5 de septiembre de 2010

Lo bueno de abrir de par en par todas las puertas

Lo bueno de regresar a casa luego de haber pasado tres días en mis primeros ejercicios espirituales con la Fraternidad Comunión y Liberación es haber abierto de par en par todas las puertas, pero también es bueno haber abierto la puerta de mi casa y hallar a mis mascotas ladrando y saltando de alegría, bajar las maletas y desempacar muerta de cansancio para -después de una siesta- quedar lista para echarle el cuerpo de nuevo a esta vida maravillosa.

¡Qué tres días tan intensos, “mare” mía!

La síntesis de estos tres días y que expuse ante mis amigos fue la siguiente:

He decidido dejar de poner objeciones a la realidad, le haré frente tal y como se presenta, no por ingenuidad ni estupidez (como de forma bella y generosa lo ha señalado el padre Miguel) porque se bien que la realidad no me ahorrará dificultades.

Me he determinado a hacerlo porque es imposible para mi -sin entrar a contrariar a la razón- negar en mi vida Su presencia.

Y, menos mal que tomé hoy temprano esta determinación ya que, mientras escribía estas líneas, mi padre quedó dormido en su silla mientras leía, cayó de cabeza y tuve que llamar a los paramédicos.

-oOo-

“…o caminas por la realidad abierto a ella de par en par, con los ojos asombrados de un niño, lealmente, llamando al pan, pan, y al vino, vino, y abrazas entonces toda su presencia [la presencia de la realidad tal como te viene dada] acogiendo también su sentido; o te pones ante la realidad en una actitud defensiva, con el brazo delante del rostro para evitar golpes desagradables o inesperados, llamando a la realidad ante el tribunal de tu parecer, y entonces sólo buscas y admites de ella lo que está en consonancia contigo, estás potencialmente lleno de objeciones contra ella, y demasiado resabiado como para aceptar sus evidencias [no lo que no está claro, sino las evidencias] y sugerencias más gratuitas y sorprendentes [cuando vemos que sucede en nosotros resulta verdaderamente patético: gente que insiste en que no hay hechos, simplemente porque no está disponible a reconocerlos, no porque no existan].

Ésta es la opción profunda que nosotros realizamos cotidianamente ante la lluvia y el sol, ante nuestro padre y nuestra madre, ante la bandeja del desayuno, ante el autobús y la gente que hay en él, ante los compañeros de trabajo, los textos de clase, los profesores, el amigo, la amiga… [cada uno puede añadir lo que quiera]. Esta decisión que he descrito la tomamos de hecho ante toda la realidad, ante cualquier cosa.

En esta decisión está claro dónde está la racionalidad, lo enteramente humano [¡lo plenamente humano!]: en la postura del que está abierto y llama al pan, pan, y al vino, vino. Éste es el pobre de espíritu, aquel que no tiene nada que defender ante la realidad”.

Julian Carrón citando a don Giussani de su libro El sentido religioso en el documento de los Ejercicios Espirituales, página 43

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Afortunadamente, mi padre está bien. Ahora duerme, esta noche vigilaré su sueño.

Efectivamente, en toda excepcionalidad, es posible hallar Su presencia.

He aquí, en mi, a uno de sus testigos

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