31 de enero de 2011

De no ser por el azul del cielo no la hubiese reconocido

¡Ay, gente!

Uno, de verdad, que se encuentra pequeños tesoros en la web; éste ha sido uno de ellos, es un documental sobre mi tierra realizado por James A. Fitzpatrick, un productor norteamericano, calculo, alrededor del primer cuarto del siglo pasado.

Claro, parece haber sido hecho con la intención de promover la inversión de capital extranjero pero, dejando el pasado tortuoso de nuestra región a un lado, quisiera nada más que disfruten -como lo he disfrutado yo- ver cómo se veía mi país en aquél entonces.

¡Ha cambiando tanto mi querido terruño!.

Claro, para ustedes podría ser cualquier exótica porción de tierra en alguna región tropical del mundo, pero el caso es que es mi tierra y la reconocí por el azul del cielo.

29 de enero de 2011

¿Para qué sirven los santos?

Los santos son hombres y mujeres llenos de defectos sin embargo ante los cuales nos es imposible negar la fascinación que nos provocan.

Los santos son personas que a la vez se dejaron fascinar por la presencia de otros santos pero también de la fascinación que provocaba en sus vidas la vida de otras personas.

Los santos son personas para quienes Jesucristo fue una presencia causa de fascinación por lo que sus vidas son para nosotros fascinantes.

Para eso sirven los santos, para saber cómo la presencia de Dios es fascinación (tanto la de Juan y Andrés como la de Teresa de Ávila o la de Juan Pablo II) antes que cualquier abstracción o moralismo.

Los santos, por tanto sirven, para conocer de primera mano cómo vivieron en la presencia del Señor a diario, para saber cómo lo descubrieron en cada gesto, acontecimiento o crisis. 

Los santos, en resumidas cuentas, nos sirven para saber cómo no reducir la realidad.

¿Será por eso que en nuestras filas no vemos incrementarse las conversiones; porque la presencia de Nuestro Señor la hemos reducido a abstracción y al subsecuente moralismo de tal forma que no vemos la necesidad de cambiar?

Porque Juan y Andrés no solo se dejaron fascinar, no solo Le siguieron sino que eligieron cambiar y lo hicieron ya que no querían perder lo que habían vivido, no querían de ningún modo, como Zaqueo y las dos Marías, perder de vista la realidad fascinante de Su presencia.

¿Será por esa fascinación de Su presencia que a Santa María no le quedó más opción que asentir? 

V. El Ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…

V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María…

V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María… 

V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo. 

Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que, los que hemos conocido por el anuncio del ángel la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Muerte, lleguemos a la gloria de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
R. Amén.

28 de enero de 2011

Las consecuencias de una vida tomada en serio

La historia de Chris Medina y Juliana Ramos es una historia que manifiesta claramente las consecuencias de una vida tomada en serio.

Espero que como a mi les llegue este video a sus corazones como un vendaval de esperanza.


Por cierto, si estos concursos sirvieran únicamente para darnos a conocer este tipo de historias yo me daría por satisfecha; y es que, después de escuchar a Chris contar su historia, como que la vida se percibe muchísimo más hermosa que lo que daba la impresión esta mañana, cierto?

Danos, Señor, un corazón generoso y agradecido.
Amén


¡Feliz fin de semana!

PD. Oh, y para aquellos que todavía no han conseguido comprender a qué me refiero con "poner objeciones a la realidad", sepan que lo que ha hecho Chris es el mejor ejemplo de alguien que no las pone.

27 de enero de 2011

Abrazar la realidad

Como es mundialmente reconocido por los expertos, las objeciones que ponemos a la realidad se van adhiriendo al corazón como el exceso de minerales a la raíz de una planta de tal manera que le impide al organismo absorber el agua y los demás nutrientes que le son necesarios para vivir una vida productiva.

Sobre la forma en que se introducen las objeciones al sustrato que es parte del sistema vital de un organismo se ha escrito lo suficiente como para que cualquier interesado en el tema pueda hacer las consultas correspondientes.

A nosotros nos interesa sobre todo analizar el método ampliamente sometido a pruebas de laboratorio y al que se en algunos ámbitos se acostumbra llamar el Método de la Fe.

Nos limitaremos a lo elemental dado que nuestro público no parece estar familiarizado con la semántica y porque, más que ofrecer nueva terminología, deseamos dar a conocer en líneas generales un método que ha probado ser infalible en cuanto a disolver las objeciones de cualquier corazón humano.

El Método es sencillo y la receta no es más que la descripción de algunos puntos en los que el interesado deberá aportar ninguna otra cosa más que su atención.

Receta para disolver objeciones
• Detenerse y observar atentamente los movimientos del corazón ante una crisis*, es decir, someter sentimientos y emociones a la razón.
• Unificarlos buscando su equilibrio.
• Una vez hecho esto le será posible al individuo detectar las objeciones que pone a la realidad, es decir, aquellos sentimientos, emociones o pensamientos que rechazan la realidad tal y como se presenta.

Ofrezco un ejemplo:

El marido está urgido por salir de paseo más su mujer le está retrasando ya que ha preparado agua, viandas, frazadas, cambio de ropa, repelente, protector solar, sombrilla para el sol, un par de toallas extra y parece que no va terminar nunca de acomodarlas dentro del auto. Lleva media hora en ello y el marido enfurruñado se niega a ayudarle lo cual retrasa aún más la partida.

¿Cuál es la objeción aquí?
La objeción es que el marido exige que su mujer considere la aventura de la misma forma, pero eso es imposible, su mujer es su mujer y además de ser mujer la aventura como que no se le da muy bien razón por la cual busca cubrir todos los flancos.

La otra objeción es la de la mujer que no reconoce lo mal que se le da la aventura.

