1 de octubre de 2012

Nuestro entrañable Juan

…todos tenemos que ser siempre capaces de apreciar y estimarnos mutuamente, alabando al Señor por la infinita ‘fantasía’ con la cual obra en la Iglesia y en el mundo”
Benedicto XVI, Angelus, 30 setiembre 2012
No les he hablado de Juan y, como lo dicho por el Papa en el Angelus del 30 de setiembre tiene que ver con nuestro entrañable servidor, no me queda más remedio que presentarles a este singular personaje.

Juan apareció en nuestras vidas a través de la “fantasía” de internet. 

Todo comenzó cuando durante el post-operatorio de papá nos la vimos a palitos para atenderlo en casa. Nos ayudó por un par de semanas Jorge y luego otro muchacho que resultó no tener la experiencia por lo que rápidamente tuve que buscar a otra persona para reemplazarlo.

Como conozco de la invaluable ayuda que ofrece internet, un día escribí en el buscador de google “cuidadores de ancianos” y fue cuando aparecieron tres anuncios, dos de mujeres cuidadoras localizadas un tanto lejos de mi casa y una de un hombre que decía vivir muy cerca. Opté por llamarlo y darle una cita. Llegó ese mismo día.

Resultó ser Juan quien tiene cuatro meses de estar ayudándome a cuidar a papá.

Qué tiene Juan de singular? Todo, simplemente, todo.

Juan no solo posee la fuerza física necesaria, sino que es paciente, de buenos modales, respetuoso, cariñoso, tiene la experiencia que necesitamos, no es “carero” y no escatima en ayudar a cualquier miembro de la familia en las diversas formas en que se da cuenta puede ser útil. 

Escucharlo hablar con papá es un gusto, por otro lado, a papá le encanta su compañía. Es tan bonita su relación que bien podría alguno sentirse celoso pero no es así ya que estamos muy conscientes de nuestras limitaciones y de lo que conviene en cuanto a los cuidados que requiere nuestro padre. 

Sin embargo, para el caso que me trae en relación con lo dicho por el Papa, Juan tiene algo que lo hace singular en nuestro contexto: Juan es evangélico. Tanto lo es que, desde el primer día me pidió los domingos libres para poder asistir al culto y para también entregarle ese tiempo a su familia a lo cual, obviamente, no me negué aún cuando eso implicaría que tendría que incomodarme o incomodar a otros para asistir a misa.

Muchos pequeños y grandes gestos hemos recibido de Juan como cuando me dijo que mucho en lo que necesito la ayuda de Dios para corregir en mi persona lo puedo hacer con ayuno y oración.

No cabe la menor duda de que no solo cree en Dios sino que vive según sus preceptos por lo que tampoco me sorprendí el día en que, discutiendo sobre mi temperamento ante determinadas circunstancias, me dijo sin mucho preámbulo: - “Señora Maricruz. Si es que considera que no puede hacer nada con su temperamento, entonces, dígame nada más: para cuándo va a ser que ponga en uso los dones del Espíritu Santo? (Gulp!)

Jo, jo, jo. ¡Me diste por donde era, Juan! (esto, por supuesto, lo dije para mis adentros) En este punto llegué a la convicción de que tendría que hacer algo muy diferente a la forma en que lo he venido haciendo. Definitivamente.

Por eso, para cuando durante el Angelus el Papa citó a San Agustín, quien escribió que “como en la Católica –es decir en la Iglesia- se puede encontrar lo que no es católico, así también fuera de la Católica puede haber algo de Católico”, mi primer pensamiento fue para Juan.

Fue el padre Luigi Giussani quien dijo lo siguiente: «En el modo que tenemos de vivir las circunstancias, decimos ante todos, quién es Cristo para nosotros» pero, se que coincidirán conmigo, bien pudo haberlo dicho nuestro entrañable Juan
 
Bien pudo haberlo dicho Juan por lo que no cabría sorprenderse de que, por algo como eso, don Giuss tampoco se pusiera celoso.

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