31 de marzo de 2012

Un día y otro también

No se si es por estar tan en contacto con la naturaleza como estoy desde que era niña pero es que para mi todo habla de Dios.

Miren nada más.

Esta mañana, mientras escribía una carta pidiendo perdón a un amigo al que ofendí; así inmersa en esos sentimientos y pensamientos e implorando el auxilio de la Gracia que me iluminara para mostrarle a esa persona Su rostro, esperaba el amanecer cuando apareció en facebook el apreciado padre Javier a quien algunas de estas mañanas de verano he regalado fotografías que tomo justo al salir el sol. En esta ocasión le dije: “Lo siento, padrecito, hoy no hay fotito. Está nublado". 

Minutos más tarde, habiendo terminado la carta a mi amigo, sintiéndome en paz y muy contenta, con un café en la mano regresé a la computadora y fue cuando noté que tras los nubarrones estaba aclarando.
Me asomé por la ventana y fue cuando espontáneamente dije: “Buenos días, Señor!” De seguido pensé: “Caray, es que para mi el Señor es como el sol, verdaderamente”. 

En relación a esto, deseo que observen con detenimiento la siguiente fotografía.


La tomé el día antes de ayer que amaneció sin una nube. Fue tal la limpidez del cielo que hasta los medios de comunicación informaron que las fumarolas del Volcán Turrialba habían conseguido verse desde muchos puntos geográficos. Fui afortunada al fotografiarlas. 

Observen dibujado en el firmamento los trazos de los rayos del sol que no tenían en su trayectoria como obstáculo la fumarola. 

Noten que bañan el firmamento; pero noten también que el pequeño obstáculo de la fumarola imprime sobre la amplitud del cielo su extensa sombra. 

No creo que haga falta decir más sobre cómo el pecado, por pequeño que sea, impide que el firmamento de nuestra vida sea iluminado completamente por la luz del Sol. 

Yo, viendo ese claro ejemplo, soy de los primeros que echo para su saco. 

Este ansiado pero fugitivo verano ha sido una temporada loca ya que, tras dos días de límpido cielo, suceden varios días y hasta semanas de pesados nubarrones y frío intenso. No hay cuerpo que aguante tan drásticos cambios de temperatura, pero esa es la realidad del clima a la que hemos venido dándole la cara.

Y no solo la realidad del clima, sino la de la Cuaresma y de nuestra propia vida ya que, a unos pocos días o momentos bajo el influjo generoso, benévolo y alegre de la Gracia que inmerecidamente recibimos, le suceden días o hasta semanas de gélidos vientos, nubarrones y tempestades producto de nuestro pecado a los que también hay que darles la cara. 

Todo tiene relación, como siempre digo, es para mi evidente, de ahí que mi alma, mi cuerpo, la naturaleza, el clima, mi relación con Dios y hasta el tiempo litúrgico me ofrezca la certeza de que toda esta realidad maravillosa habla de Dios. 

No se cómo surge, asumo que es una gracia, motivo por el cual hoy, como en tantas otras ocasiones, no me queda más remedio que tras haber pedido perdón a mi Amigo, me entregue en enmienda a la Gracia de su perdón.
 
Un día y otro también.

29 de marzo de 2012

La "haladita de orejas" que necesitábamos

Pues nada, que el Santo Padre ha roto el protocolo y les ha dicho a los mexicanos que nunca, nunca había sido recibido con tanto entusiasmo. Faltaría más, Santo Padre!

Es de agradecer a los mexicanos la alegría, el cariño y la devoción que manifestaron a cada instante. No podrían haberlo hecho mejor. Enhorabuena y profunda gratitud reciban de mi parte.

Por otro lado, encantada con la Homilía para el Rezo de Vísperas dirigida a los Obispos del continente. Alegrísima estoy no solo porque de “A a Z”, destila un amor y cuidado entrañable por el episcopado sino porque les confirma que no están solos y que por sobre el mal, triunfará el bien. Ya quisiéramos todos tener por sobre nuestras cabezas un obispo que nos hablara de ese modo!.

Pero no todos lo tenemos y sabrá Dios por qué; más que eso no nos aflija, al contrario, nos anime ya que, también para los laicos, esa homilía significa confirmación en la Fe sino también en la Esperanza.

He elegido de ella un fragmento el cual considero es la “haladita de orejas” que necesitábamos. Dice así:

(el texto entre paréntesis y negritas es mío)

Queridos hermanos en el Episcopado, en el horizonte pastoral y evangelizador que se abre ante nosotros, es de capital relevancia cuidar con gran esmero de los seminaristas, animándolos a que no se precien «de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Co 2,2).
(Cuidar de los seminaristas no es poca cosa. Las más de las veces, los pobres, ni plata tienen para comprar jabón de baño o desodorante, pero bien, ya sabemos que si nos piden ayuda con todo gusto colaboramos; pero que nuestra ayuda no se quede en lo material, también hemos, como los Obispos, prestar atención a lo importante, como sería su vida espiritual y afectiva, más allá de su rendimiento académico y destrezas sociales)

No menos fundamental es la cercanía a los presbíteros, a los que nunca debe faltar la comprensión y el aliento de su Obispo y, si fuera necesario, también su paterna admonición sobre actitudes improcedentes. Son sus primeros colaboradores en la comunión sacramental del sacerdocio, a los que han de mostrar una constante y privilegiada cercanía.
(Nunca, jamás, ni un solo presbítero tendría que sentirse solo, marginado, descalificado y bien se que existen varios en mi país. Eso no está bien y que conste, no lo he dicho yo, sino el Papa. Querríamos ver a esos treinta sacerdotes con parroquia, sabiéndose amados, queridos, útiles y necesarios. Eso querríamos.
Presten atención nuestros amados Obispos a estos “detalles” ya que no nos pasan desapercibidos tal como no estamos ciegos ante el hecho de que muy difícilmente se corrige a sacerdotes que “se salen del canasto”. Porque de haberlos hay y no que provocan poco escándalo)


Igualmente cabe decir de las diversas formas de vida consagrada, cuyos carismas han de ser valorados con gratitud y acompañados con responsabilidad y respeto al don recibido.
(De las congregaciones religiosas, ni hablar. Las que conozco, fidelísimas a sus carismas y valientísimas gestionando lo necesario para su bienestar, pero igual, el que sean fuertes e independientes no significa que no necesitan de la compañía y guía de su pastor. Bien que la necesitan!)

