Quisiera reunir varias cuestiones en esta entrada porque todas tienen relación.
Para empezar la cita de Julián Carrón que despierta en mí la memoria de Cristo: “Para uno que está enamorado todo se vuelve interesante: una buena noticia, un encuentro, cualquier cosa que suceda todo se vuelve interesante. A uno que ha encontrado a Cristo, todo se vuelve signo de Él”.
De Cristo, su memoria, me la trae el padre Carrón con su cita pero también el padre Javier, la monjita con la que me encontré el otro día. Me la despiertan un par de niños hambrientos y su madre a quienes alimento y, así, muchos me la despiertan.
Si me la despiertan es, en principio, porque soy bautizada y porque del Bautismo he recibido la Gracia de haberme hecho hermana de Cristo y con ello la oportunidad real de tener sus mismos sentimientos y pensamientos. No poca cosa es esto del Bautismo. Y no lo es porque es inmersión en el Misterio Pascual de donde recibo la oportunidad real para vivir en un mundo que me adversa, tal como a los primeros cristianos, enamorados y locos de alegría por el martirio.
Ahora bien, para alguien enamorado de Cristo todo es interesante por lo que, estando así de enamorado, también todo, comporta un problema, una provocación, un desafío. Claro que sí. Soy soltera pero eso no me hace ciega ante el hecho de que estar casado es un problema para la soltería, así como tener hijos sanos y/o enfermos lo es para la vida del matrimonio. Un problema que sacude y que transforma.
Ningún cristiano que se precie de serlo querrá evitar esa cruz. La cruz que es la propia vida porque sabe que, asiéndose de ella, encuentra libertad, no solo para vivir alegre, sino para morir en Esperanza.
Por supuesto, siempre existe el riesgo de ser o dejarnos ser cristianos que, fuera de la dificultad de organizar a la familia para ir a misa, no encuentra ningún problema en serlo. Nada le sacude, nada le interesa, nada es signo de Cristo para el. Nada le transforma. Ante lo cual no se ni qué decir.
Eso si, lo que si puedo decir es que, siendo bautizada he recibido por Gracia la oportunidad real de tener de Cristo sus mismos sentimientos y pensamientos que me permiten amar antes que juzgar pero también juzgar para cuando se trata de la salvación de las almas y ver en ello todo un desafío.
Habrá personas para quienes nada es un problema, ni los Yanomami sin bautizar en la Amazonia, ni los vecinitos hambrientos, también sin bautizar. Ni siquiera se harán problema con organizarse para ir a misa ya que, si resulta engorroso, mejor lo dejan para el próximo domingo.
Así es como somos y así estamos. Viviendo como si el Bautismo fuera un accesorio, dejando morir la Gracia, pasando de largo de los problemas que no son sino desafíos, provocación para encontrarse con el Resucitado; dejando pasar la Cruz y con ello, la oportunidad real de vivir en alegría, locamente enamorados.
¡Si es lo que les digo! Yo, enamorada, problema me hago hasta de los que no se hacen problema con nada; pero, es que existe algo que no sea nuestro problema?
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