Con objeciones detectadas al marido le será imposible no sentirse impelido a evitar un encontronazo con su mujer que de seguro arruinaría el paseo. Eso, claro, si la mujer tiene un marido listo.

• Una vez hecho esto, el individuo que desee disolver las objeciones deberá rápidamente prestar atención a las exigencias de su corazón.

¿Cuáles son esas exigencias?
Las exigencias normales en cualquier criatura humana venida a la vida: exigencia de justicia, de bondad, de verdad, de belleza, de paz…

Una vez asidas como en un ramillete, el individuo interesado en disolver las objeciones (así como el marido de nuestro ejemplo) se aproximará a la realidad (a su mujer) entregándose a ella en un abrazo.

Abrazar la realidad habiendo reconocido los anhelos del corazón disuelve de inmediato las objeciones.

Nada más intenten la receta y lo verán.

Derechos de autor registrados a nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Calidad garantizada!.

* Crisis: todas aquellas personas y acontecimientos ante los cuales reconocemos un rechazo de parte de nuestro corazón.

25 de enero de 2011

Mejor que la realidad

Nos sucede con frecuencia que en lugar de mirar la realidad de frente volvemos la mirada hacia lo que esperamos que ella sea, lo cual es -en la mayoría de los casos- pura abstracción y cuidado sino hasta ficción.

Así me ha pasado en los últimos días con un par de cosas.

La primera fue el viernes por la tarde cuando mi amigo Víctor J. me llamó para que organizáramos los detalles del almuerzo de nuestro grupo que tendríamos en casa el sábado. 

Víctor J. llamó justo cuando estaba pagando la planilla a los trabajadores por lo que le dije que me disculpara y que le llamaría después. Claro, no dijo más que su nombre y por el tono de su voz di por sentado que era don Víctor H., un agricultor que me llama con frecuencia.

La cosa es que Victor J. llamó y no supe que era él y ni lo sospeché porque me sentía extremadamente cansada por lo que mi subconsciente estaba evitando a toda costa pensar en la actividad adicional del sábado; así que para cuando el viernes a las 8pm recordé el almuerzo y llamé a Diego para preguntarle en qué habíamos quedado, me preguntó:- “Pero, Víctor J. no te llamó?”. “No, no lo hizo”, respondí muy tranquila, pero claro que lo había hecho y eso se me aclaró más tarde cuando hablé con él.

El colmo fue que mi subconsciente tampoco quería saber de Víctor H. porque no le regresé la llamada tal cual se lo prometí. ¿Se dan cuenta?

Afortunadamente, Víctor H. vino con Beleida, su mujer, a tomar café el domingo por la tarde y tuve oportunidad para disculparme. 

Otro clarísimo ejemplo es mi obstinación en que cuanto al entrenamiento y cuidado de los perros de la familia lo que le ha costado caro a mi perra vieja y mañosa en más de una ocasión. 

La última fue el lunes por la tarde cuando decidí sacar a pasear a la perra huskie de mi hermana a la que están entrenando para que se acostumbre a su corral. 

Ni siquiera sospeché que con el estrés que estaría manejando podría atacar a mis otros perros y así sucedió, atacó a mi perra y para cuando pudimos separarlas mi ropa y mis brazos estaban bañados en sangre. Ahora tengo un ligamento del dedo índice de la mano derecha algo averiado, deberé llevar a la perrita al veterinario y, definitivamente, ya no podré sacar a pasear a la perra de mi hermana.

La realidad a veces le da desde pequeñas bofetadas hasta palos a nuestra conciencia y es que, a veces también, preferimos que el mundo, las personas, Dios, nuestro amado Jesús, la Iglesia, sean tal cual los concebimos en lugar de tal cual son.

Qué graciosos, en el fondo lo hacemos porque consideramos que eso que damos por llamar “realidad” y que no es sino abstracción y ficción, es mejor que la realidad que pone Dios a nuestra disposición. 

Claro, por esa terquedad, es que la realidad nos obliga aprender a palos. ¡No nos extrañemos, pues!.

22 de enero de 2011

Un sábado de verano que valió por dos

Les decía que por un rato voy a comentar sobre temas sin importancia y, porque lo prometido es deuda, por eso me ven hoy aquí.

Para empezar, pueden creerme que a las 8pm de la noche del viernes caí en la cuenta que esperaba invitados para almorzar el sábado? No me lo creen? Pues créanmelo.

No sucedió como antes cuando me preocupa más por cumplir con mis ideas preconcebidas sobre lo que es ser un buen anfitrión y consistía en que me ponía histérica si no podía cumplir con mis propios estándares. Esta vez no fue así, no me sofoqué; me acosté tranquila el viernes y desperté tranquila el sábado. Salté temprano de la cama y me puse a trabajar por lo que, para cuando llegó el mediodía, tenía la casa preparada y la comida lista. Fue maravilloso porque de verdad lo disfruté.

Claro, hubo un momento en que me ataranté ya que cuando estaba en medio de marinar los vegetales y preparar el desayuno de mi padre pasó de todo: me buscó la madre de mis ahijados en la puerta, vino uno de los peones a cobrar su salario, me llamaron por teléfono, me buscó mi padre para algo, el perro no se qué y otra cosa no se cuánto. La cosa es que tuve, antes de meter la pata, serenarme y reemprender la tarea y al final todo salió bien. La comida quedó riquísima, llegaron mis invitados y tanto ellos como yo terminamos de comer muy contentos. Partieron tres horas después ya que uno de ellos salía para El Salvador y debía tomar su vuelo.

Tres cosas, aparte de la carrera en la que me puso mi olvido de esta cita, me quedarán en la memoria de este día:

Una es lo bien que la pasé con mis amigos de Escuela de Comunidad en este almuerzo y con Charlie Fernández el responsable regional (creo que así se le dice a su función).

