17 de abril de 2011

¡Feliz camino hacia la Gloria!

No se qué ha pasado con mi vida pero desde que “ando con Dios” es toda ella Cuaresma.

Una Cuaresma con Resurrección cada Domingo, eso si, pero Cuaresma.

Que cómo era mi vida antes de eso? Pues peor, porque era el mismitico infierno.

A lo que voy es que he llegado a la conclusión de que es más razonable una vida vivida en estado de Cuaresma a una vivida sin ni un solo Domingo de Resurrección.

Por eso creo que, cuando se aproxima la Semana Santa, como que me falta el aire y no se si es del susto o de la emoción y es porque un Domingo de Ramos -como hoy- es el umbral a la Semana Santa la cual se me presenta como un “encapsulado del tiempo”, de la historia, de mi propia vida, en el que me introduzco y que culmina una semana después con el domingo por excelencia: el Domingo de Resurrección que le da sentido a esta que considero ya mi larga vida interrumpida únicamente con la Gloria de cada domingo la cual, por Gracia y para mi ventura, impregna todos los días de la semana con lo que me es posible degustar el saborcito bueno y excepcional de una vida de la que apenas se me da una probadita, una vida que del todo no conoceré, no aquí, no ahora, todavía no pero de cuya certeza no podría renegar a menos que me traicionase a mi misma.

Si, lo se, a veces simplifico excesivamente las cosas, pero los hechos se imponen: si la vida es hermosa, gozosa, interesante, fascinante y todo un verdadero desafío es por su único y eterno Domingo de Resurrección.
 
Pues para eso he venido, para desearles un feliz “encapsulado del tiempo…”, una feliz Semana Santa…, una feliz vida vivida en estado de Cuaresma… un ¡feliz camino hacia la Gloria!

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