30 de noviembre de 2012

¿Eso no lo abolió el Concilio?

No voy a exagerar ni porque me conviene pero es cierto que, un día sí y otro también, aparece algún buen católico sorprendido porque se le hace ver que tal o cual cosa no la abolió el Concilio.

-“Y qué cosas no abolió?” 

Entre tanto que no abolió está el que no abolió el uso de latín, ni la música sacra, ni el velo, ni la comunión de rodillas y en la boca, ni siquiera abolió la misa que se celebró hasta 1970.

Claro, su desconcierto es total: llora, patalea y berrea como si fuera un niño al que se le informa que esa misa en su propia lengua a la que asiste, en la que canta, aplaude y baila, en la que le da la paz a Raimundo y a todo el mundo, en la que emula al cura en algunos de sus gestos y se siente “muy hermanitico de todos", a la que va vestido con ropa cómoda, en la que no se arrodilla ya que tampoco hace falta reconocerse pecador. Esa misa, la que a veces es así y otras asá, no es su madre legítima. Que no, que no lo es. 

Caray! Qué shock tremendo, no? 

Luego de ahí, se verá al doliente transcurrir por las diferentes etapas de la pérdida o duelo: 

1. La negación: -“Pero, dónde dice eso, en qué contexto fue dicho, en qué época, quién lo dijo, acaso no existe la “inculturación”, no tiene cada cura y Obispo potestad para modificar lo que considera necesario, seguiremos viviendo en el pasado?” 

Esta es la etapa de mera defensa de sus afectos y que puede durar días, meses e incluso años. Seguirá yendo a sus misas pero no podrá borrar de su memoria el hecho de que existe una realidad que desconoce como quien desconoce a su verdadera madre.

2. A la etapa de negación le sucede la del dolor por la separación de aquella misa en la que tenía puestos sus afectos. Durante este período pierde interés por la liturgia e incluso por la misa. Surge la preocupación por la imagen del cura, la de su Obispo, la de la Iglesia, por su propia imagen. Emerge el enfado y la angustia se manifiesta. Buscará culpables, de ahí que sobre quien primero arremeterá es contra su verdadera madre: la Iglesia. Luego seguirá contigo por haberte atrevido hacerle ver la realidad. 

3. Finalmente, pasará a la etapa de la resolución del duelo en la que los recuerdos le traerán sentimientos de ternura y hasta de cariño mezclados con tristeza superándose finalmente el dolor agudo y la nostalgia. 

Para este momento, muy probablemente, habrá tomado la determinación de buscar una misa en la que pueda beber de los pechos abundantes de quien lo parió. Es probable que se transforme en un activista de la liturgia por lo que lo veremos conversando con los curas y con sus hermanos sobre dicho tema. 

Para este momento habrá aprendido que si bien el Concilio no abolió tantas cosas tampoco instauró tantas otras.
 
Lo habrá aprendido por haber leído historia de la Iglesia, por haber aprendido de su Magisterio y por haber seguido al Papa en sus enseñanzas pero también por haber elegido asistir a una misa celebrada siguiendo al pie de la letra tanto la Instrucción General como el propio Misal Romano.

Ya no será el católico sentimental de antes pero si uno de mayor convicción que es lo que, total, necesita Cristo.

26 de noviembre de 2012

El incomprensible silencio de un pastor

El Motu proprio Summorum Pontificum vio la luz en julio del 2007. Al año siguiente habíamos en Costa Rica al menos dos personas que nos unimos para trabajar en la promoción de ambas formas del rito romano.

De ahí en adelante el interés de los fieles costarricenses por la forma extraordinaria del rito ha ido creciendo a ritmo inesperado hasta el punto en que a la fecha no solo existe una asociación Una Voce Costa Rica debidamente inscrita y afiliada a la Federación Internacional Una Voce sino un sacerdote debidamente preparado, varios que han manifestado deseos de aprender a celebrarla así como muchísimos más fieles de los que nadie podría haber sospechado, que están dispuestos a asistir a misa tridentina los domingos y fiestas de guardar.

Así se lo ha hecho saber al Arzobispo Monseñor Hugo Barrantes la asociación Una Voce Costa Rica en misiva que no obtiene respuesta.

La prolongada y dócil espera de fieles y sacerdotes merece ser tomada en consideración.

Una Voce Costa Rica, quien con tanta prudencia se puso tiempo atrás bajo el cuidado pastoral de nuestro Arzobispo lo sabe; es -quizá- por ese motivo que, informando de la situación en la que se encuentra la celebración pública de la forma extraordinaria en nuestro país, ha dirigido carta abierta a los amigos de su asociación así como a todos los fieles que por más de cinco años esperan la implementación y reconocimiento público de nuestro pastor de lo promulgado por el Motu propio Summorum Pontificum, la Carta a los Obispos que lo acompaña así como lo expresado por Universae Ecclesiae.

La amorosa y paciente espera del Santo Padre también merece ser considerada.

Es, principalmente por ello, que el prolongado silencio de nuestro amado Arzobispo resulta incomprensible.

23 de noviembre de 2012

El Black Friday de los curas gordos

Por qué son gordos los curas?

Bueno, no es que todos los curas sean gordos ni siquiera que la mayoría lo sean pero su complexión ayuda a entender muchas cosas.

Yo, que he venido sufriendo por mi peso los últimos años, los comprendo ya que muchas veces no dan los médicos con lo que sucede: uno engorda y engorda aunque se ejercite y se alimente adecuadamente.

El caso es que los curas gordos, como todo gordo, provoca más que compasión un rechazo enorme; así que, imaginen que si los critican por ser curas el que además se los desprecie por ser gordos, ¡la de humillaciones que han de estar pasando!

Porque la verdad que, en lo que todos pensamos cuando vemos a un gordo, es en su incapacidad para cerrar el pico; pero no es cierto, la mayoría de los gordos lo son involuntariamente y eso nunca lo consideramos ni por simple acto de caridad.

Sin embargo los curas, gordos y todo, ahí se les ve haciendo lo que les corresponde. Eso dice mucho no solo de su vocación sino de su calidad humana.

Qué me dice la gordura de un cura? Pues lo mismo que me dice la de cualquier gordo aunque un poco más por ser cura.

Me dice que se ha postergado en bien de los demás. Quizá más allá de lo que el deber llama.

Me dice que, muy probable es que no sepa o que no pueda alimentarse adecuadamente, pero también que, muy probable es que no pueda o no sepa cómo disponer de tiempo para sí mismo y dedicarlo a hacer ejercicio, visitar a un nutricionista o a un médico.

