26 de octubre de 2011

A Pablo le bastó la fe

De ser “irremediablemente modernista” me ha acusado recientemente un estimado amigo afiliado a la FSSPX y yo, pues, como en verdad le tengo en gran estima, me le reí en la cara y, porque confía en el cariño que le tengo, a la vez rió. 

Por “modernista” asumo que quiso decir “católica"; claro, a menos que sea que me haya venido perdiendo de algo. Más bien creo que, desde su punto de vista, por ahí va la cosa; pero, en fin, que un afiliado a la Fraternidad ría conmigo a la vez que me acusa de modernista, pues que, desde mi punto de vista, es un verdadero halago.

Por qué? Pues porque tengo muchas razones para ser modernista, entre otras, que le veo lo bueno que tiene a nivel teológico el Concilio Vaticano II, tal y como me imagino se lo ve el Papa.

Aparte de esto y como además soy una mujer sencilla, también le veo lo bueno que tiene el encuentro de Asís el cual se me presenta como el espacio obligado y necesario que servirá para corregir malas interpretaciones así como sanar heridas, pero sobre todo, y como lo ha establecido el Santo Padre, para situar a Cristo en el lugar que le corresponde. 

Más que una amenaza a la Iglesia (o la Fraternidad) lo veo como una oferta de paz descomunal. Pero claro, eso soy yo, que soy persona poco ilustrada. 

Y como persona de pocas luces, será por lo que he sonreído con ternura al haber leído una noticia en la cual el distrito italiano de la Fraternidad llama a una jornada de ayuno y oración en reparación por Asís en el que oculto he podido ver no solo las graves heridas que provocó en ellos hace ya ¡veinticinco años!, la corrección que piden al cielo para quienes lo promueven pero, además, rogando por la paz en términos diferentes de Roma ya que muy probablemente Roma con sus Asís es la causa de todos los males. 

Amigos queridos, seré irremediablemente modernista, pero sigo siendo católica por lo que jamás se me hubiese ocurrido llamar a una jornada de oración en estos términos. Claro, a menos que me hubiese hecho a mi misma una zancadilla en el obligado proceso de reconciliación con mi pasado.

Bien, reconozco que soy poco ilustrada y además una mujer sencilla (valga la redundancia), pero si para buscarle sentido a Asís me remitiera únicamente a lo que hizo Pablo en el aerópago no veo yo por qué razón habría que censurar a los Pablos de nuestros días, mucho menos si lo que pretenden es corregir errores, sanar viejas heridas y llamar a conversión estableciendo a Cristo como único origen de una paz posible. Claro, a menos que sea que haya elegido solazarme en pesares que me tuvieran nublado el entendimiento.

Pues bien, como está visto, a Pablo le bastó la fe. Podría ser que a ustedes les bastara la suya para eventualmente llegar a comprender a Asís? 

Y, de pasó, confiar en el Plan de Salvación que tiene sustento en Aquél que se vió obligado a tirar al terco de Pablo del caballo. Lo recuerdan?

(Nótese que con el humor establezco que no busco causar polémica sino llamar la atención sobre cuestiones obvias que parece para algunos pasan desapercibidas)

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