Y una atención cada vez más especial se debe a los laicos más comprometidos en la catequesis, la animación litúrgica, la acción caritativa y el compromiso social. Su formación en la fe es crucial para hacer presente y fecundo el evangelio en la sociedad de hoy. Y no es justo que se sientan tratados como quienes apenas cuentan en la Iglesia, no obstante la ilusión que ponen en trabajar en ella según su propia vocación, y el gran sacrificio que a veces les supone esta dedicación.
(Creo que si el Santo Padre dedicó en esta homilía más de tres renglones a la atención que necesitamos los laicos es por una buena razón.
En relación a esto, por ejemplo, se que en mi tierra, cuando algo importante no se ve resuelto en la Curia los laicos recurren al Nuncio quien, presto, responde y resuelve. No me he visto todavía en la necesidad de hacerlo pero me consta de varias personas a quienes en la Nunciatura les ayudaron rápidamente en sus gestiones.
También es importante que nuestros pastores conozcan nuestros nombres y historias y que eviten, a toda costa, formarse una idea sobre nosotros por boca de otras personas.
Cuidar mucho de que, a quienes coloquen como colaboradores, sean funcionarios que amen entrañablemente a las personas, muy por encima de su proyecto personal dentro de la Curia.
Y, de la formación en la fe, ni hablar. Urge que las autoridades den crédito a la una urgente y efectiva formación de los laicos y que programas como el FAP (Formación de Agentes de Pastoral de la U Católica), así como los profesores, reciban el apoyo que merecen.
En ese sentido, cómo es posible que la Arquidiócesis convoque a un curso sobre Eucaristía un viernes a las nueve de la mañana? Y bien que se los dijimos en su página de facebook, pero nada más respondieron que si se llenaba el cupo a esa hora abrirían otro en sábado. Qué clase de respuesta es esa?.
En fin, que mucho hemos de colaborar con nuestros Obispos para sacar la tarea encomendada)


En todo esto, es particularmente importante para los Pastores que reine un espíritu de comunión entre sacerdotes, religiosos y laicos, evitando divisiones estériles, críticas y recelos nocivos.
(La comunión es posible, doy fe de ella; siempre y cuando nos topemos los laicos o sacerdotes con autoridades que comprendan de qué va la cosa; pero, sobre todo, aprender a dialogar y tener en cuenta que el diálogo implica antes que nada, escuchar)
Sea el Señor generoso y nos conceda por intercesión de María Santísima un corazón dispuesto a las palabras del Santo Padre pero, por encima de eso y, como el suyo, un amor entrañable por las personas.

26 de marzo de 2012

Elijan la razonabilidad y estarán eligiendo a Cristo

“Aunque veáis algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención si no podéis excusar la acción”.
San Bernardo. Sermón 40 Sobre los Cantares, “La intención es la cara del alma", Capítulo 5 (Completo), pág 282, BAC, 1955.

Confieso que en ocasiones me hago un lío para escribir estas entradas y, nada más, porque –hallando tanta relación como la existe entre tanta cosa- se me dificulta llegar al meollo de la cuestión; pero bien, mientras llegue, estaré cumpliendo con lo que me propongo. Así que, manos a la obra.

Anoche, viendo el programa de televisión llamado Dr. House, sobre el cual -siempre que lo veo- me pregunto por qué me resulta adictivo, caí en la cuenta de que es porque el afamado médico, con lo ateo que es, es un hombre de profunda fe en el ser humano (en el programa de ayer ayudándole a su paciente a ser razonable le salvó la vida) al tal punto que podría decirse que si no fuera por sus prejuicios hacia Dios y la religión, sería un magnífico creyente. 

La razonabilidad, sin duda, nos aproxima a Dios, lo contrario, nos aleja. Eso es lo que deja claro san Bernardo en la cita con la que abrí esta entrada. 

El santo de Claraval nos exhorta a detenernos ante el impulso de juzgar. Eso implica controlar nuestros afectos y emociones antes de elaborar un juicio. Con qué propósito? Con el propósito de que la razón considere todos los factores de la realidad y llegue a un juicio veraz, esto sería: excusar la intención con la que nuestros semejantes actúan.

Qué se obtiene de esto? Aparte de una gran paz, un chorro de nada despreciables virtudes las cuales nos ayudarán a crear vínculos de fraternidad, pero sobre todo, la Gracia inmerecida de semejarnos cada vez más a Cristo en su silencio hacia el Calvario.

Doy un par de ejemplos. Hace unas semanas llamó un sacerdote diocesano para “argumentar” a gritos por teléfono en contra de la misa en latín. Hace un par de días llamó también un laico “tradicionalista” extranjero para insultar a favor de la misa en latín.

Bien, dejando de lado que tal parece que aún no he dejado clara mi posición, ambos casos evidencian que reaccionamos impulsivamente; esto es: renunciando a la razonabilidad y por ende a la caridad. Por este camino, Cristo, como dijo don Giuss, se convierte en un mero nombre. 

A estas personas, tal como a varios que han procedido de la misma forma, los he aprendido a “excusar en su intención” por lo que ahora conservo la paz en este tipo de situaciones.

Si mal no recuerdo y, si bien no llegó hasta el punto de faltarme al respeto como sucedió en los casos mencionados, con el padre Sixto Varela y por el chat de facebook (el en Roma y yo en la sala de mi casa en Costa Rica) tuve grandes encontronazos por esto de la misa; sin embargo, no lo van a creer, ahora nos llevamos la mar de bien. 

Con el esfuerzo de razonabilidad que hizo para escuchar lo que un laico como yo tenía que decir y yo, poniendo de mi parte, dimos espacio a Cristo en nuestras vidas. 
 
Al día de hoy, con esto de la Liturgia y, sin proponérnoslo realmente, hacemos yunta. 

Recién antes de ayer me enteré de un subsidio que redactó y puso a disposición de su Obispo Mons. Ángel San Casimiro de la Diócesis de Alajuela quien le ha pedido entregárselo a los laicos para colaborar con ellos en darles a conocer y comprender lo que les corresponde en las celebraciones en ausencia de presbítero, el cual –dicho sea de paso- me he dado a la tarea de divulgar.

Se que, tanto al padre Sixto como a mi, nunca nos faltarán hermanos que se nos echen encima con sus prejuicios; pero, estoy segura que, tanto para el apreciado padre Varela como para mi, la etapa de reaccionar hacia ellos de la misma forma ha sido superada con la ayuda de la razón, lo cual –como está visto- es Cristo vivo entre nosotros, al final de cuentas.

Ese es el trabajo que les espera a tantos laicos, obispos y sacerdotes alrededor del mundo para cuando la FSSPX acepte regresar a casa; ese será, también, el gran desafío que le espera a la Fraternidad y a sus allegados.

Es posible. No se desanimen. Elijan la razonabilidad y estarán eligiendo a Cristo.


NOTA: Agradezco la cita de san Bernardo a Cristina Llano.

23 de marzo de 2012

En el día de San José, con José, por San José

De lo que más me tiene entretenida a estas alturas de mi vida, por el desafío que representa, es estar atenta a todo lo que involucra el bienestar general de mi padre. Me resulta divertido también en cuanto que me hace gracia verme de la madre de mi padre dándole indicaciones como si fuera un niño o adolescente.

Frases como las siguientes se han vuelto usuales entre nosotros: “Papá, tomaste la medicina?. Sal a estirar las piernas un rato. Cómete todo. Recuerda traer el abrigo”.

A el, como buen hijo consentido de su madre, le encanta. Claro, no siempre, porque esta su nueva madre suya que soy, no le consiente mayor cosa. 

El domingo, es decir, ayer, tuve la idea de salir con el a almorzar a un restaurante que le encanta ubicado en otra provincia. 

