15 de agosto de 2011

Enumerando certezas

Los lunes he venido por lo regular comentando cuestiones sobre Liturgia y creo que hoy no va a ser la excepción aunque existan noticias un poco más llamativas (1) que el dogma de la Asunción de María (2) o del hecho de que Cristo se muestra delicadamente presente en nuestras vidas de lo cual recibimos confirmación en mil detalles (3).

(1) En cuanto a ser costarricenses y mirar la realidad desde una perspectiva cristiana únicamente mencionaré que la marcha de ayer domingo frente a la Catedral en algo importantísimo me ha hecho reparar lo cual es que, lo que está en el fondo de esas voces blasfemas y cuerpos desnudos en plena vía pública, es el grito ahogado de almas que claman por un bien que consideran ausente. Ese bien es Dios a quien estas personas eligen desconocer. También nosotros muchas veces desconocemos a Dios, elegimos desconocer el bien que nos ofrece en las circunstancias agradables o desagradables que experimentamos; ese es el motivo por el cual nuestra fe por lo regular no nos sirve para diferenciarnos de los blasfemos. 

La pregunta que surge inmediatamente aquí sería ¿de qué manera la fe tendría que funcionar para que establezcamos una diferencia, para que finalmente ésta incida en la realidad? 

(2) En cuanto a la celebración de la Fiesta de la Asunción de María bástame decir que ha caído de pelo que luego de un día sombrío como fue el de ayer por causa de la marcha, sea hoy día de celebrar a María en un día de precepto y oportunidad imposible de superar para ofrecer la misa como reparación y desagravio a lo sucedido ayer. 

(3) En cuanto a los mil detalles en que Cristo se nos ha venido mostrando presente y aparte de los que mencioné arriba les compartiré solamente uno más por excepcional y porque cada vez que lo pienso me resulta no solo inexplicable sino venturoso y que es el que un amigo del grupo que promueve la misa según la forma extraordinaria se haya encontrado en su viaje a Europa sentado al lado de un sacerdote funcionario de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei quien arribará a nuestro país próximamente en su viaje de vacaciones y a quien hemos solicitado nos celebre misa. La tan esperada misa según la forma extraordinaria del rito romano. Esa misma.

Dicho sea de paso, los detalles con los que estamos debiendo lidiar para concretar esta visita no han sido pocos ni fáciles, no obstante, confiamos que, sea como sea que resulten las cosas, todo está escrito en el Libro de la Vida. 

Así que por las certezas que hemos adquirido de los hechos descritos en los puntos 1, 2, y 3 ¡sea a Dios todo la gloria!.

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