20 de julio de 2012

¡No seré parte de ello!

Pienso que no andamos equivocados al sospechar que se avecina de nuevo un tiempo en que el Hijo del hombre, Cristo, será entregado en manos de los pecadores, cuando observamos un peligro inminente de que el Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia de Cristo, esto es, el pueblo cristiano, es arrastrado a la ruina a manos de hombres perversos e impuros.
Santo Tomáss Moro

Hoy, por un instante, logré ver a nuestra amada Iglesia desde fuera: ¡Qué desencanto!




Recuerdo que hace muchos años cuando leía noticias sobre grupos evangélicos o determinadas sectas con sus luchas de poder y sus escándalos me consolaba pensando que eso no lo vería nunca a esa escala dentro de mi Iglesia, pero, que equivocada estaba.

Ahora no existe día en que no me avergüence de alguno de nosotros y es que, para terminarla de hacer, se establecen luchas intestinas por uno u otro motivo.
Les seré sincera, si todo esto son signos del final de los tiempos, en buena hora.

Sin embargo, que no esperen de mi caer en ese juego. Sencillamente, no lo permitiré. No seré parte de ello.
En otra cosa les seré sincera y es que, he venido notando que este desafuero no es exclusivo de la Iglesia.

Viendo lo que sucede en la calle ya no sabe uno ni qué pensar. Alguna explicación ha de existir para tanto descontrol, para tanta falta a la verdad, al bien y a la belleza.

Recientemente me ha dejado estupefacta y, una vez salida de la situación, sintiéndome como si hubiese transitado por los linderos del infierno, ha sido la desastrosa relación con el cirujano de mi padre así como con un topógrafo a quien buscamos por una asesoría.

El primero antepuso a la salud de su paciente el negocio que ha hecho de la medicina y el segundo, pues bien, me puso en una situación moralmente comprometida al realizar, sin que se lo solicitara, una gestión corrupta –según el- para mi beneficio.

Explicaciones, las hay y muchas, entre ellas la “crisis financiera mundial”, por supuesto, pero también el pecado porque el que, como por una puerta ancha, entra en las almas la influencia del demonio. Y es que, éste anda feliz buscando arrebatarle almas al cielo, ¡ni que darle vuelta!

De tal manera, señores, si estos son signos de los últimos tiempos, pues a meterse en cintura: rogar al Señor por mayor fe y confianza, no permanecer en pecado, recurrir a los sacramentos, muchísima oración privada, comunitaria y de intercesión, prenderse de la mano de María así como de los santos, ángeles y arcángeles; Eucaristía preferiblemente diaria y plenitud de caridad ya que, si no nos armamos con todo esto, fácilmente nos lleva la trampa; no solo en el sentido de que, sin ello, nos exponemos durante esta vida a vernos sin posibilidad de sobrellevar duras pruebas sino porque, sin la virtud que crece en nosotros por mérito de la gracia, ponemos en riesgo nuestra salvación.

Si, es cierto, para muchos somos un desencanto para nosotros mismos, pero qué se le va a hacer? Si el Señor contaba con ello antes de crear el mundo, pues que, ningún sentido tiene que nos lamentemos.
Simplemente, no nos permitamos caer en ese juego.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...