Como es usual, estar listo para subir al auto le tomó un poco más de dos horas pero una vez acicalado, con sus chunches y medicinas, nos subimos al auto re-contentos de irnos a encontrar con el calor y la luz del sol que tanto extrañamos por este lado de la capital.

Todo estuvo muy bien hasta que su aparatito de amplificación de sonido (no ha habido forma de que acepte un audífono por lo que diseñó su propio sistema) empezó a darle problemas, lo cual le arruinó buena parte del trayecto ya que, a punta de darle golpecitos el aparato empezó a lanzar sonidos espeluznantes. No paro de reír al recordar el día maravilloso que estaba haciendo y a el, con la mirada sobre su artefacto, enfadado, tratando de repararlo.

Después de un buen rato le dije: - Papá, ese aparatito no solo te está quitando la paz sino evitando que te deleites con el paisaje. A lo cual, obviamente, respondió: - Este paisaje me lo se de memoria. (Viste que no necesita del aparato para escuchar?)

Le propuse, por novedad, pasar por el centro de la capital de esa provincia para ver si encontrábamos algún lugarcito nuevo y bonito para almorzar ya que, por lo regular, no come sino en uno o dos sitios que juzga confiables. El caso es que, aventurarse por esas tierras de Dios, no es lo suyo, más lo mío si y como yo era el conductor no tuvo más remedio que acceder al corto paseo.

Pero el pobre tuvo muy mala suerte ya que el tránsito estaba fatal y odia estar atascado. No entendíamos la razón por la que no circulaban los automóviles hasta que lentamente llegamos a un semáforo en donde descubrimos que había un Tope. Para salir de ese lugar, tuvimos que viajar rodeados de caballos, gente bailando a ritmo de música tropical que provenía de unos amplificadores espectaculares y atrás de una larga fila de autos hasta que hubo oportunidad de desviarnos para, más allá, dar de nuevo con el atascamiento.

El día se le arruinó. A este punto estaba que echaba humo y yo, tomándomelo con calma, ya que no estaba dispuesta a permitir que el gruñón me arruinará el día. 

Llegamos al restaurante y, por supuesto, no se quiso bajar. Dijo que no tenía hambre. Ahí estuvimos sentados en el auto un largo rato, primero en silencio, luego, el reclamándose en voz alta no haber traído los medicamentos precisos que lo sacan del mal humor y yo, haciendo uno que otro intento para ayudarle en su regreso a la cordura.

Finalmente accedió. Sencillamente dijo: - A ver. Bajémonos. Tengo que enfrentar esto de forma racional.
Hurra!. No más pensé. ¡Al fin lo logró!. (Viste que no necesitaba sus medicinas?)

Recordando esta mañana del lunes lo bien que la pasamos el resto de la tarde caigo en la cuenta que hoy es el día de su onomástico. 

Así que, miren cuanta coincidencia: el Día del Padre, papá se llama José, el Tope era por la celebración del día de San José y yo, con José, en el día de san José, en auto por San José, no paro de reír al recordarlo. 

Sobre todo al considerar que San José ha de haber estado todo ese tiempo echándonos una ayudita en eso de ser realista y en lo que tan buen entrenamiento tuvo. 

Feliz día a los José que me leerán. Dios los bendiga.
“San José gobernaba su familia ‘como aquel que sirve’. Él nos enseña que se puede amar sin poseer y nos desvela el secreto de vivir en presencia del misterio. En él no hay separación entre fe y acción, porque su fe orienta de forma decisiva sus acciones. Es un ‘hombre justo’ porque su existencia se ‘ajusta’ siempre a la palabra de Dios". Benedicto XVI, 18 de marzo, 2012

18 de marzo de 2012

Sociedad Purgatorio

Me he vuelto aficionada a ciertos blogs y de ahí fue que di con esta Sociedad Purgatorio en el blog Rorate Caeli la cual me pareció una iniciativa que expresa cuan profundamente creemos en la intercesión de los santos.

En realidad no hay mucho que explicar. La última entrada en el sitio se explica por si misma. De ella he hecho una traducción pero además le pedí a un amigo traductor el hacer, para mis lectores, lo mismo con la oración en caso de que deseen aceptar la invitación de la Sociedad Purgatorio del blog Rorate Caeli.




-oOo-


Busque, por favor abajo, las cincuenta y cuatro almas que incorporadas a la Sociedad Purgatorio Rorate Caeli en la cual 15 santos sacerdotes celebran misa según la forma extraordinaria regularmente.

Durante Cuaresma, considere por favor, añadir una grandiosa obra de misericordia incorporando tantas almas como pueda recordar lo cual, no solamente será un beneficio para ellas sino para usted de manera que jamás podría imaginar.

Cómo incorporar las almas: 

Envíeme, por favor, a athanasiuscatholic@yahoo.com tal y como indico de seguido: “Nombre, Estado, País”.

Si desea incorporar familias enteras, simplemente escriba “Familia Jones, Ohio, USA” aunque sería preferible los nombres de cada uno.

Sea ambicioso y envíe tantas almas como desee y reenvíe también esta entrada a sus amigos.

Por favor, considere promover esta Sociedad entre los miembros de su familia y amigos, anunciándola en el púlpito durante la Santa Misa o comunicándolo en el boletín parroquial.

Necesitamos correr la voz y aliviar almas de su sufrimiento.

Por favor, rece por las almas incorporadas y por los 15 sacerdotes que celebran la Misa Tradicional para la Sociedad.
“Por las almas incorporadas en la Sociedad Purgatorio Rorate Caeli.
Concédeles, Señor el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua.
Que sus almas y las almas de los fieles difuntos descansen en paz.
Amen”


Después…

Todopoderoso y siempre vivo Dios
Pedimos tu bendición sobre los sacerdotes
que ofrecen misas por la Sociedad Purgatorio.

Dales profunda comprensión de la Gracia
que das en los Sacramentos,
y, por su devota celebración de los Sagrados Misterios,
acrecienta en ellos el amor por Ti.

¡Oh, Pastor del rebaño!
Da fuerzas a tus sacerdotes cuando dudan,
dales la seguridad de la fe,
y en tu bondad, confírmales como heraldos de tu Verdad,
para todos los que buscan seguir tu camino.

Pedimos esto por nuestro Señor Jesucristo, Eterno Sacerdote,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amen.


A continuación incorpore a la Sociedad Purgatorio
las almas por las que desea celebremos la misa.

16 de marzo de 2012

Esta niña busca a Dios

¡La vida es maravillosa! ¡Dios es espectacular! No pasa un día sin que me sorprenda con nuevas respuestas. 

Me refiero a, por ejemplo, que toda la vida me he preguntado de dónde y para qué he nacido con el talento para dibujar. 

Sería absurdo considerar que soy la única en el mundo que se hace este tipo de preguntas; a muchos, estoy segura, les rondan preguntas a las que, rara vez o jamás, prestan atención.

Pues bien, les digo, presten atención ya que, por más tontas que parezcan, entrañan cuestiones fundamentales.

