27 de septiembre de 2012

Unidos en el silencio

Observen atentamente por al menos diez segundos.


Escuchan algo?
No. Verdad?

Así es, precisamente, durante esta forma de la misa: s i l e n c i o que es interrumpido únicamente por unas cuantas frases del celebrante y por cantos gregorianos cuando los hay.
No me lo han preguntado pero se los voy a decir: lo que en realidad se escucha es el propio silencio más el silencio del Señor en el calvario unidos como si del mismo silencio se tratara.
Esto tan simple es lo que en el silencio de esta misa se facilita escuchar.

“La mirada del corazón debe dirigirse hacia el Señor, que está en medio de nosotros: es una disposición fundamental. Cuando vivimos la liturgia con esta actitud de fondo, nuestro corazón es como sustraído a la fuerza de gravedad, que lo impulsa hacia abajo, y se eleva interiormente hacia lo alto, hacia la verdad, hacia el amor, hacia Dios".
Benedicto XVI, Audiencia general, miércoles 26 de setiembre del 2012

¡Los ángeles no saben barrer!


 El sábado fue un día fenomenal! 

Bien temprano saqué a mi padre de la casa para meterlo en el auto con el fin de salir a pasear sin rumbo fijo. La pasamos la mar de bien, con decirles que salimos antes de las 10am y regresamos cuando había oscurecido. 

El único objetivo pre-determinado era ir a la Librería Fides, cerca de Catedral Metropolitana, para recoger la entrada doble al cine para ver la película “El Gran Milagro” que “por milagro” me gané en un concursito que la Arquidiócesis nos presentó en facebook. Qué gozada!

El caso es que como las 12m le pregunté a papá: -“Diay, qué, Tuta? Vamos a ir al cine, entonces?” Cuando respondió afirmativamente me alegré montones. No tenía idea de cómo sería ir al cine con papá en silla de ruedas pero al final no fue tan difícil. Bendito Dios.

Lo coloqué en el lugarcito algo estrecho que tienen dispuesto para las sillas de rueda y me senté a su lado no sin antes haberle entregado sus lentes para ver la película 3D. Se veía tan gracioso con sus lentes puestos sobre sus lentes de ver de lejos pero además simpatiquísimo verlo ajustándose el audífono para que la estridencia del sonido de la sala no lastimara sus oídos. Eso, sin contar la cantidad de veces que tuve que despertarlo. 

Fue toda una experiencia, la verdad, casi tanto como la película. 

Como ésto no es una crítica de la peli les daré nada más mis impresiones: la parte encantadora que me hizo sentir como en un sueño hecho realidad fue haber volado con las palomas por sobre el templo en el que se desarrolla la película. Asumo que es un templo reconocido en México pero desconozco cuál es. Lo siento. Ya vendrá algún buen amigo mexicano para aclarárnoslo.

No recuerdo exactamente en cuál parte y por qué motivo fue que se me atoró un nudo en la garganta y lloré. Me parece que fue cuando uno de los personajes cayó en la cuenta, avergonzado, de cuan innumerables eran sus ofensas. Ese mismo nudo se me atoró en otros momentos del film.

Un par de cosas me “preocuparon” como fue que tanto la doctrina sobre los ángeles como la del purgatorio no fueron correctamente presentadas pero aún así, disfruté muchísimo verme ahí con mi padre (con todo lo que ello implica tanto en mi relación con él como con la que él podría tener con el Señor y que pudiera estar en la película representada)

De ahí en más, todas las escenas hermosas, conmovedoras, sinceras, simples y hasta alegres, por qué no, en lo que nos representan como seres humanos venidos a la vida con un profundo anhelo de infinito.
Técnicamente bastante bien lograda, es decir, no es Hollywood, me explico? No obstante, fue tan fiel a nuestra fe católica como podría serlo. Con decirles que hasta recé ya que se desarrolla durante la misa. Respondí al acto penitencial, recé el gloria, el santo, el padrenuestro, el cordero de Dios… Verme ahí, ante una peli de dibujos animados, rezando, no tiene precio.

Pero bien, hasta aquí con el relato, ya que para lo único que vine fue para contarles algo que “aprendí” ayer: los ángeles hacen cosas espectaculares como es “subir volando hasta el cielo” llevando nuestras oraciones y ofrendas a Dios así como luchar contra los demonios y vencerlos pero no saben barrer. Cosa de la que no se darán cuenta hasta la última escena de la película. 

¡Qué gracioso! Los ángeles, no saben. ¡No saben barrer!. 

¡Jua, jua, jua!

24 de septiembre de 2012

He leído la noticia sobre el Cardenal Schönborn

He leído la noticia sobre el Cardenal Schönborn y tal parece que lo que propone resulta novedoso y que, por lo mismo, ha provocado en unos regocijo y en otros estupor. 

Admito que no tengo clara la organización de las iglesias locales en Europa pero tomando en cuenta las reacciones deseo, corriéndome el riesgo de estar hablando sobre el descubrimiento del agua tibia, exponer lo que a mi entender ha propuesto el Cardenal lo cual es, nada más y nada menos, el sistema adoptado por la Conferencia Episcopal de mi país, esto es: el de configurar en lo pastoral/administrativo lo que se llama un “Centro Parroquial” del cual depende un número de filiales en las que el laicado comprometido toma un papel determinante. 

De ello puedo hablar con cierto nivel de propiedad ya que, mientras que cursaba “Pastoral” en la UCatólica bajo la guía del padre José Antonio Fernández de Quevedo (dominico y egresado de la Universidad de Navarra) varios acontecimientos tuvieron lugar como fue el cambio de párroco durante el segundo aniversario del establecimiento de nuestra parroquia y la necesidad del análisis socio-económico y pastoral que solicita el Arzobispo (el cual realizó escrupulosamente esta servidora bajo la guía del padre de Quevedo) para poder realizar cabalmente su “Visita Pastoral”.

Pues bien, bajo estas circunstancias es que llegué a conocer el funcionamiento de esta estructura bajo la cual se rige nuestra iglesia local. 

