Lo más probable es que, por lo que voy a contar, más de uno me
califique de irresponsable pero correré el riesgo ya que, quien pretenda
defender el aborto a punta de ideas, se encontrará “en el campo” con
una realidad muy diferente.
Con “realidad del campo” me refiero a los hechos que arrojan la
actitud ante la vida de adolescentes y jóvenes de la periferia de la
capital como serían tantos que conozco desde niños y tengo de vecinos.
Es cierto, en mi comunidad da un poco de espanto la cantidad de
chicos y chicas quienes saliendo de la pubertad se les ve al lado de sus
padres y parientes haciéndole frente a un embarazo.
Demasiados, quizá, pero –precisamente- porque son muchos es imposible
ocultar el hecho de que, sin importar las dificultades que deberán
enfrentar, acogen la vida sin poner excusas.
Ayer, precisamente, un joven a quien conozco desde niño me vino a
pedir un árbol para “rajarlo” y sacarle parte de la madera que necesita
para terminar la casita que está construyendo para la madre de su hijo.
No fue hasta ayer que me enteré quien es la joven madre y me llamó la
atención ya que es hija de padres “pudientes” quien, a pesar de lo
mimada que ha sido, está siendo responsable.
De cada joven embarazada que conozco no puedo dar con una sola quien,
teniendo o no apoyo económico, haya siquiera considerado abortar.
Al contrario, es tan asombrosa la capacidad de respuesta de tantos
padres y madres jóvenes, que resultan verdaderamente admirables.
A una de esas madres, con apenas 15 años e hija de padres
analfabetas, ofrecí llevarla a una institución de la Iglesia que en mi
país atiende madres adolescentes y se negó. Las razones que ofreció,
obviamente, para mi fueron inaceptables pero tras un año de observarla
debo reconocer que ha sido y continuará siendo una buena niña-madre
valiente y admirable.
De lo último que hablé con ella fue sobre que desea terminar la escuela a lo que, por supuesto, le ofrecí continuar apoyándola.
Basten un par de ejemplos para que quedemos claros en que la defensa
del aborto ha sido y continuará siendo propiedad de un grupúsculo
alejado de la realidad y que, por lo mismo, la vida continuará teniendo
la última palabra.