Para la pregunta acerca del origen y finalidad de mi talento para dibujar he obtenido respuesta hace unos días. Fíjense, nada más:
“En una clase de primaria hay una niña de seis años que no presta atención jamás excepto cuando se dibuja. Cuando llega el momento de pintar la niña es capaz de hacerse un ovillo entorno al folio dejando el resto del mundo fuera. La maestra le pregunta lo que está pintando y la niña, sin mirarla pero sin dejar de pintar, le responde: “Estoy dibujando un retrato de Dios”. La maestra sorprendida comenta: “Pero nadie sabe a qué se parece Dios”. La niña le responde: “Lo sabrá en un minuto”.
De seguido el autor se explica: “Esta niña busca a Dios y lo hace a través de su talento: el dibujo. El resto no le interesa.”

Ahora bien, pregunto: tienen algún pasatiempo, interés u ocupación en el que colocan toda su atención y notan que el mundo desaparece? Han notado que cuando cesan de hacerlo quedan en paz, satisfechos, alegres, optimistas, reconociéndose amados, queridos, útiles, necesarios? Querrían prolongar ese momento u obtenerlo de cada una de sus actividades? Cómo?, se preguntarán, de este modo: “tomando conciencia atenta y también tierna y apasionada de si mismos” en todo lo que hacen. 

Atentos de si mismos en Presencia del que vive hallarán en cada circunstancia lo talentosos que son para vivir, irán degustando de a poco cada instante, todo lo hallarán -por lo mismo- interesante; como enamorados estarán ávidos de novedad y a cada problema, dificultad o sufrimiento que se les presente notarán que le pondrán nueva cara. 

La gente dirá: “Pero, mira! Qué le ha pasado a este? No para de sonreír y nada parece hacerlo sufrir. Si por esa cara de bobo tal parece que ha visto a Dios”. Y es que, habrán visto -como la niña de historia- el rostro de Dios. 

Ahora bien, la niña “sabe que puede conseguir retratar a Dios” sabe que puede hacerlo y lo hace incluso ante “el desprecio del escepticismo de la maestra”
 
Así es, “el sentido religioso de esa niña está vivo y auténtico” por lo que, así de vivo como está y auténtico como es le basta para arriesgarse a quedar como una boba ante quien representa para ella la autoridad y eso es debido a que “ella cree porque cree en el dibujar y el dibujar pone la pregunta última en cada corazón humano”

Se dan cuenta que para esas preguntas “bobas” la respuesta siempre será que existe una razón última por la que vale la pena vivir? 

No es para sorprenderse que esa razón última siempre será Dios.

Por eso es que cada día con avidez y en todo lo que hace, “esta niña que soy busca a Dios”, lo encuentra y resulta ser, como para la niña de la historia, que se ha dibujado a si misma.

No en vano nos han dicho que hemos de ser como niños para comprender lo esencial.


El platón que ven en la fotografía lo pinté alegremente y sin pensarlo mucho en un día de sol. De mi parte bien podría decir que es un auto-retrato o, bien podría decir alguno como -efectivamente- alguno dijo: “en el puedo ver a Dios en ti” 

Pues bien, días más tarde, lo subasté en facebook para con el dinero ayudar a una familia pobre y me dieron por el lo que jamás hubiera sospechado.

Vale o no la pena tomar conciencia atenta de si mismo para vivir a Cristo?
“…sólo tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mí mismo puede abrirme de par en par y disponerme para reconocer, admirar, agradecer y vivir a Cristo. Sin esta conciencia incluso Jesucristo se convierte en un mero nombre".
Luigi Giussani


Lean el artículo completo Retratar a Dios haciendo click AQUÍ

14 de marzo de 2012

¿Cada uno es pontífice de su parroquia o diócesis?

Sobre el concepto de “autoridad delegada” lo que me enseñaron es que Cristo delegó en Pedro una fracción de su autoridad de tal manera que el Pontífice delega a la vez una fracción de la suya en sus Obispos y que éstos delegan una fracción de la suya en sus presbíteros. 

Lo cual es razonable que a cada uno corresponda solo una fracción de la autoridad de su superior por la cohesión que imprime máxime en cuanto se deduce que, si eres infiel a aquella fracción que te delegan no solo estarás siendo infiel en lo pequeño sino también infiel a tu superior y en último término al mismo Cristo. Y, quién, por amor al cielo, se daría el lujo de serlo? 

El caso es que lo traigo a colación ya que he visto que los sacerdotes suizos se han negado a leer la carta pastoral sobre el matrimonio homosexual de su Arzobispo en misa.

Y lo menciono, también, porque es muy probable que esto haya venido sucediendo en relación a muchos otros temas y en otros lugares del mundo. 

Me parece que, por ejemplo, con la catequesis sobre Liturgia del Nuncio Pierre Nguyen van Tot a nuestros obispos, podría llegar a pasar que tanto los obispos como los sacerdotes –sencillamente- se nieguen a leerla, lo cual –obviamente- justificaría que no atendieran a un superior. 

Pues qué les diré? Si llegara a ser así, tal como ha sido en Suiza, mal está la cosa. Pésimo.

Aunque, la verdad, qué estoy diciendo? No es clarísima la infidelidad en muchísimos lugares y situaciones alrededor del mundo? 

Los sacerdotes llamando a la desobediencia en Austria no son peores que un obispo que desatendiera al Nuncio o un cura párroco que se negara, habiéndoselo recomendado su Obispo, a leer la catequesis del Nuncio. O es que, acaso, ahora resulta que cada uno es pontífice de su parroquia y de su diócesis?

Miren nada más, en este testimonio de uno de mis contactos en facebook, cómo se bailan de bonito algunos curas la doctrina y el Magisterio y así nos hacen estar, a sabiendas, en pecado; como si por la salvación de nuestra alma no hubiese pagado Cristo con el precio de su vida:
“Mi madre es divorciada y vuelta a casar, y una vez me preguntó si podía tomar la Comunión. Yo le dije que no podía, pero ella me respondió que nuestro párroco daba de comulgar a varias parejas divorciadas y casadas de nuevo. Y así era, y es. Mi madre le preguntó al párroco directamente y le contestó: Puedes comulgar, lo que no puedes hacer es confesarte, porque entonces tendré que decirte que estás en pecado y que no puedes comulgar".
Y, la “autoridad delegada”, qué? Ya no interesa? Ya no interesa Cristo?

Que se vayan enterando los infieles que los fieles tenemos la cosa muchísimo más clara y que estamos concientes de que sería el colmo que nos correspondiera, a estas alturas del partido, ofrecerles testimonio de fidelidad; pero bien, si a eso es a lo que nos empujan. Ahí nos veremos!

Los ticos, sobre todo si la cuestión no mejora en Liturgia de aquí a un tiempo, vamos a tener que ir, armados de la firmeza pero también de todo el amor y la paciencia del mundo, hasta los párrocos a llevarles el documento y pedirles que lo lean para que después se corrijan para que -tras eso- deshagan el entuerto en que por soberbia se han metido llevándonos en banda.

O es que acaso esperan que sabiendo los laicos lo infieles que pueden ser algunos pero también, debido a como están las cosas en el mundo y en la Iglesia, vamos a pasar de largo? Jamás!

