1 de octubre de 2012

Por todas partes se escucha: ¡El Catecismo, el Catecismo!

Traigo el tema a colación ya que muchas veces me pasa que “ando como en Babia": oigo sin escuchar y veo sin mirar, por lo que se me ocurrió que podría estarnos pasando lo mismo con lo que por todas partes el Papa menciona que para este Año de la Fe nos concentraremos en el Catecismo.

Hace apenas unos cuantos días lo repitió ante el colegio episcopal:

“Os animo, pues a empeñaros para que, a todos, -según sus diferentes edades y condiciones de vida- les sean presentados los contenidos esenciales de la fe, -de forma sistemática y orgánica- para responder a los interrogantes que plantea nuestro mundo globalizado y tecnológico (…) Para ello, es fundamental el Catecismo de la Iglesia Católica; una norma segura para la enseñanza de la fe y de la comunión en un único credo. La realidad que vivimos exige que el cristiano tenga una sólida formación”.

Por qué concentrarnos en el catecismo? Por qué no llama nuestra atención sobre los libros catequéticos de las respectivas conferencias episcopales, por ejemplo?

Pues porque el catecismo es el catecismo. Quien lo conozca y lo haya utilizado no solo para aprender sino para enseñar habrá reconocido su incomparable valor y su necesidad ya que el catecismo es como entrar en un aula en la que se encuentran dedicados a la enseñanza todos aquellos de quienes necesitamos aprender nuestra fe de forma orgánica y sistemática: los patriarcas, los profetas, los primeros padres de la Iglesia, María, los apóstoles, Jesús y, por supuesto, todo el Magisterio de la Iglesia hasta nuestro días. 

De la magnitud del valor del catecismo no caí en la cuenta hasta que hace ya bastantes años el padre Jorge Pacheco a quien tuve por un corto período de párroco me encomendó, mientras estudiaba los fundamentos de la teología en la UCatólica, la catequesis para la preparación para el bautismo de padres y padrinos así como la de niños, jóvenes o adultos sin ese sacramento.

Cuando el padre me entregó los libros catequéticos oficiales de la Conferencia Episcopal para prepararme los estudié pero llegué a la conclusión de que les vendría bien un poco más de sustancia por lo que le propuse elaborar un subsidio fundamentado en el catecismo. 

En realidad fue sencillo ya que el catecismo se presta para únicamente copiar y pegar. No es difícil ir amarrando los diferentes argumentos ya que ofrece todas las referencias necesarias. Por tanto, quien se vea en la necesidad de enseñar requerirá únicamente de su ordenador o computadora, un básico sentido común y un buen editor de texto. Las fotocopiadoras harán el resto.

Escribiéndoles me ha venido a la memoria el deseo que tengo desde hace días de fundar un centro cultural católico en el cual se ofrezca formación en la fe. Creo que lo iniciaré en mi casa invitando a mis vecinos. Se lo comunicaré al párroco a ver qué me dice y le echaré ganas no vaya a ser que se me pase el Año de la Fe y yo -como en Babia- sin haber hecho nada al respecto.

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