Muy probable es que, por el círculo vicioso de la gordura, su fuerza de voluntad ande por los suelos. Lo que también me dice que debe estar sufriendo porque es cierto que los gordos sufren no solo por los desprecios sino por los daños colaterales que infringe la gordura a la salud en general.

Me dice que, si no recibe apoyo y además no decide cuidarse, probablemente morirá joven y que, si no muere joven, su ancianidad será también difícil de sobrellevar.

En fin, que un cura gordo, por gordo y por cura, ya sea por una u otra razón, es alguien que no solo entrega su vida más allá de lo que el deber manda sino que lo hace con alegría porque, es que acaso se ha visto algún cura gordo que no sea delirantemente feliz?

Yo, es que escribo estas cosas un poco porque es viernes, otro poco porque me hacen rabiar las críticas despectivas de los flacos pero también porque me revienta que no hagamos ni siquiera el mínimo esfuerzo por ponernos en el cuerpo de los demás.

Mucho más grave condición que la de la gordura cargamos muchos quienes, si bien no consumimos alimentos en demasía, lo hacemos de otros bienes que son completamente innecesarios como son los que ofrece el comercio en este famoso Black Friday (Viernes Negro)

En fin… feliz fin de semana a todos, sean gordos o flacos.

Nada más recuerden que tan solo un Black Friday ofrece reservas inagotables.



Ese es el mismo Black Friday que diariamente celebran ante el Altísimo y viven en carne propia, muy especialmente, lo curas gordos.

Quede claro: ¡la soledad no existe!

Cada día son más las personas que a través de facebook me dejan saber de una u otra forma que se sienten solas aunque saben que no lo están.

Debo confesar algo. Vivo en el campo, lo que es maravilloso, pero tiene un inconveniente: nadie me visita. Ni mis amigos, ni mis parientes, ni siquiera mis vecinos. Los primeros no lo hacen porque no solo están siempre ocupadísimos sino porque vivo lejísimos de todos ellos. Los últimos porque, según me dijo el padre Guido, el aspecto de mi casa los intimida.

Por estas singulares razones es por lo que, por largos años he vivido sola, digámoslo así, aunque haya estado rodeada de personas que sin la menor duda me quieren. 

Les hago esta confesión ya que mi situación debe ser parecida a la que experimentan personas solteras, viudas o divorciadas en las urbes quienes, si bien no están solas, viven como si lo estuvieran. 

Este sentimiento de soledad es, muchas veces, el resultado de no haber aprendido a vivir en compañía de uno mismo; pero eso es normal y no requiere sino un pequeño esfuerzo el aprenderlo. 

Por lo mismo es que quisiera compartir algunos recursos de los que echo mano para no solo salir del aislamiento involuntario que imprime vivir en el campo sino para disfrutar de la propia compañía:

1- Salgo de casa cada vez que puedo: a la tienda de abarrotes, a la verdulería, salgo a caminar con mis perros para poder encontrarme con las personas que quiero.
2- He adquirido algunos hobbies: ser bloguera, la jardinería, la cerámica pintada a mano.
3- Hago ejercicio: salgo a la piscina y lo hago cada vez que puedo o lo necesito.
4- Dado que sábado y domingo cuido todo el día a mi padre me doy de regalo un día de vacaciones entre semana en el que salgo con el auto sin rumbo fijo a explorar la ciudad o el campo.
5- Cada cierto tiempo me tomo días libres para ir a algún hotelito previamente seleccionado.
6- Algunos momentos del día los dedico a la oración a solas en mi habitación.
7- También, cada día, hago un alto al final de la tarde para dedicarle unos minutos a actividades completamente diferentes tal como preparar un pastel, leer mi libro preferido, llamar a mis parientes para saludarlos, ver una película que haga reír o simplemente salir al jardín con mis perros.
8- Cierto, tener una o varias mascotas ayuda mucho a no sentirse solo. Esto debería contarse como un recurso adicional.

Tiempo atrás colaboraba con mi parroquia en todo lo que me pedían. Era encantador y liberador el ayudar de forma desinteresada. En otra etapa de mi vida hice trabajo voluntario el cual es de una riqueza enorme. 

Lo único es que, tanto con el trabajo parroquial como con el voluntariado, se ha de tener cuidado en las “dosis que consumimos” ya que tendemos a confundir el “hacer mucho” con “ser generosos y/o desinteresados”. Mucho cuidado con esto, nada más.

Como ven, lo que hago para disfrutar de mi propia compañía son cosas fáciles de realizar, la mayoría de ellas no implican gastos o al menos no gastos extraordinarios. 

El Señor nos mira sonriendo cada mañana. Necesitamos, antes de ponernos en pie, detenernos para recibir y devolver su mirada dándole gracias y entregándonos con alegría a lo que su Divina Providencia nos deparará durante el día. 

Ánimo! Es posible no solo salir del aislamiento sino disfrutar de la propia grata compañía como lo es también vivir confiados en la Presencia del Señor en nuestras vidas. 

Quede claro: la soledad no existe. 

Bien, esta es una entrada en la que resumo algunas de las cosas que les digo a quienes, depositando en mi una confianza inmerecida, me comparten sus situaciones personales. 

Espero les sirva para vivir una vida llena de satisfacciones.


Ups! Una recomendación muy importante: sepáranse del facebook ya que da una idea falsa de compañía. En todo caso, mejor salgan a buscar a las personas que conocen por ese medio. Conviértanlas en verdadera y real compañía.

21 de noviembre de 2012

Dios, ¡sabe lo que hace!

Dios, sabe lo que hace. 

Me está moldeando ahora que la realidad ha puesto a mi padre bajo mi cuidado.

Me veo llevando mi vida al ritmo que mi padre conduce y ha conducido siempre la suya. Un ritmo al que por años me resistí ya que siempre he querido obtenerlo todo de inmediato; pero papá nunca ha sido así, siempre ha sabido esperar por lo que se toma con toda calma cada detalle, tal como abotonarse, lavarse los dientes, colocarse el abrigo, recoger y acomodar lo que dejará en su mesita de noche antes de acostarse. Puede bien transcurrir una hora entre lo que se pone el pijama y se acuesta. 

Eso, para mí era un insulto hace unos meses: -“Cómo espera papá que le dedique al día una hora a algo que se podría hacer en pocos minutos? ¡Imposible!”, solía escuchar en mis adentros.