Cielos, es increíble que se haya revertido la situación y que seamos los laicos quienes estemos enterados -tal parece- mejor que algunos obispos y sacerdotes, de qué va la fidelidad y la obediencia a Cristo, a su Vicario y a la Iglesia.

12 de marzo de 2012

“Si no podés entrar en la iglesia así vestida, tampoco podés andar así por la calle"

Me ha hecho saber María Fernández que a España han llevado la moda “latina” las mujeres inmigrantes la cual, por las expresiones que utilizó para referirse a ella, no es una que tenga a muchos radiantes de alegría.

Esta moda, para los que no lo sepan, consiste en llevar ropas ajustadas, profundos escotes, faldas cortas, brazos descubiertos, etc., es decir, consiste en llevar cuanto menos ropa y más provocativa sea posible.

Desde que era joven me preguntaba cuál habrá sido su origen ya que, si bien recuerdo, no nos vestíamos así ni siquiera en los años 60. Creo que tuvo que haber influido la liberación sexual pero también la interpretación que hemos hecho de la moda internacional desde nuestra cultura. 

Sea cuál sea su origen el caso es que es una moda nada pudorosa, sin embargo, así se visten para toda ocasión muchas de nuestras mujeres, incluso y, por qué no, para asistir a misa. 

No habiendo sacerdotes que digan algo asumo que el asunto ha proliferado. 

En verdad, considero que, conociendo a mi gente y el respeto que tienen por la autoridad de los sacerdotes, quien de ellos les recomendara que vistan con pudor muy probablemente sería atendido, pero el caso es ese, los curas no tocan el tema ni por asomo. Ignoro por qué no lo hacen ni voy a adelantarme a sacar conclusiones.

La cuestión es que el comentario de María vino al caso ya que Susana Bulacio, quizá preocupada por la situación, había posteado en facebook lo siguiente:
“El Padre Pío no toleraba faldas apretadas ni vestidos cortos o con escotes bajos. Sacaba a las mujeres del confesionario, aún antes que entraran, si discernía que sus vestidos eran inapropiados. Muchas mañanas sacaba a una tras otra terminando por escuchar solo unas cuantas confesiones. También tenía puesto un rótulo en la puerta de la iglesia que declaraba: “Por deseo explícito del Padre Pío, las mujeres deben entrar en su confesionario usando faldas* que lleguen a por lo menos ocho pulgadas (20 cm) por debajo de las rodillas. Es prohibido prestar vestidos más largos en la iglesia y usarlos para el confesionario” (o sea, que prohibía el préstamo de prendas para ocultar que se traía un vestido corto, cuando lo que se ordenaba es que cada quien se presentase correctamente vestida).
El Padre Pío censuraba fuertemente a alguna mujeres con las palabras, “¡Vete y vístete!”. Él no le daba pase a nadie, ya sea que fuesen personas que conocía o que veía por primera vez, o hijas espirituales de mucho tiempo. En muchos casos, las faldas estaban pulgadas debajo de la rodilla pero aún así ¡no eran suficientemente largas para el Padre Pío! Los niños y los hombres también tenían que usar pantalones largos, si no querían que los sacaran de la iglesia”.
Se muy bien, porque soy latinoamericana, que no hay que esperar a que una mujer se atreva a señalar públicamente estas cuestiones, para que se la tache de moralista; entre quienes lo hagan -de seguro- habrá hombres y mujeres, muy probablemente todos ellos, buenos católicos.

Si bien es cierto que se puede interpretar como moralista la sentencia del padre Pío, lo cual –dicho sea de paso- no es que lo considere escandaloso; pero más que eso y, en vista de cómo están las cosas, me inclino a pensar que antes que moralista, la exigencia del padre Pío fue y sigue siendo de sentido común.
 
Tan de sentido común es que cuando un cura se atreve a hablar muchas de las mujeres, con humildad, respeto y sencillez, lo consideramos; tal como describe Amalia el día que, en la capital federal, entró en la Catedral para confesarse.
“Hace varios años atrás, paseando por capital federal, decido entrar en la Catedral para conocerla, cuando veo un sacerdote confesando.
Que bueno! me digo, aprovecho y me confieso.
El tema es que yo tenía algo de 21 años, y ese día estaba provocativamente vestida.
Remera abierta en escote y en la panza. Pantalones indebidos también. El hecho es que me arrodillo a confesar pero de frente al sacerdote y sin rejilla de por medio.
El sacerdote me ve y me dice si no me daba vergüenza exponer mi cuerpo así provocando a los hombres y a el también poniéndolo en tentación.
¡Casi me muero! traté de justificarme diciéndole que no me había vestido para venir a misa y que de casualidad había entrado.
Y el me dice algo que nunca más se borro de mi mente: “Si no podés entrar en la iglesia así vestida, tampoco podés andar así por la calle”.¡Chan!*”
Amalia Auad”
Amadísimos sacerdotes, no teman hablar. Con gusto, como han visto, serán atendidos. Háganlo con confianza ya que, tal parece, somos bastantes esperándolo.
  
* “Chan”, en “dialecto argentino” sospecho que quiere decir “asunto zanjado”.

Es muy probable que tras esta entrada te interese leer del Padre Iraburu sus artículos sobre “El pudor”

10 de marzo de 2012

Abuso de autoridad: un motivo más para la caridad

San Cipriano (+258):
«Sea nuestra conducta como conviene a nuestra condición de templos de Dios, para que se vea de verdad que Dios habita en nosotros. Que nuestras ac­ciones no desdigan del Espíritu: hemos comenzado a ser espirituales y celestiales y, por consiguiente, he­mos de pensar y obrar cosas espirituales y celestiales» (Sobre Padrenuestro 11-12).
De su autoridad podría abusar desde un hermano mayor, pasando por un padre o madre de familia, hasta un funcionario público o eclesial. 

El abuso de autoridad en cualquier caso es cuestión que reviste cierta gravedad debido a que no solo reduce la vocación a la que se ha sido llamado sino que la traiciona en lo que ésta representa un atentado contra la dignidad humana, la libertad y la conciencia de los subordinados. 

Lo menciono ya que, en mi misma así como en personas cercanas, compruebo que estamos demasiado acostumbrados, más allá de lo que dicta el sentido común, a sacerdotes quienes con frecuencia a gritos despachan asuntos pastorales, censuran, descalifican, excluyen y hasta se burlan de los feligreses. 

La consecuencia para quien toma conciencia de ser abusado podría ser la desconfianza, el temor, el resentimiento que podría llevarlo a la ruptura con su comunidad parroquial y hasta con la Iglesia; de tal manera que el abuso de autoridad, en quien sea y en la situación en que se presente, es una falta a la caridad que provoca heridas tanto en quien abusa como en el abusado, para las cuales habrá que, tarde o temprano, procurar su salud ante el Altísimo pero, muy probablemente, también ante un profesional.

La Iglesia se ha visto envuelta en graves escándalos por abuso de autoridad, el que encabeza la lista por aborrecible, grave y vergonzoso es el caso del abuso sexual de menores de edad por parte de sacerdotes de cuyas heridas, es claro, no nos sobrepondremos pronto ni completamente. 

Otro caso, como he dicho, es el abuso de autoridad de algunos sacerdotes.