Dicha estructura tiene forma piramidal. Su cabeza es el Arzobispo quien no necesariamente es el Presidente de la Conferencia Episcopal. 

Siguiendo el orden que la autoridad delegada le imprime vienen a continuación los presbíteros quienes enviados a sus parroquias tienen bajo su cuidado un “Centro Parroquial” con sus filiales. La cantidad de las filiales puede variar según la diócesis, la geografía y otras variables. 

En cada Centro Parroquial el sacerdote está obligado a realizar un análisis de la situación económico-social y pastoral con la finalidad de adquirir mejor criterio para convocar a las fuerzas vivas, apostolados, ministerios, movimientos y laicado en general a colaborar con él en la construcción de la parroquia. De la supervisión de su trabajo se encarga el Arzobispo y sus Vicarios Episcopales.

Una vez realizado dicho análisis y convocada la comunidad se establece un plazo para que juntos realicen y echen a andar un “Plan Pastoral”. Quien llevará la batuta será siempre el presbítero.

El Plan Pastoral incluye la conformación de dos entes: el Consejo Pastoral y el Consejo Económico que tienen (o deberían tener) muy bien definidas sus funciones. Trabajan (o deberían) trabajar uno al lado del otro y atender las directrices pastorales (teológico-doctrinales) que el presbítero, como insuperable conocedor del tema, desea imprimir a la parroquia.

Al Consejo Pastoral son convocados representantes de los grupos apostólicos, ministerios y movimientos y al Consejo Económico aquellos laicos con destrezas y conocimiento en lo administrativo. 

En el “Centro Parroquial” se realizan las más importantes celebraciones litúrgicas así como todos los sacramentos, por otro lado, en cada filial se ofrece misa semanal y algunos sacramentos con excepciones. Cada filial posee tanto en lo pastoral como en lo administrativo lineamientos particulares que responden a los objetivos del Plan Pastoral parroquial.

Esta estructura, para quien bien la comprenda, será un instrumento utilísimo pero en manos de personas sin una buena formación (laicos y/o sacerdotes) puede ser un verdadero estorbo para el fortalecimiento de la vida de fe de los parroquianos ya que algunos llegan a considerar que “trabajar” para los hombres es trabajar para Dios, lo cual no es cierto. 

Dejando a un lado mis comentarios, deseo que presten atención a lo que he dicho para que, si desconocían esta forma de organización eclesial, la comparen tanto con lo mencionado por el Cardenal Schönborn como por quienes en su regocijo se vislumbran como laicos con gran liderazgo en sus parroquias. 

Que nadie se equivoque: la cabeza es el Arzobispo quien delega en el presbítero parte de la autoridad que le fue conferida por el Vicario de Cristo. El párroco a la vez delega tan solo una fracción de la misma y únicamente en el aspecto administrativo a los laicos que voluntariamente se ofrecen a colaborar tanto en el Consejo Pastoral como en el Consejo Económico. 

Todos, sin excepción, a quien finalmente rendirán cuentas será a Cristo en su Vicario.


NOTA: Estoy de acuerdo con Luis Fernando Pérez en cuanto a que la explicación que ofreció Mons. Schönborn debió ser muchísimo mejor cuidada en lo teológico y doctrinal sobre todo conociendo las peculiaridades de Monseñor así como los antecedentes y el contexto de su iglesia local.

21 de septiembre de 2012

La fe que nos sirve para vivir


Claro que nuestra Iglesia y sus miembros nos hemos convertido en personas difíciles de comprender. Lo somos ahora más que antes y en gran medida debido a que vivimos nuestra fe pendiendo en el vacío que es la separación que hemos establecido entre lo visible y lo invisible y en la cual se le hace a la fe imposible sobrevivir. Sobrevivirán, quizá y estaría por verse, nuestras ideas, pero no la fe.

El Card. Ratzinger ha dicho en su libro “Introducción al cristianismo” que “la fe es una decisión por la que afirmamos que en lo íntimo de la existencia humana hay un punto que no puede ser sustentado ni sostenido por lo visible y comprensible, sino que linda de tal modo con lo que no se ve, que esto le afecta y aparece como algo necesario para su existencia” (Ediciones Sígueme, pág. 49)

La fe, por tanto, es una decisión en la que afirmamos que “lo invisible” se nos presenta como necesario. 

Esto es lo básico que tendríamos que aprender sobre la fe pero también el que si ésta “sirve para vivir” es debido a que nuestra necesidad de “lo invisible” representa un insaciable anhelo.

Sin embargo, tal parece que a muchos católicos la fe no nos sirve para vivir lo que se debe a que nos hemos lanzado tras “verdades” a las que les otorgamos credibilidad únicamente si son “verificables”, tras “bondades” tan alejadas del Bien que hasta miedo dan y tras “tipos de belleza” que por si mismos jamás satisfarán y, lo más grave es que a estos desvíos de la fe lo continuamos llamando muy orgullosamente “nuestra fe católica”.

Tres ejemplos bastarán:
1. El de algunos jóvenes tradicionalistas que reconocen públicamente no asistir a misa si no es tridentina por lo que no van a misa o solo de vez en cuando.
2. El de sacerdotes y laicos que pasan de largo de las enseñanzas del Magisterio y del Santo Padre tanto en lo que se refiere a lo “pastoral” como en lo “litúrgico”.
3. El de sacerdotes, teólogos y consagrados que se permiten ser instrumentalizados por la ideología de turno para hacer valer sus peculiares ideas sobre la fe y la Iglesia.

No es acaso que los primeros no obstante su desconocimiento de la doctrina demandan “pruebas” a la Iglesia de su fidelidad a la tradición? No es acaso que los segundos ponen su confianza en “estadísticas” pastorales? No es acaso que a los terceros ofrece mayor certeza un conjunto de ideas que la presencia de Cristo? 

Acaso todos ellos no han escogido, antes que afirmarse con su inteligencia y voluntad en obediencia y sumisión a “lo invisible”, someterse a ciegas únicamente ante lo verificable? 

¡Diay! Pues, entonces, pa´qué la fe?

