Recién amanecía y yo, como siempre despierta desde muchas horas antes, salí a la terraza para asomarme al amanecer.
No era como el amanecer glorioso de esta fotografía del pasado domingo, sino uno que presagiaba un día más de este verano loco que más parece invierno.
Algo decepcionada pero haciendo acopio de todo lo cara dura que puedo ser le dije al Señor:
- “Amadísimo. Mira, yo se que puedes. Anda, por favor, sopla así (fuuu, fuuu, fuuu) esas nubes pesadas y oscuras todo lo lejos que puedas y regálanos, por lo que más quieras, un día de sol. Hazlo, te lo ruego. Yo se que puedes, te he visto hacer cosas mucho más difíciles!”
En ese momento, se me vinieron como un baldazo los recuerdos dolorosos del último año.
Hice una pausa para tragar grueso y recuperarme. Respiré hondo y ahí fue cuando dije:
Hice una pausa para tragar grueso y recuperarme. Respiré hondo y ahí fue cuando dije:
- “Cierto. Te he visto hacer cosas mucho más difíciles que cambiar el curso de una nube como ha sido el que has cambiado mi corazón”
En este momento, sonreí.
PD. En la próxima entrada el desenlace de este día de verano que parecía invierno.