Otra es que pude conseguir por medio de facebook a una persona que me ayudará a denunciar ante el Ministerio de Trabajo a un patrón que no le pagó esta semana el salario a uno de sus trabajadores porque éste estuvo internado en el hospital. El enfermo resulta ser un peón de lechería que tiene cáncer y del cual dos de sus hijos son mis ahijados y cuya esposa fue quien me interrumpió la marinada de los vegetales para informarme que no tenían nada para comer. Qué bueno que lo hizo porque le he dicho que cuando eso suceda me venga a buscar para ayudarle.

La última cosa que recordaré será a mi padre al final del día diciéndome: - “Esta casa está muy fea y desordenada”. Pues claro que lo está, está fea y desordenada porque en cada habitación que utiliza (que ya son varias y recientemente tomó el ante-comedor para utilizarla como sala de trabajo), va acumulando periódicos, sus escritos, libros, máquinas de escribir, cajas (guarda cajas, jeje), medicamentos, cobijitas con las que se cubre cuando tiene frío, mesitas, servilletas (le encantan las servilletas y las va dejando por todas partes), bastones, cables, sillas… Y lo grave del asunto es que no se pueden ordenar estos sitios porque no le gusta que le toquen las cosas. En qué quedamos, eh?

En fin, que a mi anciano padre lo recordaré también por lo que me ha hecho reír este día.

Cuando nos sobrecoge el esplendor de un amanecer o la belleza del sol al apagarse damos gracias a Dios por ese regalo pero nunca o rara vez caemos en la cuenta que cada acontecimiento posee, quizá oculta, si, pero no otra sino la misma sobrecogedora belleza.

Este, con todo lo que trajo a mi vida, fue un sábado de verano que valió por dos. Dos sábados de verano en uno, cómo no voy a estar agradecida?

Nota: la fotografía es mía, la tomé durante un amanecer el año pasado.

21 de enero de 2011

Viernes de verano

Ok, pues bien, parece que entró de lleno el verano así que basta de introspecciones propias del invierno.

De hoy en adelante y por un rato me dedicaré a comentar trivialidades como la de la chichota del tamaño de un aguacate que me salió tras el cocazo de madre que me di contra una tabla del techo de los bancales o como la mala noche que me ha dado un hato que esta noche se introdujo al jardín y que, junto a mis perros que se creen pastores, me han robado la tranquilidad y el sueño.

Hoy es viernes y no es día de cosecha así que tendré bastante tiempo para dedicarle a otros asuntos, tal como ir al supermercado para reponer el kilo de queso que mi perra más vieja y mañosa se engulló anoche; también me dedicaré a quitar el árbol de navidad que si no lo hago -conociéndome- podría llegar marzo sin hacerlo.

Más la obligación no lo será todo, también me dedicaré a cosas más divertidas e interesantes como lo es la lectura del libro “Viaje de Jerusalén” del cual Bruno Moreno de Vita Brevis me ha pedido una reseña.

Tengo que organizarme porque quiero retomar mis frecuentes visitas a la piscina, así como sembrar un almácigo con las semillas de flores de la sierra que traje de Perú así como hacer el viaje a Santa Ana para comprar potes de cerámica para pintar o bien planificar mis saliditas a la playa para el próximo mes.

Como ven, un viernes intenso me espera. Viernes de verano.

Tengan un hermoso fin de semana.

20 de enero de 2011

Sencillez, amistad y obediencia

Desde niña, cuando establecía amistad con otros niños y, eso ha sido así hasta el día de hoy, lo hacía porque aquellos pequeños o porque los adultos de ahora con sus vidas hacen brotar desde mi interior preguntas que necesitan respuesta.

He sido, realmente de pocos amigos, incluso –durante como una década- conté con únicamente dos, la verdad pocos juzgaba yo pero también quienes me acusaban de ser poco sociable.

No crean, estas acusaciones me hicieron llegar a pensar que quienes me criticaban tenían razón; claro, más tarde reconocí que estaban equivocados.

Y me di cuenta de sus desacertadas críticas porque tras larga indagación dentro de mi misma reconocí el patrón que he venido utilizando desde niña para hacer amistad, patrón que ha rendido frutos de calidad por lo que debí concluir que no puede ser el patrón equivocado.

Es que no es posible que un alma joven o la vieja que tengo ahora se haya equivocado al haber tomado como criterio para hacer amigos la pasión con la que ellos se toman la vida, así como el amor y la esperanza con las que la alimentan. Pasión, amor y esperanza que -indefectiblemente- me suscitan preguntas.

¿Qué clase de preguntas?, se preguntaran. Pues preguntas sencillas, como por ejemplo: ¿Cómo haces para ser tan creativa? o ¿Cómo haces para reírte siempre de ti mismo? o quizá ¿Cómo has conseguido ser tan paciente?. Preguntas que han sido respondidas por mis amigos no con palabras sino con sus vidas las cuales por supuesto obtuve observándoles vivir.

Pues bien, este es el patrón que utilizo desde niña para satisfacer mi necesidad de amistad y al cual me he mantenido fiel ya que ha sido no únicamente el que he venido utilizando y ha rendido frutos sino el que utilicé mucho tiempo atrás para recuperar, cuando perdí casi irremediablemente, la amistad con Jesús. En ese entonces, ya cansada de sufrir, me le acerqué y le pregunté: - ¿Me podrías mostrar cómo haces para haber sufrido y seguir amando? 

Pues bien, dentro de este patrón observo tres momentos:

El momento de la sencillez, que sería aquél momento en que, como cuando era niña y otro niño me llamaba la atención por su forma de jugar o de relacionarse con otros, su conducta provocaba de inmediato dentro de mi la pregunta: ¿Me mostrarías cómo lo haces?

El momento de la amistad, que sería el momento en que ese niño reconocía mi avidez, identificándose con ella por lo que, con toda sencillez, tomaba la decisión de corresponderme.