Esta es la tensión que existe entre tradicionalistas y progresistas que resultan no ser opuestos sino la gama de un fenómeno que tiene como fundamento el haber colocado su fe en el objeto equivocado.
A esto se refiere el nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe cuando habla sobre que es necesario “encontrar una nueva unidad de fondo en la Iglesia”. Al respecto le preguntó Radio Vaticana: ¿Cómo encontrar esta unidad? Responde Monseñor en un solo trazo:
“Nosotros creemos en la Iglesia que es “una” y está unida en Cristo. Y si realmente creemos en Cristo, sin instrumentalizar el Magisterio de la Iglesia subrayando sólo algunos puntos a favor de la propia ideología sino que se confía incondicionalmente en Cristo, tampoco la unidad de la Iglesia es despedazada…”
Esta es la fe que nos sirve para vivir: nuestra confianza puesta incondicionalmente en Cristo.

Pues bien, a trabajar por reducir en nuestra vida la separación entre lo visible e invisible, por recomponer esta unidad de fondo re-encauzando el camino de nuestra fe para que, finalmente, ésta nos sirva para vivir.

Solo, por "si un acaso", padrecito

Solo por si un acaso, padrecito, resultara que paga usted un estudio sociológico-antropológico que concluye que todos aquellos que deseamos tomar la comunión de rodillas y en la boca, aparte de nuestras particularidades no tan fáciles de sobrellevar, no obstante, resultáramos ser de los “católicos esos” que busca usted llegar a tener “algún día” en su parroquia, es decir, católicos con una magnífica relación con el Señor, fieles, con buena formación catequética, obedientes, colaboradores… Si por un acaso resultara que ese estudio arroja esa conclusión se decidiría usted a colocar finalmente reclinatorios para comulgar?

Yo es que, lo reconozco, soy harto atrevida en proponérselo y, como además, no me tocará ver los toros sino desde el otro lado de la barrera, es decir, no veré la cara que pondrá su obispo cuando usted se decida hacerlo, no veré los ojos cuadrados de sus hermanos sacerdotes cuando usted salga con tremenda barbaridad, ni tendré que escuchar los reclamos de algunos fieles cuando le digan que es usted “poco pastoral”, sin embargo, quisiera que se animara usted a considerarlo tomando el desafío que presenta a su conciencia nuestras palabras. 

Porque bien sabemos que el mero hecho de escucharnos es para usted un desafío, como lo ha sido para nosotros considerar ponernos de rodillas cuando pocos o ninguno lo hace, como lo es viajar kilómetros solo para asistir a una misa digna y comulgar de esa forma o, como ha sido difícil ser católicos que se exponen a ser reducidos en su dignidad por el mero hecho de pedir la comunión de rodillas y, ni qué se diga, cuando pedimos la misa tradicional. Que, de eso mejor ni hablemos ya que es, hasta cierto punto, harina de otro costal.

Así que, solo por “si un acaso”, padrecito, resuena en usted esa vocecita que le inspira atender nuestra necesidad de contar con un reclinatorio, consentirá usted en atenderla?

Dios primero que se resuelva ya que, como nosotros, tarde o temprano (más temprano que tarde) verificará en su interior y en la vida de su parroquia que algo se renueva. 

Se lo aseguramos: verá sobreabundancia de Gracia al ver ante usted a los fieles de rodillas y usted descubriéndose inclinado hacia nosotros y todos hacia el Señor.

20 de septiembre de 2012

Acuarela

El otro día escuché la canción que les dejaré al final del post mientras regresaba a casa de la visita improvisada que hice a mi prima María Mercedes en otra provincia. 

La noche anterior habíamos tenido una escena algo desgastante con papá por lo que al día siguiente, como debía ir a un lugar cercano, la llamé para saber si estaría en casa. Encantada me recibió, conversamos, me escuchó, comimos rico, caminé por el jardín, tomé fotografías y reflexioné sobre lo sucedido la noche anterior.

De regreso, encendí la radio (cosa que rara vez hago) y estaba sonando esa canción la cual de inmediato me puso ligera el alma. No entiendo portugués por lo que, ni idea de qué iba la letra, así que me dije que procuraría buscarla en internet.

Ese mismo día, ya tarde, busqué a mi hermana en su habitación porque recordé que la había visto algo alicaída y quería saber si necesitaba hablar. Efectivamente, ambas lo necesitábamos. Fue tan oportuna la conversación que -a la mañana siguiente- nos decíamos que deberíamos hacerlo con mayor frecuencia.

Conversamos sobre nuestros sentimientos los cuales se nos estaban agolpando en el cogote. El sabernos de diversas formas inmovilizadas, inútiles, sin poder hacer lo que esperábamos y deseábamos, impotentes, ha acarreado frustración la cual ha redundado en un estado emocional y diversos problemas de salud nada convenientes. Este ha sido el triste arco iris de nuestra vida desde el accidente de papá.

Sin embargo, ayer en la tarde, con el ánimo encendido tras la conversación con mi hermana, me dispuse a buscar la canción. Recordaba un “sol amarelo” por lo que la hallé de esa forma. La canción se titula Acuarela y es del cantante y compositor brasileño Tonquiho quien, entre otras cosas, dedicó buena parte de su vida a escribir canciones para sus hijos. Me sorprendió agradablemente que tratara acerca de dibujar y pintar. 

Viene al caso mencionar que el otro día el padre Jorge en su blog decía que había escuchado confesiones de hijos que destetan a sus padres y que él, ahora que su madre tiene 90 años, cree comprenderlos. Pues bien, sepan que comprendo al padre Jorge pero también a quienes alguna vez se confesaron con él.

En respuesta al artículo del sacerdote le comenté que teniendo a mi padre bajo mi cuidado he comprendido acerca de la importancia de cuidarme para poder cuidarlo adecuadamente. Esto se lo comenté a mi hermana en aquella conversación por lo que tomamos la decisión de hacer ejercicio juntas así como retomar el cuidado de nuestra alimentación tanto como la distracción y el entretenimiento, es decir, recrear el balance que perdieron nuestras vidas debido a descalabro en la vida nuestro padre.

