14 de marzo de 2011

La Caridad en Cuaresma (y siempre)

El otro día escuché que la caridad es “antes que estar dispuesto a dar, estar dispuesto recibir” tal como la disposición para recibirlo todo de la Divina Providencia que tuvo la viuda que entregó la única moneda que tenía poniendo de esa forma totalmente en juego su libertad.

Durante la Cuaresma la Iglesia me llama a realizar Obras de Misericordia (aunque más bien sería “a estar aún más atenta a las exigencias de la realidad y a los anhelos de mi corazón”); por lo mismo, cuando tenga ante mí a un sujeto a quien “misericordiar” tendría que preguntarme: - “¿Voy hacia él para dar o para recibir?” 

Si descubro que mi motivo es aproximármele “para dar” estaría actuando desde un voluntarismo o moralismo pero si descubro que mi disposición es “para recibir” podría proceder tranquila ya que mi libertad ha sido puesta en juego y mi acto será de total gratuidad.

Pongo un ejemplo: tienes un vecino insoportable, un comentarista de tu blog o quien sea, que te exige más de lo que estás en disposición de dar; pues la próxima vez que se te aproxime te entregarás a él sin reservas y, a ver cómo te va; probablemente mucho mejor que cuando te resistías a su presencia…

Vista de esta forma -la caridad- deja de ser “deber” para pasar a ser “gratuidad".

Me parece que esa es la verdadera caridad: la que nos aleja de moralismos y voluntarismos y que nos aproxima al mismísimo gesto del Señor quien se nos entrega día a día por un acto libre de su amor.

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