Ha sido una tarde de domingo más que encantadora la que hemos pasado ayer.
Un par de amigas y yo, cual tres reyes magos, seguimos las señas que nos condujeron directamente a adorar al Niño.
El Rezo del Niño es una de las más antiguas tradiciones de la Navidad en mi país.
Por esta época del año, doquier se escucha que hay Rezos del Niño y gente animada preparándose para asistir o para recibir a sus invitados.
Nosotros debimos coordinar para encontrarnos ya que vivimos algo alejadas una de la otra en la zona norte-este de la capital y nuestro amigo vive en la periferia sur.
Nos esperaba un trayecto interesante por desconocido pero nuestro amigo tomó la precaución de darnos una dirección muy detalla para que pudiésemos llegar.
Así fue como salí de mi casa muy contenta a recoger a mis amigas. No hubo problema, ambas fueron puntuales, por lo que salimos a tiempo para aventurarnos por los caminos de Dios y llegar a la hora en que habíamos previsto.
Con dirección en mano, seguimos las señas y llegamos sin problema. Al ver a lo lejos a nuestro amigo que nos esperaba frente a su casa, una de mis amigas dijo: - ¡No entiendo cómo es que los gringos se pierden cuando se les da una dirección!.
A lo que respondimos con una carcajada ya que en nuestro país nos orientamos por hitos en el casco urbano tal como les muestro a continuación:
“Llegas al centro de Alajuelita. Pasas el frente de la Iglesia. Bajas 200 metros llegas al MegaSuper (supermercado). Doblas a mano izquierda. Sigues la carretera 1 km. Pasarás una bomba (gasolinera), el hogar de ancianos, dos puentes. Después del 2do puente, como 300mts, vas a llegar a una calle muy ancha. Ahí la carretera se divide en 2. Tomas la de mano derecha, subes la cuesta inmediatamente. Te vas a encontrar con el Pali (supermercado) la escuela y la plaza. Cuando están en la plaza me llamas por teléfono para terminar de orientarte”.
Con estas señas llegamos perfectamente, por lo que hoy, recordando lo divertido que la pasamos, lo bello que rezó y cantó el coro, lo delicioso y oportuno de los bocadillos, lo primorosamente decorada para Navidad que estaba su casa, su inmenso y elaborado portal, lo espectacularmente acogidas que nos sentimos y lo excepcionalmente amadas por Dios que nos reconocimos en los rezos y cantos junto a María Santísima, San José, el Niño y nuestros hermanos, que me parece que salimos de regreso a casa habiéndonos quedado el corazón iluminado, como ha de haberles quedado a los reyes magos, con esa satisfacción de haber seguido la estrella y haber dado con aquél Niño, encarnación de la Esperanza.
Ah, y lo que no les conté fue que las tres, al caer la tarde, también fuimos a misa.
Si no les he dicho que la de ayer fue una tarde encantadora?