En lo particular, desde que me levanto hasta que me acuesto, todo lo que pienso y hago es puesto delante de la presencia del Señor y de mi Madre, de lo cual espero vaya creciendo la audacia de la confianza que necesito poner en El para sobrevivir a los últimos años de mi padre. 

Ahora bien. La canción que mencioné la he traído porque ha adquirido un significado especial no solo porque es una canción brasileña de cuya cultura percibo se toman la vida con mucha calma. No ha sido tampoco únicamente porque trata sobre dibujar y pintar lo que ha sido mi mayor pasión. Tampoco por el hecho de que sea una canción para niños con quienes siempre me he sentido identificada, sino porque aquél solaz que me ofreció durante el trayecto de regreso a casa después de aquella noche atribulada, no fue producto de mi imaginación ya que, al conocer más tarde la letra supe que fue pensada para infundir dulcemente coraje en quien la escuchara lo que la hace, dadas las circunstancias, un regalito que llegado del cielo venía, efectivamente, con mi nombre.

Un regalo del cielo, además del que poseo talento para dibujar, sin contar con que tengo una hermana a mi lado y que ambas estamos del lado del Señor y de María.

“Viendo la inutilidad práctica de mi vida pensaba en Jesús en la cruz: también El estaba inmovilizado y no podía hacer lo que hizo en su vida pública y, sin embargo, desde allí hizo lo más grande, redimirnos a los pecadores".
Van Thuan, obispo vietnamita, preso 20 años


Si desean ver los subtítulos en español vean el video directamente en youtube.

14 de septiembre de 2012

María de la Cruz es mi nombre

Así saludaba hoy en facebook este sacerdote:

¡FELICIDADES!
A los/as que lleváis el nombre de Cruz, María Cruz, Gurutze….porque, ese nombre, canta el amor.
A todos los que, en vuestro pecho, sabéis lucir la cruz como testimonio de lo que sois y pensáis. Necesitamos gente valiente.
A todos los que, en la primera comunión, no os dejáis confundir y antes que video-consolas o bicicletas, obsequiáis con una cruz a vuestros hijos o nietos.
A todos los que, en el bautizo, pensáis como mejor regalo -después de la vida- una cruz para el que empieza a caminar en este mundo.
A todos los que, en la confirmación, recordáis a los jóvenes que la vida no es un camino de rosas. Que la cruz es lo que les acompañará y dará fuerza en los momentos de decisión.
A todos los que, en el matrimonio, además de una alianza compráis para vuestro dormitorio una cruz que vele vuestros sueños y vuestro futuro.
A todos los que, en el despacho, fábrica, escuela o trabajo, no tenéis vergüenza alguna de manifestar que la cruz es algo esencial en vuestro vivir.
A todos los que, por encima de ideologías, sabéis que sin la cruz (el arte, la música o la sociedad misma) no sería explicable.
A todos los que, frente a los que intentan esconderla, defendéis porque la queréis lo que la CRUZ significa: ¡EL AMOR DE DIOS CLAVADO!
A todos, para los que la cruz tanto simboliza….
¡FELICIDADES!
Padre Javier Leoz Ventura

A lo que María Yoldi comentó: “Si, llevan el amor pero también un palo pa´dar en el momento preciso :) ” Lo que me hizo mucha gracia ya que así es: hemos dado palo pero a la vez lo hemos recibido.

En lo particular, me gusta llevar palo y no porque sea masoquista ya que, para un cristiano, el llevar palo significa haberse puesto a cargo de la pedagogía divina y en eso… en eso, “perdónenmeperodiscúlpenme”, nadie me gana.

Hoy, en el día de mi onomástico, celebro con gratitud al Señor siendo elevado en la Cruz pero también el palo me dan sacerdotes que con caridad se dirigen a lo más profundo de mi conciencia. En particular, el palo con el que me ha sacudido este artículo:
Los sacerdotes no salvarán el mundo
O el que me ha dado éste también:
Hermano del alma, hermano

Como me lo dan muchos de los artículos del padre Iraburu, José Fernando Rey-Ballesteros y el padre Javier Sánchez. Como el palo que me da con su silencio el padre Carlos Humberto o el padre Sixto así como bastantes sacerdotes más. Hasta el padre Guido con sus famosos dichos.

Si, por mi nombre y por mi Cruz, con destreza o sin ella, he dado palo pero también lo he recibido.
María de la Cruz es mi nombre.
¡Dios mío!, que odie el pecado y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima, desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria, generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto.
Jaculatoria rezada por san Josémaría Escrivá de Balaguer

12 de septiembre de 2012

¡Ay, niña Maricruz! ¡Usted habla más que perdido cuando lo encuentran!

A ver. Ahora sí. De vuelta con un tema edificante. 

Resulta que, para cuando Tamuga (es el apodo que le pusieron a mi mejor amigo Esteban en el seminario) llegó de trabajo pastoral a San Jerónimo yo tenía aproximadamente 35 años y estaba hecha una viejita. Me vestía como tal y me comportaba como si mi vida estuviera pre-destinada a vestir santos. Para mi, aquél estado de vida sería con el que moriría. Estaba resignada. ¡Cuanto han cambiado las cosas desde entonces!

De párroco estaba nuestro primer párroco, el padre Guido Villalobos quien ahora es el capellán del Hospital San Juan de Dios. Un hombre de Dios, alegre, fuerte, activo, de fe muy firme fundada en lo que bebió de su familia y de los buenos párrocos de aquél entonces en su natal San Isidro de Heredia. 

El padre Guido le inyectó a la parroquia una energía que jamás imaginé llegaría a tener ya que he vivido en este lugar por treinta y pico de años pero jamás había visto ni he llegado a ver nada igual: misa diaria, confesiones, montones de horas santas, rosarios, liturgia de las horas con el pueblo, procesiones para todo, coros magníficos (le encantaban los Heraldos del Evangelio y las Misas de Tropa) y, por supuesto, mucho pero mucho amor a Cristo en la liturgia.

