Debería sorprendernos que según la encuesta realizada en España por Paix Liturgique “dos de cada tres españoles se consideran católicos, pero sólo una cuarta parte de esos católicos participa regularmente en la Misa”? Debería sorprendernos que en Costa Rica -un país predominantemente “católico"- la mitad de los diputados hayan votado a favor de la FIV y que en los sondeos vaya ganando la FIV como opción para obtener una “familia feliz”?
Pues no, no debería sorprendernos.
Claro, con tan aplastante realidad ante las narices nos espantamos y hasta cierto punto quedamos petrificados, sintiendo la derrota sobre nuestros hombros y de a poco viendo como la esperanza queda hecha añicos a nuestros pies; pero bien, dejémonos de majaderías, la realidad es abrumadora pero nada ganamos echándonos a morir o desesperándonos.
Debemos mirar los hechos de frente sin temor y asumir cada uno la cuota de responsabilidad que le corresponde pero, para qué? Para cargarnos de culpas y repartir reproches? No, por supuesto que no, sino para conocer. Conocer tras haber ido hasta el fondo de nosotros mismos y de esta realidad desconcertante.
Ayer discutíamos algunos en facebook el escándalo en el que nos encontramos al constatar la “ineficiencia” de la catequesis, de los programas pastorales, de la formación en la fe de los grupos apostólicos, de tan consabidas “misiones” y “evangelizaciones” con las que nos atiborran. Les decía que revertir este proceso -que para mi nos ha llevado a tocar fondo- no estriba en revisar los programas catequéticos ni los planes pastorales, ni en hacer apologética ni proponer las Cinco Vías de Santo Tomás, sino en hacer memoria de la fe como la mirada que pusimos en la verdad un acontecimiento.
Un artículo interesantísimo cayó esta mañana en mis manos a través de uno de mis lectores y se refiere, precisamente a lo que representa el meollo de la cuestión:
El concepto de “verdad” siempre ha sido indagado por la filosofía, pero, ¿qué es, pues, la verdad para los cristianos? ¿Es un acontecimiento [como se aprecia en el Nuevo Testamento] o un principio de razón [como lo pensó la filosofía moderna]? De la Potterie encuentra en Luigi Giussani estas palabras iluminadoras: «La categoría de acontecimiento es, pues, capital para definir qué es el cristianismo (el cristianismo se reduce totalmente a esta categoría): el cristianismo es un acontecimiento». En efecto, para el cristianismo, la pregunta ya no es “¿qué es la verdad?” sino “¿Quién es la verdad?". De esto se derivan cuestiones prácticas, pues si se deja de percibir el cristianismo como acontecimiento, se cae en lo que Juan Pablo I explicó: «El verdadero drama de la Iglesia a la que le gusta llamarse moderna [el verdadero drama de los cristianos que quieren ser modernos] es el intento de corregir el estupor del acontecimiento de Cristo con reglas». Este es el punto: la eterna tentación es la de reducir el cristianismo a una ética, un código de reglas, una doctrina (esto es, algo racionalista). Pero no es ni una ni otra cosa: es un acontecimiento histórico.Ignace de la Potterie*”
Quien haya comprendido podrá reconocer que las cuestiones prácticas que derivan de hacer memoria de Cristo como acontecimiento son nada desdeñables y que, por el contrario, contribuirían a revertir la cifras de las estadísticas pero -más que eso- harían de nuestra fe en Jesucristo algo que –por sus méritos, no los nuestros- incide en la historia.
Algo que -en sí mismo y a como está la cosa- resultaría verdaderamente sorprendente sería verificar comunidades católicas que viven su fe como memoria de Cristo en cada acontecimiento.
¡Eso si que resultaría verdaderamente sorprendente!
Para conocer la totalidad del artículo diríjase a ESTE enlace.
*Sacerdote belga, profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma y reconocido especialista en Sagrada Escritura, autor de numerosos estudios especializados y trabajos de divulgación. Participó como perito en el Concilio Vaticano II. Entre sus obras traducidas al castellano se cuentan La verdad de Jesús; María en el Misterio de la Alianza; La Sagrada Escritura y el Vaticano II; entre otras.
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*Sacerdote belga, profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma y reconocido especialista en Sagrada Escritura, autor de numerosos estudios especializados y trabajos de divulgación. Participó como perito en el Concilio Vaticano II. Entre sus obras traducidas al castellano se cuentan La verdad de Jesús; María en el Misterio de la Alianza; La Sagrada Escritura y el Vaticano II; entre otras.