No saben cuánto me resistí. En verdad hice mi mejor esfuerzo pero sin resultado alguno; sin embargo me alegro de mi fracaso ya que he aprendido mucho más de papá viviendo a su ritmo de lo que por años he aprendido de mi misma queriendo vivir al mío.

Dios, ¡sabe lo que hace!. 

Nada de impaciencia con tal cliente, servidor, gobernante, vecino o amigo. Mucho menos perder la paciencia con la conversión de unos o la falta de reconciliación de otros. 

Es posible vivir al ritmo de Quien sabe hacia dónde vamos.

Haberlo aprendido es de lo mejor que pudo haberme pasado en la última década. 

Esto es parte lo que voy encontrando en mi camino durante el Año de la Fe.
“Avanzamos en este Año de la fe llevando en el corazón la esperanza de redescubrir el gozo de creer y el entusiasmo de comunicar a todos la verdad de la fe. Ésta conduce a descubrir que el encuentro con Dios valoriza, perfecciona y eleva lo que hay de verdadero, bueno y bello en el hombre. Nos permite conocer a Dios en el encuentro personal, pues Él se ha revelado a sí mismo y no se ha limitado a darnos una información sobre Él. De este modo abre el corazón y la mente humana a horizontes nuevos, inconmensurables e infinitos. La fe no es ciega, trata de entender y demostrar que es razonable. Por eso es un impulso para la razón y la ciencia, porque abre sus ojos a una realidad más grande, que permite conocer mejor el verdadero ser del hombre en su integridad. Fe y razón se necesitan y complementan, no sólo para una comprensión meramente intelectual sino también para alimentar verdaderas esperanzas en la humanidad y orientar las actividades hacía la promoción del bien de todos. El testimonio de quienes nos han precedido y han dedicado su vida al Evangelio siempre lo confirma: es razonable creer”
Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 21 noviembre del 2012
Cuánto quisiera, amado Señor, que cada uno de nosotros mirase su conducta ante la realidad de tal forma que pueda descubrirte en ella tal como tan evidentemente te me muestras. Cuánto quisiera nunca jamás perderte de vista!

19 de noviembre de 2012

La nave hace agua, zozobra. Cristo duerme.¿Duerme Cristo?

Con la vida de la fe pasa como con la vida natural: uno debe poner de su parte. 

Para la vida natural lo ideal sería proponerse ejercicio diario, alimentación balanceada, diversión, entretenimiento, estudio, trabajo etc. Para la vida de fe lo razonable sería dedicarle tiempo a la oración, a los sacramentos, a los actos de misericordia y de piedad, etc.

Tanto para la vida natural como para la vida de fe ningún aspecto debería descuidarse, por lo mismo, cuando retiramos nuestra atención de alguno así como cuando le dedicamos mayor énfasis a otro, es cuando sobrevienen los problemas; por ejemplo, cuando se prefiere las carnes rojas a los vegetales sobreviene ácido úrico y colesterol. De la misma forma con la vida espiritual: cuando el énfasis se pone en la oración y se retira de los actos de misericordia sobreviene un retraso en la madurez humana y espiritual.

(La nave hace agua, zozobra. Cristo duerme.¿Duerme Cristo?)

Por la razón que sea, muchos nos dedicamos únicamente a aquellos aspectos de nuestra existencia que nos arrojan satisfacción. Rara vez admitimos que, justamente, aquellos que rehuimos o rechazamos son los que con mayor cuidado deberíamos de tratar. Luego aparecen los problemas por lo que, para cuando el médico nos manda a bajar el consumo de carnes rojas nos rebelamos. Lo mismo sucede cuando el sacerdote o un hermano nos hacen ver aquellos aspectos en los que renquea nuestra fe.

De cuándo acá para los cristianos, todo lo que consideramos beneficioso debe estar relacionado con satisfacción para que lo hagamos?. ¡Cielos!, pero –entonces- con quién estamos? No estamos con Cristo? Pues no, parece que no es con El con quien estamos.

(La nave hace agua, zozobra. Cristo duerme.¿Duerme Cristo?)

Yo, por ejemplo, me pregunto: Por qué un obispo que va de salida descuida exigir obediencia a sus presbíteros? No. En cambio prefiere esperar a que le nombren sustituto para dejarle la resolución del problema.

Así pasa con todo. Por ejemplo: Por qué los allegados al lefebvrismo descuidan el aspecto de hablar con obispos y párrocos para pedirles la celebración de la misa tridentina pero responsabilizan al Concilio Vaticano II? Ah, pues sí, eso hacen; y luego, ¡se quejan como señoritas!

(La nave hace agua, zozobra. Cristo duerme.¿Duerme Cristo?)

Por lo mismo, si el Santo Padre ha propuesto un Año de la Fe es, en primera instancia para que examinemos hasta dónde nuestra fe es fe en Jesucristo o simplemente la búsqueda de satisfacción.

Desde ahora los primeros desafíos que nos presenta el Papa no son pequeños: ha instituido la Academia Pontificia para la Latinidad, reorganiza la Curia romana para dar mayor énfasis a la arquitectura, la música y el arte para la liturgia. Restituye como norma el uso de la sotana y el cuello clerical para la Curia romana. Convoca a un Sínodo. Nombra cardenales, establece a otros en puestos claves, destituye obispos y sacerdotes. No se cansa de promover y renovar. No se cansa de poner el ejemplo.

Sin embargo, seguimos empeñados en buscar justificaciones: -Que el Papa no ha querido decir esto si no aquello! Que el Papa es Obispo de Roma pero no del mundo entero! Que la inculturación aquí! Que el ecumenismo allá! Que Bugnini para este lado y Ottaviani para el otro! Caray!

Siempre, siempre, siempre, justificándonos, pero ¡nada de estar con Cristo! ¡Nada!
Cada uno interrogue a Cristo en su fe; aunque la fe se halle dormida. Con razón fluctúas, porque Cristo se halla dormido en la nave. Dormía Jesús en la nave, y por eso zozobraba la nave entre las aguas y la gran tempestad. Vacila el corazón cuando Cristo duerme. Pero Cristo siempre vigila. Entonces, ¿qué significa “Cristo duerme"? Que duerme tu fe.
(San Agustín Comentario al Salmo 147,3)

El optimismo es propio de un hijo de Dios

Una vez, siendo una joven, tirada sobre la cama ahogada en llanto debido a que me di cuenta que estaba amargada ya que todos mis recuerdos eran casi exclusivamente tristes, tomé la decisión de ver ante todo lo bueno en las personas y los acontecimientos para así poder recordarlos con alegría y que no se conviertieran en lo que habían sido hasta ese momento: causa de desesperanza cuasi desesperación.