Saben lo que le pasó un día? Lo había olvidado! Le dió un infarto en la ocasión que profanaron el sagrario de la filial de San Gerardo. Lo llevaron en ambulancia al hospital y desde entonces su salud ya no es la misma. Han de creer? A cuántos curas conocen que les den infartos por algo semejante?

Pobre padre Guido! Un día de estos lo vi y está tan desmejorado. Ya no es el mismo. Está flaco pero por dicha sigue dicharachero ya que es una de sus particularidades más agradables. Noté que ha crecido en virtud, eso sí ya que, toda vez que quería soltar la lengua para quejarme de algún cura (mi obsesión por esta época del año) me salía con algún dicho que me obligaba a morderme la lengua. Al final, pudo más su sabiduría que mi lengua ya que me la hizo tragar ofreciéndome razones por las que le debía amor al Arzobispo.

En fin, que cuando Tamuga llegó a San Jerónimo, el párroco era el padre Guido y yo, era una viejita de 35 años.

Ambos me acogieron de tal forma como nunca antes un sacerdote o seminarista diocesano me había acogido. Confiaron en mí, comprendieron mis locuras, las respetaron, me motivaron a ponerme al servicio de los demás de muchas formas pero, sobre todo, me dieron mucho pero mucho cariño y… ¡hasta el día de hoy!. 

Comentando estas cosas con mi peluquera me dijo que de no ser por el padre Guido quién sabe qué tipo de católica sería. Que, a lo mejor, andaría como andaba, algo despistada de las misas y de los sacramentos. Quién sabe, pensé, si su matrimonio se hubiese siquiera mantenido en la solidez en la que se mantiene por haberse integrado al Camino Neo-catecumenal gracias a que el padre Guido acogió a este movimiento en la parroquia.

Eso sí, el padre Guido tenía eso, no despreciaba a nadie y le gustaba todo de la gente y de la Iglesia. Tanto le gustaba la gente que nos construyó un rancho fuera del templo para que antes de entrar o para salir de misa conversáramos y nos riéramos. En ese rancho, durante las fiestas patronales colocábamos todo tipo de juegos para niños y adultos. El rancho era espantoso, se lo decía mi madre, pero el padre solo reía como reía cuando mi perra la “Negra” me alcanzó un día y se subió sorpresiva e intempestivamente a la banca para darme un lengüetazo en la mejilla en media misa. 

“Avemaría, niña Maricruz. Que sus perros no lo dejan a uno tener devoción!”. Eso decía riendo. Lo repitió ese día que les dije que lo vi mientras me di cuenta que también recordaba a mi perro “Perriux” que cuando estaba yo en el ambón se llegaba hasta mí, sin que me diera cuenta, a sentarse mirándome para escuchar mientras leía la primera lectura.

Para ese entonces, como les dije, era yo una viejita pero ambos mediante su devoción por mi persona (que es y ha sido pura gracia) me sacaron de ese lugar informe con aroma a muerte en el que me encontraba. Un cura diocesano y un seminarista.

Ya ven? También tengo historias de buenos curas, mejor dicho, de curas santos y buenos seminaristas.
Otro día, les contaré más.

Claro, siempre y cuando el padre Guido vigile que no hable de más ya que bien sabe que “hablo más que perdido cuando lo encuentran” (otro de sus dichos)

10 de septiembre de 2012

Ópale! Otra sacudida!

Hoy, no más abrir mi correo, me topé con el siguiente comentario:
“¿Por qué no te adhieres a la Fraternidad de San Pío X? Así se acabarían todas tus congojas. Y vivirías con gran plenitud la misa tridentina que tanto añoras. Pareciera que los que profesamos nuestra fe en la Iglesia Católica Apostólica y Romana ya no cumplimos con tus expectativas. No crees que es momento de emigrar a otra Iglesia que cumpla las tuyas?”.

Ópale! No es a diario, salvo algún que otro terremotillo por ahí, que se despierta uno con estas sacudidas.





A ver, vamos a ver. Qué será lo que estoy haciendo mal o será que, sencillamente, esta persona tiene razón? A ver. Empecemos por el final.

Si, no tengo que pensarlo mucho, tiene razón: los católicos no cumplen mis expectativas. Muchos sacerdotes y bastantes laicos no las cumplen.

No las cumple -para empezar- mi párroco, quien desde hace seis años no puede verme ni pintada por lo que estoy desparroquiada, sin misa diaria como acostumbraba y no porque yo no quiera sino porque él no las celebra y porque vivo excesivamente lejos de cualquiera otro templo en el que se celebre misa dignamente. Tampoco la cumple porque desde entonces vivo con dificultades para confesarme porque él no confiesa si no es con cita y cuando uno llega lo hace esperar hasta una hora. En fin, que mi párroco, simplemente, no cumple mis expectativas. Razones tengo de sobra y son del tipo por las que, me parece, no debería culpárseme.

Y así como el, muchos otros sacerdotes no las cumplen, de quienes no hablaré en este momento; bien ponga Yolanda el grito al cielo o no.




No la cumplen tampoco muchos hermanos porque se cierran en banda en su ignorancia para defenderse de la liturgia y, particularmente, de la misa tradicional como si ésta fuera pecado. No quieren oír de misas celebradas dignamente, no quieren saber de documentos del magisterio, no quieren saber de nada que les cambie su cómoda situación. Razones que, me parece, tampoco son del tipo que sirvan para culparme.

Decepcionada estoy de todos ellos, si, y muy triste.





Triste y decepcionada me ponen también los que por este blog esperan escuchar de mi solo temas edificantes. Que no soy blogera que informa y discute noticias de relevancia, ni siquiera conozco mucho de teología o de doctrina, ni soy muy culta, ni lo madura que por mi edad debería ser, tampoco muy virtuosa, ni siquiera soy una blogera famosa, solo soy una más de ustedes con quienes comparto imperfecciones y quien como ustedes espera, con sus alegrías y tristezas, ofrecer al Señor toda la gloria.

