9 de noviembre de 2012

He descubierto el secreto del Año de la Fe

No creo que sea para alardear más bien para que conmigo se alegren: he regresado a mi parroquia.

Me había ido y de hecho todavía del todo no he vuelto pero el caso es que le propuse a mi párroco por medio de su secretaria así como por correo electrónico, ya que ha sido difícil dar con él, que me permitiera rezar al menos una noche a la semana el Rosario en comunidad y ha aceptado. 

El miércoles pasado rezamos Gina y yo, solitas porque no llegó nadie más pero lo disfrutamos mucho. Nos dijimos: - “Qué bien se está aquí! Aquí podemos rezar sin que vengan a buscarnos para pedirnos algo".

Ambas somos solteras y por lo regular, por si no lo saben, a las solteras todo el mundo viene a pedirnos algo. Sospecho que piensan que tenemos tiempo de sobra o, como efectivamente sucede, nos gusta colaborar. 

Rezamos por el Papa, por los sacerdotes (nuestro párroco muy particularmente incluido) y por la Iglesia así como por todos los miembros de nuestra comunidad. Salimos muy pero muy contentas al punto en que, al día siguiente, todavía me rendía la contentera. 

Yo, es que con esto del Año de la Fe, no solo me propuse volver a ser la rezadora que era sino rezar el Credo diariamente, estudiar el catecismo e introducirme de nuevo en la vida parroquial. 

Por lo mismo, muy bien caen las intervenciones del Santo Padre sobre la fe en las audiencias de los miércoles, tal como la de ese miércoles en la que se dejó decir:
“Tenemos necesidad de la Iglesia para confirmar nuestra fe y hacer experiencia de los dones de Dios: la Palabra, los sacramentos, la gracia y el testimonio del amor. Ella nos da la garantía de que lo que creemos es el mensaje originario de Cristo, predicado por los Apóstoles”.
Cierto, vengo teniendo necesidad de la Iglesia sobre todo desde que dejé de asistir a mi parroquia. 

Cierto, ese es el lugar para hacer experiencia de Dios: la Palabra que se hace vida en nuestras acciones, los sacramentos que son como caricias del mismo Cristo, la gracia que se derrama en nuestros corazones y que se reconoce porque ahora en el corazón cabe más gente: es el Amor que garantiza que el mensaje escuchado y al cual te has adherido es el originario de Cristo predicado por los Apóstoles. 

Si no, qué otra cosa podría ser?

El próximo miércoles llegaremos Gina y yo pero por el momento así está bien ya que estamos convencidas de la promesa del Señor: “Allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre…”

Creo que he descubierto el secreto del Año de la Fe.

Ahora, miren este video ya que fue lo primero que vi cuando, luego de terminar esta entrada, me dirigí a facebook. Me resultó una enorme coincidencia ya que nunca lo había visto.
 

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