Los psicólogos dicen que para mantener un estado equilibrado en la salud de las emociones no solo hemos de aprender a expresarlas sino determinarnos a seguir algunas pautas para que ir obteniendo de la vida una óptica más positiva, como por ejemplo:

• Hablar con voz alegre.
• Caminar erguido.
• Mirar a las personas a los ojos con un sonrisa en la boca.
• Utilizar palabras optimistas y motivadoras.
• Hablar bien de las personas.
• Enfocarse en las soluciones no en los problemas.
• Pensar que los demás nos ayudan a crecer.
• Rodearnos de personas con las que tenemos afinidad en estas cuestiones.

Por estas y otras razones es que me verán, por lo regular, tratar de ser optimista y no solo porque los psicólogos me lo dicen sino porque es el estado al que, por lógica –como personas de fe- tendríamos que tender.

Yo, sinceramente, hago de tripas corazón para no decirle “mentiroso” a un católico que me llega con negativismos y amarguras. Muchas veces consigo contenerme no más porque, al igual que yo, podría andar cargando con muchas cuestiones difíciles de manejar; sin embargo, yo misma me he debido decir “mentirosa” en más de una ocasión ya que “pa´qué sirve la fe” si no me sirve para ser optimista y estar alegre? 

En fin, este preámbulo no más que para introducir las cuentas positivas que he venido haciendo de todo lo maravilloso que ha venido pasando en la Iglesia recientemente.

Veamos:

Primero que todo la extraordinaria Carta Apostólica “Porta Fidei” con el que Papa convoca al Año de la Fe. Luego de eso:

1. El propio Año de la Fe arrancó con una espectacular reflexión del Santo Padre.
2. Siete nuevos santos como son “Catalina Tekakwhita, el sacerdote jesuita Santiago Berthieu, el joven catequista filipino Pedro Calungsod, el sacerdote italiano Juan Bautista Piamarta, la religiosa española María Carmen Sallés y Naranguersa, la religiosa alemana Mariana Cope y la laica alemana Ana Schäffer”.
3. Una Santa Hildegarda y Juan de Avila como doctores de la Iglesia.
4. Unas catequesis maravillosas los miércoles en las Audiencias Generales pero además las intervenciones durante el Angelus que no se le quedan atrás.
5. “Cambios en las competencias de la Curia Romana, que concentrarían en la Congregación para el Clero, guiada por el Cardenal Mauro Piacenza, la responsabilidad sobre los seminarios del mundo” según nos informó el blog La Buhardilla de Jerónimo.
6. Un detalle significativo como ha sido el retorno a la liturgia del “fanón” como símbolo del escudo de la fe.
7. Un Sínodo de los Obispos que arrojó valiosísimas e innumerables intervenciones tanto del Papa, como de Obispos y hasta de laicos y, dentro del cual, se propuso en el artículo n.35 el que la Liturgia fuera la principal herramienta para la Nueva Evangelización lo que, en lo personal, me alegra muchísimo.
8. El Motu propio Latina lingua con el cual se instituye la Academia de la Latinidad.
9. La reorganización de la Congregación para el Culto Divino y de los Sacramentos con la finalidad de que se dedique con mayor énfasis a lo que le es muy propia como es la música, el arte y la arquitectura para la liturgia.
10. El Cardenal Cañizares celebrando misa tridentina en San Pedro para los peregrinos provenientes de asociaciones, grupos y movimientos aglutinados en Una cum Papa nostro que llegaron para celebrar la promulgación del Summorum Pontificum y Universae ecclesiae.
11. Un sitio para el Año de la Fe en la red a cargo del Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización que nos servirá para acompañarnos pero también su presencia en las redes sociales

Muchos hoy en día se inclinan por el pesimismo e incluso llegan a afirmar que el Señor prepara su Segunda Venida lo que a mí, aparte de alegrarme y serme de gran consuelo, me tiene –me van a disculpar- sin el menor cuidado.

Por lo mismo, si se nos dice infinidad de veces “¡Estad alegres!” que para el caso es lo mismo que decir “¡Sed optimistas!” y si es que, además, es el Señor quien me lo dice, pues nada, lo que es de mi parte, elijo serlo.

Estoy y estaré alegre -en principio- por pura Gracia pero también porque mi voluntad está dispuesta a elegir aquello que construye y fortalece el optimismo propio de un hijo de Dios.

Es el pequeñísimo aspecto humano en el que me corresponde colaborar por lo que, viendo esta lista enorme de acontecimientos importantes que me llenan de alegría y esperanza sería el colmo que no me lo propusiera.

Poco más o menos como un burro


Muchas veces he considerado que, a lo mejor, tengo algo que pueda enseñar a través de este blog, digo yo, al estilo de muchos blogeros que son personas tan instruidas y útiles a la Iglesia y a la sociedad, pero el caso es que nunca encuentro algo que alguien no haya enseñado o esté enseñando pero además que estoy bien clara en que poseo limitaciones bastante significativas. 

Poco más o menos como un burro me siento a veces.

Pero igual, siempre he sido así, por lo que -de lo que tengo mejores recuerdos- es de cuando más burra he sido.

Burra fui cuando en los últimos ejercicios espirituales del colegio propuse a mis compañeritas donar a los pobres parte de lo recaudado para la fiesta de graduación. Of course, nadie me pintó! Burra completa!

Y es que, creo que eso de ser burra venía de tiempo atrás como cuando en la escuela con dos compañeritas nos sentíamos heroínas vendiendo gelatinas y pastelitos con el fin de recaudar fondos para las familias pobres.

Y quizá de más atrás aún, cuando mi abuela –agarrándome de burra- me enviaba a regalarle de sus cosas a los pobres por lo que, para cuando mamá preguntaba por esas cosas, la abuela se quitaba el tiro diciendo: - “Yo no sé. Preguntále a tu hija. Yo la vi llevándoselas a los pobres”.

Burra y media era cuando le decía a mi madre que si el Señor permitía que algún día no tuviera que trabajar para mantenerme todo lo que querría hacer sería ponerme a su servicio. De hecho, llevo años sirviendo al Señor de las mil formas en que se que puedo hacerlo pero a la vez tratando -sin éxito, obviamente- de mantenerme estable en alguna actividad lucrativa y, sin embargo, nunca me falta nada.