El momento de la obediencia, que sería el momento en que aquello en lo que nos identificábamos se transforma en seguimiento recíproco que al final de cuentas podría describirse como obediencia.

Porque, no se si lo han notado: la amistad, la verdadera amistad, entre dos almas jóvenes o viejas como las nuestras, reúnen estos tres momentos: sencillez, amistad y obediencia, en ese orden.

18 de enero de 2011

Es otro quien los puede contentar

Hablando sobre cuánta agua ha corrido bajo el puente, ayer me dieron la referencia a un documento en el que encontré los siguientes párrafos que llamaron profundamente mi atención:
El dirigirse a los otros libremente, el compartir un poco de sus vidas y el poner en común un poco de la nuestra, nos hace descubrir una cosa sublime y misteriosa.

Es el descubrimiento del hecho que precisamente porque les amamos, no somos nosotros quienes los contentaremos; y que ni la más perfecta sociedad, ni el organismo legalmente más firme y avisado, ni la riqueza más grande, ni la salud de hierro, ni la belleza más pura, ni la civilización más educada los podrá jamás contentar.

Es otro quien los puede contentar”.
La primera experiencia de algo similar la tuve cuando me ofrecí como voluntaria dentro de un proyecto del Cuerpo de Paz orientado a la atención de niños de escasos recursos en edad preescolar en el cual las mujeres fuimos entrenadas durante un año por una voluntaria de ese organismo para ser niñeras y tutoras de las criaturas de las demás mujeres de la comunidad.

La hija de mi madre, aquellas mujeres y sus hijos “pusimos en común nuestras vidas” y, ciertamente, ese fue el primer paso hacia el descubrimiento de “una cosa sublime y misteriosa…” 

Recuerdo que las cuatro voluntarias asistimos al entrenamiento de los jueves por la tarde con una contentera que yo nunca había experimentado en mi misma ni en otras personas, pero recuerdo también la amargura de una madre que en la primera reunión luchó como una fiera por un puesto de liderazgo con la finalidad, más tarde lo supe, de conseguir una posición dentro de la comunidad.

Nadie allí nunca estuvo verdaderamente contento si no llegaba al grupo mediante un acto de “libre puesta en común de su vida”. Y, cosa curiosa que recuerdo ahora, siempre nos fue fácil a las voluntarias -porque llegamos a comentarlo- detectar quien estaba verdaderamente contento; yo siempre lo estuve y así, contenta, transcurrieron dos años en lo que constituyó mi primera experiencia de donación libre y desinteresada.

Muchas veces me han preguntado sobre cuál fue el momento determinante en mi camino de conversión y siempre respondí que fue el día en que elegí servirle a aquellos niños y a sus madres.

Tal respuesta me dejó siempre satisfecha, sin embargo, no es hasta hoy que comprendo qué era lo que me hacía estar contenta y era el que mi naturaleza me impulsaba a configurarme a Cristo y que al donarme líbremente –aún no vislumbrando claramente lo que encontraría al final del camino- llegué años más tarde a encontrarme con El.

Ese es el poder de la caridad, hoy lo he comprendido.

Hoy he comprendido que fue el Señor quien, valiéndose de mi naturaleza que le anhelaba, me estuvo seduciendo por largo tiempo con la finalidad de llegar a contentarme plenamente y que -de hecho- lo logró.

Una cosa más: hoy también comprendí que nada de lo que haga o diga podrá nunca contentar a nadie y eso, aunque parezca trivial, me ofrece una tremenda tranquilidad.

Amen

Tú conoces, Señor, mi corazón y todos mis pensamientos y, al acercarme a ti en oración, sabes de antemano mis luchas, mis debilidades e incluso lo que te voy a pedir y lo que necesito realmente.

Amado Jesús, más que cualquier otra cosa, te quiero a ti, quiero tu presencia, quiero tu amistad, tu compañía; enséñame a ser tu amigo y que cada uno de mis días sea iluminado por la seguridad de que estás conmigo por tu fidelidad.

Amen

Lo que yo digo es que, si un ateo, un evangélico fundamentalista, un mormon, Testigo de Jehová e incluso un católico-pone-objeciones-a-todo, tuviera la mínima idea del agua que ha debido de correr bajo el puente para que de un alma brote una plegaria de este tipo, sería porque ha conocido la Misericordia de Dios, pero como no parece ser así, lo único que posee es su corazón endurecido y amargo que utiliza como mazo para machacar y humillar a los que han sido regalados con la gracia de Su compañía.

Para todos ellos, el agua seguirá corriendo bajo el puente, es inevitable, por lo mismo imploro al cielo que consigan ver en esta vida de su alma brotar como un torrente una plegaria así. 

Eso imploro para ellos y para mi, no olvidar nunca cuánta agua ha debido correr bajo el puente.

Amen

17 de enero de 2011

Prejuicios, indignación e impulsos

Finalmente he comprendido para qué está en mi vida el Trabajador Estrella.

Si uno resulta ser buen observador de la realidad y espera ver en ella signos de la voluntad de Dios, de hecho que los encuentra, yo misma he hallado más de uno este fin de semana.

Y los hallé no únicamente porque observo sino porque estoy dispuesta a ceder ante los hechos y el hecho fue que seguí mis impulsos y me adelanté formándome un juicio que estuvo a punto de salirme caro. Me explico.

Por un pedido excepcional de culantro de parte de nuestro cliente tuvimos que buscar trabajadores extra para cosecharlo este fin de semana.

El sábado, resultado del cansancio acumulado me dormí por lo que mi hermano me hizo saltar de la cama intempestivamente ya que eran las 6am y los trabajadores estaban en la puerta pidiendo que les abrieran para entrar a trabajar.

Así, medio dormida, me vestí y salí a recibirlos. 