Y, pues no, no estoy dispuesta migrar a otra Iglesia. Porque, como Mons. Fulton Sheen, proclamo desde lo profundo de mi corazón “Si yo no fuera católico, y estuviera en búsqueda de la verdadera Iglesia en el mundo actual, buscaría una Iglesia que no se llevara bien con el mundo; en otras palabras, buscaría la Iglesia que fuera odiada por el mundo, debiendo ser odiada tanto como lo fue Él cuando en su carne habitó la tierra” por lo que, si soy odiada –incluso- por mi hermanos en la fe, pues, en buena hora.

Está dicho: que no y que no. Aquí me quedo.







Y, que no me hablen de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X que de ella tenemos ya bastante pero que tampoco la utilicen para justificar, en contra suya o la mía, sus majaderías.

Más les convendría disponerse conocer a Cristo para que comprendan de qué va la obediencia y la fidelidad, para que así puedan amarlo dignamente en la Liturgia y para que, sencillamente, comprendan…
Para que comprendan lo que parece no han llegado a comprender pero también que esta profunda tristeza ha llegado a ser para mí de valor inconmensurable ya que me mueve a seguir tras Quien ofrece satisfacción definitiva.
“…además, [de lo que estoy profundamente convencida:] que Dios dispone todas las cosas [desde la tristeza hasta cada una de nuestras majaderías] para el bien de los que lo aman” Romanos 8, 28
Qué remedio!

“Los errores pastorales son consecuencia de errores teológicos”



No sólo los envió a predicar el Evangelio a toda criatura y a anunciar que el Hijo de Dios, con su Muerte y Resurrección, nos libró del poder de Satanás y de la muerte, y nos condujo al reino del Padre, sino también a realizar la obra de salvación que proclamaban, mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica.
Sacrosanctum concilium n. 6

Este fragmento de la SC contiene dos líneas fundamentales de la acción de la Iglesia: lo pastoral, como es la Evangelización pero también lo litúrgico-sacramental.

Son líneas diferentes sin embargo lo litúrgico ocupa lugar privilegiado ya que, como el mismo Sacrosanctum Concilium indica en el n. 10 “la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza”.

En relación a “lo pastoral” sabemos que se gestó poco antes y se consolidó a partir del CVII y que tiene su fundamento en la acción evangelizadora legada por los apóstoles. La línea litúrgica, teológica y doctrinalmente mucho más sólida y longeva, después de Trento buscó ser reformada y fomentada por el Concilio Vaticano II (SC n. 1)

Ahora bien, es evidente que tanto lo litúrgico como lo pastoral surgen en diferentes circunstancias por lo que ofrecen respuesta a diferentes necesidades, por lo mismo llevan caminos paralelos los que bajo determinadas circunstancias, podrían complementarse; sin embargo, me perdonan la simpleza, pero, por qué diantres hemos fundido lo pastoral con lo litúrgico? Por qué, incluso, lo pastoral lo hemos llegado a sobrevalorar imponiéndolo a lo litúrgico?

Basta para darse cuenta, leer en facebook los avisos de toda índole sobre actividades “pastorales” en las que ni siquiera se menciona lo litúrgico. A mí, eso de que le concedamos prerrogativas a lo pastoral por sobre lo litúrgico, que me lo expliquen con el ábaco, porque no lo entiendo. 

Acaso será que, si invitamos anunciando que tal o cual actividad dará inicio con una misa, tememos que no llegará nadie? Pero, es que acaso no es la misa lo fundamental? No es la que nos configura a Cristo, en la que adquirimos identidad como católicos y en la que tomamos forma como comunidad de bautizados? Para qué, entonces, anteponemos lo pastoral a lo litúrgico? Por qué es más importante estar como católicos muy juntitos y contentos, imaginando que eso significa estar en “comunión", si antes no hemos aprendido a ser católicos cosa que, nos dice la Iglesia, aprendemos a través de la Liturgia?

A lo que voy es que si lo pastoral está planeado para convocar alejados o formar a los que han de ser formados, por teología, por doctrina pero también por sentido común, el punto alrededor del cual tendrían que girar las actividades, en lugar de lo pastoral sería en lo litúrgico. 

Pongo un ejemplo: un domingo llegué a misa de 6pm a mi parroquia unos minutos antes como de costumbre. En eso, observé que salían del salón parroquial una gran cantidad de personas jubilosas. Caminaban en dirección al templo por lo que concluí que vendrían saliendo de alguna actividad pastoral y asistirían a misa. Efectivamente, más tarde supe que habían estado de convivencia todo el día. 

Ingresaron al templo sin haberse “desconectado” de lo pastoral. Toda la misa, párroco incluido, transcurrió de la misma forma: continuaron bailando, aplaudiendo, cantando a destiempo, orando espontáneamente, es decir, aquella celebración debido a las improvisaciones, fue un verdadero desastre; al extremo ciertamente grave, de que –al llegar al momento de la comunión- el sacerdote dijo: “Sé que muchos necesitan confesarse pero por esta vez lo dejamos pasar. Comulguen y luego me buscan para confesarse”

Cielos! Cuán infinita mayor ganancia hubiesen obtenido esas almas si el sacerdote no solo les hubiese motivado a desconectarse de “lo pastoral” para conectarse a “lo litúrgico” sino que también les hubiese dicho: “Sé que muchos necesitan confesarse, por lo mismo, aquellos que lo necesiten no comulgarán con el propósito de que comprendan lo que implica el pecado. Les recomiendo buscarme lo más pronto posible para confesarse”. 

Estando ahí fue la primera vez que comprendí la gravedad que entraña el que fundamos lo litúrgico con lo pastoral cuando lo primero, ni más ni menos, es de Cristo su “obra de salvación”; y, lo segundo… pues, lo segundo: nada más que instrumento. 

El padre Jafet Peytrequin nos lo repetía: “Los errores pastorales son consecuencia de errores teológicos”. Es claro que tiene razón.









Quienes no vean diferencia entre las imágenes, no digamos de forma sino de contenido, les recomiendo profundizar en su fe católica.

Todo eso puede suceder en solo dos minutos?

El terremoto solo duró dos minutos? Pero si pareció eterno! Todo eso puede suceder en solo dos minutos?