Más que burra también como cuando hace poco traté de conformar una asociación Una Voce y me salió una metedura de pata sin la cual, gracias a Dios, no existiría la Una Voce Costa Rica que ahora existe y todos conocen.

Cuando miro la cantidad de veces en que el Señor se ha valido de mí aún en mi fragilidad no me queda más remedio que continuar confiando en El así como darle gracias y glorificarlo. 

Por eso, al final de cuentas, me queda claro que no tengo nada que enseñar a nadie a través de este blog si no es el aprender a obedecer y a confiar en Dios. 

Lo cual tampoco es mucha garantía ya que lo voy aprendiendo día a día.

Poco más o menos como un burro me siento a veces. Más bien como quijada de burro.

Creo que por eso me gustó tanto ese mensaje que coloqué arriba y que posteó la gente espectacular de catholic link
“No desconfíes de Dios. A pesar de todas tus fragilidades Él puede convertir tu vida en un hermoso signo de esperanza para el mundo. ¡Coopera con Él! (www.catholic-link.com)”

12 de noviembre de 2012

Es un don inmerecido el sacerdocio

“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él”
Madre Teresa de Calcuta

Muy duro. Insoportablemente duro me resulta faltar a misa porque, aunque planifique que alguno me ayude el fin de semana cuidando de mi padre, a veces termina no habiendo quien lo haga. Me resulta tan duro que siento que reviento de rabia.

Esto lo menciono para que comprendan por qué salí de casa el domingo pasado hecha un miura ya que, estando a punto de salir, se presentó algo que prometía que tampoco ese día podría asistir. Finalmente, arreglé la situación como mejor pude, me subí al carro y me fui, pero iba hecha una furia.

En el carro, como dije en otro post, caí en la cuenta de que iba temprano, que necesitaba confesarme y que estarían ofreciendo el Sacramento en el templo al que me dirigía.

El Señor permitió tal hilo de acontecimientos para llevarme al confesionario hecha una miseria, profundamente arrepentida y humillada. A tal punto debo de haberlo estado que el sacerdote, un cura franciscano español de unos 90 años, me consoló profusa y delicadamente.

Asumo que por esa combinación de hechos y de emociones fue que la misa la viví con mucha intensidad.
Para cuando estábamos en la Plegaria Eucarística presté especial atención cuando escuché -como quien escucha de lejos decir su nombre- aquella parte en la que el sacerdote clama al Padre nos acepte como ofrenda.
“Ofrenda, ofrenda. Eres ofrenda” Fue lo que quedó en mi mente hasta que llegó la consagración. En este momento, mientras que muy consciente estaba de que el sacerdote in “persona christi” decía las palabras que dijera el Señor aquella noche: “Tomad y comed esto es mi Cuerpo” mentalmente lo rezada pero no ya desde mí puesto en la banca sino desde el puesto del Señor en el altar.

Para la doxología culminé aquella donación: “Por Cristo, con El y en El. A Ti, Dios Padre Omnipotente, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén”.

Fue una experiencia fortísima. Yo no sé realmente lo que allí sucedió pero, escucharme haciendo mías las palabras del Señor, fue de un impacto tremendo en mi persona.

Eso fue el domingo. El jueves por la tarde entré al facebook y hallé esta fotografía. Observen.



Podría verse mayor humildad y entrega? Difícilmente.
Los miran hacer rabieta?. Los escuchan quejarse?

Es un don inmerecido el sacerdocio. 

He vivido hasta el día de hoy sin reconocerlo y pude hacerlo gracias a que el domingo de un sacerdote recibí el perdón y la misericordia de Dios así como de otro recibí las Palabras y gestos del Señor en su última hora pero también me fue entregado su propio Cuerpo y Sangre.

Uno sufre porque va por la vida tratando de controlar todo y haciendo rabietas totalmente innecesarias.
Uno a veces tiene que caer en la más terrible humillación para darse cuenta de lo esencial y nada más que para verse en la necesidad de, ante un sacerdote, clamar por misericordia una y otra vez.

Cuanto ayuda para entrar en la dimensión correcta del Sacramento del Orden el gesto de entregar durante la consagración junto al sacerdote en Cristo al Padre la propia vida.

Ayuda mucho. Si no lo han hecho inténtenlo alguna vez.

Esto no lo supe sino de la experiencia del domingo pero también de lo que uno de estos días Pepa Yáñez publicó de Tomás de Kempis en su facebook:
“Porque no hay sacrificio que obtenga mayores méritos y bendiciones, ni ofrecimiento más eficaz para borrar pecados, que ofrecerse a sí mismo en sacrificio a Dios en la Santa Misa y en la Comunión, juntamente con el Cuerpo de Cristo”.
Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, libro 4, 7.

PD. Esta es mi forma de pedir perdón a los sacerdotes por todas aquellas veces que he sido injusta en mis críticas hacia ellos.

Al padre Javier Sanchez, Hermano Felipe de Jesús, padre Mariano Pablo Vaccaro y al padre Julio Gómez que intervinieron el post de la fotografía sepan que gracias a sus intervenciones logré sacar gran provecho para mi vida de fe.

Vendrán a pedirnos de lo poco que tenemos

La viuda de Sarepta era judía en tierra extranjera. Una viuda lejos de sus parientes con un hijo de poca edad en aquellos tiempos, con pan o sin él, estaba destinada a la muerte. De dónde le pide Elías que le haga un pan primero para él y luego coman ella y su hijo?

En nuestro tiempo y dada la situación acaso no seríamos algunos capaces, por poco menos, de reventarle en su cabeza al pobre Elías la primera sartén que tuviéramos a mano?

Es muy probable. Yo, por ejemplo, sin recurrir a la violencia ¡quién sabe qué le diría!

Viéndose uno en las que a veces se ve: necesitado y orgullosamente tratando de valerse por sí mismo, el Señor no encuentra otro remedio que presentarnos dos opciones: 

1. Volarle con la sartén al pobre Elías
2. Confiar en la promesas del Señor 

Parece una elección fácil, no es cierto?

Pero el caso es que, más tarde o más temprano, Elías llega y, qué es lo que tenemos? 

Podríamos tener dinero pero más bien poco; podríamos tener paciencia pero más bien casi nada. Lo mismo podría ser que nos pidan compasión cuando tenemos el almacén casi vacío. O quizá justicia cuando hemos sufrido alguna. Podrían bien pedirnos confianza cuando hemos sido traicionados u obediencia cuando quien nos la pide es incapaz de ella.