Les di la bienvenida, las gracias y los buenos días y tras eso, lo primero que hizo mi Trabajador Estrella fue mostrarme muy orgulloso su nuevo celular.

- Wow… Y cuánto te costó?, pregunté.
- Treinta cinco mil colones! Verdad que está bonito?, respondió.
- Alex, pero cómo es posible que usted gaste casi tres cuartas partes de su salario semanal en un celular?

A partir de aquí todo se estropeó al punto que unos minutos más tarde no me dirigía la palabra. Lo hizo hasta después cuando le supliqué que se “contentara” conmigo porque tenía que decirle algo.

Caí en la cuenta de haberme dejado guiar por mis prejuicios, mi indignación y mis impulsos cuando me dijo:
- Patrona, para que lo sepa, yo estoy muy orgulloso de mí por haber comprado ese celular.

Ahí tuve que admitir mi error. Me expliqué diciéndole que también estoy muy orgullosa de él por lo que ha venido alcanzando para sí mismo y para la empresa en tan corto tiempo. Le rogué que me disculpara y que entendiera que mi reacción fue un impulso por la indignación provocada por el hecho de que dispusiera de su salario de esa manera.

Afortunadamente, Alex comprendió y seguimos trabajando como si nada. Más tarde en el día incluso nos mimamos uno al otro con frases de gratitud y de confianza.

Ahora bien, todo esto para probar que la mayor parte del tiempo nuestras reacciones ante los hechos siguen impulsos y se sustentan en pre-juicios. 

En este proceso observo varias cosas:
Una, la indignación y otra, mis ideas pre-concebidas o prejuicios. 

La indignación descontrolada (impulso) surge de la idea pre-concebida que poseía acerca del uso que debería darle Alexander a su salario.

Si toman mi ejemplo y analizan estos dos momentos en sus reacciones ante los hechos durante su vida diaria, podrán advertir igual que yo, cuántos malos ratos podríamos evitarnos y cuántas discusiones inútiles también, como la que tienen los tradis con los católicos acerca de la beatificación de Juan Pablo II.

En los tradis, también es posible observar las consecuencias de sus prejuicios e indignación fuera de control: una total desgracia y miseria para la humanidad pero a la vez una reacción tragi-cómica, tanto como el síndrome de Tourette.

He descubierto que mi Trabajador Estrella está en mi vida para que detecte mis impulsos producto de la indignación y mis prejuicios; para los tradis, la beatificación de Juan Pablo II está para que ellos detecten los suyos. 

Claro, esto, si uno es buen observador y está dispuesto a ceder ante la realidad para descubrir en ella los signos de la voluntad de Dios. ¡Claro!.

16 de enero de 2011

Ver y escuchar: ¿Nos atreveremos?

Escuchamos a un Juan Pablo II que desde joven apostó a mantenerse fiel a la imagen del hombre que halló reflejado en la mirada del Señor, lo estamos viendo subir a los altares.

Estamos viendo y escuchando a un Benedicto XVI visitando lugares inimaginables, citándose con personajes con quienes ni siquiera podríamos haber sospechado que lo haría, lidiando con situaciones que para cualquier mortal serían abrumadoras, haciendo una sólida hermenéutica de la Liturgia, siendo políticamente incorrecto, canonizando hombres y mujeres admirables, instituyendo ordinariatos…

Les hemos visto y escuchado, seguido y estado con ellos por décadas en cientos de sucesos extraordinarios y aún así osamos poner objeciones? Que “si el Papa estará haciendo lo correcto”, que “si estará enterado”, que “recemos para que Dios le ilumine”; algunos hasta llegan al extremo de decir “las cosas que tiene uno que ver”.

Claro que al escucharles uno se indigna pero de seguido aflora la compasión porque, cuánta compasión merece nuestro pueblo católico ya que está clarísimo que, cuando expresamos objeciones no es tanto que dudemos del Señor y de la confianza que ha depositado en el Santo Padre sino que dudamos de nosotros mismos y, como no sabemos qué hacer con tanta tontería que nos estorba (porque las objeciones son tonterías que estorban y quien no se haya enterado que lo vaya haciendo), las hacemos recaer sobre nuestro Pontífice.

En serio, nunca han considerado que en entre los contemporáneos de Jesús hubo quienes pusieron objeciones? Yo si lo he considerado y porque pude haber sido uno de ellos pero no lo soy pero, más que eso, porque el Señor es mi contemporáneo, no necesito poner objeciones. Creyéndolo, ninguno lo necesitaría.

En serio, es tan difícil advertir que las objeciones son dudas, prejuicios, temores que personas como María y José, Juan o Andrés no tuvieron y que si las tuvieron habrán de habido de ponerlas en segundo plano porque era mayor y más fascinante lo que escuchaban y veían?. Eso han de haber hecho, porque yo no me explico de qué otra manera -si hubieran puesto objeciones y, mucho menos, del calibre de las que ponemos- habría llegado el cristianismo hasta nuestros días.

¡Abramos los ojos y los oídos! La realidad es aquí, ahora, exige de nosotros escuchar y ver; eso si, con el corazón abierto y la razón atenta pero –más que eso- libre de prejuicios.

¿Nos atreveremos?

13 de enero de 2011

¡Lo he resuelto!

¡Lo he resuelto! O, al menos, empezado a hacerlo.

De qué se trata? Se trata de que tengo varios meses, pero con mayor intensidad durante el último mes, de estar teniendo problemas para conciliar el hecho de que mi padre esté viejo y chochea con la forma en que estoy llevando mi vida en este momento.

Muchas veces nos sucede, si no con un padre o una madre, con un jefe, un compañero de trabajo, un hermano o un vecino. No conseguimos que “cuadre” lo que son con lo tenemos expectativas de ser a su lado, lo cual nos lleva a resistirnos y deriva en grandes conflictos internos.

