24 de octubre de 2013

Lo denuncian ante el TSE por compartir un chiste

“Cura denunciado ante el Tribunal Supremo de Elecciones por dar muestras de aprobación a un chiste político en su Facebook. No fue posible dar con el responsable en la curia para mayores detalles”.

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En mi país existe un diario de gran circulación que atrae a sus lectores con titulares como este y, como mi intención es llamar la atención, he recurrido a su ardid ya que la cuestión es alarmante y no porque hayan denunciado al cura sino porque, efectivamente, unos “supuestos” católicos cuestionaron a un sacerdote en su Facebook por subir un chiste gráfico acerca de un suceso de la política nacional utilizando una breve expresión jocosa.

Uno de los comentaristas “católicos” incluso presionó buscando que el sacerdote admitiera su inclinación política y así demostrar su tesis de la injerencia de la Iglesia en el proceso electoral.
Artera y burda estrategia, lo tengo claro, sin embargo las avalanchas inician con poco y no puede uno saber hasta adónde, si el sacerdote no se sacude las acusaciones en ese momento para luego retirarse prudentemente de la conversación, pudo haber ido a parar la cosa.
Tanto como el pavor escénico, los ticos tenemos la ingenuidad en los genes. Habrá que ver si nos viene del lado español o del indígena pero, sea como sea, el resultado es que seamos de izquierda, medio o de derecha, ni toda la malicia de la que somos capaces erradica la bendita ingenuidad o saca la verguenza de hablar en público.
Hay que ver, por ejemplo, la de cosas requeté-ridículas por ingenuas que proponen tantos y tantos funcionarios públicos sin importarles el que, por mera dignidad, deben honrar una u otra ideología a la que han dado su adhesión.
El caso es que, como católicos, en lo de ser astutos tampoco estamos muy avisados pero, dado que hasta en el Facebook, católicos malformados pretendan hacer callar a un cura por haber gozado de un chiste merece que nos “pellizquemos”.
Ese breve suceso del que pocos nos enteramos es muestra fehaciente de que lo que está en juego en estas elecciones es el respeto básico al derecho de las personas lo que es “condición necesaria para que los ciudadanos, como individuos o como miembros de asociaciones, puedan participar activamente en la vida y en el gobierno de la cosa pública” (GS n. 73)
Crucial es no callar, queridos ticos, ya que hacerlo implicaría complicidad con el oponente.
Cuestión de sobrevivencia el únicamente no pasarse de ingenuos sino, lo que es de mayores consecuencias, no entrar en componendas con quienes pretenden obligarnos a guardar silencio.
Pues, entonces, si creemos que “la conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral”(GS n.4) tampoco nuestra conciencia bien formada ha de permitir que a ningún cura, antes o después del proceso electoral, se le silencie cuando lo que exprese sea lo que corresponde a la buena formación en su ministerio.
Si hasta aquí no se ha comprendido la cosa, pongámoslo de otra forma: si los laicos asumimos la responsabilidad histórica de hablar no tendrán que callar los curas ya que los laicos somos mayoría y también más bullangueros. 


NOTA: Las citas las he tomado de un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe titulado Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política del cual podrían, sin pereza, echar mano de inmediato.

Que no se nos olvide que para todo hay que buscar antes la voluntad de Dios para que el resto se nos de por añadidura. Cuando deban hablar pidan luces del Espíritu Santo. No se trata tampoco de que digan la primera babosada que se nos venga a la cabeza ya que, de todas formas, para eso estoy yo.

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