Puntualizar sobre lo que anda chueco, aún cuando ello sea a pequeña escala, no es algo que me entusiasme pero, debido a que está visto que lo que nos ha venido caracterizando es el temor a denunciar abusos sexuales, me temo que, la duda entre los fieles sobre lo conveniente o no de expresar su preocupación en casos sobre abuso de autoridad de los sacerdotes, existe también de forma clara y manifiesta. 

Un fiel, ante cualquier tipo de abuso y, en particular, ante el que nos ocupa, no debería dudar, sin embargo, por lo regular, tiende a callar, perdonar y seguir su camino; pero el caso es que si el que abusa presenta signos que persisten en el tiempo y se intensifican por períodos, caridad sería no solo actuar en prudencia, discreción y perdonarle sino ayudarle a buscar su salud espiritual y emocional; ante la cual, muchas veces, nos constituimos en obstáculo al elegir –sencillamente- callar y pasar de largo.

La corrección fraterna es en estos casos el instrumento que a través de un protocolo nos ha dejado Nuestro Señor: hablar con el hermano, en este caso el sacerdote, en privado para exponerle nuestra preocupación y recomendarle se corrija, si no lo hace, buscar dos testigos e intentarlo de nuevo y si, tampoco lo hace, llamarlo ante la asamblea; en este punto, lo que corresponde sería subir nuestra preocupación a sus superiores. Una vez en sus manos, podríamos decir que hemos cumplido no solo con nuestra responsabilidad, sino con la caridad.

Como queda en evidencia, la corrección fraterna no es fácil, principalmente, porque constituye un gran desafío para la virtud. Quien no se haya asegurado de estar viéndose movido por un amor entrañable y celo por la salud de la persona, mejor desista de hacerla. 

Rezar por estos sacerdotes es, paralelo al de la corrección fraterna, otro motivo para la caridad razón por la cual no deberían nunca salir de nuestras intenciones en la misa y de nuestra oración particular.

8 de marzo de 2012

Un mundo más allá de sus narices

Ayer me llevé un gran disgusto. Bien, la verdad es que casi todos los días me llevo algún disgusto con esto de la Liturgia, pero el día de ayer fue espectacular.

Me llamó una persona con autoridad a quien estimo muchísimo y de quien valoro su amistad para reclamarme a gritos por teléfono que lo que hago está mal.

“Y, qué es lo que hago, según usted?” Le pregunté.
“Pues, no se”. Respondió.
“De acuerdo, se lo diré”


Lo que hago es serle fiel a Cristo en la Liturgia. 

Aprendí lo que Sacrosanctum Concilium enseña y creo que lo aprendí bien: Cristo en la Liturgia es fuente y culmen de la vida de la Iglesia, por lo que, si la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y de su Cuerpo -que se expresa en la Liturgia- como de una fuente recibo Vida, pues, ¡tonta de capirote sería si le fuera infiel!

Eso si, estos que reclaman no son solo curas, son laicos y los que son curas no son de los que llaman “modernistas” sino curas bastante normales, buenos y trabajadores, que cuidan de la liturgia, a los que la gente quiere muchísimo, pero nunca más que yo.

Tal cosa no la comprenden ni quieren saber de ello ya que una vez escuchan “misa de Pio X” se les para el pelo y se les nubla el entendimiento para cerrarse en banda a cualquier pregunta o argumento. ¡Qué drama! ¡El cielo nos ampare! ¡Traigan agua bendita! 

Lo mismo pasa con muchos laicos de los que nunca leen el Magisterio y creen que si su párroco dice A es A y nunca se preguntan si están en lo correcto aunque vean a su párroco hacer todo lo contrario de lo que hace o dice el Papa, por ejemplo. Son los mismos que llaman “obediencia” a cumplir diligentemente con los abusos en la liturgia que les delega el párroco.

Claro, entre los que reclaman también están los del otro extremo, los que defienden a muerte que lo único que salva es la misa antigua. ¡Barbaridad de barbaridades! ¡Atrévete a contradecirme! La otra versión del drama. Igual, ¡agua bendita!

Pues bien, lo que hago siéndole fiel a Cristo en la Liturgia es adentrarme en esta jungla para hablarles señalándoles el horizonte. Lo hago con el mayor tacto y caridad posible, aún así, rara vez acierto. Por qué? Porque he llegado a comprender que la gran mayoría no está dispuesta a ver lo que tienen ante sus narices..

Y qué tienen? 

Tienen la descomunal y urgentísima tarea de corregir los abusos en la liturgia que les señaló en su catequesis el Nuncio. La tienen no solo porque el Nuncio no debería estar “pintado” sino porque el Papa tampoco debería estarlo. 

Tienen la tendencia a negar la realidad rehusándose a reconocer el hecho de que los abusos en la Liturgia han producido una no insignificante cantidad de jóvenes y adultos indignados, los primeros, tremendamente indignados y rebeldes; los segundos, si bien respetuosos y obedientes pero, igualmente indignados al ver lo que sucede (o lo que no sucede, será?)

De ahí que, cuando un joven (o adulto) se les aproxima con inquietudes sobre los abusos en la liturgia o la misa antigua y responden burlándose o descalificándolo, recurriendo en algunos casos a la violencia verbal y psicológica, están optando por ser poco razonables y dando, además, un pésimo testimonio.

Por lo mismo, esto prueba que -sin considerar la totalidad de los factores- sus juicios son errados, de cuyos entuertos y desatinos no los librará ni toda la pastoral del mundo.

A mi, por vieja y porque tengo aguante, podrán unos y otros “molerme a palos” todo lo que quieran, ya que después de las lágrimas de rabia y de frustración que verteré quedaré como nueva, pero a los jóvenes no podemos ni debemos hacerles eso. Tampoco a los adultos.

Así que, hermanos y apreciados curas, a quienes nadie en el mundo ama como yo, pongámonos vivos no vaya a ser que por “cerrarnos en banda a la realidad” nos estemos cerrando a la voluntad de Dios.

No son ustedes los que insisten en que nos abramos a Su voluntad pero, cómo conocerla, les pregunto, si no es abrazando la realidad, digo yo?


“Usted, no sabe lo que hago? Pues, esto. Esto, justamente, es lo que hago: serle fiel a Cristo en la Liturgia mostrándole que existe un mundo más allá de sus narices”.

4 de marzo de 2012

¿Qué clase de sacerdotes son los que llegan a Cardenales?.

No es cierto que uno se pregunta qué clase de sacerdotes son los que llegan a Cardenales?.

En esta entrevista el Cardenal Thomas Collins, Arzobispo de Toronto, nos deja ver de la madera de la que está hecho; cosa que -obviamente- explica las razones por las que llegó a Cardenal, lo que ha sido, no precisamente, por jugar béisbol en las grandes ligas.

Este diálogo fue publicado por Vatican Insider bajo el título «Yo, cardenal el primer día de clases»

Lo he traido porque me pareció una lectura agradable para el domingo pero además esperanzadora.

En lo personal, me cautivó su primer respuesta, en la que habla sobre prestar atención a lo realmente importante.