Como se habrán enterado, sufrimos un sismo de 7.6 en escala Richter el miércoles por la mañana.

Hubo algunos heridos quienes están siendo atendidos en los hospitales. No obstante el poder desatado por 200 bombas nucleares los expertos indican que solo hubo daños moderados.

Lo de lamentar, en su mayoría, han sido daños materiales en casas, templos y hospitales que, probablemente, fueron levantados cuando todavía la legislación no poseía requerimientos antisísmicos para la construcción o, sencillamente, porque estaban en mal estado. Nada que con voluntad, solidaridad y esfuerzo, no se pueda reparar.

Agradecidos estamos con el Señor quien, una vez más, ha permitido recordar a los ticos nuestra fragilidad sin que debamos sufrir graves consecuencias ya que un terremoto de esa magnitud en otros lugares del mundo con mayor población y diferente tipo de construcciones, han sido devastadores.

En relación a cómo viví este sismo quisiera mencionar que lo viví de forma muy diferente a las innumerables ocasiones en las que hemos sufrido sismos en Costa Rica.

Tan solo unos minutos antes me decidí, finalmente, a tomar el agua que bendijo el padre Fryar (FSSP) para vaciarla en unas botellitas especiales que compré el día antes y que les quería regalar a mis hermanos y a papá.

Cuando terminaba, humedecí con toda reverencia en ella mis dedos con el propósito de hacer la señal de la cruz sobre mí persona. Justo al proclamar las últimas palabras noté el movimiento por lo que empecé a rezar, como de costumbre “Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal… “ esperando que pasara y poder continuar con mis labores. Sin embargo, en lugar de pasar, recrudecía.

En segundos empecé a escuchar junto a los retumbos las cosas cayendo al suelo y a mi padre quien, con su cuidador se había dispuesto minutos antes darse un baño, imaginándome la que estarían pasando y yo, impotente, ya que aquello no paraba.

Con imágenes de devastación en mi mente sentí el impulso de proteger la imagen del Corazón de Jesús que trajo de España mi abuela por lo que caminé unos pasos hacia ella y me tomé de sus manos.

Viéndome así acogida mi alma naturalmente empezó a llorar clamando por su protección. Justo al invocar los méritos de su preciosa sangre, se detuvo el movimiento por lo que respiré aliviada. Salí corriendo para ver cómo estaban todos y lo que había pasado.

Dos minutos duró el sismo. En dos minutos pueden suceder muchas cosas: se derrumba una casa, se pierde una vida o muchas y alguien se convierte, es decir, en dos minutos o menos, la vida puede dar un giro dramático.

Mis dos incomparables minutos de pavor, porque fueron míos (nadie los vivió en mi lugar), estuvieron misteriosamente enmarcados y firmemente sostenidos por la gracia de la bendición recibida a través de un sacramental utilizado con fe y por una sagrada invocación proclamada de la misma forma. Cosa que espero recordar por el resto de mis días ya que, tal parece, ofrecen solidez a mi existencia.

¡Menos mal que está!

“De la Encarnación, desde el momento en el cual el Verbo se hizo carne, está cancelada la insalvable distancia entre finito e infinito: el Dios eterno e infinito ha dejado su Cielo y ha entrado en el tiempo, se ha sumergido en la finitud humana. Ahora nada es banal o insignificante en el camino de la vida y del mundo”.
Benedicto XVI en su mensaje al Meeting en Rimini, Italia, 2012

“He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3, 20

En estos días se ha celebrado del Meeting en Rímini, al que han puesto el lema “Por naturaleza somos relación con el infinito”.

Italia está llena de belleza. Doquier se lanza la mirada hay belleza. Italia, para mí, es un poco como vivir delante de una vista espectacular contrario a lo que sería vivir en una cueva. Italia, es por naturaleza relación con el infinito, por lo que comprendo que de allí proceda tanta belleza como la que ha regalado al mundo en sus habitantes, en su historia, en su arquitectura, su arte, su música, etc.

Tampoco es para mí de extrañar que haya dado grandes santos pero también a don Giussani así como que, Comunión y Liberación, haya concebido el Meeting y que éste aglomere y ofrezca belleza. En este sentido, por naturaleza el movimiento Comunión y Liberación, es relación con el infinito.

A veces, dentro de sus manías, comprendo a mi padre. El desea impregnarle belleza a todo lo que hace: desde cambiarse el pijama hasta lavarse los dientes, desde pedir un café hasta dar las gracias. Solo hay que prestar atención a la forma en que elige y lleva su indumentaria para saberlo. Papá, en ese sentido, ha sabido dar respuesta a su naturaleza en relación con el infinito.

Sin embargo, tanto Italia, como Comunión y Liberación, papá o cualquiera de nosotros podríamos rechazar nuestra naturaleza en relación con el infinito. Eso es el pecado o, en todo caso, nuestra falta de racionalidad; por ejemplo, cuando papá elije convertir la rutina de ponerse el pijama en una pesadilla solo porque no puede desabotonarse la camisa o cuando yo, que estoy a su lado, elijo enfadarme antes que ver lo suyo como oportunidad para vivir a la “altura de mi deseo” de belleza o, lo que es lo mismo, de mi sed de infinito.
Es fácil escuchar al Señor cuando toca a la puerta a través de la belleza pero es mucho más difícil escucharle bajo circunstancias que no la poseen. Dificilísimo escucharle en el dolor, en el sufrimiento, en la desesperación, en el temor, ante la muerte. Muy difícil.

No obstante, bien lo dijo el Papa en su carta al Meeting “No solo mi alma, sino cada fibra de mi carne está hecha para encontrar su paz, su realización en Dios. Y esta tensión es imborrable en el corazón del hombre: también cuando se rechaza o se niega a Dios, no desaparece la sed de infinito que habita el hombre”.

