Bien, he estado un tanto atrasada en mis entregas debido a una
especie de desazón que me invadió días atrás; pero, como para dar sazón
está la Gracia y, como para decir algo nunca he necesitado tener algo
que decir, regreso con nuevos bríos.
En esta ocasión les diré que en su Mensaje para la 47ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
nuestro entrañable Benedicto XVI ha dicho algo fundamental y es que el
ámbito digital “se alimenta de aspiraciones radicadas en el corazón del
hombre”.
No pocas veces frecuentamos el ambiente digital sin discernimiento,
es decir, sin antes haber identificado nuestras aspiraciones o sin ni
siquiera considerar el que los demás las tengan.
Me explico: sin identificarlas dejamos de lado lo que verdaderamente
importa lo cual es que, para “quienes han acogido con corazón abierto el
don de la fe la respuesta radical a las preguntas del hombre sobre el amor, la verdad y el significado de la vida [ ] se encuentra en la persona de Jesucristo”
En este sentido el ambiente digital “supone todo un desafío”
ya que “pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando
comparten la fuente profunda de su esperanza y de su alegría", esto es: “la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado en Jesucristo”
Autenticidad es la clave.
En clave de autenticidad, Juanjo Romero ha dicho en su facebook que
–en medio de sus agobios del trabajo- le ha hecho bien hallar la
siguiente fotografía.
A mí, por ejemplo, también me ha hecho bien pero más el que Juanjo a través de ella compartiera su esperanza, tal como me ha hecho bien –tras de mirarla- el haberme levantado por un cafecito y encontrar a un par de conocidos perritos callejeros durmiendo con toda confianza en mi casa.
Ahí fue cuando me dije: “Señor! Si tan solo mi corazón dejase ver cuánto de bello, bueno y verdadero le has depositado!”
Cuánto bien nos haría identificar nuestras más profundas aspiraciones pero a la vez renunciar, por Cristo, a poseer título de propiedad sobre ellas!
Cuánto bien “la confianza en el poder de la acción de Dios [que] debe ser superior a la seguridad que depositamos en el uso de los medios humanos”.