P. Ha elegido tomar su lema del Libro del Apocalipsis: «¡Adorad a Dios!». ¿Por qué?
R. Sí. «Deum adora». Pues, creo que en la vida podemos adentrarnos en muchas cosas que no tienen importancia, y que esas cosas se resolverán por sí solas si nos concentramos en lo que es realmente importante. Y lo que es realmente importante es concentrarse en el «Alabar a Dios», y en amar al Señor nuestro Dios con corazón, mente y alma.

En el Apocalipsis, san Juan comienza adorando al ángel. Ve algo hermoso y bueno, pero se pierde lo importante; comienza a adorar al ángel en lugar de a Dios. Y el ángel le dice: «¡No, no! Adora a Dios. Ordena tus prioridades. No te distraigas ni siquiera con algo muy hermoso que no sea realmente la Belleza última, el Bien último, la Verdad última».

Por eso creo que tenemos que ordenar nuestras prioridades y luego las demás cosas se ordenarán solas; esa es la razón por la que elegí «Alabad a Dios». También es un fragmento del pasaje que estudié para un doctorado en Teología en la Universidad Gregoriana, en 1986.

Y cuando fui designado obispo, pensé que «Adorad a Dios» era un buen lema. Lo necesitamos mucho, porque me parece que en nuestro mundo hay muchas cosas detrás de las cuales va la gente. Vamos persiguiendo no exactamente falsos dioses, pero dimensiones menores del único verdadero Dios. Cosas menores, como el ángel, muy bueno, pero que no es Dios. Tenemos que ir a lo que es realmente importante y, si lo hacemos, entonces estaremos concentrados.

Esa es la razón por la que creo que es muy importante que en las actividades de nuestra vida nos tomemos un momento para una oración tranquila cada día: cuanto más rápido gira la rueda, más asegurado tiene que estar el eje. Y este tiene que estar centrado en la adoración, de ahí deriva la acción.

P. Pero ¿usted tenía otro lema cuando era sacerdote?

R. Sí. Cuando me convertí en sacerdote, mi lema era el Salmo 100 —«Servid al Señor con alegría; venid ante Él con cánticos de júbilo»—, porque creo que eso también es muy importante. El espíritu de júbilo es un signo verdadero de la presencia de Dios. A veces, como obispo, veo a personas muy fieles, muy devotas, que vienen a mí con una mirada severa y fuego en los ojos; siempre me preocupa un poco, porque creo que la comedia es divina, la tragedia es pagana. Este espíritu jovial es fruto de estar en contacto, de estar en paz con uno mismo y con el Señor. San Agustín tenía razón: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti», y de ese descanso viene la alegría.

Así, ese espíritu, el espíritu de Dios, se refleja en un espíritu jovial. El cardenal Dolan hizo referencia a eso en su charla, y estoy completamente de acuerdo con él. Si vamos a evangelizar en la nueva evangelización, no será yendo a la gente en un modo forzadamente religioso; será a través de la gente que ve la alegría de nuestra experiencia en Cristo. Ese es el modo de hacerlo. Cuando pienso en los grandes santos, pienso en las personas como santo Tomás Moro, un hombre intensamente serio, serio sobre Dios y serio sobre su fe, pero capaz de hacer bromas camino al patíbulo. Un elemento importante de su habilidad para tocar los corazones de otros a través de su don para la amistad fue su espíritu jovial, que mostraba que veía la vida en perspectiva. Creo que fue Chesterton quien dijo que los ángeles pueden volar porque se toman a la ligera. Nosotros podemos aprender de eso.
P. Usted tiene la fotografía de Tomás Moro en su escritorio en Toronto.
R. Sí, así es, pero también recurro a mis dos santos favoritos: san Francisco de Sales y san Carlos Borromeo.

P. Usted es el cuarto arzobispo de Toronto que es nombrado cardenal, y el décimo sexto cardenal en la historia de Canadá. ¿Qué le ofrece Canadá a la Iglesia universal?
R. Canadá es un país relativamente pequeño en población, pero grande en dimensión física. Siempre dicen que tenemos demasiada geografía y muy poca historia. He estado en diferentes regiones de Canadá; fui obispo durante diez años en el oeste, en esa hermosa provincia de Alberta, en dos grandes diócesis allí, y he estado en Toronto ya hace alrededor de cinco años. Veo a Toronto como un microcosmos del mundo: celebramos misa todos los domingos en 37 idiomas diferentes. Es algo que me ha hecho muy consciente de los sufrimientos de la Iglesia en muchos lugares diferentes, a medida que gente de todo el mundo pasa por mi oficio. Estamos desparramados en este país que es Canadá, y muy divididos en términos geográficos, históricos y otras cosas. No tenemos una identidad nacional sólida en un modo obvio, pero sí la tenemos en otro modo como canadienses. Si bien es un país relativamente pequeño, Canadá está en contacto con gran parte del mundo, y quizás eso me de una perspectiva que es de utilidad para la Iglesia.

P. Durante el Día Mundial de la Juventud en Toronto, vi que tienen a mucha gente china.
R. Sí, tenemos varias Iglesias chinas, también vietnamitas y coreanas, y más de 500 000 ítalo-canadienses en la archidiócesis de Toronto.

P. ¿A cuáles desafíos ve enfrentarse a la Iglesia hoy?
R. Creo que el principal desafío en una gran parte del mundo es la persecución. Es igual que en el Apocalipsis, de hecho, no exactamente hoy, pero la semejanza está. Para algunas personas, el peligro es la persecución: servid al cordero y no a la bestia. Pero el peligro para la mayoría de ellos tiene más que ver con las cosas a las que responde la nueva evangelización, es decir, a ser seducidos por una sociedad cuyo centro no es Dios.

En mitad del Apocalipsis, encontramos esa lista de todas esas cosas sobre las que desciende el fuego —un poco como el Vesubio—: oro y joyas, y marfil, etcétera, Y en la lista de todas esas cosas, el último objeto es «el alma humana»; la última pieza de mercadeo son las «almas humanas». Y creo que eso siempre me habló del otro lado, no la dimensión de la persecución, pero sí el lado de los cristianos en un mundo en que las «almas humanas» son tratadas como oro, joyas, como si fueran objetos.

Creo que necesitamos amar a las personas y utilizar las cosas, no utilizar a las personas y amar las cosas. Y, aún así, ese es a menudo un peligro al que nos enfrentamos, al de pasar a estar demasiado metidos en esa clase de mundo, y creo que nuestra misión en esa parte del mundo en la que esto es un problema es la de proclamar —a través de la nueva evangelización— la dignidad de la persona humana. Es una especie de gramática celestial sublime saber la diferencia entre quién y qué, amar al quién y utilizar al qué, y no viceversa.