Cuando una situación de este tipo no se resuelve por largo tiempo, quien la vive, tiende a volverse amargado y sin haber comprendido por qué. Pueden pasar años antes de que la persona se determine a observar lo que sucede con ella en relación a la situación que la agobia. Y esto por qué?

Bien, porque –como ha dicho Alex Carrel en Reflexiones sobre el comportamiento de la vida: “Con la agotadora comodidad de la vida moderna… ha desaparecido el esfuerzo creativo de la personalidad… Poca observación y mucho razonamiento que llevan al error. Mucha observación y poco razonamiento llevan a la verdad”.

Es necesario aclarar en este punto que el término “razonamiento” se debe entender como “la dialéctica en función de una ideología” para que consigamos sacar provecho de la cita.

Pues bien, Carrel continua explicando que “nuestra época es una época ideológica, en la que, en lugar de aprender de la realidad con todos sus datos, construyendo sobre ella, se intenta manipular la realidad ajustándola a la coherencia de un esquema prefabricado por la inteligencia: “y, así, el triunfo de las ideologías consagra la ruina de la civilización”. [1]

Ahora detengámonos, porque he de señalar lo determinante para resolver este asunto de falta de “cuadratura” entre el hecho de la ancianidad de mi padre y mi vida, que por ser un ejemplo real puede servir a más de uno para indagar en su existencia cuántos de estas situaciones son manejadas por nuestras “ideologías prefabricadas”.

Por “ideología prefabricada” me refiero a la idea que tengo de lo que tendría que ser la ancianidad de mi padre y de lo que tendría que ser mi vida a su lado. Esta idea prefabricada es lo determinante a detectar.

Mi padre con su ancianidad no es un dato en una ecuación, tampoco lo es mi vida. Su vida es su persona y su persona se me impone como un hecho el cual he de conocer. Su vida es la realidad formulándome la pregunta: ¿Qué sentido tiene? Pregunta a la cual, si no ofrezco una respuesta cristiana, nos conduciría a ambos rápidamente a la ruina definitiva: terminaría considerando pagarle un ancianato, o consiguiéndole un enfermero para que me releve de mi responsabilidad o, como ya sucede en otros lugares del mundo: le ofrecería la opción de inyectarse una sustancia letal. ¡El horror!

La cosa es que para conocer verdaderamente el sentido de los hechos que la realidad me presenta debo remitirme al objeto (sujeto: mi padre, en este caso) para que me sugiera el método para convivir con él y no morir en el intento.

Al hacerlo, sucede algo curioso, el sujeto me devuelve la pelota para que realice una exhaustiva y profunda reflexión sobre mi misma. Y es lógico, porque a cuál tonto de capirote se le habría ocurrido preguntarle a mi padre cómo debería ser mi conducta ante su ancianidad?

Pues, es lo que digo, la respuesta la he tenido desde el principio, únicamente yo.

¡Lo he resuelto! O, al menos, empezado a hacerlo.

Ahora comprendo a qué se refería Carrel con “mucha observación y poco razonamiento llevan a la verdad”.

Gracias, Carrel.

Notas
[1] L. Giussani en El sentido religioso, Capítulo Primero.

12 de enero de 2011

Fe y salud pública

Me he limitado hasta el momento a observar las quejas de los fumadores españoles surgidas de la entrada en vigencia de la nueva ley y lo he hecho porque no sería la primera vez que me meto a opinar sobre un asunto español del cual desconozco los pormenores y salgo trasquilada; pero bien, llegó el momento de atreverme a decir algo y no más por un par de cosas que llamaron mi atención:

Una, es haber leído a una señora española que dijo fumar en el auto con sus hijos presentes.

Otra, es el moralismo de los detractores del tabaco.

Para que comprendan por qué capturaron mi atención estos dos temas debo primero darles a conocer que en mi país desde hace muchísimos años entró en vigencia una ley para restringir las áreas de fumado. Al principio la ley prohibía fumar fuera de áreas delimitadas, ahora ya no se puede fumar incluso en sitios públicos como serían jardincitos o las entradas a los edificios.

Soy fumadora y la ley me pareció espléndida ya que reconozco el daño que provoca el humo del tabaco como lo apestoso que resulta cuando no quieres fumar o no fumas, aparte de lo desagradable que es acercarse a saludar a alguien de beso (en nuestro país todos nos besamos para saludarnos) y constatar medio metro antes de acercártele que es un fumador o fumadora. En fin, que la ley para mi fue un acierto.

Claro, más valía entonces no atreverse a chistar porque en ese caso los detractores del tabaco estaban listos para saltar como guerreros envalentonados por su victoria sobre cualquier alegato que hubieras osado exponer.

(Ja! Uno piensa para sus adentros: ojalá se tomaran así de serio algunos otros asuntos! En fin…)

Como fumadora y ante esos asaltos despiadados de moralismo, para mí toma cuerpo un hecho singular: ¿a qué se debe que el ser humano exprese tanta necesidad de censurar?. Porque está visto, quienes reniegan del tabaco fueron fumadores o son ecologistas y por lo regular son ateos o cristianos. Exfumadores o ecologistas, creyentes o no, pueden ser tan fanáticos moralistas como el que más y ya sabemos que el moralismo usurpa el lugar de Dios en todos los casos resultando ese dios, ser uno bastante agresivo y beligerante, un dios al que hay que andarle de larguito y tenerle cuidado.

El otro asunto que deseaba comentar es el de la señora que fuma dentro y fuera del auto con sus hijos presentes, ella se preguntaba si también las autoridades irían a verificar que no lo hiciera.

Pues bien, como no censuro (o al menos lo intento), nada más le recomendaría a esta señora que se informe con los expertos sobre las consecuencias para la salud de sus hijos que derivan del hecho de convivir con una madre fumadora.