No, si es lo que digo: lo que no entra en nuestra lógica es que nos pidan de lo que carecemos.

Y, es que tiene que ser así porque –de lo contrario- qué Gracia tendría? Ninguna Gracia. 

Ayer en misa, pensaba en ello. 

Yo, que de casi todo no tengo sino más bien poco, eso es lo que se me pide. Se me pide de lo poco que tengo. 

No viene Elías a pedirme sino eso. Pues lo que tengo se lo doy y me fío no solo de que es hombre de Dios sino de que el Señor cumple sus promesas.
“Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías”. I Reyes 17, 10-16
¡Vaya que las cumple!

Nos damos por notificados: vendrán a pedirnos -sobre todo- de lo poco que tenemos.

Una cosa es verla venir y, otra muy diferente, bailar con ella

Hoy no es un buen día para escribir una entrada a este blog ya que es el día en que no cuento con la ayuda con la que por lo regular cuento para cuidar de mi padre; sin embargo, haré el esfuerzo porque es, justamente, la motivación que necesito para intentar transmitirles una de mis preocupaciones. 

Hasta hace muy poco mi padre venía siendo un anciano muy saludable al punto de que lejos estaba de mis hermanos y de mi preocuparnos por el futuro de su salud; sin embargo, todo cambió cuando, intentando subir una de sus piernas tan solo un peldaño de menos de 17cms de altura, el ángulo de su rodilla, sencillamente, no le dio y ¡cataplum!, cayó al suelo cual largo es, golpeándose su cadera la que se fracturó.
Desde entonces nuestras vidas no han sido lo mismo ni volverán a serlo.

En principio estuve incluso entusiasmada porque el Señor, con el accidente, me estaba colocando en una situación que sospechaba un desafío para mi tanto en lo físico, emocional como espiritual; sin embargo, una cosa es verla venir y otra, muy diferente, bailar con ella. 

Han sido meses durísimos de los que nos hemos sobrepuesto parcialmente y solo gracias a la misericordia de Dios.

Uno, bajo la circunstancia de un anciano en casa que no se vale por sí mismo, llega a comprender hasta cierto punto a aquellos que terminan llevándolos a un ancianato, a los que terminan sacrificándolo todo por cuidarlos pero también a aquellos ancianos que están solos ya sea por elección o no.

Con esto lo que quiero decir es que “el mundo del anciano y de quienes los cuidamos” es un mundo desconocido para casi todos por lo que no vendría mal que nos vayamos preparando. 

La mayoría podría pensar que bastaría con tener los recursos económicos suficientes para cuidar de ellos con dignidad pero el caso es que no bastan. 

No basta el dinero para pagar a un ayudante o enfermero en casa y no basta para pagar sus cuidados en una institución porque después de pagar esos servicios queda todavía el aspecto emocional del anciano y de sus seres queridos el cual no debería nunca de descuidarse y, sin embargo, resulta que se descuida muchísimo.

Los ancianos, no obstante todos los demás cuidados, quedan descuidados en el aspecto emocional pero también los cuidadores nos descuidamos y ya no solo en lo emocional sino también en lo físico. Dejamos de hacer ejercicio, nos alimentamos mal, nos engordamos, nos vienen situaciones de estrés, nos deprimimos, nos frustramos, nos llenamos de temores y nos enfermamos. 

Algunos de nosotros damos con el problema y conseguimos hacer algo al respecto pero muchos otros se sumergen en esa situación hasta el punto que terminan sobrellevando la ancianidad o enfermedad de su ser querido bajo tan difíciles circunstancias como ellos. 

Lo cual es absurdo, triste e injusto para todos ya que no creo que sea ese un estilo de vida para el cual el Señor nos haya traído a la existencia.

Esta es una entrada para hacer un llamado no solo a quienes en sus cincuenta años todavía gozan de buena salud para que se vayan preparando para las próximas décadas tanto en lo que respecta a quien cuidará de ustedes cuando lleguen a viejos o les sobrevenga un mal estado de salud como en cuanto a que se preparen para cuidar de sus viejitos; pero no solo eso, para que cuando estén bajo esa circunstancia recuerden buscar la ayuda necesaria para que puedan así también cuidar muy bien de sí mismos.
NOTA: En mi país y como cuidadora se a quien recurrir por ayuda ya que el sistema de salud ha previsto este tipo de cosas pero ignoro si es lo mismo en otros países. En todo caso, para aquellos que cuidan de ancianos en cualquier parte del mundo hispano parlante, les dejo esta tabla con la descripción de los factores de riesgo para los cuidadores y a los que deben ponerse atención.


9 de noviembre de 2012

Purificar nuestro deseo

Queridos hermanos y hermanas:
Hemos reflexionado hoy sobre un aspecto fascinante de la experiencia humana y cristiana: el misterioso deseo de Dios que, como dice el Catecismo de la Iglesia, «está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios». Las experiencias humanas fundamentales, como el amor y la amistad, muestran que en todo deseo humano está el eco de un deseo más grande, que nunca se satisface plenamente. Y esta dinámica del deseo testimonia que el hombre es un ser religioso. También en nuestra época, aparentemente cerrada a lo trascendente, se puede abrir un camino hacia el auténtico sentido religioso de la vida, que muestre cómo la fe no es absurda o irracional. Es necesario promover una especie de pedagogía del deseo que, enseñando el gusto por las satisfacciones más auténticas de la vida, y la búsqueda continua de los bienes más altos, vaya dirigida, no a sofocar el deseo, sino a purificarlo y liberarlo, para que pueda alcanzar su verdadera profundidad. Cuando en el deseo se abre la ventana hacia Dios, esto es ya un signo de la presencia de la fe en el alma, que es un don de Dios.
Benedicto XVI
El Año de la fe. El deseo de Dios
Audiencia General, Miércoles 07 noviembre del 2012


