7 de septiembre de 2011

La belleza que inspira un cura con sotana

He tenido muy mala pata viviendo en este lugar encantador en las faldas de una cordillera en la periferia del Valle Central y saben por qué? Porque es un suburbio que, primero, permaneció hasta hace muy poco siendo una filial olvidada de una parroquia lejana y, segundo, porque desde que es parroquia hace apenas unos años, han pasado como párrocos innumerables sacerdotes y sobre el último, quien es el que por más tiempo ha permanecido, caray, solo puedo decir: ¡Qué el Señor lo ampare!

No es algo bueno para un pueblito de tres mil habitantes y para un alma como la mía que me imagino es como la de muchos, haber no tenido por décadas un pastor con todas las de la ley. Esto se me ha hecho evidentísimo luego de que he pasado algunas horas con el sacerdote del Vaticano con el que me reuní un par de semanas atrás.

En realidad es por gracia de Dios que soy la católica que soy y doy gracias al cielo, porque de cada sacerdote -aunque lejano- que conozco he podido recibir porciones de la belleza de sus almas pero es que no fue hasta que conocí al padre del Vaticano que me di cuenta cuánto extraño tener cerca y reunida en una sola persona toda esa belleza.

Me refiero a belleza que inspira un cura con sotana como expresión de cuán seriamente se toma su vocación; me refiero a la belleza de un cura que interrumpe su vida “profesional” y social para rezar la Liturgia de las Horas, que reza antes de comer, que se cuida tanto de sus impulsos como de las palabras que utiliza coloquialmente, que se alegra con ser despreciado, que es capaz en lo máximo de su tristeza darme ánimos para continuar trabajando para el Señor. La belleza de un cura que celebra a diario la misa según la forma extraordinaria y reza el rosario, que cuando se despide lo hace con un “Dios la bendiga” que se dice con tal sincero acento que se recibe como lo que es, una auténtica bendición. La belleza de un cura quien -desde su escritorio del Vaticano- se toma los minutos necesarios para responderle sus correos a esta loca cuanta tontería y lamento se le ocurre compartir con él. 

Yo no se, lo geográficamente lejana que he estado toda la vida de sacerdotes como éste me ha hecho darme cuenta cuanto bien han de estar haciendo otros muchos a nuestra amada Iglesia y cuánto no, los demás. 

Por otro lado, estoy segura que muchos laicos han tenido más suerte que yo, Angela –por ejemplo- teniendo de párroco por muchos años al padre Carlos Humberto, o aquellos que recibieron al padre Guido cuando se despidió de un solo año como párroco de mi pueblo para ir a Frailes de Desamparados; muchos han tenido más suerte que yo y por eso doy gracia a Dios.

Existe un párroco al otro lado del mundo, el padre Javier Sánchez Martinez en Palma del Río, otro de esos sacerdotes que no se por qué tengo tan lejos, que colocó hoy una entrada en su blog titulada “Un Programa de Vida” en el cual habla sobre de qué manera la adoración eucarística y la misa diaria tendrían que ser fundamento para cualquier católico y cuánta razón tiene porque quizá fue ese poco tiempo con el padre Guido en que asistí a misa diaria y me pasaba horas ante el Santísimo de donde obtuve en buena parte lo necesario para ser la católica que soy; de hecho me parece que así fue, porque fue durante ese período que conocí al seminarista Esteban, ahora mi mejor amigo quien, junto con el padre Guido (el cual-dicho sea de paso- también usa sotana), me animaron a estudiar teología de la cual obtuve este amor por la Iglesia, por el Vicario de Cristo, por la Liturgia, por los movimientos eclesiales pero por sobretodo, este amor loco por el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, el cual y no por casualidad me condujo también a Comunión y Liberación.

Pero bien, no todo son lamentos, también he sido excepcionalmente afortunada, porque si bien no tengo sacerdotes -de esos que invitan a ir a Cristo- tan cerca como quisiera, los he conocido de lejos y porque, bueno -pero- cuántos laicos conocen que han podido conversar largo y tendido con un sacerdote con sotana funcionario del Vaticano y además obtener de el su confianza para llamarle amigo? No muchos, me parece.

Muchas cosas inspira la Belleza pero son de una particular exquisitez las que inspira un cura que utiliza la sotana como expresión de lo que implica para el su vocación.

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