Menuda tribu se fue a buscar el Señor que, para cuando más los necesitó, le dejaron solo.
Lo se, lo se, debe haber sido demasiado para ellos verlo empujado a rastras cual malhechor por los casos de pederastia, demasiado ver que le prendieron en Ratisbona para azotarle, demasiado el que le lanzaran escupitajos camino a la publicación de libro “Luz del Mundo", demasiado duro para ellos el que -no importando lo que dijera o más aún si no decía nada- igual se mofaran de el.
Si para Juan Pablo II la prueba fue en un hombre deportista y saludable pasar por la cruz del deterioro de su salud para Benedicto XVI será en un hombre intelectualmente riguroso ver continuamente tergiversadas por los medios sus palabras.
Pero nada de esto es tan grave como el que a los católicos los medios de comunicación consigan hacernos dudar de las intenciones de nuestro Pontífice, ese sería más grave aún que el daño que hacen tergiversando sus palabras porque -sea como sea- quienes eligen vivir alimentándose de mentiras continuarán haciéndolo, pero el que un solo católico que -habiendo estado firme en su fe- dude porque se averguenza del Santo Padre es una herida muchísimo más profunda y de más graves implicaciones.
En el caso que nos ocupa, el diario L’Osservatore Romano violó el acuerdo que tenía con las editoriales de reservarse -hasta el martes próximo- las citas en italiano que le fueron entregadas fecha en la que saldrá el libro de Peter Seewald publicado.
En torno a esta traición del diario romano me deja perpleja que algunos católicos primero desconfían del Papa que de la intención de los medios; desconfían, se averguenzan de el y le dejan solo.
Ni por asomo se les ocurre considerar que el Papa cuente con la tergiversación a la que se dispondrán los medios, que no cuenta con traiciones y desconfianzas?
No soy tan lista como el Papa, pero yo -en su lugar- y tomando en cuenta que todo lo que digo lo utilizan en mi contra, me aprovecharía del entredicho en que continuamente me ponen para dejar a los medios como unos ridículos mentirosos y aclarar mi punto. Eso haría porque -como el Santo Padre- confío y por tanto no tengo miedo, eso haría -sobre todo- porque así como el Señor abrazó la realidad de su Pasión y Muerte así deseo abrazar la mía junto a la del Santo Padre.
Bien, la verdad no se por qué me sorprendo, si es conocido de todos que fueron las mujeres quienes nunca Le abandonaron y que únicamente Juan permaneció a su lado en el momento definitivo.
Ahora bien, yo -nada más- quisiera saber adónde se ha metido Juan?