La viuda de Sarepta era judía en tierra extranjera. Una viuda lejos
de sus parientes con un hijo de poca edad en aquellos tiempos, con pan o
sin él, estaba destinada a la muerte. De dónde le pide Elías que le
haga un pan primero para él y luego coman ella y su hijo?
En nuestro tiempo y dada la situación acaso no seríamos algunos
capaces, por poco menos, de reventarle en su cabeza al pobre Elías la
primera sartén que tuviéramos a mano?
Es muy probable. Yo, por ejemplo, sin recurrir a la violencia ¡quién sabe qué le diría!
Viéndose uno en las que a veces se ve: necesitado y orgullosamente
tratando de valerse por sí mismo, el Señor no encuentra otro remedio que
presentarnos dos opciones:
1. Volarle con la sartén al pobre Elías
2. Confiar en la promesas del Señor
2. Confiar en la promesas del Señor
Parece una elección fácil, no es cierto?
Pero el caso es que, más tarde o más temprano, Elías llega y, qué es lo que tenemos?
Podríamos tener dinero pero más bien poco; podríamos tener paciencia
pero más bien casi nada. Lo mismo podría ser que nos pidan compasión
cuando tenemos el almacén casi vacío. O quizá justicia cuando hemos
sufrido alguna. Podrían bien pedirnos confianza cuando hemos sido
traicionados u obediencia cuando quien nos la pide es incapaz de ella.
No, si es lo que digo: lo que no entra en nuestra lógica es que nos pidan de lo que carecemos.
No, si es lo que digo: lo que no entra en nuestra lógica es que nos pidan de lo que carecemos.
Y, es que tiene que ser así porque –de lo contrario- qué Gracia tendría? Ninguna Gracia.
Ayer en misa, pensaba en ello.
Yo, que de casi todo no tengo sino más bien poco, eso es lo que se me pide. Se me pide de lo poco que tengo.
No viene Elías a pedirme sino eso. Pues lo que tengo se lo doy y me
fío no solo de que es hombre de Dios sino de que el Señor cumple sus
promesas.
“Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías”. I Reyes 17, 10-16
¡Vaya que las cumple!
Nos damos por notificados: vendrán a pedirnos -sobre todo- de lo poco que tenemos.