6 de agosto de 2011

La misa para niños II

Me lo ha sugerido José Ángel Antonio el escribir recomendaciones para asistir a la misa con los niños. 

Le aseguré que mi experiencia se limita al breve entrenamiento de un año que recibí de parte del Cuerpo de Paz para la atención de niños de escasos recursos en edad pre-escolar (3 a 6 años) y a la que obtuve en el Museo de los Niños atendiendo 400 niños diarios en edades entre los 7 y los 12 años.

Fui tía, además, tía soltera como si fuera poco, lo que significa que en más de una ocasión salí sola con una catizumba de chiquillos a acampar a la playa, al cine o a alguna fiesta, más por este lado no puedo asegurar que obtuve buenos resultados porque la mayor alborotera siempre fui yo.

En fin, le he tomado la palabra a José Ángel Antonio y por eso me he dejado venir a platicarles sobre lo que haría si tuviera que asistir semanalmente a misa con mis tres hijos pequeños y mi marido.

Primero que todo le propondría a mi marido que se involucrara y que formuláramos la mejor estrategia para la familia, es decir, un plan que juntos podamos cumplir sin que sea una carga extra para la pareja ni para la familia.

Empezaría porque juntos nos respondiéramos un par de preguntas fundamentales: ¿A qué vamos como pareja a misa? ¿A qué queremos llevar a los chicos? 

De la claridad, sinceridad y sencillez de las respuestas surgirán las pautas para llevar a los niños a misa sin que signifique una odisea.

Ofrezco un ejemplo: Si juntos llegamos a la conclusión de que “vamos a misa porque la necesitamos” tal respuesta en si misma ofrece la solución a la forma en que transmitiremos nuestra necesidad a los niños.

Si como pareja, vamos a misa porque la necesitamos, tendremos que hacer un esfuerzo por transmitir a nuestros hijos la importancia que la misa reviste para nosotros.

Para empezar, por ejemplo, una noche de la semana me propondría “casualmente” preguntarte: -“Oye, Juan. Me podrías explicar de nuevo por qué es tan importante para ti la misa?” Y ahí, tú, Juan te explayarías en respuestas breves y fáciles de entender asegurándote de que los niños escuchen. Yo, mientras, buscaría la forma de aportar lo mío e interesar a los niños en la conversación ya sea haciéndoles preguntas o motivándoles a que las hagan. Esta conversación no debe ser forzada ni prolongarse más allá de lo que los chicos logren mantener el interés.

Por largo tiempo provocaríamos conversaciones de este tipo como preparación para el acontecimiento de la misa del fin de semana que es “tan necesaria” para nosotros, asegurándonos que los niños vayan poco a poco comprendiendo la importancia que ésta reviste para la vida de la pareja. 

Creo que sería interesante plantear la misa a los niños como un acontecimiento destacado en la vida de papá y mamá para que, por nada del mundo, quieran quedarse fuera.

Si consiguiéramos que comprendan cuánto necesitamos de la misa tendríamos en buena medidad ganada la autoridad necesaria para poner las “reglas de asistencia a misa” y hacerlas cumplir sin mayor obstáculo.

Como dije al principio, es primordial que la pareja responda las preguntas fundamentales: ¿A qué vamos como pareja a misa? ¿A qué queremos llevar a los chicos?, porque de ahí surgirá la estrategia.

He notado que en una sola entrada no he podido que dar más que una recomendación y tengo muchísimas bajo la manga, así que de a poco y quizá durante los fines de semana las vaya colocando en el blog.

Ahora si, escucho sus comentarios.

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