10 de agosto de 2013

Tenemos idea de para qué sirve la fe?

Es cosa muy triste, digo yo, ver el enorme esfuerzo que hizo Benedicto XVI y el que hace Papa Francisco en relación a tantos temas en los que los católicos debemos corregirnos para ser auténticamente seguidores de Cristo y que, nosotros en las bases, demos al traste con dicho esfuerzo.
Para mí, Benedicto fue un padre tal como mi padre, quizá por eso me conmovió tanto que el deterioro en la salud y muerte de papá coincidiera de forma tan exacta con las fechas entre la renuncia y el cónclave. Ahora, Papa Francisco, ocupa su lugar y, de a poco, voy identificándome con él, lo cual es una maravilla que merece toda mi gratitud al Señor.

Así como de las enseñanzas de mi padre fui ávida receptora, lo mismo de Benedicto y de Papa Francisco ahora por lo que en mi cabeza no cabe que un hijo agradecido sea infiel a su padre dejándose llevar por una libertad mal comprendida y, tirando literalmente a la basura, el esfuerzo con en el que se ha donado completamente por amor a ti.

Como Vicario de Cristo, como el mismísimo Cristo, el Papa emérito y el Papa F, se desgastan por nosotros pero igual seguimos en lo mismo.
Yo lo que digo es que hemos de expandir nuestra mirada al gran panorama de la Iglesia para estar en posibilidad de advertir en qué aspecto, cada uno “manda al carajo” a Cristo y a su Iglesia tanto en las pequeñas como en las grandes cosas.
Es que, por ejemplo, fíjense bien: exhorta el Papa F a los nuncios tener cuidado con los nombramientos de Obispos, habla de que “huelan a oveja”, pero ¡caray! ¿de verdad se juegan la vida en ese aspecto?
O, por ejemplo, indicó Benedicto en su momento que consideraba conveniente el que en cada diócesis se celebrara la misa tridentina al menos una vez al mes, sin embargo -al día de hoy- de lo único que nos enteramos es del gran escándalo que provocan los obispos al negar esa posibilidad a los fieles. ¿No es acaso ingrata esa actitud?
Luego, menciona el Papa F cuánto hemos de cuidarnos de la maledicencia pero ahí vamos, con “la lengua al hombro” y cada vez que podemos, criticando a unos y otros en la parroquia tal como si nos hubiesen asignado labor de jueces en lugar de haber optado por la de servidores.
Saben qué? No hace falta que diga nada más. Saben por qué? Porque es obvio que no tenemos idea de para qué sirve la fe.
Incluso, me atrevería decir que hasta podría ser que estemos llamando fe a lo es tan solo un sentimiento. Lo que sería fatal ya que los sentimientos tienden a ocultarnos la verdad de las cosas y, como la verdad es para la fe como para nosotros el aire que respiramos, la fe -sin verdad- muere.
De ahí es que sea tan fácil para quienes confunden fe con sentimientos el fanatizarse y exponerse a salir de la comunión de la Iglesia y fácil también el que, muchos otros, sencillamente parten en una “pura contentera” hacia comunidades evangélicas, sectas, budismo, reiki, feng-shui, superstición, espiritismo, etc., desviándose sin la menor idea de quiénes son, para qué nacen o mueren, ni para qué están aquí. Cosa de la que se enterarían sin distinguieran entre fe y sentimientos.
Pero, cómo se da uno cuenta que la fe que dice tener es solo un sentimiento? 
Póngala usted mismo a prueba.

De qué modo?
Resiste escuchar la verdad que sobre sus pecados le dice su conciencia?

Lo resiste? Consigue reconocer sus pecados pero además pide perdón y se enmienda? 
Pues bien, eso quiere decir que tiene usted fe ya que de lo primero que realiza la fe es un cambio radical.

Sigue usted en lo mismo?
Pues no la tiene y lo que tiene es “un berrinche” de gran magnitud que lo alejará cada vez más de su salvación. Y, eso –perdóneme que se lo diga- se lo habrá ganado a pulso.

Se dan cuenta lo dramático que es el que tantos católicos en el mundo, dígase obispos, sacerdotes, religiosos, laicos, digan tener fe y lo que tengan sea un amacijo de sentimientos?. 

Por eso digo que es cosa muy triste ver en lo que termina el esfuerzo de ambos papas y, precediendo al suyo, el de Dios Padre en su Amor hecho carne para el sacrificio.

Si, habiendo llegado hasta aquí he conseguido interesarlo en su salvación por lo que desea saber algo más sobre para qué sirve la fe lea LUMEN FIDEI
Ah, por cierto, olvidé colocar ésto:

“La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula, proyección de nuestros deseos de felicidad, algo que nos satisface únicamente en la medida en que queramos hacernos una ilusión. O bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida. Si la fe fuese eso, el rey Acaz tendría razón en no jugarse su vida y la integridad de su reino por una emoción” 
(Papa Francisco, “Carta Encíclica Lumen Fidei”, pp. 30-31).

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