30 de septiembre de 2009

Un pecado no tan original!

Hola,
Quisiera que me permitieran dejar aquí una reflexión personal sobre un aspecto de las relaciones humanas que se suscitan en el ciberespacio tanto como en la vida cotidiana.
Gira en torno a la desconfianza.
Luego de participar por cuatro años en YR y en el foro Caminos de Diálogo que abrimos con ateos de ese sitio, observé que lo que caracteriza a multitud de ateos es una enorme desconfianza en el ser humano, desconfianza que trasladan a Dios y a la religión, hasta el punto de volverse en algunos, una especie de paranoia.
Cuando, como catequista de adultos, explicaba el pecado original a las personas que se preparaban para bautizar a sus hijos y ahijados, les hacia participar de una pequeñísima representación con la finalidad de hacerles ver qué tan humano y al alcance de nuestras manos está el pecado de Adán y Eva.
Hemos aprendido de este relato que la desobediencia es lo que condujo a nuestros primeros padres a romper su vínculo con el Creador, pero para explicar mi punto, me atrevo a ir un poquitín más allá y decir que, anterior a la desobediencia, está la desconfianza en el Creador.
Porque fíjense bien, quien confía obedece, a qué no?
Así es, pero Adán y Eva desconfiaron, dudaron de que su Padre y Creador les estuviera diciendo la verdad acerca de que aquella situación de Edén era lo que les convenía para continuar vinculados entre si, con sus semejantes y con su Creador. Ellos permitieron entrar desconfianza mediante la intriga de la serpiente quien les hizo dudar no solo de Dios sino de su condición de criaturas a tal punto que llegaron a creer que podrían colocarse al nivel del Creador.
Ahora bien, si hasta aquí estamos de acuerdo, observen que este pecado de desconfianza que deriva en la desobediencia de nuestro primeros padres es lo que nos continua pasando todavía hoy.
Les sucede a los ateos, les sucede a los protestantes y nos sucede a nosotros dentro de la Iglesia, lo vemos entre autoridades eclesiásticas, entre grupos apostólicos y hasta entre individuos.
De tal manera que aquél pecado original no es tan original, porque si bien Cristo nos ha redimido, cerrando el abismo de desconfianza/desobediencia entre Dios y el hombre, las heridas de este pecado continúan atosigando nuestra existencia.
Descubrirse en desconfianza ante Dios, ante sus criaturas o la creación es el primer paso para poder enfrentarla en lucha cuerpo a cuerpo, porque a esto es a lo que nos llaman estos tiempos, a una lucha sin cuartel hacia la cizaña que mete el enemigo suscitando entre nosotros y dentro de nosotros la desconfianza.
Espero que con esta pequeñita reflexión alguno de ustedes se descubra desconfiado, porque habré no solo cumplido mi propósito, sino que se habrá dado la oportunidad de ir un paso adelante en su vida de fe.
Y qué hacer si me descubro desconfiado? Pues disponerse a confiar. Y si no es capaz de, por sus propias fuerzas hacerlo, que doble rodillas y la clame al cielo, que para eso dijo Jesús: Pedid y recibiréis.
Un abrazo a todos.
Y que sea... ¡A Dios toda la Gloria!

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