21 de septiembre de 2013

¿Cuál sería el perfil de una universidad católica costarricense?

Admito que se muy poco sobre el tema pero, dadas las circunstancias que vive la Universidad Católica de mi país y que no es diferente de lo que viven muchísimas alrededor del mundo, me pregunto cuál sería el perfil de una universidad católica costarricense?
Para empezar, sería una universidad construida bajo el criterio de un Obispo teólogo y que, de no serlo, tuviese la humildad y sabiduría para asignar la tarea a una comisión teológica de alto nivel que represente la diversidad y complementariedad de la Esposa de Cristo.
De ahí que sería una universidad cuyo rector fuese también teólogo por lo que sabría conformar bajo oración y discernimiento, los diferentes equipos de colaboradores en lo académico tanto como administrativo. Mucho conocimiento teológico-doctrinal para que hubiese comprendido que lo pastoral está supeditado a ello. Inteligencia, apertura de miras, prudencia, serían necesarias en el candidato.
Teniendo un rector de este tipo tanto los docentes como personal administrativo trabajarían para sostener unidos la universidad que, en humilde fidelidad a Cristo y al Magisterio pero con la firmeza que da la razonabilidad de la fe, arrojara al mundo un tipo de profesional con un ardiente celo por su vocación y misión.
Sería una universidad, efectivamente, que cumpliría no solo con los estándares de acreditación estatales sino con los más profundos anhelos del ser humano en el aspecto de su profesionalización.
Se conformaría como una universidad orgullosa de su patrimonio, regida y atendida con celo pastoral por su Obispo y la Conferencia Episcopal. Alimentada con lo mejor del Cuerpo de Cristo como sería un personal docente y administrativo orante cuyo alimento espiritual estuviera centrado en la Eucaristía diaria.
Se les vería por los pasillos entrando en contacto con sus semejantes como si del mismo Cristo se tratase y para cuando arreciaran las dificultades, se les vería guarecidos en la capilla en oración y ayuno.
Una universidad en la cual uno entrara y deseara jamás salir.
Una universidad que vive la alegría de saberse única, querida, necesaria y –antes que fruto del azar- siendo consecuencia del mismísimo pensamiento de Dios.
Sueño y soñar no cuesta nada.
El caso es que, soñando o no, existen tanto sacerdotes teólogos residiendo en el país como en el extranjero que bien podrían ser rectores y docentes de una universidad así.
Solo faltaría que el Arzobispo los aglutinara trayéndolos de donde se encuentran, incluso desde dentro de la universidad y, dándoles el visto bueno, mi sueño echara a andar.

Sea como lo dispongas, Señor. Sea a Ti toda la gloria.

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