dímelo cuanto antes porque en esta semana, lunes o martes, vamos a ir a comprar otros pasajes para religiosos y podríamos comprar ya el tuyo.
Espero tu respuesta y pido al Señor que en todo te bendiga junto a tu familia.

Fr. Bartolomé T.C.

Ok, una vez leída la invitación asumo que han captado la idea? 

Eso es, sabía que la captarían al vuelo: estoy tocando a través de mi blog la puerta para que aquellos de ustedes que deseen colaborar económicamente con el viaje de Mauricio a Europa lo hagan. 

Pueden hacerlo a través de una transferencia a la cuenta bancaria del Centro Juvenil Luis Amigó en el Banco Nacional de Costa Rica #209606-3 especificando el detalle como: Jornada Mundial de la Juventud.

Si requieren mayor información pueden dirigirse al Director del Centro Juvenil Fray Oscar Rodríguez Rojas al número de teléfono (506) 2292 1944

Y si desean hacerme alguna pregunta con mucho gusto les responderé.

Muchas gracias,

Nota: Albergué en una página de mi blog en Blogger el Itinerario de las actividades de la Juventud Amigoniana para que conozcan los detalles, de seguro les servirán para formarse una mejor idea de lo que será esta experiencia para Mauricio y los jóvenes que estarán con él.

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