24 de mayo de 2011

¿Qué es lo que celebro el 24 de mayo?

Ayer leí lo siguiente que me llamó mucho la atención “Si el hombre tiene capacidad de madurar, ésta consiste justamente en su posibilidad de adentrarse en el pasado, de aproximarse a lo lejano como si estuviera cerca, como si formase parte de nosotros” El Sentido Religioso (L. Giussani)

Por qué es importante reconocer esta posibilidad de “adentrarnos en el pasado”? Porque de nuestro pasado extraemos la experiencia la cual se torna útil en cuanto nos revela las evidencias y las exigencias más profundas de nuestro corazón.

Para darles un ejemplo: 

A mis cinco años escribía y leía, por lo que con el entusiasmo de esa edad y ante la novedad del descubrimiento, una de las primeras cosas que hacía por las tardes luego de la escuela era escoger unos bonitos papelitos y con mis lápices de color dibujar a María, a Jesús, a Dios Padre o a Dios Hijo y escribir bajo su imagen un pequeña carta, poema u oración espontánea.

Nadie me dijo nunca que lo hiciera pero lo hacía como la cosa más natural.

Tiempo después para cuando recordé que esto hacía y ahora que tengo elementos de juicio para comprenderme siendo niña reconozco que entonces lo que hacía correspondía a la evidencia que desde la infancia del amor de Dios en la naturaleza, en mis padres, parientes y amigos. Evidencia que, ciertamente, correspondía a mis más profundas exigencias de verdad, justicia, paz, etc.

Qué hizo posible que entre esa niña de cinco años y la mujer adulta que soy exista un hilo conductor que le da sentido a todo? Lo hizo posible mi capacidad de madurar pero sobre todo el haber hecho memoria del encuentro que tuve desde pequeña con el Amor.

Pues bien, el 24 de mayo es un día de celebración para mí, porque a diferencia de otros acontecimientos en mi vida, éste tiene fecha y es la fecha de María Auxiliadora con quien me encontré durante mis años de colegiala en la institución que lleva su nombre.

Por mucho tiempo reclamé a la vida haber estado en colegio de monjas porque según yo eso me impidió madurar al ritmo de los jóvenes de mi tiempo y muy probablemente así fue, pero es el caso que al día de hoy, echando cuentas con mi pasado comprendo que el no haber madurado entonces es lo que ha hecho posible que lo esté haciendo ahora con los criterios adecuados; por tanto, no haber madurado “a tiempo” adquiere ahora sentido. 

En este proceso, María Auxiliadora tiene todo que ver, porque fue compañía y testimonio en aquél tiempo y lo ha sido en cada ocasión determinante, tanto en la muerte de mi madre como en las dificultades que recientemente he debido enfrentar.

Uno reza el rosario y minutos después nota de qué manera su actitud hacia la realidad cambia, uno se duerme con el rosario en la mano y al despertar se da cuenta que durmió ocho horas consecutivas cuando lo normal es dormir a sobresaltos no más que de cuatro a seis horas, también uno se despierta un día cantando canciones sobre María que aprendió en su juventud las cuales desde entonces no entona y se dice: Qué raro! Pero no es raro, todo es signo de ese encuentro, manifestación de las más profundas exigencias, todo es evidencia y certeza; lo cual es lo que celebro el 24 de mayo en Cristo y con María Auxiliadora, es decir, en un día como hoy.

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