Estando en Guadalajara y sin posibilidades de comunicarme con mis
lectores fácilmente tuve tiempo para pensar y llegar a la conclusión de
que mi relato sobre la experiencia de este viaje cuyo principal objetivo
fue asistir a solemne misa tridentina en la Catedral de Guadalajara
debía iniciarlo por el final.
Por qué razón? Porque las conclusiones son lo verdaderamente importante y no siempre lo más fácil de obtener.
Ahora verán lo que quiero decir.
Uno puede concluir que el viaje fue un éxito y no estará mintiendo
pero más allá de eso existen cuestiones de fondo, aparte de la novedad,
la alegría, el entusiasmo, los lugares maravillosos, las comidas ricas,
los nuevos amigos, etc. que hacen del viaje una experiencia fenomenal;
sin embargo, un viaje es exitoso para un cristiano si ha sido a la vez
que un gozo y deleite externos también y, sobre todo, un itinerario de
fe.
Qué quiero decir? Quiero decir que un cristiano tendría que regresar a
casa reconociendo al Señor más cercano que antes de su partida.
Pues bien, me parece que ha sido el caso, por lo que la simple
descripción de eventos no tiene mucho sentido para mi de tal forma que
me dispondré a mostrarles, a lo largo de las publicaciones que sean
necesarias, al Señor haciendo de las suyas en mi vida lo que es, al fin
de cuentas, lo que da sentido a mi existencia y a la de este blog como
itinerario de fe.
NOTA: La fotografía la tomé desde la terraza del Hotel Francés al amanecer del domingo 13 de mayo del 2012.
Por cierto, si en ésta como en entradas posteriores me notan algo decaída no es porque no esté contenta al regreso de mi viaje, es que pesqué un resfrío mexicano y estoy algo cansada.