21 de septiembre de 2013

¡Tuve con quien rezar!


Dios es bueno. Se ha lucido trayéndonos a este punto de la historia de salvación en que la tecnología es capaz de mantenernos comunicados para que, sintiéndonos como nos sentimos, profundamente necesitados, solos y vulnerables, el internet nos sirva para paliarlo y muchas veces, hasta para subsanar la falta de una comunicación asertiva, veraz y afectuosa de la que muchos carecen en sus propios hogares.
Decía ayer en un programa de EWTN el cardenal Etchegaray, Vice-decano del colegio de cardenales, que la elección de este Papa le ha conmovido hasta las entrañas ya que si de algo estamos necesitados es de el ser reconocidos como personas lo que en el fondo es necesidad de misericordia que es de lo que el Papa desparrama por doquier se le ve pasar. De ahí que Francisco genera tanta confianza.
Tanta que, para la Vigilia de Oración por la Paz, le acompañaron en la Plaza de San Pedro alrededor de 100mil personas de lo más variopinto que he visto en mucho tiempo y no se cuántos miles por televisión estuvimos con el.
Comentábamos en las redes el impacto que ha de haber provocado tanto en los asistentes como lo que, en efecto, nos impactó a la tele-audicencia el ver la diversidad de credos incluso musulmanes arrodillados ante el Santísimo Sacramento.
Ni qué decir de ver a tantos no católicos esperar concentrados y en silencio el rezo del Rosario en el que, por cierto, nos tomamos todo el tiempo del mundo lo cual no tuvo desperdicio ya que con aquella música de arpa y violines intercalados con las meditaciones de Santa Teresita quedó sublime!
Imposible se hacía no degustar cada palabra del Avemaría y del Padrenuestro.
Las degustaron y meditaron los allí presentes, el Papa sobre todos ellos, ya que se le veía cabizbajo con gesto grave muy concentrado lo cual fue señal inequívoca de la importancia del momento. De la seriedad pero también de la paz y la resolución con que se deben afrontar situaciones como la presente; pero, por sobre todo, el que a su lado dimos testimonio de nuestra convicción acerca de la comunión de los santos y el poder de la oración que tuvo mayor realce bajo la tutela de Mons. Guido Marini, oficial de las celebraciones litúrgicas del Santo Padre, quien dejó plasmada no solo su exquisita formación sino el cómo ella se conjuga a la maravilla con el matiz que le imprime el Papa Francisco.
Como “acción litúrgica”, la Vigilia, fue extraordinariamente bella. Bella y deleitosa a tal punto que concluyo que fueron las cuatro horas mejor invertidas “pegada al televisor” de toda mi vida.
Ayer me quejé de que no tendría con quien rezar pero, como mucho de lo que me quejo, hubiese sido mejor que no lo hiciera ya que después de haber estado adorando al Santísimo Sacramento expuesto en Roma junto al Papa, Mons. Marini, decenas de Cardenales, sacerdotes, religiosos, miles de mis hermanos jóvenes y adultos, cientos de no creyentes, musulmanes, otros cristianos, etc. me doy cuenta que, Dios es bueno, ya que tuve con quién rezar.
“Esa Vigilia del sábado 7 de setiembre, quizá detenga la guerra, quizá no, pero dará frutos”. Es lo que ha dicho Alonso Gracián, uno de mis contactos en Facebook.
“Sé que los dará”. Fue lo que respondí. 


Nota:
Como les digo, cada detalle fue conmovedor pero para mí, conmovedor hasta las lágrimas, lo fue la lectura del Sermón de san León Magno del cual les traigo el enlace.

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