P. ¿Quiénes son las personas que lo han inspirado verdaderamente en la vida?
R. De joven, me inspiraron mucho mis padres, mi familia, y en un modo muy particular la santidad de mi padre. Él sufrió mucho en la vida. Era jefe de circulación en el Guelph Daily Mercury, y sufría muchísimo. Cuando yo estaba en primer grado, enfermó gravemente, mi madre trabajaba, y mis dos hermanas se encargaban de cuidar a la familia, y como yo era pequeño, no tenía mucha responsabilidad. Recuerdo que mi padre me llevaba a hacer adoración, adoración nocturna, cuando era pequeño. Caminábamos, los dos solos allí, y verlo orar era maravilloso.
Pienso en el padre John Newstead, mi maestro de secundaria, que me pidió que fuera sacerdote. Sufrió mucho de joven por una enfermedad, y como sacerdote visitaba a los enfermos, día tras día, hasta que ya no pudo hacerlo antes de su muerte. Eso me marcó como adolescente, que hubiera un hombre que realmente viviera su fe, y que fuera además un hombre jovial. Fue mi confesor y guía espiritual desde mis 14 años hasta que fui designado arzobispo de Edmonton.

P. He oído que es un gran lector.
R. Leo todo el tiempo. Desde que era pequeño, leía, leía, leía.

P. ¿Hay algún libro en particular que lo haya influenciado?
R. La Biblia, la lectura de las Sagradas Escrituras. Leo diferentes cosas. Leo muchas biografías, mucha historia, los escritos de Newman y La regla de Benedicto. Intento cada día leer un poco de La imitación de Cristo. Y La Divina Comedia, es algo extraordinario.

P. ¿Cómo ve su función como cardenal?
R. Como sabe, asistí a la primera reunión de cardenales el viernes, y me sentí como en el primer día en una escuela nueva, mirando alrededor y observando a las personas. Fue una introducción maravillosa y pude conocer a algunos de ellos. Soy muy nuevo en todo esto.

Mi principal responsabilidad, la que el Santo Padre me ha confiado, es la de ser fiel como obispo en mi diócesis. Una vez dijo que el mejor modo en que un obispo puede servir a la Iglesia universal es siendo un buen obispo en su iglesia local, así que esa es mi primera resolución.

Como cardenal, me serán dadas algunas responsabilidades e intentaré ser fiel cumpliéndolas. Y luego necesito tener una perspectiva más amplia de la Iglesia universal. Estoy intentando aprender, comprender. Espero con ansias en los próximos años participar en el Colegio de Cardenales en un modo que espero que sea fructífero para el bien de la Iglesia y para el bien del pueblo.

Además, estoy muy feliz de ser cardenal de la Iglesia nacional irlandesa en Roma. Mi identidad irlandesa no es tan cercana, dado que mi familia vino de Drogheda en 1827, han pasado muchos años. Así, veo fortalecidas mis raíces étnicas en Irlanda a través de la asignación de esta iglesia, y agradezco al Santo Padre por esto.

3 de marzo de 2012

Lo necio del mundo

“Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
1 Cor 26-31
Yo soy lo necio del mundo. Desde siempre lo he sido.

Estoy llena de defectos físicos así como de serias limitaciones como ser humano, tanto en lo intelectual como en lo afectivo y espiritual.

No es un secreto para nadie, por lo que prefiero mencionarlo antes que dar una idea equivocada.

Vergüenza no me da reconocerlo ya que así es como soy amada.

Muchas veces, en mi vida diaria, como mujer y además soltera, soy blanco fácil para la crueldad de otras mujeres así como para la de muchos hombres.

Como mujer blogera lo soy también para todo tipo de burlas, amenazas, engaños y descalificaciones.

Por lo regular, ni siquiera mis amigos más cercanos o familia se enteran de lo siniestro de algunos personajes que se me aproximan. A todos les echo el cuerpo confiada en la protección divina. De dichos encuentros, hasta el momento, he salido bien librada -lo que no me sorprende- ya que soy lo necio del mundo.

Y no es que me enorgullezca. Lo menciono por aquellos que también lo son. Para que se mantengan fuertemente asidos a la certeza de que el poder de Dios se realiza en la debilidad. 

Para ellos es que escribo, para que sepan que basta con Su gracia. (2 Cor 12, 9), para que también en ellos, reciba Dios toda la gloria.

2 de marzo de 2012

¡Nada es imposible para Dios!

¡Qué dulce gatito!
 
Quien, sin saber lo suficiente acerca de comportamiento animal (tal como yo) mirara esta fotografía pensará cuán dulce es el gatito pero estará equivocado. 

Lo del gatito y según comentó María, uno de mis contactos en facebook, “no es un cariñito” ya que “los gatos tienen en el área de la cabeza próxima a las orejas ciertas glándulas odoríferas con las que marcan su territorio. Literalmente, ese caballo ha quedado marcado como su propiedad.”

Ah, pero mira qué bien! Resulta que en lugar de un “dulce” es un “bandido” gatito! Bien que lo se!. Hoy, justamente, pensaba en lo territoriales que son mis perros!

En esta propiedad vivimos tres familias, cada una con su manada y, aunque la convivencia de los humanos no ha resultado tan complicada como la de los animalitos, la de éstos ha sido lo suficientemente complicada como para que nos haya enseñado a evitar mayores complicaciones entre nosotros. 

Luna ha sido la que más ha sufrido en adaptarse. La amada perro-lobo de mi hermana es salvajemente territorial, lo cual es terrible para el resto de la manada (humanos incluidos) y, aunque lo suyo, por genética es natural por estar más cerca de las fieras que de los animales domésticos, no deja de ser un problema.

Meditando en el comportamiento de Luna recordé que Asia Bibi está encarcelada por una cuestión de “territorialidad”, lo mismo que tantos niños en Nigeria que sufren hambre y violencia, así como Jackeline, una señora de mi barrio a la que ayudo y, hasta yo, cuando en cuestiones de liturgia he sido “marcada” por unos y otros.. 

Cada una de estas personas ha sido “marcada” por alguno de nosotros para estar ya sea, dentro o fuera, de un territorio específico. 

Tan diferente nuestra “territorialidad” a la que con en el Bautismo nos “marca” el Señor ya que, por sobre todo, nos deja libres. 

Tan diferente a la que exhortó esta semana en los Ejercicios Espirituales a la Curia Romana el Card. Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, en la República Democrática del Congo refiriéndose a la primera carta de Juan «lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos, también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros».

El Señor nos deja libres para que elijamos la comunión mientras nosotros una vez y otra también esclavizamos a nuestros semejantes así alejándonos y alejándolos de la comunión.

Se pone uno pensar en la paciencia que ha de tenernos Dios para haberse propuesto el camino del Antiguo Testamento para la llegada de su Hijo y nada más para que nosotros Lo terminásemos “marcando” para ponerlo fuera de nuestro territorio o, al contario, “apropiándonos” para hacer con El lo que nos da la gana.

Se pone uno a pensar en el amor que ha de tenernos para Encarnarse y así demostrarnos la manera de adentrarnos en la gloriosa libertad de los Hijos de Dios y poder así gozar algún día en Cristo de la comunión de personas en el seno de la Trinidad.

Lo que se ha propuesto es un salto enorme para el ser humano. Tan enorme como el que daría Luna si tuviera, como los humanos, lo necesario para ceder de su instinto en beneficio de la convivencia.

Se lo ha propuesto Dios y lo consigue, de prueba tenemos a los santos quienes han sido los primeros de nuestra especie en salir de la vida salvaje. 

O sea, ¡nada es imposible para Dios!

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