Concluyendo, ante esta invasión del Estado sobre nuestras conciencias algunos católicos fumadores dijeron en mi país y podrían estar tentados a decir en España: “Tenemos derecho a replicar porque, total, todo este asunto es una cuestión de salud pública y no de fe”; sin embargo les pregunté a ellos y les pregunto a ustedes: será que como no es “cuestión de fe” su conciencia les dice que la salud pública no está implicada?

¡Claro que lo está! Es una cuestión de fe, de cómo nos situamos ante Dios y nuestros semejantes y que tiene consecuencias en la salud pública, o no?

(Vaya, que por más que lo intento, cuánto se me dificulta no censurar, ¡vaya que si!; pero, que conste, soy fumadora y si lo hago es sobre todo por amor a sus vidas y a la de sus hijos).

8 de enero de 2011

Aguita Mágica de Jean Pierre Magnet

“Para uno que está enamorado
todo se vuelve interesante:
una buena noticia, un encuentro,
cualquier cosa que suceda
todo se vuelve interesante.
A uno que ha encontrado a Cristo,
todo se vuelve signo de Él”.

Julián Carrón



Descubran y disfruten de la belleza escondida en las pequeñas cosas
y... den ¡Gloria a Dios!

5 de enero de 2011

Avance informativo sobre el Trabajador Estrella

Si existe algo que tengo que agradecer a CyL es que me ofreció el método para vivir mi fe de manera, podríamos decir, “estructurada”. Ahora comprendo que, mucho de lo que me parecía razonable y que para la mayoría de las personas no lo era, es verdaderamente razonable porque para mi fue, ha sido y continuará siendo una forma totalmente válida (y autorizada por el Magisterio) de vivir mi fe y, ésto se lo debo a haber hallado e identificado con el carisma de don Giuss.

Pues bien, para ilustrar este aspecto, les cuento que desde niña he vivido mi fe en algunos ámbitos de forma espontánea y sencilla, por ejemplo, he sido muy observadora por lo que siempre me ha maravillado la multitud y variedad de pequeños detalles a través de los cuales descubro la mano de Dios en la creación, en mi propia vida o en la conducta de los hombres.

Cuando digo detalles, que para algunos podrán ser meras tonterías, me refiero a que, por ejemplo, para mi  en muchas ocasiones ha sido motivo de gratitud a Dios por su obra el simple hecho de darme una ducha con agua caliente, nadar en el mar o en la piscina. Qué se yo, muchas pequeñas cosas desde niña me fascinaban, al punto que -desde que aprendí a leer y a escribir- componía versos a Dios, a Jesús, a María y a los Santos influida por la contentera y la gratitud de verme rodeada de tanta maravilla.

Pues bien, este preámbulo no más que para matizar un detalle que hallarán dentro del avance informativo que les traigo sobre nuestro Trabajador Estrella, quien es aquél muchacho del que les hablé antes de Navidad que se estaba construyendo una habitación en nuestra propiedad ya que anteriormente vivía en un cuchitril, sin trabajo y habiendo sido abandonado de su mujer y de sus hijas.

Paso, entonces a la actualización de los sucesos sobre los cuales supongo mantienen algún interés.

Informo, pues que, Alexander cerró con madera de pino su habitación que cuenta con tres ventanas y una puerta. No resultó tan hábil carpintero como lo suponía, más parece aquello la casa derruida de la abuelita de Caperucita Roja que otra cosa, pero ahí está contento y calientito, protegido de bichos y alimañas, puede guardar sus cosas, bañarse, cocinar y recibir a su familia; porque si, su madre ha venido a verlo y su esposa e hijas han venido a pasar el día para cocinar y almorzar juntos de tal manera que, si lo vieran, el semblante de Alexander ha cambiado completamente, su disposición ante la vida también hasta el punto que ya se ducha con mayor frecuencia y hasta fue a que le “sacaran punta”, esto es, a que le cortaran el cabello.

La cosa con este muchacho pinta bonito, pinta tan pero tan re-bonito que anoche, mientras se duchaba le escuché cantar.

Ven? Yo, por agradecer al Señor el canto de Alexander en la ducha, soy capaz no solo de escribir un poema sino de venir a escribir una entrada en este blog donde se que habrá muchos que reconocerán la maravilla y se unirán conmigo a dar gracias y a glorificar a Dios.

3 de enero de 2011

“Pues, para mi está claro: tu vida no corre peligro”

Mi padre es un hombre saludable de 84 años quien después de tres torpes caídas (en una de las cuales se quebró dos costillas) se ha venido deteriorando física y emocionalmente al punto que ha caído en depresión. No me detendré en los pormenores nada más diré que sus males son una combinación de incómodas tonterías fáciles de solucionar.

- “Qué piensa usted del resultado de la consulta con el médico?”, me preguntó mientras lo traía de regreso a casa.

- “Pues, para mi está claro: tu vida no corre peligro”

Papá es un hombre de letras por lo que me valdré de su situación para platicar con ustedes sobre lo que me ha llamado la atención de su caso.

Todos, sea lo que sea que hacemos, buscamos a través de ello nuestra realización. En lo profundo y como su fundamento se encuentra nuestro deseo de Dios.

Papá, con su trabajo profesional a la búsqueda de Dios ha dedicado la vida; ser consciente de ello y de los beneficios que ha recibido tendría que bastarle para reconocer en la Presencia de quien existe y conseguir vivir su ancianidad en paz pero… no está siendo así.

Y qué es lo que ha pasado? Ha pasado que ha tomado sus sentimientos como motor último de su actuar: su miedo a estar enfermo, el miedo a hacerse viejo, su miedo a perder la vida.