Me ha conmovido muchísimo el Papa con sus palabras sobre todo cuando resalta “las experiencias humanas fundamentales” como expresión del deseo de Dios. Saben por qué?
Porque, qué es si no lo que hacemos como adultos en la web siendo blogueros o comentaristas, si no es ejercitando esa experiencia fundamental de amor y amistad?
Qué es lo que buscamos los blogueros si no es –como los niños- involucrar en nuestro “juego” a nuestros amiguitos así como convidar a los que no lo son para que participen de lo nuestro? Qué es lo que hacen los comentaristas si no es acercarse a otros jugadores para que les permitan aportar los suyo?
En el ciberespacio he visto como se consolidan amistades incluso allende los mares, como es el caso de Néstor y Leopoldo quienes, tras largos años de mantener contacto en la web se han conocido recientemente en Chile gracias a que Leopoldo le ha permitido entrar en el “juego” de su vida ofreciéndole alojamiento.
Es cierto que este medio a la vez suscita muchos malos entendidos que terminan en la ruptura de grandes amistades e incluso en la consolidación de grandes enemistades, sin embargo, por lo general no es así ya que por lo regular lo que manifestamos es nuestro deseo de involucrar cada vez más a mayor cantidad de amigos a nuestro juego.
En el fondo no solo seguimos siendo niños sino que -como ellos- andamos mendigando amor y amistad, llamando incluso la atención de forma negativa . O es que acaso alguno de nosotros está exento de responsabilidad por acosar a unos o llevarle continuamente la contraria a otros por mera necesidad de aprobación?
Dejémonos de cosas. Todos, ateos incluidos, andamos en búsqueda de “las satisfacciones más auténticas de la vida, y la búsqueda continua de los bienes más altos”, sin embargo, dejémonos también de cosas, necesitamos purificar nuestro deseo no solo para que, como creyentes nos abramos “al auténtico sentido religioso de la vida, que muestre cómo la fe no es absurda o irracional” sino para que, como ciudadanos del mundo, liberemos nuestro deseo y éste alcance la profundidad que necesita para que sea posible que nos encontremos –verdaderamente- en el corazón de Dios.

"La Nueva Evangelización necesita substancia" Tommaso Spinelli

Muchos se habrán enterado pero como hasta hoy me entero, les traigo lo que leyendo a Sandro Magister en su informe sobre el Sinodo de los Obispos recién clausurado, destaca por lo que fue celebrado por los concurrentes con el más efusivo aplauso dentro de la actividad. 

Es la que será la memorable intervención de Tommaso Spinelli, un joven de 23 años, catequista de jóvenes en Roma, quien -así como de los obispos- de mis queridos lectores arrancará, de seguro, un fuerte y prolongado aplauso.
La nueva evangelización necesita substancia: unas catequesis de espesor que sepan decir algo serio a nuestra vida. La nueva evangelización necesita substancia pero también, y sobre todo, vidas de espesor, que muestren con los hechos la solidez que tiene quien es cristiano.
Con mayor razón hoy que las familias están desunidas y con frecuencia abdican de su tarea educativa, los sacerdotes son un testimonio para los jóvenes de la fidelidad a una vocación y la posibilidad de elegir una manera de vivir alternativa y más bella respecto a la que propone la sociedad. Sin embargo, lo que me preocupa es que estas figuras de espesor se estén convirtiendo en una minoría.
El sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que se adaptan al pensamiento dominante. Y lo mismo sucede en las celebraciones litúrgicas: cuando intentan ser originales acaban siendo insignificantes. Sacerdotes, os pido que encontréis la valentía de ser vosotros mismos.
No temáis, porque si sois auténticamente sacerdotes, si proponéis sin miedo la verdad de la fe, los jóvenes os seguiremos. De hecho, hacemos nuestras las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? ¡Sólo tú tienes palabras de vida eterna!” Y nosotros tenemos un hambre infinita de algo eterno y verdadero.
“Por tanto, propongo:
1) Aumentar la formación, no sólo espiritual, sino también cultural, de los sacerdotes. Con demasiada frecuencia vemos a sacerdotes que han perdido el papel de maestros de cultura que les hacía importantes para toda la sociedad. Hoy, si queremos ser creíbles y útiles, debemos volver a tener buenas herramientas culturales.
2) Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica en su carácter conciliar: en concreto la primera parte de cada sección, donde los documentos del Concilio iluminan los temas tradicionales. De hecho, el Catecismo pone con sabiduría como premisa a la explicación del Credo una parte inspirada en la ´Dei Verbum´, en la que se explica la visión personalista de la revelación; a los sacramentos, la ´Sacrosantum Concilium´, y a los mandamientos, la ´Lumen Gentium´, que muestra al hombre creado a imagen de Dios. La primera parte de cada sección del Catecismo es fundamental para que el hombre de hoy sienta la fe como algo que le afecta de cerca y sea capaz de dar respuestas a sus preguntas más profundas.
3) Por último, la liturgia se olvida y se desacraliza con demasiada frecuencia: hay que volver a ponerla con dignidad en el centro de la comunidad tanto parroquial como territorial".


Ahora si, venga ese aplauso!

La desesperación nos coquetea

La crisis financiera mundial nos ha golpeado a todos en todas partes. 

A los que teníamos hasta hace poco cierta “comodidad” nos golpea al punto de que como nunca antes nos hemos visto en la necesidad de “pensar el mundo” de forma diametralmente opuesta para lograr que “el cinco” dure hasta final de mes. 

Sabemos por las noticias que en Europa la crisis se ha hecho ya sentir a los niveles espeluznantes del suicidio al que recurren aquellos que ven irse por el drenaje el esfuerzo de toda su vida. 

La desesperación nos coquetea a todos.

He venido pensando en ello debido a mi propia situación económica y familiar. Muchas veces me despierto sobresaltada por pensamientos que auguran la aparición de necesidades materiales nunca antes conocidas por mi persona; es así aún cuando mi situación no está al límite como está la de tantos otros ya que todavía conservo algo de salud y algunos recursos nada despreciables.

El caso es que durante esos sobresaltos he notado algo que nunca antes había notado. Noto que había puesto excesiva confianza en el dinero cuando, por razones obvias, debería estar en el haber hallado sentido a mi existencia al experimentar el amor absoluto e incondicional de Dios. 

“Cosa rara”, me dije un día. “Cuando tenía mayor solvencia económica mi vida era perfecta. Ahora que no lo tengo y que, lo poco que tengo, está en peligro, toda la alegría de vivir tiende a desaparecer. Eso no está bien.”.

De ahí es que me he puesto a meditar en ello y a concienzudamente detectar esos momentos angustiosos en los que dudo para conscientemente rechazar la desesperación apenas asoma sus narices. 

Funciona un poco, pero no tanto ya que las propias fuerzas no bastan para darle la cara al temor de pasar necesidad o de perder lo poco que se tiene. No funciona, por lo que todo indica que superar la crisis, tendría que seguir otros derroteros.

En ese sentido, no digo ya solo estar abierto a formas nunca antes pensadas para generar ingresos de forma legal. No. Me refiero a echar mano de los recursos que ofrece por el Bautismo nuestra relación con Jesucristo. 

