14 de noviembre de 2010

Se trata de una invasión y no de un problema de límites

Supongo que estarán enterados por las noticias del conflicto que ha surgido entre Costa Rica y Nicaragua en relación al río San Juan cuyo cauce ocupa buena parte de la línea limítrofe entre nuestros países.

El río San Juan es territorio nicaragüense más su margen sur junto a algunas islas, entre ellas la isla Calero en la provincia de Limón, es parte de nuestro territorio.

Es en esta isla donde desde hace algunas semanas está instalado el ejército de Nicaragua que, apelando -aunque parezca absurdo- a los mapas de Google afirma que ese territorio les pertenece, sin embargo, deseo dejar claro tal y como ha dicho recientemente nuestra presidente Laura Chinchilla que la permanencia allí del ejército del vecino país del norte “se trata de una invasión y no de un problema de límites”. 

Corregir a las autoridades nicaragüenses de su error en la interpretación de los mapas no sería difícil ya que de hecho Google ha admitido haber fallado en el trazo; no sería difícil corregirse si estuvieran dispuestos a escucharse a sí mismos defendiendo lo indefendible y si mostraran al menos por verguenza la más mínima voluntad para enmendar, pero no es así y por tanto no será fácil ya que el presidente Daniel Ortega ni siquiera está dispuesto a acatar la resolución de la OEA que por mayoría el pasado viernes ha dictaminado la retirada inmediata de territorio costarricense del ejército de su país.

Por supuesto, para mantenerse allí han ofrecido decenas de excusas totalmente inaceptables, o bien porque son simples excusas o porque son sendas mentiras. 

Vergonzosos por falsos son sus argumentos, pero no es tanto que nos avergüence el que en pleno siglo XXI existan este tipo de gobiernos sino la tensión que su posición imprime a la relación entre nuestros pueblos.

Dichosamente voces nicaragüenses de la oposición se están dejando escuchar más todos sabemos que es por el dragado del río por lo que están allí ya que por los medios ha circulado la noticia de que Irán y Venezuela están en conversaciones para establecer una vía que comunique ambos oceános aprovechando la longitud y amplitud del magnífico cauce del río San Juan.

Nuestra presidente Laura Chinchilla está conduciendo la situación de manera ejemplar, más como los ticos somos “la gente más feliz del mundo” no faltan los ingenuos que “creen que la guerra es cómo en el cine, la ven se van, ganan los buenos, las balas pasan volando pero jamás tocan a los actores principales, sólo a los extras [ ] no hay heridas psicológicas y las heridas físicas no duelen…” como bien lo ha descrito mi estimado amigo el Ing. Ciro Guerra. 

Y para completar el cúmulo de absurdos, contamos ya con un ataque -dichosamente infructuoso- perpetrado con bomba molotov a la Embajada de Nicaragua por lo que entre algunos expertos ha surgido el interés por analizar el nivel de agresividad manifestado en la web por ticos y nicas en sitios que han abierto con el propósito de protestar y de agredirnos mutuamente. En la calle la cosa debe andar parecido por lo que ni quiero saberlo, aunque me doy cuenta que –tarde o temprano- llegaré a enterarme. 

Lo que me preocupa ahora, es que estas nuevas generaciones de costarricenses han crecido sin conocer el más mínimo nivel de violencia que es capaz de generar un conflicto armado como lo conocimos quienes experimentamos la lucha emprendida por el sandinismo para el derrocamiento del dictador Somoza; esto, junto a nuestra total carencia de memoria histórica con toda probabilidad podría conducirnos a un estado cosas que sin lugar a dudas llegaremos a lamentar si no actuamos como siempre lo hemos hecho.

Roguemos al Señor que en esta ocasión seamos una vez más los costarricenses modelo de país sin ejército que sabe cómo vivir en paz y que por tanto lo reclama como su derecho.


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