-“Así que, pon atención, abuelo. Pon atención a tu corazón, es decir, a tu razón revestida de tus más profundos anhelos. Trata de recordarlo, cuáles han sido tus anhelos desde niño? Belleza, Bondad y Verdad? Pues ellos, ellos -precisamente- constituyen “la fuerza del origen”; fuerza de la cual, por ejemplo, surgieron el amor, el entusiasmo y la vitalidad que invertiste en las largas horas de creatividad (de las cuales fui testigo) donadas a tus radio-escuchas. Es la misma fuerza que te llevó a ganar de la RTVE el premio sobre la Vida y Obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Un latinoamericano, tú, un sencillo y simple productor de radio costarricense le ganó al mejor guionista de la radio española! Papá, reconócelo, esa fuerza ya no existe o te la guardaste, sin darte cuenta, en la bolsa del pantalón”.

- “Pero, y qué o quién da o es fundamento de esa fuerza?”

- “Cristo. ¿Quién más?. Lo decisivo aquí, papá, es que te re-encuentres con Él”.

(Si este diálogo fuera real, en este momento, sabría exactamente qué cara pondría)

“Bien, pero ya no te entretengo, solo permíteme añadir que el mal de todos tus males no son tus chuequeces y que, aunque fueras joven, ni siquiera serían todas tus debilidades juntas; el mal de todos tus males es haberles entregado tu libertad, porque habrás de saberlo: “la libertad quiere decir, además de conciencia de nuestro límite, ímpetu creador. Puesto que es relación con el Infinito, toma de Él esta inagotable voluntad de crear. Esto lo ha perdido solamente quien es ya tan viejo que está muerto” [1] y tu, papá, estarás viejo pero no estás muerto y ni siquiera tu vida corre peligro".

Y, pongámonos serios queridos lectores, preguntémonos: la vida de quién –verdaderamente- corre peligro cuando ella tiene como origen y meta a Cristo, eh? La de ninguno, no es cierto?

[1] Una responsabilidad que crece con la fuerza del origen. Apuntes de la intervención de Julián Carrón en la Asamblea General de la Compañía de las Obras (Milán, 21 de noviembre de 2010)

1 de enero de 2011

“Venid y lo veréis”

“Para uno que está enamorado todo se vuelve interesante:
una buena noticia, un encuentro,
cualquier cosa que suceda todo se vuelve interesante.
A uno que ha encontrado a Cristo,
todo se vuelve signo de Él”
(Julián Carrón)


Muchos coincidirán conmigo en que un material agradable al tacto es el algodón, ya sea para la ropa interior o cualquier otro tipo de indumentaria, el algodón parece existir para estar en total correspondencia con el tacto, no es verdad?

Lo mismo pasa con el agua y menciono el agua porque conozco mucha, demasiada gente quizá, que pasa por la vida asegurando que no tiene ninguna afinidad con ella, nunca se meten en mar, ni se han dado un chapuzón en el río, no les atrae empaparse en un aguacero y, para colmo, rara vez la beben.

Vivir sin experimentar interés por conocer cuánto se identifica el tacto con el algodón o sin desarrollar el gusto por el agua fresca, desde mi punto de vista, es expresión de cansancio y desinterés por lo humano.

“Mi vida entera ha estado atravesada por un hilo conductor, que es el siguiente: el cristianismo da alegría, amplía los horizontes” (Luz del mundo, p. 23).

Por mucho tiempo, hasta por toda la vida en ocasiones, es posible vivir tanto sin alegría como sin identificar ese hilo conductor y por tanto, sin ampliar los horizontes, tanto como se puede vivir por largos años sin reconocer la correspondencia del algodón o del agua con el propio cuerpo.

“Hoy nos encontramos ante una «crisis de lo humano» que se documenta en un desinterés y un cansancio ante la realidad, que afecta a todos los aspectos de la vida de la gente” (El prodigio que todos esperamos) y, probado está con el asunto del agua y del algodón así como con ese caminar sobre la superficie de la realidad.

Qué es más difícil: despertar cada día haciendo conciencia de la Presencia de Cristo en nuestra vida que despertar haciendo conciencia de la realidad? Y, parece mentira pero, una y otra respuesta son evadidas constantemente.

“Es una desgracia para todos, de hecho, que las personas no pongan en juego su razón y su libertad”. (El prodigio que todos esperamos)

No poner en juego la razón y la libertad ante la Presencia de Cristo en cada amanecer de nuestra existencia es igual de nefasto que no ponerlas en juego ante el algodón o el agua, porque, es o no Cristo fundamento de todo lo creado?

Cada amanecer es fascinante porque nos despierta ofreciéndonos un desafío, como diciendo “Vengan a ver”, con esto la luz del día nos pone a prueba como nos pone nuestro cristianismo y por eso no podemos evadir ni la luz de la mañana ni nuestro cristianismo porque si lo hacemos quedamos reducidos en nuestra razón y libertad; de tal manera que nada de nada entra en juego, en nada cambia la realidad nuestra existencia pero tampoco la cambia nuestro cristianismo.

Cristo despertó muchas mañanas de Año Nuevo bajo la luz de este mismo sol y tomó el desafío: probó el trabajo manual, estuvieron sus pies en contacto con las piedras y el polvo del camino; vistió con tejidos semejantes al algodón y el agua tenía que haber formado parte de su higiene, de la diversión y de su dieta; que se conozca, nunca puso objeción alguna a la realidad.

De Jesús, esto fue lo que les fascinó, fue como si con su vida les dijera: “Mira a ver si, conviviendo conmigo, encuentras algo interesante que haga tu vida más plena, más grande, más feliz. Lo que tú no puedes obtener con tus esfuerzos, lo podrás tener si me sigues” (El prodigio que todos esperamos)

“Venid y lo veréis”

Que el Nuevo Año que este día amanece sea para cada uno de ustedes signo de Él.



LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...