Me refiero a la Fe y a la confianza pero incluso, antes que ellas, a la humildad de reconocer que somos hombres y mujeres de “poca fe” y por tanto, sumamente desconfiados e inconmensurablemente necesitados, tal como los pájaros y las florecillas.

Mi felicidad, debo reconocerlo, estuvo en la confianza que puse en el dinero, una vez se fue el dinero me quedó solo Dios quien, con los cuidados de un verdadero padre, me toma entre sus manos cada día para demostrarme con palabras y acciones concretas que puedo creerle y confiar en El. 

El, es el único que permanece y Quien tiene no solo el poder sino el amor suficiente para cuidar de mi a pesar de mis esfuerzos por soltarme de su mano.

La desesperación nos coquetea a todos, que consiga seducir a hombres y mujeres que tienen puesta su fe y confianza en Dios, está por verse.

He descubierto el secreto del Año de la Fe

No creo que sea para alardear más bien para que conmigo se alegren: he regresado a mi parroquia.

Me había ido y de hecho todavía del todo no he vuelto pero el caso es que le propuse a mi párroco por medio de su secretaria así como por correo electrónico, ya que ha sido difícil dar con él, que me permitiera rezar al menos una noche a la semana el Rosario en comunidad y ha aceptado. 

El miércoles pasado rezamos Gina y yo, solitas porque no llegó nadie más pero lo disfrutamos mucho. Nos dijimos: - “Qué bien se está aquí! Aquí podemos rezar sin que vengan a buscarnos para pedirnos algo".

Ambas somos solteras y por lo regular, por si no lo saben, a las solteras todo el mundo viene a pedirnos algo. Sospecho que piensan que tenemos tiempo de sobra o, como efectivamente sucede, nos gusta colaborar. 

Rezamos por el Papa, por los sacerdotes (nuestro párroco muy particularmente incluido) y por la Iglesia así como por todos los miembros de nuestra comunidad. Salimos muy pero muy contentas al punto en que, al día siguiente, todavía me rendía la contentera. 

Yo, es que con esto del Año de la Fe, no solo me propuse volver a ser la rezadora que era sino rezar el Credo diariamente, estudiar el catecismo e introducirme de nuevo en la vida parroquial. 

Por lo mismo, muy bien caen las intervenciones del Santo Padre sobre la fe en las audiencias de los miércoles, tal como la de ese miércoles en la que se dejó decir:
“Tenemos necesidad de la Iglesia para confirmar nuestra fe y hacer experiencia de los dones de Dios: la Palabra, los sacramentos, la gracia y el testimonio del amor. Ella nos da la garantía de que lo que creemos es el mensaje originario de Cristo, predicado por los Apóstoles”.
Cierto, vengo teniendo necesidad de la Iglesia sobre todo desde que dejé de asistir a mi parroquia. 

Cierto, ese es el lugar para hacer experiencia de Dios: la Palabra que se hace vida en nuestras acciones, los sacramentos que son como caricias del mismo Cristo, la gracia que se derrama en nuestros corazones y que se reconoce porque ahora en el corazón cabe más gente: es el Amor que garantiza que el mensaje escuchado y al cual te has adherido es el originario de Cristo predicado por los Apóstoles. 

Si no, qué otra cosa podría ser?

El próximo miércoles llegaremos Gina y yo pero por el momento así está bien ya que estamos convencidas de la promesa del Señor: “Allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre…”

Creo que he descubierto el secreto del Año de la Fe.

Ahora, miren este video ya que fue lo primero que vi cuando, luego de terminar esta entrada, me dirigí a facebook. Me resultó una enorme coincidencia ya que nunca lo había visto.
 

1 de noviembre de 2012

La perspectiva de Todos los Santos

Yo, bien lo sé, de sencilla me paso. Por ello, muchos se sienten ofendidos y me lo reclaman como si ser persona sencilla fuera pecado. Lo cual me da mucha risa, dicho sea de paso.

El caso es que, por sencilla, fue que se terminaron todos mis problemas con la santidad, cuando en la clase de Misterio de Dios (Trinidad) comprendí que Cristo está sentado con su humanidad glorificada a la diestra del Padre.

¡Cielos! La humanidad de Cristo, la que comparte conmigo, mi propia humanidad, ¡está ahora a la diestra de Dios Padre!. Sencillamente, no tengo palabras para describir el asombro, la admiración y la gratitud que me provocó comprenderlo.

Quiere decir que mi humanidad, ésta que me da tantas alegrías como tristezas: que me desalienta y se pone enferma y hasta me hace caer en pecado, es de tan altísima dignidad que Dios Padre en su Hijo la tiene a su lado. ¡Increíble!

¡Caray! Se dan cuenta? El Señor no la aborrece, como a veces aborrecemos la propia y de la de los demás, sino que la ama y la quiere para sí y a su lado. ¡Inaudito!

Dios Padre, Creador nuestro, verdaderamente –en mi humanidad- ama su Creación. En mi humanidad y en la tuya, en la de todos. En la de quien te lastima, en la de quien te hace feliz. En la de quien te apoya así como en la de quién te traiciona. 

Por eso, pienso que nos hacemos mucho daño, sin mencionar lo que estaremos ofendiendo a Dios, el que pensemos que alguno está de más en la Iglesia.

Es tan absurdo el pensar de ese modo como sería si alguno de los santos que está gozando en Cristo de la gloria de Dios pensara que alguno de los otros a quien Dios también ha glorificado está de más allá en el cielo. 

Pues lo mismo aquí, ya que con aquella Iglesia que transcurrió como nosotros en el tiempo, compartimos una misma naturaleza humana y, como si fuera poco, ¡la compartimos con Cristo!. ¡Somos de los mismos! A qué viene entonces que, como dije ayer, tengamos desprecios unos para con los otros? Es ridículo, si se pone uno pensar. 

Yo, como persona sencilla, para cuando me veo en la necesidad de corregirme me pongo a pensar en estas cosas ya que me ofrecen perspectiva; la que sospecho deben de tener Todos los Santos que celebramos hoy. 

Tengo la impresión de que es con su perspectiva que hemos de mirarnos para evitar ponernos zancadillas. Con cuanta reverencia, en todo caso, tendríamos que tratarnos. 

Así es: hemos de mirarnos con la perspectiva de Todos los Santos quienes como peregrinos no solo compartieron su humanidad con Cristo sino que en ella comparten ahora con El también su gloria.

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