24 de febrero de 2014

Ser adulto en la fe y ciudadano responsable

“Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad.” 1 Tm 2, 1-2


Re-contra-recórcholis!
Al fin salgo del pesado ambiente pre-electoral nada más para caer en la etapa de la segunda ronda en la que mis hermanos católicos, desconcertados, no encuentran cómo hacer un juicio certero sobre los candidatos disponibles.
Digo que me encuentro liberada porque debí razonar mi fe en relación a trece candidatos y fue arduo el asunto.
Seis horas antes de que se cerraran las mesas de votación no había conseguido tomar una decisión pero al final, encomendada al Señor, la tomé y quedé en paz.

En esta segunda etapa en la que los candidatos no alcanzaron el mínimo necesario no tengo mayor problema para tomar una decisión pero mis hermanos la tienen por lo que probablemente será mi labor ayudarles a razonar su fe.
La lucha más dura será en contra de sus prejuicios por lo que muy probablemente para unos y otros me convertiré en el monstruo parcializado que quiere arrebatar su seguridad.
Es la tarea de todos los días: los prejuicios. ¡Vaya que si dan trabajo! Incluso cuando descubro que los tengo por lo que para ayudar a otros debo, primero, acabar con los míos.
La mayor dificultad que encuentro para que la fe sea verdaderamente un instrumento para dar cara a la realidad es el que no queremos abandonar la seguridad que nuestros razonamientos ofrecen aunque hayamos comprobado una y mil veces que somos totalmente incapaces de enfrentar la vida sin haber dado adhesión a los criterios de Dios.
Ese justo balance entre fe y razón es dificilísimo para la mayoría pero no imposible.
En ese sentido, existen dos tipos de cuestionamientos que mis hermanos se hacen:
1. Importa dar prioridad a los criterios provida para elegir al presidente?
2. Es posible elegir a un presidente si el candidato no da muestras claras de ser provida?
Definitivamente, están ante un dilema, ya que si no se da prioridad a los criterios provida, es decir, a lo que como personas de fe creemos para lo que Dios nos ha traído a la existencia, difícilmente podremos atinar en el resto de nuestras decisiones; pero tampoco podremos hacerlo si priva en nosotros la desconfianza hacia el candidato y la Providencia Divina.
Lo cierto es que nos encontramos en una encrucijada ante la cual tenemos dos meses para pensarlo por lo que es innecesario que resolvamos la cuestión de inmediato.
Recomendable es que oremos, ofrezcamos la Santa Misa, recurramos a los sacramentos, etc., pero también que nos informemos sobre qué debe hacer un católico ante la política; por eso les he recomendado la serie de artículos del padre Iraburu sobre dicho tema la cual espero lean ya que les aportará criterios para dar el voto el próximo abril.
Una señora con la que discutía un poco enfadada porque no le daba la respuesta que esperaba me dijo con desplante que, de todas formas, ella había consultado con su director espiritual y le había dicho lo que debía hacer.

Si, lo ideal sería que alguien pensara por nosotros. A quién no le gustaría? Quién no preferiría obtener de un semejante todas las respustas? Yo, de primera.
Pero no, ser adulto en la fe y ciudadano responsable, exige ir hasta el fondo de uno mismo y verse débil e inseguro ante la realidad.

Solo así daremos con la respuesta que nos viene de la gracia, es decir, del mismo Señor.

No podemos pretender dar un voto razonado acorde con nuestra fe evitando este camino.

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