24 de abril de 2014

¿Para qué sirven los hermanos?

Hace días he venido pensando en honrar a mis hermanos en mi blog por lo que, debido a cierta situación que se ha presentado, he decido hacerlo hoy.
Soy la hermana mayor de un hombre de 53 años y de una mujer de 46.
He vivido con ellos o muy cerca de ellos toda mi vida salvo cortos períodos lo cual no ha sido fácil pero si providencial y hasta divertido.

Mi hermano fue mi compañero de juegos en la infancia y de quien aprendí y luego desaprendí a ser mamá. Nos ha costado lágrimas el proceso pero dichosamente el, no sin haber puesto yo gran esfuerzo de mi parte, ha conseguido la autonomía que necesitaba.

Con mi hermana ha sucedido parecido con la diferencia que, desde que papá murió, es la mamá ya que tomó la decisión de cuidarme mientras algunas situaciones para mí se resuelven. Todo lo que no pudimos juntas hacer de niñas por la diferencia de edad, lo hacemos ahora. Ella es mi compañera de juegos.
Los pecados y errores de cada uno no son un secreto para el resto. Algunos han sido pecados compartidos y otros han tenido consecuencias graves para los demás, sin embargo, por gracia de Dios y disposición de nuestra parte, todo ha sido perdonado y enmendado por lo que hemos podido seguir siendo una familia según Dios.
Es que acaso puede haber fraternidad donde prevalece el juicio y no se da oportunidad a la reconciliación?
Desde fuera recibo constancia de que nos juzgan como a buenas personas pero a la vez como a un tren de alocados, soñadores e ilusos y más de uno me ha dejado claro en más de una ocasión, tanto de manera directa como sutil, el que sabe cómo poner remedio a nuestra situación.
Yo nada respondo ni tampoco doy crédito a lo que dicen ya que nadie, salvo papá, mamá y nosotros mismos, conoce el camino que como familia hemos transitado para continuar siendo -de viejos- hermanos que se aman entrañablemente, que se cuidan y trabajan unidos por salir adelante contando con la ayuda de Dios.
Por lo tanto, el Señor es el único testigo de nuestro deseo de amarle por sobre todas las cosas y ahora lo son nuestros padres y abuelos quienes desde el cielo interceden con gran alegría por nosotros al ver que honramos su legado de fe, esperanza y amor.
Como familia estamos pasando por un período en el que nuestro futuro no se vislumbra con claridad pero estamos juntos y muy unidos (que no es lo mismo) pero también (lo más importante) profundamente fiados de la Providencia Divina.

Realmente no es algo excepcional lo que puedo decir sobre mis hermanos sino el que de no ser por ellos probablemente habría llegado a considerar que “me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.”.

En cambio, ha sido por ellos, que la Escritura adquiere sentido:
“¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.”
Para eso sirven los hermanos, señoras y señores, sirven para conocer del amor de Dios.
Dichoso el que cuente con hermanos que aman y permiten ser amados.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...