24 de abril de 2014

Recibir un corazón de carne

A mamá, en el lecho de muerte, le dije: - “Vete en paz. Estaremos bien. Nos veremos pronto!”; en cambio a papá solo le dije que se fuera tranquilo. No le dije que nos veríamos pronto. No se lo dije sino hasta ayer, 11 de abril, en su primer aniversario.

Este año del duelo de papá no solo estuvo enmarcado por una serie de pérdidas, incertidumbre y sensación de abandono: la renuncia de Benedicto XVI, conocer al papa Francisco, la muerte de mi más querida mascota, dificultades económicas y laborales así como problemas de salud.
Ciertamente, solo el Señor y yo, sabemos por lo que hemos pasado.
Este blog, de hecho, ha sufrido conmigo y quienes me han seguido de cerca, probablemente, hasta han de haberse preocupado por mí.
Hasta yo me he preocupado por mí!
No comprendo todavía por qué razón, aunque lloré a mamá durante todo un año, no me resultó tan difícil dejarla ir pero, en cambio, dejar ir a papá me ha costado lágrimas de sangre.

El otro día, pensando en eso, llegué a considerar que –probablemente- sería porque, al no tener hijos, papá fue en sus últimos años como un hijo ya que dependía de mí para todo. El dolor de perderlo fue inmenso tanto que pensé que se me había mutilado de alguna forma y que jamás mi vida volvería a ser la misma.

Alguna vez, durante este duelo lo dije: - “Si tuviera que volver a pasar por todo para obtener el corazón de carne que ahora tengo no lo dudaría ni por un momento”.
Job ya no era joven cuando el Señor permitió que experimentara enfermedad, la pérdida de sus hijos, la seguridad que daban sus bienes, el juicio y reproches de su mujer, parientes, amigos y vecinos. Esa sensación de que Dios le había abandonado. No era joven y jamás había experimentado nada de esto.

Tampoco soy joven y tampoco había experimentado nada semejante.

Una cosa que tuve que aceptar resignada el año pasado fue el no poder asistir a ninguna celebración de Semana Santa más que al Domingo de Ramos y al de Pascua de Resurrección. Hasta de eso me vi privada; en cambio, este año, tengo la Semana Santa a mi disposición. La viviré, de hecho, como nunca antes: como el culmen de esta etapa en mi camino de conversión que han sido los dos últimos años.

Llegaré a la Pascua, si, conociendo de Pasión y Muerte. Llegaré habiendo conocido lo que implica donarse hasta el extremo pero habiendo degustado también el consuelo de la misericordia de Dios.

Vale la pena perder todo en esta vida con tal de recibir un corazón de carne con el que obtienes la certeza de haber sido mirado con misericordia.

Es probable que, si, que mi vida haya cambiado sustancialmente.


Job respondió al Señor, diciendo:
Yo sé que tú lo puedes todo y que ningún proyecto es irrealizable para ti.
Sí, yo hablaba sin entender, de maravillas que me sobrepasan y que ignoro.
“Escucha, déjame hablar; yo te interrogaré y tú me instruirás”.
Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos.
Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...