21 de septiembre de 2013

El milagro de la realidad humana

En todo esto de creer en Jesús observo que hay un paso que no damos como es el de creer que, por el Bautismo, la vida en El equivale –con todo lo que implica- a vivir, efectivamente, en su Presencia.
Mayores implicaciones si Le permitimos fortalecer este vínculo extraordinario con la Eucaristía, los sacramentos, la oración y las obras de misericordia. Aún mayores si lo hacemos conscientes del don de su Santo Espíritu, que es la Gracia a la que –si se lo permitimos- irá siempre delante nuestro.
El paso hacia la convicción de vivir en su Presencia no lo damos por lo que hasta la misericordia la creemos mérito nuestro, hasta en la caridad no es el Señor quien va delante sino siguiéndonos y, luego, ponemos cara de babosos cuando vemos el nulo efecto que produce.
Si, la verdad, es que –vistos desde fuera- somos muy chistosos. Es como que nos diga el maestro: Creeme, uno más uno es igual a dos, pero que insistamos en sumar uno más cero para obtener el mismo resultado. Es absurdo.
De lo poco absurdo que he visto es lo que se refiere al testimonio que en mi vida han dejado mi madre y su madre, o sea, mi abuela y, ahora que lo pienso, también de papá ya que, desde sus más pequeños e insignificantes gestos, sumados a otros igualmente pequeños e insignificantes, con mis propios ojos he visto como resultado sumas extraordinarias, de las que transforman la vida de las personas.
De ahí que para mí ha sido usual escuchar de extraños o gente conocida cosas como: “De no ser por su papá no sería la persona que soy!” o, “De su abuelita es que aprendí a ganarme la vida” pero también: “Por su mamá fue que mi esposo y yo pudimos salir adelante”.
Es cosa desconcertante cuando te la sueltan sin rollo tanta gratitud y esos cambios de vida que aseguran haber obtenido ya que papá lo único que hizo fue ayudar con muy poquito dinero para el autobús, abuela enseñó a coser y mamá la recibió como mecanógrafa.
Ayer pensaba en esto ya que uno de mis sobrinos se sentó a cenar conmigo lo que se prestó para despertar su interés en los pormenores de dichas historias. Tras ese bonito rato con el y, antes de dormir, tomé de la mesita de noche los Ejercicios Espirituales de Comunión y Liberación solo para encontrarme el siguiente texto de don Giussani:
“El milagro es la realidad humana vivida cotidianamente, sin énfasis excepcionales, sin necesidad de excepciones, sin una particular fortuna, es la realidad del comer, del beber, del velar y del dormir revestida de la conciencia de una Presencia que tiene sus terminales en manos que se tocan, en rostros que se ven, en perdón que se da, en dinero que se reparte, en una fatiga que se afronta, en un trabajo que se acepta”.
Lo citó el padre Carrón ya que venía hablando de la importancia de la vida sacramental lo que remató al final de ese capítulo con otra magistral cita del mismo autor:
“La presencia de Cristo en la normalidad de la vida implica cada vez más el latir del corazón: la conmoción por Su presencia se hace conmoción en la vida cotidiana e ilumina y vuelve cada vez más tierno, bello y dulce el tenor de la vida diaria. Ya nada te resulta inútil o extraño, porque no hay nada sin relación con tu destino y, por ello, no hay nada a lo que no puedas amar […], con las consecuencias magníficas que todo esto implica: respeto por lo que haces, precisión y lealtad con tu obra concreta, tenacidad en perseguir tu finalidad”
Esto es lo que cambió a los discípulos pero también a mi abuela, a su hija y a mi padre y en sus gestos, la vida de otras personas.
Pero, qué digo, es que acaso la Jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria no tuvo consecuencias en el cabeza hueca de Obama o la carta del Papa movido el corazón de Putin? No es, acaso, espectacular el que One of Us ha llegado al millón de firmas, o, difícil de creer, los miles alrededor de Manif pour tous, o, esa fenomenal carta del Papa a Scalfari? Y, para rematar, acaso no significa nada el que Britan´s got Talent ha premiado un maravilloso espectáculo que promueve la vida?

Los más escépticos dirán que no son más que victorias transitorias, a lo que respondo: acaso, no es ese “el milagro de la realidad humana”?

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