“…don Giussani nos ofrece una triple clave para comprender si estamos haciendo el camino apropiado: que la fe sea una experiencia presente (no el relato de hechos al que luego cada uno añade algo como un pegote), una experiencia juzgada, no una repetición de fórmulas, frases o comentarios; que la fe encuentre la confirmación de su utilidad para la vida en la experiencia presente, en la experiencia misma (si no es así, siempre necesitaremos un suplemento de certeza “que venga de fuera”); que la fe sea capaz de resistir en un mundo en el que todo dice lo contrario”Julián Carrón, Ejercicios Espirituales 2011
En este sentido habría que preguntar a María sobre lo que el breve anuncio del ángel produjo en ella. Habría que consultar a Juan y a Andrés. Cada uno tendría que preguntarse si está haciendo el camino apropiado.
“Cada uno puede comparar [ ] su experiencia humana y la que nos testimonian estos hombres y mujeres. No para sentirlo como el enésimo reproche por el hecho de no dar la talla –por nuestra tendencia habitual a reducir todo en términos moralistas–, sino para ser conscientes de lo que nos estamos perdiendo. ¡Lo que nos perdemos es esta intensidad, esta vibración!”Julián Carrón, Ejercicios Espirituales 2011
De esta intensidad, de esa vibración nos habla la vastedad del universo y su belleza por lo que, quién de nosotros, mirando el cielo en una noche estrellada, no se ha preguntado tal como el autor sagrado “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de el, el ser humano para darle poder?”. Quién, tras –incluso- no estar plenamente seguro de la respuesta, no ha entrado al cobijo del hogar renovado?
Habría que prestar atención a lo que verificamos en esa experiencia lo que en mi caso es, mi pequeñez ante el infinito poder de Dios, que confirma y a la vez exalta mi humanidad.
¡Ya quisiera vivir siempre con esta intensidad!, pero, ¿es posible?, pues debería serlo ya que poseeo lo necesario: mi humanidad y a Cristo Resucitado. Y, además, porque tengo infinidad de testigos lo confirman, uno de ellos tan cercano y conocido como el Santo Padre, otro el beato Juan Pablo II pero también don Giussani quien dijo:
«Me había persuadido profundamente de que una fe que no pudiera percibirse y encontrarse en la experiencia presente, que no pudiera verse confirmada por ella, que no pudiera ser útil para responder a sus exigencias, no podía ser una fe en condiciones de resistir en un mundo donde todo, todo, decía y dice lo opuesto a ella»“Educar es un riesgo”, op. cit., p. 19.
Ahora bien, esta es la pregunta: ¿Es mi fe una experiencia presente, una experiencia que me sirve para juzgarla y que encuentra confirmación en la experiencia misma?
No estoy segura, tal parece que con frecuencia la fe es algo que me sirve no antes de haber “metido la pata” o haber disfrutado de un momento de alegría o de belleza.
El caso es que si esta fe mia no me sirve para asentir inmediatamente como María o para no salir corriendo ante la Cruz, es que esta fe mia, aunque la llamo fe, más parece un pegote.
Es por esta razón que estoy determinada a comprender qué es lo que Cristo y sus testigos han querido decir cuando -con la intensidad de sus vidas- han demostrado que es posible vivir así.