¡La vida es maravillosa! ¡Dios es espectacular! No pasa un día sin que me sorprenda con nuevas respuestas.
Me refiero a, por ejemplo, que toda la vida me he preguntado de dónde y para qué he nacido con el talento para dibujar.
Sería absurdo considerar que soy la única en el mundo que se hace este tipo de preguntas; a muchos, estoy segura, les rondan preguntas a las que, rara vez o jamás, prestan atención.
Pues bien, les digo, presten atención ya que, por más tontas que parezcan, entrañan cuestiones fundamentales.
Para la pregunta acerca del origen y finalidad de mi talento para dibujar he obtenido respuesta hace unos días. Fíjense, nada más:
“En una clase de primaria hay una niña de seis años que no presta atención jamás excepto cuando se dibuja. Cuando llega el momento de pintar la niña es capaz de hacerse un ovillo entorno al folio dejando el resto del mundo fuera. La maestra le pregunta lo que está pintando y la niña, sin mirarla pero sin dejar de pintar, le responde: “Estoy dibujando un retrato de Dios”. La maestra sorprendida comenta: “Pero nadie sabe a qué se parece Dios”. La niña le responde: “Lo sabrá en un minuto”.
De seguido el autor se explica: “Esta niña busca a Dios y lo hace a través de su talento: el dibujo. El resto no le interesa.”
Ahora bien, pregunto: tienen algún pasatiempo, interés u ocupación en el que colocan toda su atención y notan que el mundo desaparece? Han notado que cuando cesan de hacerlo quedan en paz, satisfechos, alegres, optimistas, reconociéndose amados, queridos, útiles, necesarios? Querrían prolongar ese momento u obtenerlo de cada una de sus actividades? Cómo?, se preguntarán, de este modo: “tomando conciencia atenta y también tierna y apasionada de si mismos” en todo lo que hacen.
Atentos de si mismos en Presencia del que vive hallarán en cada circunstancia lo talentosos que son para vivir, irán degustando de a poco cada instante, todo lo hallarán -por lo mismo- interesante; como enamorados estarán ávidos de novedad y a cada problema, dificultad o sufrimiento que se les presente notarán que le pondrán nueva cara.
La gente dirá: “Pero, mira! Qué le ha pasado a este? No para de sonreír y nada parece hacerlo sufrir. Si por esa cara de bobo tal parece que ha visto a Dios”. Y es que, habrán visto -como la niña de historia- el rostro de Dios.
Ahora bien, la niña “sabe que puede conseguir retratar a Dios” sabe que puede hacerlo y lo hace incluso ante “el desprecio del escepticismo de la maestra”
Así es, “el sentido religioso de esa niña está vivo y auténtico” por lo que, así de vivo como está y auténtico como es le basta para arriesgarse a quedar como una boba ante quien representa para ella la autoridad y eso es debido a que “ella cree porque cree en el dibujar y el dibujar pone la pregunta última en cada corazón humano”.
Se dan cuenta que para esas preguntas “bobas” la respuesta siempre será que existe una razón última por la que vale la pena vivir?
No es para sorprenderse que esa razón última siempre será Dios.
Por eso es que cada día con avidez y en todo lo que hace, “esta niña que soy busca a Dios”, lo encuentra y resulta ser, como para la niña de la historia, que se ha dibujado a si misma.
No en vano nos han dicho que hemos de ser como niños para comprender lo esencial.
El platón que ven en la fotografía lo pinté alegremente y sin pensarlo mucho en un día de sol. De mi parte bien podría decir que es un auto-retrato o, bien podría decir alguno como -efectivamente- alguno dijo: “en el puedo ver a Dios en ti”
Pues bien, días más tarde, lo subasté en facebook para con el dinero ayudar a una familia pobre y me dieron por el lo que jamás hubiera sospechado.
Vale o no la pena tomar conciencia atenta de si mismo para vivir a Cristo?
“…sólo tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mí mismo puede abrirme de par en par y disponerme para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo. Sin esta conciencia incluso Jesucristo se convierte en un mero nombre".
Luigi Giussani