Hoy, no más abrir mi correo, me topé con el siguiente comentario:
“¿Por qué no te adhieres a la Fraternidad de San Pío X? Así se acabarían todas tus congojas. Y vivirías con gran plenitud la misa tridentina que tanto añoras. Pareciera que los que profesamos nuestra fe en la Iglesia Católica Apostólica y Romana ya no cumplimos con tus expectativas. No crees que es momento de emigrar a otra Iglesia que cumpla las tuyas?”.
Ópale! No es a diario, salvo algún que otro terremotillo por ahí, que se despierta uno con estas sacudidas.
A ver, vamos a ver. Qué será lo que estoy haciendo mal o será que,
sencillamente, esta persona tiene razón? A ver. Empecemos por el final.
Si, no tengo que pensarlo mucho, tiene razón: los católicos no
cumplen mis expectativas. Muchos sacerdotes y bastantes laicos no las
cumplen.
No las cumple -para empezar- mi párroco, quien desde hace seis años
no puede verme ni pintada por lo que estoy desparroquiada, sin misa
diaria como acostumbraba y no porque yo no quiera sino porque él no las
celebra y porque vivo excesivamente lejos de cualquiera otro templo en
el que se celebre misa dignamente. Tampoco la cumple porque desde
entonces vivo con dificultades para confesarme porque él no confiesa si
no es con cita y cuando uno llega lo hace esperar hasta una hora. En
fin, que mi párroco, simplemente, no cumple mis expectativas. Razones
tengo de sobra y son del tipo por las que, me parece, no debería
culpárseme.
Y
así como el, muchos otros sacerdotes no las cumplen, de quienes no
hablaré en este momento; bien ponga Yolanda el grito al cielo o no.
No la cumplen tampoco muchos hermanos porque se cierran en banda en
su ignorancia para defenderse de la liturgia y, particularmente, de la
misa tradicional como si ésta fuera pecado. No quieren oír de misas
celebradas dignamente, no quieren saber de documentos del magisterio, no
quieren saber de nada que les cambie su cómoda situación. Razones que,
me parece, tampoco son del tipo que sirvan para culparme.
Decepcionada estoy de todos ellos, si, y muy triste.
Triste y decepcionada me ponen también los que por este blog esperan
escuchar de mi solo temas edificantes. Que no soy blogera que informa y
discute noticias de relevancia, ni siquiera conozco mucho de teología o
de doctrina, ni soy muy culta, ni lo madura que por mi edad debería ser,
tampoco muy virtuosa, ni siquiera soy una blogera famosa, solo soy una
más de ustedes con quienes comparto imperfecciones y quien como ustedes
espera, con sus alegrías y tristezas, ofrecer al Señor toda la gloria.
Y, pues no, no estoy dispuesta migrar a otra Iglesia. Porque, como
Mons. Fulton Sheen, proclamo desde lo profundo de mi corazón “Si yo no
fuera católico, y estuviera en búsqueda de la verdadera Iglesia en el
mundo actual, buscaría una Iglesia que no se llevara bien con el mundo;
en otras palabras, buscaría la Iglesia que fuera odiada por el mundo,
debiendo ser odiada tanto como lo fue Él cuando en su carne habitó la
tierra” por lo que, si soy odiada –incluso- por mi hermanos en la fe,
pues, en buena hora.
Está dicho: que no y que no. Aquí me quedo.
Y, que no me hablen de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X que de
ella tenemos ya bastante pero que tampoco la utilicen para justificar,
en contra suya o la mía, sus majaderías.
Más les convendría disponerse conocer a Cristo para que comprendan de qué va la obediencia y la fidelidad, para que así puedan amarlo dignamente en la Liturgia y para que, sencillamente, comprendan…
Para que comprendan lo que parece no han llegado a comprender pero
también que esta profunda tristeza ha llegado a ser para mí de valor
inconmensurable ya que me mueve a seguir tras Quien ofrece satisfacción definitiva.
“…además, [de lo que estoy profundamente convencida:] que Dios dispone todas las cosas [desde la tristeza hasta cada una de nuestras majaderías] para el bien de los que lo aman” Romanos 8, 28
Qué remedio!