29 de mayo de 2014

El más alto grado de humildad

Este blog es, en mucho, reflejo de mi itinerario de conversión, es decir, del camino que transito hacia el cielo adonde anhelo y espero llegar por gracia de Dios.

En esta ocasión traigo un tema que me ha rondado por largos días en la cabeza y que trata sobre la dificultad que tenemos para situarnos ante quienes no son de nuestro gusto.
Al respecto, san Francisco de Sales ha dicho: “El más alto grado de humildad consiste en ver, servir, honrar y tratar amablemente a los que no son de nuestro gusto que se muestran hostiles, ingratos y molestos hacia nosotros”

Claro, porque esto siempre funciona así: quienes no son de nuestro gusto son siempre los demás ya que, por lo regular, estamos muy complacidos de nosotros mismos, no es verdad?

Deseo enfatizar que, cuando digo que es imperativo cambiar de actitud hacia los demás es porque, de no hacerlo, estaremos añadiendo división sobre la división existente.

Estoy enterada del difícil tiempo que corre para los cristianos el que nos obliga a defendernos pero estaremos perdidos si para sobrevivir elegimos el ataque.

Sobreviviremos, si, pero como cristianos habremos perdido ya que con estrategia de paganos habremos ganado.
La gracia sobreabunda allí donde abundó el pecado por lo que, si llegáramos a caer en la cuenta de que hemos convertido el ambiente que nos rodea en un campo de batalla, consolémonos con que, una vez arrepentidos, la gracia abundará en paz para nuestras almas.
Paz, porque si algo que necesitamos es la paz que da la gracia, la que, lamentablemente, muchos desconocen, quizá, porque no la piden.
Pidamos paz ya que únicamente en sosiego es posible elegir lo conveniente.
Consideremos lo que ha dicho san Josemaría: “Tenemos que actuar de tal manera que los demás, al vernos, puedan decir: éste es cristiano, porque no odia, porque está dispuesto a entender, porque no es un fanático, porque está dispuesto a hacer sacrificios, porque muestra que es un hombre de paz, porque sabe amar” [1]
Bien, para terminar les hago saber que he sido siempre persona de perros, no de gatos, ya que los gatos siempre me han parecido molestos, hostiles e ingratos.
Siempre elegí perritos para que me hicieran compañía ya que son incondicionales.
De la misma forma en que, como amigos, he elegido perros he despreciado rotundamente a los gatos y a ciertas personas.
Pues bien, un gato –recientemente- ha decidido que soy buena compañía.
He debido cumplir con sus demandas de alimentación y exigencias de cariño que parecen ser infinitas y muy frecuentes.
He debido adaptarme no solo para que el pobrecito sobreviva sino porque he notado que me conviene tenerlo de mascota ya que, este gato –creación de Dios-, ha aparecido en mi vida justo en el momento en que necesito tener claras tantas cosas sobre cómo actuar ante mis congéneres que no son lo que se dice “incondicionales” ni precisamente “de mi gusto”.
“El más alto grado de humildad consiste en ver, servir, honrar y tratar amablemente…”

Pidamos la gracia de la humildad.


[1]San Josemaría Escrivá, CPB 122

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...