22 de mayo de 2013

Nos ha visitado el Patriarca de Oriente

Estando en misa con Su Beatitud Mar Bechara Boutros Rahí, Patriarca de Antioquía y de Todo el Oriente, en la Catedral de mi país quien celebró misa según el rito maronita y notando la gran asistencia de la que no fue mayoría la comunidad libanesa sino montones de jóvenes, adultos, hombres y mujeres que deben haberse sentido atraídos por semejante hecho histórico-cultural-litúrgico no me quedó más que concluir que en Costa Rica nos hace mucha falta “rozarnos” con otras culturas para ir dejando atrás tantos prejuicios. 

Eso sería de mucho bien en muchos aspectos.

Para empezar, aquellos que “mandan” en la catedral debieron hacerse a un lado humildemente para que nuestros invitados “tomaran” sus puestos e incluso los dirigieran.

De alguna forma, hasta debieron pasar por la “vergüenza” de meter la pata en varias ocasiones lo cual, desde mi punto de vista, es pedagógico y bueno para el alma.

Por otro lado, la humildad de los invitados fue sobresaliente y creo que en eso ayuda el mismo rito el que se me presentó como sencillo, austero, tan básico en la fórmula de sus gestos, tiempos, estructura y de sus oraciones como son muchas de las que nos pone a rezar el Papa Francisco. Casi como para niños. 

La música y abundantes cantos fue pilar fundamental. Nos trajeron sonidos del desierto, de la alegría y de la esperanza que un cristiano encuentra aún en lo adverso del clima y de la situación geo-política. 

Sonrisas de nuestros invitados, explicaciones delicadas y cuidadosas, instrucciones precisas, nada de complicaciones nos fueron conduciendo a lo largo de tres horas a los asistentes quienes, como en la forma extraordinaria, nos quedamos un 90% en Babia por no entender ni “pa” de lo que se decía -no obstante- igualmente entusiasmados, fuimos identificando cada parte de la misa y viviéndola intensamente.

Esa es nuestra Iglesia universal la que cuenta con 22 diferentes ritos y dos formas diferentes en el rito romano una de las cuales, de manera incomprensible, se ha llegado a celebrar a duras penas en mi país en una capillita olvidada, de un distrito periférico, de un cantón lejano de la capital cuando tendría que haber sido anunciada con bombos y platillos desde la primera vez, tal como el rito maronita del que ayer disfrutamos, aprendimos y con el que glorificamos a Dios junto a hermanos que viven de forma tan diferente su fe.


Anoche, soñando despierta, me decía: 

“Lo único que falta después de haber recibido al Patriarca de Oriente es que nos llegara anunciado con los mismos bombos y platillos el Cardenal Cañizares Llovera a celebrar junto a Monseñor Hugo la misa tridentina en la Catedral y también en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles”. 

Eso, sinceramente, sería glorioso no solo para quienes apreciamos cada riqueza con la que a lo largo y ancho del mundo ha impregnado el Señor nuestras culturas sino su Cuerpo que es la Iglesia para que el mismo Cristo en la liturgia reciba la gloria que se merece. 

Eso, a decir verdad, no tendría por qué ser solo un sueño sino una realidad.

NOTA:
La segunda fotografía muesta a nuestro Arzobispo Monseñor Hugo Barrantes en procesión de entrada encabezada por el Patriarca de Oriente.
La tercera y última muestra a Ariel, uno de esos jóvenes de los que hablábamos, junto al Patriarca de Oriente de quien pidió su bendición y tomarse una fotografía a su lado.

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