10 de septiembre de 2012

Todo eso puede suceder en solo dos minutos?

El terremoto solo duró dos minutos? Pero si pareció eterno! Todo eso puede suceder en solo dos minutos?


Como se habrán enterado, sufrimos un sismo de 7.6 en escala Richter el miércoles por la mañana.

Hubo algunos heridos quienes están siendo atendidos en los hospitales. No obstante el poder desatado por 200 bombas nucleares los expertos indican que solo hubo daños moderados.

Lo de lamentar, en su mayoría, han sido daños materiales en casas, templos y hospitales que, probablemente, fueron levantados cuando todavía la legislación no poseía requerimientos antisísmicos para la construcción o, sencillamente, porque estaban en mal estado. Nada que con voluntad, solidaridad y esfuerzo, no se pueda reparar.

Agradecidos estamos con el Señor quien, una vez más, ha permitido recordar a los ticos nuestra fragilidad sin que debamos sufrir graves consecuencias ya que un terremoto de esa magnitud en otros lugares del mundo con mayor población y diferente tipo de construcciones, han sido devastadores.

En relación a cómo viví este sismo quisiera mencionar que lo viví de forma muy diferente a las innumerables ocasiones en las que hemos sufrido sismos en Costa Rica.

Tan solo unos minutos antes me decidí, finalmente, a tomar el agua que bendijo el padre Fryar (FSSP) para vaciarla en unas botellitas especiales que compré el día antes y que les quería regalar a mis hermanos y a papá.

Cuando terminaba, humedecí con toda reverencia en ella mis dedos con el propósito de hacer la señal de la cruz sobre mí persona. Justo al proclamar las últimas palabras noté el movimiento por lo que empecé a rezar, como de costumbre “Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal… “ esperando que pasara y poder continuar con mis labores. Sin embargo, en lugar de pasar, recrudecía.

En segundos empecé a escuchar junto a los retumbos las cosas cayendo al suelo y a mi padre quien, con su cuidador se había dispuesto minutos antes darse un baño, imaginándome la que estarían pasando y yo, impotente, ya que aquello no paraba.

Con imágenes de devastación en mi mente sentí el impulso de proteger la imagen del Corazón de Jesús que trajo de España mi abuela por lo que caminé unos pasos hacia ella y me tomé de sus manos.

Viéndome así acogida mi alma naturalmente empezó a llorar clamando por su protección. Justo al invocar los méritos de su preciosa sangre, se detuvo el movimiento por lo que respiré aliviada. Salí corriendo para ver cómo estaban todos y lo que había pasado.

Dos minutos duró el sismo. En dos minutos pueden suceder muchas cosas: se derrumba una casa, se pierde una vida o muchas y alguien se convierte, es decir, en dos minutos o menos, la vida puede dar un giro dramático.

Mis dos incomparables minutos de pavor, porque fueron míos (nadie los vivió en mi lugar), estuvieron misteriosamente enmarcados y firmemente sostenidos por la gracia de la bendición recibida a través de un sacramental utilizado con fe y por una sagrada invocación proclamada de la misma forma. Cosa que espero recordar por el resto de mis días ya que, tal parece, ofrecen solidez a mi existencia.

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