“La carta de Benedicto XVI [al Meeting] le permite a cada uno vivir cualquier circunstancia como la ocasión para esta apertura [al infinito]. Uno puede encerrarse en lo que hace, o puede estar allí con esta conciencia abierta hacia lo infinito. En cada particular, cada uno de nosotros está llamado a esta apertura [ ] Puedes vivir esta llamada como un problema del que defenderte, o puedes percibirla como la ocasión para tu cumplimiento, y entonces piensas: [Jesús está a la puerta] « ¡Menos mal que está!»”.
Julián Carrón durante el Meeting, Rimini, 2012

Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre

Una estimada lectora me hizo ver que el título que había elegido para el post que el miércoles decidí retirar casi inmediatamente era un tanto inadecuado por lo que me di a la tarea, durante la tarde a traducir, para salir de dudas y echar luz sobre el tema, la entrevista al Cardenal Brandmüller hablando sobre el Concilio Vaticano II la que, según el enfoque que le han dado diversos blogs y diarios digitales, ha resultado -a mi juicio- innecesariamente controversial.

Miren nada más: un blog la tituló “Brandmüller, la Misa de Pablo VI no es la Misa del Concilio”, mientras que un periódico digital la tituló “Los altares cara al pueblo y la eliminación del latín no son frutos del Concilio”. El Vatican Insider, sencillamente, le colocó el título “Vaticano II: Seamos pacientes, cincuenta años no es nada!” 

Yo, como no pienso quedarme atrás, le pondré como título: “Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre” ; y esto, no más, para matizar con un toque de humor los enredos y vericuetos en que nos metemos por elaborar juicios guiados únicamente por los titulares.

Coloco de seguido mi traducción para que los estimados lectores contrasten los distintos énfasis que desearon darle los blogeros y periodistas a una simple y llana entrevista pero, sobre todo, para que conozcan el contenido del documento y consigan elaborar sobre el mismo un juicio veraz.


 



 Vatican Insider, a través de Guido Horst, entrevistó al Cardenal Walter Brandmüller, historiador de la Iglesia y consultor del Concilio Vaticano II en su Jubileo de Oro.

El Concilio Vaticano II fue un Concilio Pastoral el que a la vez proveyó de explicaciones dogmaticas. Ha habido antes jamás algo semejante en la historia de la Iglesia?

Es un hecho que el Concilio Vaticano II marcó el inicio de un nuevo tipo de Concilio. El lenguaje utilizado y lo completo de los textos muestra que los padres conciliares estuvieron no tanto motivamos por la necesidad de pasar a juicio controversiales temas eclesiásticos y teológicos sino movidos por el deseo de llamar la atención, bajo el espíritu de la anunciación, de la opinión pública y del mundo entero hacia la Iglesia.

Debería, cincuenta años después, declararse el Concilio un fracaso al no haber sido calurosamente acogido por los fieles? Benedicto XVI advirtió sobre malinterpretaciones del Concilio, particularmente en términos de la hermenéutica de la ruptura…

Esta es una de esas preguntas cliché derivadas de un sentimentalismo existencial; sentimiento de confusión típico de nuestros días. Pero, qué son cincuenta años, después de todo? Remitámonos al Concilio de Nicea en el 325. Las disputas que rodearon este Concilio dogmático –que trató acerca de la naturaleza del Hijo, sobre si es o no de la misma naturaleza que el Padre- se prolongó por más de cien años. San Ambrosio, habiendo sido ordenado Obispo de Milán en ocasión del cincuenta aniversario del Concilio de Nicea libró una dura batalla contra los arrianos quienes rechazaban el aceptar lo provisto por Nicea. Poco después vino un nuevo Concilio: El Primer Concilio de Constantinopla en el 381 convocado por considerarse necesario para completar la profesión de fe de Nicea. Durante el mismo, a San Agustín le fue entregado el desafío de lidiar con las exigencias y reclamos de los herejes hasta su muerte en el 430. Francamente, incluso el Concilio de Trento no fue fructífero sino hasta el Jubileo de Oro de 1596. Fue necesario que toda una nueva generación de obispos y prelados maduraran en el “espíritu del Concilio” antes que sus efectos fueran notados. Es necesario que nos concedamos mayor espacio para respirar.

Hablemos ahora acerca de frutos del Concilio Vaticano II. Podría comentar al respecto?
Primero que todo el “Catecismo de la Iglesia Católica” en comparación con el Catecismo Tridentino: después del Concilio de Trento, el Catecismo Romano fue puesto en marcha con el propósito de proveer a los párrocos, predicadores, etc. con una guía para la predicación y el anuncio del Evangelio.

Incluso, el Código de Derecho Canónico en 1983, puede ser considerado consecuencia del Concilio. He de enfatizar que la forma de la liturgia post-conciliar con todas sus distorsiones, no es atribuible al Concilio o a la Constitución sobre la Sagrada y Divina Liturgia, la cual –dicho sea de paso- hasta nuestros días no ha sido realmente implementada. La indiscriminada remoción del latín y de los cantos gregorianos de las celebraciones litúrgicas y la erección de los altares versus populo son en absoluto acciones prescritas por el Concilio
.
Con el beneficio de la mirada en retrospectiva, remitámonos particularmente hacia la carencia de sensibilidad mostrada en términos del cuidado de los fieles y el descuido pastoral mostrado a la liturgia.

Basta con pensar en los excesos de la Iglesia, reminiscencias de la Furia Iconoclasta ocurrida en el siglo XVIII. Excesos que catapultaron al caos total a numerosos fieles dejándolos a tientas en la oscuridad.
Casi cualquier cosa y todo se ha dicho acerca del tema. Mientras tanto, la liturgia ha llegado a ser vista como la imagen en el espejo de la vida de la Iglesia, sujeto de una orgánica evolución histórica la cual no puede, como en realidad sucede, ser –de repente- decretada “por orden de Mufti”*. Al día de hoy estamos pagando todavía el precio.


* Por orden de Mufti (Par ordre du Muftí) es una paráfrasis irónica que busca expresar que se toman decisiones “desde arriba", sin que las partes sean escuchadas. Muftí, aparentemente, fue un jurista islámico.
AQUÍ la versión del Vatican Insider en inglés de la entrevista
AQUÍ su traducción al español
En el siguiente enlace la versión original en alemán „Geduld, Geduld – was sind schon fünfzig Jahre?“ por GUIDO HORST

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